Entrevistas
9 de Julio de 2020José Miguel Bernucci, secretario nacional Colegio Médico: “Haber escuchado al segundo piso de La Moneda ha sido uno de los grandes errores de esta pandemia”
Desde la primera línea sanitaria, el doctor Bernucci dice que, más que una leve mejoría, lo que hay es un “estacionamiento del colapso” en los hospitales. Desde su rol gremial, afirma que el ministro Enrique Paris tiene ventajas a su favor, pero una gran desventaja: no tiene el mismo peso político ni la misma llegada al círculo de poder de La Moneda que tenía Jaime Mañalich.
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Ha sido uno de los rostros en estos tiempos de pandemia. Le ha tocado vivir los dos frentes de la primera línea: la política, en su relación gremial con el gobierno; y, día a día, en la otra primera línea de los hospitales donde se libra la batalla cada minuto contra el coronavirus.
El doctor José Miguel Bernucci es secretario nacional del Colegio Médico, pero además trabajaba en la Postal Central y en la Fundación López Pérez con pacientes en estado crítico.
Bernucci es un invitado habitual de los matinales y hace dupla con Izkia Siches. Juntos han llevado al Colegio Médico a jugar un rol gravitante tanto en la discusión sanitaria como también política de esta pandemia.
Internista y con un magíster en Salud Pública, Bernucci nunca ha militado en un partido político, pero tiene destreza en esas lides. “Soy de una familia política. Mi papá (Aldo) fue alcalde de Chillan por 15 años. Participó del Partido Radical durante mucho tiempo. Tengo esa crianza”, dice desde el otro lado de la pantalla del computador.
De 39 años, separado y con 3 hijos, este doctor internista se declara de centro izquierda e hijo de la Concertación. “Soy un hijo rebelde, crítico, pero que mira a esa generación con mucho respeto. Admiro lo que hicieron, pero creo que al final la embarraron”, asegura.
Llevamos más de cuatro meses desde que llegó el coronavirus a Chile. ¿Cómo ves la situación? ¿Hay diferencias entre el discurso oficial y lo que se vive en los hospitales?
-Yo estoy en ambas partes. Pero cuando vas a la atención paciente a paciente, lo más fuerte ha sido darse cuenta de la diferencia social y de cómo pega esta enfermedad en la pobreza misma.
¿Eso es por el hecho de que hay más prevalencia de enfermedades crónicas?
-En todos los sentidos posibles. Te pongo el caso de un paciente que falleció la semana pasada. Era un adulto mayor que vivía solo. Lo trajo el vecino, porque no tenía familia. El vecino era su única red. Cuando falleció, en menos de 24 horas, ¿a quién más le avisaba? Tuve que llamar al vecino… Fue un momento súper duro. El vecino se tenía que hacer cargo de una situación que le tocó. Eso ejemplifica un poco lo que está pasando y de cómo azota esta cuestión.
Además, dicen los expertos, el sistema inmunológico de una persona que vive en pobreza es mucho más débil para afrontar la agresividad del virus…
-Mira, ésta es una clase brutal de lo que en salud pública se llaman los “determinantes sociales”. Yo soy salubrista y créeme que aquí hemos visto de manera muy cruda cómo las condiciones socioeconómicas determinan que tengas mejor o peor salud. ¿Recuerdas cómo llegó el coronavirus? Fue por la población de mejor situación económica, de la gente que venía de vacaciones. Era una población más joven, con menor carga de enfermedad, con mejores viviendas. Por lo tanto, la tasa de complicación y de mortalidad fue extremadamente baja.
¿Eso pone en evidencia la grieta de la desigualdad?
-La desigualdad se te aparece como un mazazo. En marzo, cuando todo esto estaba partiendo, el ex ministro Jaime Mañalich decía: “Nos ha ido súper bien. Tenemos buenas cifras”. Pero en el mundo de la salud pública, sabíamos que cuando el virus llegara a la población más pobre, nos iba a pegar un palo en la cabeza. Y eso fue, exactamente, lo que pasó.
