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Entrevistas

5 de Noviembre de 2020

Rodrigo Jordán: “Los políticos no están escuchando”

Ha escalado las montañas más altas del planeta, pero en su intento por impulsar la participación de independientes a la Convención Constitucional se ha topado con rutas cerradas. Está frustrado y angustiado, ante la posibilidad de que el proceso constituyente quede en manos de los mismos de siempre. “No digan que no lo vimos venir”, señala aquí al afirmar que eso puede alimentar una rabia mayor en la ciudadanía.

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Parece obvio. La cifra es rotunda. Un 78,99 por ciento de los chilenos y chilenas que votaron en el plebiscito del pasado 25 de octubre lo hicieron a favor de que la nueva Constitución sea redactada por una convención compuesta en su totalidad por la gente, no por los políticos.

Pero eso que parece un claro mandato ciudadano, ha encontrado corcoveos en el mundo de los partidos. Las dificultades no están en el discurso, pero sí en las condiciones. El camino para que los independientes tengan, de verdad, la opción de participar de esa discusión no está resultando fácil. “Esto es mucho más difícil que subir el Everest”, afirma Rodrigo Jordán. Y no lo dice en broma. Lo dice con angustia y franca preocupación. 

Jordán sabe de montañas. Y es, junto con la economista Andrea Repetto, uno de los coordinadores de la agrupación “Independientes No Neutrales”. Llevan dos meses trabajando junto a otros profesionales de la talla de Eduardo Engel, Benito Baranda y José Andrés Murillo, entre muchos otros. El lunes recién pasado, lanzaron sus lineamientos programáticos para una nueva Constitución y sus primeros candidatos para la convención. 

Mientras juegan sus cartas, empujan también los muros para lograr un espacio activo en el camino constituyente de los próximos años. 

-Hay una cruzada de los independientes por poder abrir cupos en la Convención Constitucional. El elocuente 78,99%, ¿ablandó a la clase política?

-Para ser muy honesto, ese domingo del plebiscito había un ánimo contento, festivo. Pero yo no pude celebrar. Me dio ansiedad, me dio angustia.

-¿Por qué?

-Porque conozco la problemática legal que hay para la participación de los independientes. Ese domingo, estuve de apoderado en un colegio en La Reina. Escuchaba a la gente comentar: “Por fin vamos a poder cambiar esto”, pero yo sabía, en mi fuero interno, que eso no es real. Y no es real porque, aunque la ley diga que sí pueden participar los independientes, la cantidad de firmas que piden y la restricción de que deben ser presenciales son escollos difíciles de saltar.

-Pero se están ajustando las cosas para reordenar ese reglamento, ¿no?

-El Servel ha dicho que va a hacer un artículo que permita que las firmas sean digitales, pero todavía no sale el instructivo y los días están corriendo. El 11 de enero hay que presentar los candidatos. Los partidos políticos están estructurando sus candidaturas y nosotros todavía no lo podemos hacer. No tenemos la forma de conseguir esas firmas hasta que salga el instructivo. O sea, la cancha ya es desigual.

-Más allá de las reglas, ¿crees que la clase política le va a dar la espalda a un 80% de la población?

-Hasta el momento, todo indica que no han escuchado. De verdad me angustia. Puede ser que los convenzamos y que bajen la cantidad de firmas y que se pueda firmar digitalmente. Pero no hay un espacio real para los independientes. Por eso te digo: la cancha ya es desigual. La podemos nivelar un poco quizá, …

-Pero está el tema de los pactos de independientes…

-Eso se rechazó en la Cámara de Diputados. Por ley, los independientes no pueden hacer pactos y los partidos políticos, sí. Entonces, puede terminar ocurriendo que la derecha haga un gran pacto, la centro-izquierda haga otro y la izquierda tenga su propio pacto. Con tres grandes pactos, los independientes no vamos a salir elegidos. 

-¿Por qué no?

-Por la forma que se vota. Primero, gana la lista y después se distribuyen los votos para abajo. Son los famosos arrastres. Entonces, puede terminar ocurriendo que el 12 de abril estén los rostros de siempre en la Convención. ¿Y qué va a decir la gente? ¿Va a decir: “nos volvieron a engañar”? Eso me preocupa porque, si se da esa situación, se va a generar mucha frustración. Ojo ahí.

