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Entrevistas

27 de Agosto de 2020

Gabriel Boric: “Lavín ha demostrado ser muy hábil políticamente. Es una figura con la cual no se puede tontear”

Aquí, el diputado Gabriel Boric hace un mea culpa de los errores del Frente Amplio y de los suyos también. Cree que no es el momento de atrincherarse, sino que de abrir la cancha de juego hacia otras fuerzas de izquierda para empujar transformaciones profundas. Y considera que la última pelea por ir o no a primera vuelta expuso “irresponsablemente” a Beatriz Sánchez.

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El Frente Amplio vive días agitados. Hay fuerzas enfrentadas. ¿La razón? La estrategia política para enfrentar la próxima elección presidencial. Se barajan dos opciones. Una, tomar un camino propio y llegar con su candidata a la primera vuelta presidencial. Directo y sin escalas. La otra alternativa es abrirse a participar de las primarias de toda la oposición. Parece una pelea chica, pero no lo es. Está en juego el diseño de la oposición para enfrentar a una derecha que ya tiene candidato instalado y competitivo como lo es Joaquín Lavín. 

El viernes 21 de agosto se reunieron los parlamentarios y directivas del Frente Amplio en una jornada intensa que duró ocho horas. De allí salió una declaración en que parecía que se zanjaba el dilema: irían a la primera vuelta. Las reacciones de la ex Nueva Mayoría no tardaron en llegar y el FA no tardó en retroceder. En menos de 48 horas, la decisión quedó congelada hasta después del plebiscito del 25 de octubre.  

Gabriel Boric, diputado de Convergencia Social y uno de los rostros emblemáticos de ese conglomerado,  pide no dramatizar la discusión. “Se expresó una diferencia táctica respecto al tema de la primera vuelta. Tenemos que resolverla sin dramatizar, sin agarrarnos de las mechas, sin echar por la borda la oportunidad de que, por primera vez en mucho tiempo, se puede cambiar la correlación de fuerzas en Chile”, dice. 

-En el último tiempo se los ve un poco erráticos. ¿Qué pasa con ustedes en el Frente Amplio?

-Diría que estamos en un momento donde la ansiedad puede jugar malas pasadas si es que no nos unimos en torno a un objetivo común, en vez de estar resaltando cada una de las diferencias que tenemos. 

-¿Cuáles son las diferencias? Porque muchos apuntan que no se ve un proyecto común en la izquierda… 

-Hay diferencias tácticas. Pero, contradiciendo al Presidente Piñera, que dijo que en la derecha tienen diferentes caminos, pero un mismo puerto y que veía lo contario en la oposición, yo recordaría que somos nosotros, en conjunto con la movilización del pueblo, los que planteamos abrir una nueva conversación en el país. La derecha se ha opuesto siempre. Entonces, decir que en la oposición no hay una visión conjunta no se ajusta a la realidad. Para ir más lejos, no sé si hoy estaríamos en un proceso constituyente. 

“Diría que estamos en un momento donde la ansiedad puede jugar malas pasadas si es que no nos unimos en torno a un objetivo común, en vez de estar resaltando cada una de las diferencias que tenemos”.

-Recordemos también que tú firmaste solo el acuerdo constitucional. El Frente Amplio no se sumó…

-Pero hoy estamos todos embarcados en la misma campaña. No quiero caer en ese juego idiota de quién es el dueño del proceso. Y decir que no hay proyecto, cuando hemos sido nosotros los que desde el 2011 hemos estado impulsando una nueva Constitución, es un poco mezquino. La historia hay que mirarla en fotos panorámicas y no en la pelea corta o en la polémica por la primera vuelta presidencial.

-¿Y cómo dirías que hay que mirarlo?

-Hace unos años atrás, Camilo Escalona nos mandaba a fumar opio a quiénes queríamos una Asamblea Constituyente. A la elite chilena le parecía inaceptable hablar de gratuidad y decir que la educación tiene que ser un derecho y no un negocio. O la discusión respecto a las AFP. Lo más lejos que se pudo llegar en el segundo gobierno de Michelle Bachelet era a una AFP estatal. Todo eso ha cambiado sustantivamente en los últimos años. Yo diría que hemos corrido harto el cerco.