Ya ha pasado un mes desde que Jaime Mañaich dejó el ministerio. La relación con en el Colegio Médico fue tensa. ¿Cómo ha sido el cambio de mano del ministro Enrique París?
-Hay que analizar la relación del Colegio con el ministerio tanto en el fondo como en la forma. Y en la forma, hay que ver cómo se relaciona la autoridad ministerial con los gremios, las universidades, las sociedades científicas. En ese sentido, hay un cambio radical. Un cambio del cielo a la tierra o del infierno al cielo, como quieras llamarlo.
“La desigualdad se te aparece como un mazazo. En marzo, cuando todo esto estaba partiendo, el ex ministro Jaime Mañalich decía: “Nos ha ido súper bien. Tenemos buenas cifras”. Pero en el mundo de la salud pública, sabíamos que cuando el virus llegara a la población más pobre, nos iba a pegar un palo en la cabeza. Y eso fue, exactamente, lo que pasó“.
¿Un cambio en el trato? ¿En la escucha?
-En la escucha, en la comunicación. Ese es un quiebre sustancial. Alguna vez leí un artículo que decía que el ex ministro Mañalich era como un lobo estepario… Efectivamente, era un lobo estepario.
¿En qué lo notabas?
-Las decisiones se tomaban a puertas cerradas en su oficina o en el gabinete del Presidente. No escuchaba a los organismos técnicos. No escuchaba ni a su propio Consejo Asesor, ni al DEIS; mucho menos al Colegio Médico y tampoco a las sociedades científicas. A nadie.
” Alguna vez leí un artículo que decía que el ex ministro Mañalich era como un lobo estepario… Efectivamente, era un lobo estepario”.
Con ustedes la tensión era bastante más evidente. Quizá por eso no escuchaba tanto…
-Aparte del Colegio Médico, el doctor Mañalich se agarró con la Sociedad Chilena de Infectología, con la Sociedad Chilena de Epidemiología y también con los alcaldes. O sea, se agarró con cuánto gallo se le cruzó por el frente. Ése fue uno de los grandes errores que cometimos en la pandemia.
¿Cuál?
-Que, en el fondo, ese tipo de liderazgos ya no funcionan.
¿Y cómo es el liderazgo del ministro Enrique Paris?
-El doctor Paris, a quien conozco hace muchos años porque trabajamos en el Colegio Médico, es totalmente distinto. El ministro Paris es más dialogante, pero es bien mecha corta…
Se ha notado un par de veces…
-Nos reíamos en el Colegio porque tú lo aprietas un poquito y te pega el guaracazo. Pero él es un comunicador. Escucha. Explica. Por eso te digo que el cambio de ministro fue un cambio del cielo a la tierra.
“El doctor Paris, a quien conozco hace muchos años porque trabajamos en el Colegio Médico, es totalmente distinto. El ministro Paris es más dialogante, pero es bien mecha corta…”.
¿Se ha traducido en un cambio en la estrategia sanitaria?
-Bueno, ese es el fondo del asunto y creo que todavía está pendiente. Porque el cambio de la forma no sirve de nada si no hay un cambio en el fondo respecto al manejo de la pandemia. Eso está pendiente.
¿Qué es lo que está pendiente?
-La traducción política de cómo se enfrenta la pandemia. En la comunidad académica y científica ya no hay muchas dudas de las cosas que hemos hecho bien, de lo que se ha hecho mal y de lo que falta por hacer. Pero todavía falta ver cómo se hace cargo el gobierno. Eso es lo que está pendiente. Y lo digo así porque, si no se hace cargo, por muy buena onda que sea el doctor Paris, no va a servir absolutamente de nada.
“En la comunidad académica y científica ya no hay muchas dudas de las cosas que hemos hecho bien, de lo que se ha hecho mal y de lo que falta por hacer. Pero todavía falta ver cómo se hace cargo el gobierno. Eso es lo que está pendiente. Y lo digo así porque, si no se hace cargo, por muy buena onda que sea el doctor Paris, no va a servir absolutamente de nada”.