-¿Y que se vuelva a decir: “no lo vimos venir”?

-Claro. Incluso, yo podría entender que mucha gente haya dicho que no vio venir lo del 18 de octubre. Pero ahora estamos diciendo: “Cuidado. No reclamen si el 12 de abril del próximo año la gente tiene rabia, porque no dejaron participar a los independientes en igualdad de condiciones”. Porque la verdad es que estamos extremadamente preocupados. 

-Imagino que ustedes, los independientes, tenían claras las reglas del juego.

-Quizá de una manera un poco ingenua. Cuando partimos con esta iniciativa de Independientes No Neutrales, alguien nos explicó la situación, pero no sabíamos lo que era esta mecánica de la ley electoral y la gente no lo sabe tampoco. Estudiándola es brutal. 

-¿La democracia chilena tiene letra chica?

-Totalmente. Lo que hemos descubierto es que hay letra chica. 

Pero hay un mandato popular. Algo debiera recoger la clase dirigente, ¿no?

-Los políticos no están escuchando. Y no lo digo sólo porque no tienen espacio para los independientes, sino por sus discursos. El mismo domingo del plebiscito los partidos políticos decían: “Hemos recibido el mandato”. Pero no entendieron nada. Al revés, la gente les dijo claramente que quieren una convención abierta y con nuevos actores. ¿Y qué hacen?

¿Estamos frente a una clase política impermeable?

-Totalmente. Y no entiendo por qué. Los independientes que quieren participar de este proceso tienen trayectoria. Han trabajado con la comunidad, saben de los temas medioambientales, de igualdad de género, de discapacidad. Han estudiado la pobreza actual. O sea, aquí hay gente muy preparada que tiene mucho que aportar. 

-¿Los partidos debieran hacerse a un lado?

-No. Esto no es contra los partidos, es a favor de la diversidad de la Convención Constitucional. La gente espera nuevas reglas del juego.  Y esas nuevas reglas del juego no las pueden establecer los mismos jugadores de siempre. Yo creo que el mundo político tiene mucho recelo. 

-¿Recelo de qué? 

-De perder poder. Mira, en dictadura desaparecieron casi todas las asociaciones intermedias: las Juntas de vecinos, los colegios profesionales, los sindicatos, los clubes deportivos. Todas las estructuras que le permitían a la gente participar y exponer sus posiciones se acabaron. Y cuando volvió la democracia, nada de eso se recuperó. No quedó ningún espacio de participación. Por tanto, las élites políticas -también las empresariales- se distanciaron completamente de la ciudadanía. Y hoy, lo que exige la ciudadanía es ser parte y poder decidir sobre sus vidas. Por lo tanto, hay que entregar poder a la ciudadanía.

“Esto no es contra los partidos, es a favor de la diversidad de la Convención Constitucional. La gente espera nuevas reglas del juego.  Y esas nuevas reglas del juego no las pueden establecer los mismos jugadores de siempre. Yo creo que el mundo político tiene mucho recelo de perder poder”. 

¿EL MURO?

-Hay algo que no cuadra. Ahora los partidos se resisten, pero fueron ellos los que abrieron la puerta institucional para llegar a un plebiscito…

-Pero lo hicieron presionados. Puede ser en parte por la violencia, pero mucha gente olvida la fuerza que tuvo la marcha del 25 de octubre del 2019. Un millón y medio de chilenos en la calle en forma totalmente pacífica. Y un segundo factor clave fue el plebiscito municipal en que votaron 2 millones 400 mil personas. O sea, esto no era de los violentistas, sino de una gran masa humana. Por tanto, se vieron forzados a hacerlo. ¿Y qué vimos ahora? La gente votó esperanzada, pacíficamente.

¿El mundo de los independientes se ha encontrado con un muro?

-Así es. Esto se transformó en una negociación. Nadie te dice: “Vengan, veamos cómo arreglamos esto”. No hay una intención de los congresistas de decir: “Ya. Sentémonos y veamos cómo lo hacemos” o “entendimos el mandato que nos dieron”. Salen con que hay asientos para independientes dentro de los partidos políticos. Claramente, no hay disposición a que sea una conversación abierta, para nada. 

-¿Y ustedes se han acercado a los partidos políticos para tratar de buscar acuerdos?