¿Dirías que han sido exitosos en correr el cerco?

-En el corto tiempo que llevamos activos políticamente, las ideas que hemos defendido han avanzado en la sociedad. Y ahí, insisto, la pelea media caníbal a la que tendemos en la izquierda, resulta más anecdótica que real. 

-Convengamos que la disgregación de la izquierda y la ausencia de un proyecto común es un tema hoy. En ese contexto, ¿cuáles son las ansiedades del Frente Amplio y que ahora se ponen en juego?

-Hay una reconfiguración en marcha del mapa político. El resultado del plebiscito de octubre será clave. Pero antes de eso, todos están tratando de buscar su lugar. Yo creo que buscar nuestro lugar no depende de maniobras comunicacionales ni de quién anuncia primero la candidatura presidencial. El tema de fondo es volver a conectar con un nuevo pueblo –como dice Carlos Ruiz- que hoy no se siente representado. Si desde el Frente Amplio no comprendemos eso, y nos metemos en la lógica de que esto se va a zanjar con quién gana la pulseada de la candidatura presidencial, me parece que es no entender nada del problema en el que estamos hoy. 

“Hace unos años atrás, Camilo Escalona nos mandaba a fumar opio a quiénes queríamos una Asamblea Constituyente. A la elite chilena le parecía inaceptable hablar de gratuidad y decir que la educación tiene que ser un derecho y no un negocio. O la discusión respecto a las AFP”.

-¿Y qué debieran hacer?

-Hay que pensar fuera de la caja y recuperar la rebeldía originaria. La consolidación de las fuerzas políticas y su vinculación con la personas debe hacerse desde la representatividad y no de una disputa comunicacional en los diarios de la élite.

-El nudo es pactar con los otros partidos de izquierda o ir solos a primera vuelta. Algunos dicen que eso sería egoísta. Otros creen que es apostar por fortalecer tu identidad, tu proyecto… 

-Estoy de acuerdo con ese análisis, pero en este momento sería una farra monumental por parte nuestra empezar una pelea de popularidad entre el Frente Amplio y el Partido Comunista, o entrar a una serie de recriminaciones con la ex Nueva Mayoría. Yo no digo que tengamos que ser una misma cosa. Eso no va a pasar. Pero sí creo que hay que lograr un equilibrio entre la identidad que uno quiere proyectar y la unidad que se requiere para empujar los cambios. Porque si algo hemos aprendido de la historia de Chile es que las transformaciones no se logran con minorías ni con vanguardias iluminadas.

¿Y en el Frente Amplio hay minorías de vanguardia iluminada? 

-No. A lo que me refiero es a que solos, con el Frente Amplio solo no alcanza. Eso es un hecho. La política tiene como objetivo incidir en mejorar las condiciones de vida en una sociedad. No es para que al final del día digas: “Defendí mi identidad, pero no cambié nada”. La izquierda de la cual nosotros venimos está llena de movimientos pequeños que fracasaron, pero que quedaron muy tranquilos consigo mismos. 

-¿Pero cuál es tu postura? ¿Pactar con el resto de la izquierda?

-Yo soy frenteamplista. Hablo desde dentro del Frente Amplio, orgulloso de lo que hemos hecho hasta ahora, consciente de los errores también. Pero no creo que hoy sea el momento de defender a rajatabla identidades propias para tratar de posicionarse, sino más bien de preguntarnos cómo logramos las transformaciones que queremos.

“En este momento sería una farra monumental por parte nuestra empezar una pelea de popularidad entre el Frente Amplio y el Partido Comunista, o entrar a una serie de recriminaciones con la ex Nueva Mayoría. Yo no digo que tengamos que ser una misma cosa. Eso no va a pasar. Pero sí creo que hay que lograr un equilibrio entre la identidad que uno quiere proyectar y la unidad que se requiere para empujar los cambios”.

-Mientras tanto, la tensión entre ustedes va al alza. Eso se lee de las declaraciones de otros dirigentes del FA…

-Esto fue mucho más pedestre de lo que se imaginan. Ese viernes que nos juntamos todos quedamos muy contentos. Y no se dio esa discusión de vamos a primera vuelta sin primarias o no. 

– ¿Y el documento que todos leímos?