¿ESCONDER LA PELOTA?
Ya se empieza a hablar de desconfinamiento. ¿Estamos en condiciones de hacerlo?
-Lo primero que debo decir es que como país perdimos una ventaja comparativa enorme que teníamos con otros países. Tenemos una red de consultorios de atención primaria -que puede ser penca, pobre, todo lo que tú quieras-, pero que está presente desde Bajos de Mena hasta Vitacura y desde el norte hasta Tierra del Fuego. Esa ventaja se traduce en que conoces la cantidad de personas que vive en el lugar; cuál es la carga de enfermedad que existe; cuál es el número de familias.
Un mapa…
-Claro. Y muy al principio de la pandemia, dijimos: “hay que entregarle el manejo a las municipalidades, a los consultorios”. Era obvio. Sin embargo, hubo una decisión política de parte de la Presidencia y del ex ministro Mañalich de no entregarle el poder a los alcaldes.
¿Por qué crees tú?
-Porque eso significaba repartir la pelota de la ganancias. Lamentablemente, el gobierno ha hecho del manejo sanitario-pandémico una constante ganancia de réditos políticos. Por eso nunca quiso compartir la pelota. ¿Y cuándo la compartieron? Cuando les fue mal. O sea, después de la tercera semana de abril, cuando los números empezaron a explotarnos en la cara. Recién ahí dijeron: “Ah. Vamos a sumar a la atención primaria”. Luego se empezó a decir que estaban escondiendo las cifras del DEIS y ahí se tuvo que ir Mañalich. Pero todavía persiste un poco de eso.
“Y muy al principio de la pandemia, dijimos: “hay que entregarle el manejo a las municipalidades, a los consultorios”. Era obvio. Sin embargo, hubo una decisión política de parte de la Presidencia y del ex ministro Mañalich de no entregarle el poder a los alcaldes”.
¿Qué cosa?
-Todavía persiste una manera de ver esta pandemia. Se habla de leve mejoría, que somos los que más testeamos, que tenemos una baja letalidad… Creo que esos son los costos que tiene que pagar el doctor Paris y que se lo cobran en La Moneda. En el fondo, se mantiene un diseño por sacar réditos de una situación que es tremendamente complicada. Yo no sé si las personas del segundo piso de La Moneda alguna vez entendieron de verdad lo compleja que es la situación.
¿Cuando se habla de “leve mejoría” te parece que es más un discurso voluntarista que sale desde La Moneda que una señal real?
-Pero por supuesto que sí. No hay duda de aquello.
¿Pero estamos mejor? Lo dicen los números. Lo ratifica el ministro, lo dice Espacio Público.
-Los números están mejor en lo referente a nuevos contagios y al porcentaje de positividad de los test. Esas son las dos muy iniciales buenas noticias. Pero, en estricto rigor, después de 7 semanas de confinamiento, esos números son muy mezquinos. Las cifras que estamos viendo hoy las debimos haber visto en los primeros 14 ó 20 días de la cuarentena y no casi dos meses después. Ese es el mensaje de fondo.
“En el fondo, se mantiene un diseño por sacar réditos de una situación que es tremendamente complicada. Yo no sé si las personas del segundo piso de La Moneda alguna vez entendieron de verdad lo compleja que es la situación”.
¿Pero eso permite hacernos la idea de un plan de salida?
-Para levantar las cuarentenas hay que recoger las propuestas técnicas que ya han entregado tanto el Consejo Asesor como el Colegio Médico. El confinamiento y el desconfinamiento no pueden pasar por la voluntad del Presidente de la República o de su segundo piso. Las razones para tomar esa decisión tienen que ser públicas, objetivas y por fases. No puede ser con un interruptor que diga: on y off.