-Nos hemos acercado a todos y al gobierno también. 

-¿Y cuál es la respuesta del mundo político?

-La respuesta es: “Mira, hay que verlo. No estarían los votos para hacer un cambio constitucional”. Y la otra justificación es cuando te dicen: “Nosotros estamos abriendo nuestros partidos a los independientes”. Pero perdóname. Eso no es ser independiente. Nuestra gente quiere ser candidatos realmente independientes. Y no estar bajo el alero de un partido político.

– Dicho en fácil, ¿no sueltan la pelota? 

-Así es. Las expresiones de la sociedad civil han sido tan potentes que a veces tengo tengo la impresión que el mundo privado se ha dado más cuenta de lo que quiere la gente que el mundo de los políticos.

-Pero también la elite económica es muy criticada por la ciudadanía.

-Sí, pero me refiero a una percepción más general. He visto varios empresarios interesados en entender y en abrir un diálogo. A mí me han preguntado: “Chuta Rodrigo, esto no lo vimos venir, no nos dimos cuenta, pero qué hacemos”. Ese interés que he visto en algunos actores del mundo empresarial, no lo he visto con los políticos. Ningún parlamentario nos ha llamado para decir: “oye, ¿y cómo es esto para abrir espacio”.

– ¿Estás frustrado? 

-Más que frustrado, estoy asustado. Estoy de verdad asustado. Si en la Convención Constitucional no hay gente independiente de verdad, la frustración y la rabia pueden ser mayor. No digan que no dijimos.

En tu experiencia, ¿qué es lo que no puede faltar en una nueva Constitución? 

-Uf. Tenemos un conjunto de lineamientos programáticos, pero en un plano más general, hay dos eventos claves para entender el sentir de la gente. Uno, el caso de Ponce Lerou, que es impresionante. Pero más impresionante es el caso Penta. O sea, después de que casi un 80% de la gente está diciendo que queremos reglas del juego distintas, sale un fallo del Servicio de  Impuestos Internos en que todos los ciudadanos tenemos que pagar -con nuestros impuestos- los abogados de gente que fue condenada por un delito. Entonces, háblame de violencia. Porque eso sí que es violento. La gente quiere justicia.

¿Y una Constitución nueva va a permitir de verdad redibujar el Chile actual? 

-Una cosa es la inmediatez. Y la gente lo entiende. ¿Viste el video de una señora de Lo Hermida que fue a votar y le preguntan qué espera? A mí me rompió el corazón. Ella dijo: “Voy a votar, pero no por mí. Voy a votar por mis hijos, por mis nietos”. (Se quiebra) La gente entiende que no va a solucionar tus problemas actuales, pero va a configurar unas reglas del juego distintas. 

-Te emocionas al decirlo…

-Es que desde la Fundación para la Superación de la Pobreza venimos luchando hace años contra la desigualdad. Yo siento haber fallado. ¡Cómo que no lo vimos venir! Si se venía diciendo hace mucho que había una codicia desmedida. Entonces, cuando uno ha visto tanta desigualdad, tanta injusticia, pucha, se emociona. En este proceso están puestas las esperanzas de la gente.

“Estoy de verdad asustado. Si en la Convención Constitucional no hay gente independiente de verdad,  la frustración y la rabia pueden ser mayor. No digan que no dijimos”.

-¿Eso explica la votación de los sectores populares? ¿La esperanza en un proceso?

-Totalmente. Por eso, en Independientes No Neutrales quisiéramos que en la Convención Constitucional la gente pueda pedir audiencias y dar su opinión. Ser escuchada. ¿ O los constituyentes se van a sentar en una sala cerrada y nunca más van a hablar con la ciudadanía? ¿Van a hacerlo solos o vamos a tener algún tipo de vinculación con la ciudadanía? Cuando se están discutiendo temas tan fundamentales, ¿va a haber una instancia para preguntar y escuchar a la gente? Cómo no vamos a darle cabida a todas las miradas en un país donde no todos somos iguales.

-¿Ves poca capacidad de escucha?

-Sí y en todos los niveles. Eso tiene que ver con el distanciamiento, con esta verdadera escisión que hay entre las élites y la ciudadanía. De eso tenemos que hacernos cargo.

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