-El documento es real, no quiero negarlo. Pero hubo una impericia comunicacional de quiénes estaban a cargo de la redacción del comunicado final. Por eso se ha generado todo este barullo. Hay que desdramatizarlo. Si vamos a primera vuelta o no, se discutirá después. Además, hay que hablarlo con las bases y que hay que conversar con las otras fuerzas también. Para mí sería absurdo decir: “Vamos a primera vuelta” sin haber tenido antes una conversación con Daniel (Jadue). 

Si solo fue un problema de redacción, no se entiende el retroceso…

-Lo que pasa es que evidenció un problema que no fue discutido. Ese es el punto.

-O sea, ¿se les reventó una bomba en la mano, que no tenían detectada?

-No. De lo que se trata es de discutir el tema más adelante y pensar en cómo le damos viabilidad a nuestras ideas. ¿Estoy diciendo con eso que hay que aliarse con x o z? No. Estoy diciendo que aprovechemos este momento para sumar energías por el Apruebo. Y después de eso, hacemos una discusión más reposada, menos ansiosa, respecto a la candidatura presidencial. Acá no se trata de qué identidad gana primero. 

“Si vamos a primera vuelta o no, se discutirá después. Además, hay que hablarlo con las bases y que hay que conversar con las otras fuerzas también. Para mí sería absurdo decir: “Vamos a primera vuelta” sin haber tenido antes una conversación con Daniel (Jadue)”.

La formalización de Daniel Jadue como carta presidencial, ¿prendió una luz de alarma?

-Puede ser… Pero yo encuentro que lo de Daniel Jadue es positivo. Es un liderazgo que lleva mucho tiempo haciendo una pega de transformación desde la Municipalidad de Recoleta. Desconocerlo o tratar de hacerle tropezones al liderazgo de Daniel sería un error, una tontera. La Bea (Beatriz Sánchez) es un tremendo liderazgo también. Y ella misma nos ha dicho que no es el momento de discutir candidaturas. Ya veremos cuál es el camino. 

Beatriz Sánchez fue un fenómeno en la elección anterior. Ahora las encuestas la muestran más abajo que Daniel Jadue. ¿Tiene la misma fuerza para ser candidata?

-La primera decisión es de ella y en eso quiero ser respetuoso. Todos debiéramos ser un poco más empáticos. Porque cuando se dan estos espectáculos, se expone a la Bea. Y no podemos estar exponiéndola de esa manera imprudente. Eso ha sido tremendamente irresponsable. Tenemos que cuidar nuestros liderazgos. Para el tema presidencial falta mucho todavía. Menos ansiedad. Hay que levantar la cabeza para mirar el desafío que tenemos antes de estar mirando solamente quién marca más. 

LOS ERRORES. LA AUTOCRÍTICA

-El FA emergió en contraste con la ex Concertación. Uno se pregunta: ¿cómo se sentarían a conversar con ellos después de haberlos criticado tanto?

-Es una discusión que tenemos permanentemente al interior del Frente Amplio. Yo creo que el desafío está en sumar y no ser sumados. Hoy se requiere de una alianza amplia para empujar transformaciones profundas. Y esa conversación tiene que ser en torno a ideas, autocrítica y reconocimiento de la historia. Pero cerrar conversaciones ahora, con cualquiera sea el actor político, sería una miopía absurda. El momento requiere de una conversación más grande.

¿Cuál es la autocrítica que debiera hacer el Frente Amplio? 

-Yo diría que hay un error o hay una autocrítica que es importante hacer: que la historia no parte con nosotros. Cuando emergió el Frente Amplio, hubo como un desprecio o una falta de diálogo generacional, que implicó creerse autosuficientes en muchos sentidos. Y la política no funciona así. Nosotros somos herederos de una posta. No estamos inventando la rueda. Esa es la primera autocrítica. 

“Es un liderazgo que lleva mucho tiempo haciendo una pega de transformación desde la Municipalidad de Recoleta. Desconocerlo o tratar de hacerle tropezones al liderazgo de Daniel sería un error, una tontera”.

-¿Hay una segunda?

-Que efectivamente se han cometido errores no forzados, como esta discusión por la prensa respecto a la presidencialización. Nadie está exento de seguir cometiendo errores; el punto es no dormirse en los laureles y tener un poquito de madurez para que esto no nos pase todo el rato.