Tengo la duda de si esa mirada es más bien prudente o pesimista. Porque, puesto así como lo dices, estamos en el peor de los mundos…
-¡Por supuesto que estamos en el peor de los mundos! Y es lo que hemos tratado de decir desde hace mucho tiempo. El otro día se me acerco un señor y me dijo: “Oye, ¿tú eres Bernucci, el que sale en la tele?”. “Sí”, le digo yo. Y él me dice: “Amigo, no tanta crítica. Un poco más de esperanza. El ministro Paris nos da esperanza con esta leve mejoría. No salga a pegarle”.
¿Te hizo sentido?
-Sí, me hizo harto sentido, pero le respondí: “Señor, quiero darle esperanza, pero para derrotar esta cuestión tenemos que hacerlo bien, porque o sino vamos a estar encerrados hasta diciembre”. Eso es lo que hay que entender.
“El confinamiento y el desconfinamiento no pueden pasar por la voluntad del Presidente de la República o de su segundo piso. Las razones para tomar esa decisión tienen que ser públicas, objetivas y por fases. No puede ser con un interruptor que diga: on y off”.
Ya, ¿pero se puede hablar de una leve mejoría?
-Desde el punto de vista técnico no se puede hablar de una leve mejoría. Las UCI siguen colapsadas; siguen con un 95% de ocupación y más encima ahora se están empezando a ocupar las UCI de regiones. Entonces, en Santiago, más que una leve mejoría, lo que tenemos es una estabilización del colapso, pero con las regiones aumentando. Por lo tanto, seguimos en una séptima semana de cuarentena con un colapso estacionado sin poder hacer nada. Entonces, ¿estamos en el peor de los mundos? ¡Hace mucho rato!
PESOS POLÍTICOS
Para repartir la baraja: los ciudadanos tampoco estamos sumando, los permisos para salir se mantienen altísimos. No todo es culpa de la autoridad, ¿no?
-Te juro que no quiero echarle la culpa de todo al gobierno, pero alguien autoriza esos permisos. Tú puedes recibir un millón de peticiones, pero no tienes por qué autorizarlas todas. Una de las grandes falencias que hemos tenido ha sido este mensaje ambiguo que va desde la nueva normalidad a la leve mejoría. Ese discurso público genera acciones de relajo individual. La gente no se lo toma en serio y eso termina en contagios. Por eso es tan importante manejar bien el desconfinamiento. Ya están claros los pasos ha seguir.
¿El doctor Paris -que finalmente corta el queque- va caminando en esa dirección?
-Yo creo que el ministro la tiene súper clara. Ahora, el doctor Paris no tiene el peso del doctor Mañalich.
“Desde el punto de vista técnico no se puede hablar de una leve mejoría. Las UCI siguen colapsadas; siguen con un 95% de ocupación y más encima ahora se están empezando a ocupar las UCI de regiones. Entonces, en Santiago, más que una leve mejoría, lo que tenemos es una estabilización del colapso, pero con las regiones aumentando”.
¿En que sentido?
-El ex ministro Mañalich era una persona que iba mucho más allá del ámbito salud. Uno lo podría imaginar hasta como ministro del Interior. Ese era el peso que tenía adentro del gobierno. Ni Hacienda ni Economía ni nadie lo iba a contradecir. Él tenía comunicación directa con el Presidente. Pero el ministro Paris no es Mañalich.
¿Dices que no tiene el tonelaje político?
-El ministro Paris tienes sus ventajas, pero su desventaja es que en la interna del gobierno, él pasó a ser un ministro sectorial que informa al Presidente y al círculo que toma las decisiones. El ministro Mañalich estaba inserto en ese círculo. Era parte de ese mundo. Enrique Paris es un ministro sectorial.
“El ex ministro Mañalich era una persona que iba mucho más allá del ámbito salud. Uno lo podría imaginar hasta como ministro del Interior. Ese era el peso que tenía adentro del gobierno. Ni Hacienda ni Economía ni nadie lo iba a contradecir. Él tenía comunicación directa con el Presidente. Pero el ministro Paris no es Mañalich”.
Si ése es el dibujo político, ¿quién hace el diseño social?
-Para mirar el vaso medio lleno, se está avanzando. Ya salió el plan nacional de trazabilidad. Salió la ayuda económica de emergencia. Tenemos los datos objetivos para desconfinar. Claro, estamos atrasados 4 meses, pero por lo menos la situación se empezó ordenar. No es por tirarle flores al Colegio Médico, pero creo que nuestro discurso ha ido permeando cada vez más y se ha ido alejando el discurso del segundo piso que -en mi opinión- es el gran culpable de todo esto.
¿El segundo piso? ¿No era el ministro Mañalich el general de la batalla?
-Porque había una sintonía. Finalmente, la estrategia del ex ministro Mañalich era muy pro economicista. Y, además, porque hoy ya no está el doctor Mañalich, pero quedó el segundo piso con el doctor París afuera.
¿El gallito entre lo económico y la salud sigue vigente?
– Totalmente. Lo que es una mala noticia para todos.
En ese sentido, ¿qué señales va dando el ministro Paris?
-Él sabe que los números van mostrando cierta mejora y ha dicho que va a escuchar a los organismos técnicos. Pero está enfrentando una gran presión del sector productivo y probablemente de los ministerios de Economía y de Hacienda. Y también del segundo piso que ya está instalando el discurso público de leve mejoría. Y ése sí que es un gran riesgo. Se puede transformar en una segunda fase del retorno seguro y de la nueva normalidad.
“No es por tirarle flores al Colegio Médico, pero creo que nuestro discurso ha ido permeando cada vez más y se ha ido alejando el discurso del segundo piso que -en mi opinión- es el gran culpable de todo esto”.
Eres muy duro con el segundo piso. ¿Por qué?
-Ahí está el nodo ideológico del gobierno. A la luz de los hechos, ahí se toman las grandes decisiones. Y en mi opinión muy personal, creo que haber escuchado solamente al segundo piso ha sido uno de los grandes errores de esta pandemia.
Ya que tocas la tecla política, el rol del Colegio Médico ha sido aplaudido, pero también criticado. Se dice que ustedes han actuado como actor político…
-Quiero ser bien sincero. El Colegio Médico es un actor político. La frase puede ser mal entendida por la población, pero en todas las decisiones de políticas de salud, el Colegio siempre ha sido uno de los actores principales. Minimizar nuestro rol a un ente técnico o a una sociedad científica es un error de apreciación. Si alguien esperaba que fuéramos una caja de resonancia de las autoridades de gobierno, desconoce la historia sanitaria del país y el rol que siempre ha jugado el Colegio Médico.
Lo que se critica es que la directiva que encarnan ustedes junto con Izkia Siches es más política que otras…
-Les encuentro razón… Es cierto.
Y que eso ha significado que a ratos la discusión haya bordeado más la crítica política que lo sanitario…
-Es que la conversación no es solamente sanitaria. Esto tiene decisiones políticas, económicas. Cuando la doctora Siches empezó a ganar espacio, el gobierno quiso minimizar su opinión y la de esta directiva. Decían que nuestras propuestas técnicas tenían más que que ver con una crítica política porque no nos gustaba el Presidente, porque nos caía mal el ex ministro Mañalich, porque éramos todos de izquierda. Esa fue la forma que tuvo La Moneda para enfrentar nuestras propuestas y para tratar de invisibilizarlas.
Pero los países que lograron enfrentar mejor la pandemia fue porque lograron actuar con criterios de unidad…
-Es verdad. Pero eso sucede cuando los gobiernos han sido permeables y transparentes con el manejo de la pandemia. Alemania transparentó todos los datos desde el primer día e invitó a las sociedades científicas y a los gremios a participar. Eso marca la diferencia.
“Ahí está el nodo ideológico del gobierno. A la luz de los hechos, ahí se toman las grandes decisiones. Y en mi opinión muy personal, creo que haber escuchado solamente al segundo piso ha sido uno de los grandes errores de esta pandemia”.