¿Y han madurado?

-Yo diría que sí, muchísimo, pero todavía nos queda mucho por aprender. Nos hemos pagado costalazos y hay que tener la humildad para reconocerlo.

¿Cómo percibes la mirada ciudadana sobre ustedes? Hasta hace poco tú, Giorgio Jackson eran figuras en alza…

-Hay una mirada crítica, lo sé. Durante mucho tiempo éramos visto como impugnadores. Y a partir de esa impugnación, generábamos simpatía. Una vez que nos toca ejercer políticamente, evidentemente hay gente a la que no le gusta. Es más fácil apuntar a los demás o estar en contra. Pero también tiene que ver con que nos hemos equivocado. Yo me he mandado un par de errores también.

-¿Qué errores?

-Lo de juntarme con Palma Salamanca, la polera de Jaime Guzmán, la discusión sobre la Ley Anti Saqueos. Dicho eso, también hay que reconocer que hemos ejercido liderazgo en ciertos temas. Puede que a algunos no les guste. Pero yo no me siento cómodo si, al revisar la bitácora de lo que hicimos, la reflexión es: “Fuimos súper chorizos, pero no cambiamos nada. Igual nos quieren harto”. No me interesa. Además, ojo, el 18 de octubre es una impugnación de la que el Frente Amplio no salió indemne. 

“Hoy se requiere de una alianza amplia para empujar transformaciones profundas. Y esa conversación tiene que ser en torno a ideas, autocrítica y reconocimiento de la historia. Pero cerrar conversaciones ahora, con cualquiera sea el actor político, sería una miopía absurda”.

-¿En qué sentido? 

-Nosotros veníamos con una suerte de promesa de renovación, como con el aire insuflado, muy en la onda de que la historia partió con nosotros. El 18 de octubre nos recuerda que somos percibidos como parte de la elite y que también hay una crítica fuerte a nuestro desempeño. Y ahí tienes dos opciones: o te atrincheras en defender tu identidad o reflexionas para ver cómo hay que aportar en este momento. Mi vocación es hacer ese ajuste. No atrincherarme.

-La derecha tiene candidato instalado y competitivo. ¿Qué liderazgos tiene la izquierda? Porque las ideas necesitan liderazgos…

-Sin duda son importantes, pero los liderazgos maduran en caliente, no tomando café. Después del reventón del 18 de octubre, se nos está exigiendo un poquito más. Los nombres son importantes, pero no nos puede pasar lo mismo que a la Nueva Mayoría. Esa experiencia está muy latente. 

-¿En qué sentido?

-Lo que le pasó a Michelle Bachelet fue bien ingrato. Muchos de sus aliados no habían leído el programa de gobierno. Por eso, antes de cualquier cosa, si no tenemos acuerdo en torno a un programa explícito, público, para terminar con las Isapres y avanzar hacia seguro público de salud; para terminar con las AFP y avanzar hacia un sistema de pensiones y un reconocimiento constitucional a los pueblos originarios, no tiene sentido ni siquiera hablar de nombres.

¿Eso significa que algunos sectores se van a tener que someter un poquito? 

-No. Las alianzas no se construyen sometiendo a nadie. Para empujar un programa de transformaciones en Chile, al nivel estructural que estamos pensando, con un cambio de timón en el modelo de desarrollo, se requiere entender que ninguno va a lograr el cien por ciento de sus postulados. 

“Puede que a algunos no les guste. Pero yo no me siento cómodo si, al revisar la bitácora de lo que hicimos, la reflexión es: “Fuimos súper chorizos, pero no cambiamos nada. Igual nos quieren harto”. No me interesa. Además, ojo, el 18 de octubre es una impugnación de la que el Frente Amplio no salió indemne”.

LAVÍN, “UN ADVERSARIO INTERESANTE”

El hecho de que Joaquín Lavín esté por el Apruebo, ¿no les quita la opción de capitalizar ese eventual triunfo? 

-¡Bienvenido! El Apruebo no es propiedad de nadie. El plebiscito es un triunfo del poder constituyente, del pueblo de Chile. Mientras más se sumen al Apruebo, muchísimo mejor. Sería una miopía de nuestra parte empezar a hacerle chequeo de carné a quienes hoy quieren cambiar la Constitución. Por primera vez en nuestra historia, vamos a poder tener una Constitución democrática, paritaria y con participación de pueblos originarios. Y si a eso se suman sectores de RN, Lavín y el ministro de Hacienda, me alegro. El Apruebo tiene que ser mucho más grande que la izquierda tradicional. Es un requisito para avanzar.  

-¿El plebiscito debiera marcar una reconfiguración política?

-Tal como lo fue el plebiscito de 1988. Como decía Daniel Matamala, todos los Presidentes de Chile que fueron elegidos después del plebiscito votaron que NO a la continuidad de Pinochet. Seguramente, este plebiscito va a ser un parteaguas de la política chilena para los próximos 20 ó 30 años.

-El diagnóstico que hace Lavín es que cambió el clivaje izquierda-derecha y que ahora es la elite-pueblo. ¿Coincides con esa lectura?

-Lavín siempre está buscando leer el momento. Hasta ahora lo ha leído bien. Yo creo que no se lo puede mirar en menos ni caer en la arrogancia de ningunear las posturas que tenga tu adversario. Lavín ha demostrado ser muy hábil políticamente. Pasó de ser uno de los fundadores del chicago-gremialismo y hoy se postula como quien podría, desde la derecha, cerrar ese ciclo. Es una figura con la cual no se puede tontear.     

-¿Hay que estar atento, dices tú?

-Evidentemente, porque es un tipo muy hábil. Pero en política sí importa tu pasado, tu trayectoria. Haber sido funcionario de la dictadura, rostro de la campaña por el SI, bacheletista-aliancista, ministro de Educación en el 2011… No es menor. 

-¿Lavín está planteando abrir una nueva conversación?

-Ojalá. Si hay gente que renuncia a las ideas autoritarias, neoliberales, y que está abierta a una conversación con una mayor rol de Estado, que garantice derechos sociales, que critica la extrema focalización del gasto, bueno, tenemos un adversario interesante. 

-Si Lavín se declara socialdemócrata y va al centro. ¿Por qué la izquierda debiera irse más a la izquierda? 

-Más que la pelea de quién es más de izquierda, lo que importa es la profundidad de las transformaciones que queremos hacer y la viabilidad de las mismas. No tenemos que tenerle miedo a los cambios radicales. Y para llegar a ese equilibrio tenemos que definir nuestra política de alianzas. 

Probablemente haya sectores de la ciudadanía que sí le tienen miedo a los cambios radicales. 

-Es que un cambio radical no significa que se produzca de la noche a la mañana. A mí me interesa mucho más discutir la dirección del cambio que poner todo mi énfasis en la velocidad. 

“Si hay gente que renuncia a las ideas autoritarias, neoliberales, y que está abierta a una conversación con una mayor rol de Estado, que garantice derechos sociales, que critica la extrema focalización del gasto, bueno, tenemos un adversario interesante”.

-¿El Frente Amplio está en condiciones de gobernar un país como el actual? 

-El Frente Amplio está en condiciones de ser gobierno y de aportar en el marco de un acuerdo más amplio que solamente nosotros. Ser gobierno no es un juego. Pretender que podemos hacer eso solos sería de una arrogancia que no cabe en estos tiempos. No pueden haber exclusiones previas. Tenemos que avanzar para poder ser gobierno en Chile. Y ahí lo que importa no son tanto las identidades particulares. Es más importante la posibilidad de transformación real que tengamos.

Te indican como el más proclive a conversar con el PS y los otros partidos de oposición. ¿Es bastante así, al parecer?

-Yo tengo la disposición a conversar con quien sea necesario para poder impulsar una agenda de transformaciones en Chile. Si estamos de acuerdo, no voy a tener ningún problema en hacerlo en conjunto, porque no me interesa ser el protagonista exclusivo de esa historia.

“El Frente Amplio está en condiciones de ser gobierno y de aportar en el marco de un acuerdo más amplio que solamente nosotros. Ser gobierno no es un juego. Pretender que podemos hacer eso solos sería de una arrogancia que no cabe en estos tiempos. No pueden haber exclusiones previas”.

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