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Entrevista Canalla

6 de Noviembre de 2020

Japi Jane: “Ha llegado el momento de nacionalizarme chilena”

La dueña del sex shop votó para las elecciones de su país, pero está preocupada por lo que pasa allá. Se refiere a su ciudad natal, una zona con muchos red neck, a Trump, a Biden. Habla de sexo y masturbaciones. Y anuncia que la próxima semana vuelve a abrir su tienda.

Por

Jane Morgan nació hace 42 años en St. Louis, en el Estado de Missouri, Estados Unidos, en una casa promedio. Es hija de dos padres sumamente norteamericanos, dos productos de la clase media soñadora, dos prototipos del empeño, dos moderados que habitan en los suburbios. 

Jane Morgan, que en la actualidad es Japi Jane, la Gurú del Juguete Sexual, en esos años integró una de las 70 mil familias que viven en esa ciudad en que la gente es silenciosa, blanca y ama las armas. Allí, según parece, hay sujetos que disparan al aire cuando están felices y que disparan al cuerpo cuando están infelices. Allí habitan granjeros mal genios que no toleran a los de New York, al progre bronceado de California, al liberal en patines que surca con los brazos abiertos la costa de San Francisco. Jane Morgan vivió en una zona Red Neck, de camionetas, de vidrios polarizados, de cervezas, de mórbidos, de rezos cristianos. 

-Mi papá votó a Trump. Mi mamá votó a Biden.

-¿Su papá es red neck?

-Noo. Mi papá nunca vota a los republicanos. Pero votó convencido por Trump.

-¿Por qué?

-Por la economía, y… qué sé yo… yo le decía: ¡Pero Papá!

-¿Qué respondía su papá?

-Decía: ¡Y qué!

-¿Y usted por quién votó…?

-Bueno, yo… ¿qué crees tú?

“Mi papá votó a Trump. Mi mamá votó a Biden”.

Jane

Jane Morgan era una norteamericana habitual, una gringa de ojos café, mitad puramente blanca por parte de padre y mitad italiana por parte de madre, que se iba caminando al colegio, como ocurre en todas las películas. Jane Morgan jugaba fútbol y se hizo muy popular, porque jugaba velozmente al fútbol. Y además jugaba hockey en césped. Y básquetbol. Y corría. Y parecía elástica, sonriente, sociable. Jane Morgan fue reina de St. Louis, fue lo que se llama una Homecoming Queen, e inauguró un partido de fútbol americano, batiendo la mano, saludando a los red neck de St. Louis desde un descapotable de lujo, como ocurre en algunas películas. 

-¡Pero yo no era la chica popular!

-Pareciera que sí…

-¡Noo! Yo sólo era deportista. Fui la Queen porque jugaba fútbol, that´s the reason…

Y la cortejaban gigantes de pelo rubio, prospectos del fútbol americano, la clase media con los ojos azules. Y tal vez desayunó cereales y su padre le daba un dólar si cortaba el pasto. Su vida, admite Jane Morgan, parecía una producción HBO. Todo lo que le ocurría se ha registrado en la filmografía de suburbios de los Estados Unidos. 

-¿Era todo muy conservador en St. Louis?

-Muy. Muy conservador.

Esto es el Estado de Missouri. Allí hay tractores, trigo, plaga de cervezas, eruptos, amas de casa. Esto es un Estado Trump. Un estado, ya sabemos, proclive al armamento, con clases de tiro, con vecinos con conductas de sheriff. En St. Louis no te dicen lo que hay que hacer, desliza Jane Morgan. 

-Aquí todos se sienten libres. En St. Louis no se reciben órdenes.

-¿No?

-Ni siquiera del Gobierno.

Estamos, en símbolos, en la mitad de los Estados Unidos, en una zona electoralmente roja. Estamos en un lugar en que se vota a Trump, porque él protege a la American People. En este lugar no interesa el cambio climático. En este lugar no hay frontera con México, no hay migración. Lo que importa es el apoyo al granjero, el bono al gringo clásico. 

-Igual- dice tensamente Jane Morgan en su casa, sentada, con un hijo que le cuelga del hombro, con su pareja chilena que sabe mucho de Estados Unidos-, igual, mi papá no había sido nunca favorable a Trump.

-¿Qué piensa de todos los votos que ha sacado Donald Trump, más allá de su posible derrota?

-Yo sabía que esto iba a pasar… 

-¿A qué se refiere?

-Nunca creí en las proyecciones, eso de que Biden iba a arrasar.

Jane Morgan estaba en el colegio cuando supo que un señor excéntrico, un millonario apto para el show, Donald John Trump, al fin le había concedido una entrevista a Oprah. Y, en Estados Unidos, toda persona que le concede una entrevista a Oprah Winfrey puede llegar a ser presidente. 

-Lo vi y me daba risa.

-¿Cómo era ese Trump?

-Era como Farkas, pero en mala onda.

-¿Regalaba billetes al caminar?

-Noo. 

-¿Donaba becas para deportistas?

-No. Tenía programas de televisión.

-¿Durante su pubertad lo escuchó hablar de política?

-Jamás. Yo lo veía y me daba malas vibras.

-¿De qué habla?

-Ese tipo trata mal a la gente.

Jane Morgan piensa actualmente que John Biden está muy viejo y que Donald Trump está muy malo. Piensa que el señor Biden tiene buenas ideas y poco carácter. Piensa, a su vez, que Trump planea locuras con mucho carácter. Jane califica a la masa de norteamericanos que votan como un gigantesco grupo de gente muy moderada, ni socialista, ni derechista, sino justo en la mitad, con un sutil matiz demócrata. Piensa que los estados grandes y poco poblados, dice, son conservadores. Los estados chicos y muy poblados, los centros urbanos, son todos demócratas.

-¡Estados Unidos está muy dividido!- grita Jane Morgan.

-¿A usted, como ciudadana estadounidense, le gusta el sistema electoral que hay allá?

-No. Yo prefiero que un voto sea simplemente un voto. 

-¿Está desilusionada de su país, Jane?

Jane Morgan se queda un instante pensativa. Su país está peleado. Su país está con odio. Su país abusa. Su presidente actual odia a mucha gente. Su presidente actual es odiado en todo el mundo. Y su presidente actual saca casi la mitad de los votos.

-¡La verdad es que sí!

-Qué.

-Estoy desilusionada de Estados Unidos.

Breve e intenso silencio periodístico.

Jane Morgan es una votante triste. Una norteamericana con melancolía.

-Jane…

-¿Sí?

-¿Usted qué documentos tiene en Chile?

-Tengo el de Residencia Permanente.

-Jane…

-¿Sí?

-¿No cree que ha llegado el momento?

-¿De qué?- pregunta, confundida.

-¿No siente que ha llegado el momento de nacionalizarse chilena?

-Uf…- suspira Jane Morgan.

“Estoy desilusionada de Estados Unidos”.

Y piensa en silencio. Mira a su hijo Luca, chileno, dos años de vida nacional. Mira a Juan, su conviviente civil, el papá de Luca, agrónomo chileno, ligado al medio ambiente, un criollo de gran estatura, culto, un fuckin-latin que la mira permanentemente embelesado. Jane Morgan sonríe.

-¿Sabes?- dice.

-Qué.

-En una semana más se cumplen 19 años desde que llegué a Chile…

-Caramba…

-En unos años más, habré estado más en Chile que en Estados Unidos…

-En cinco años más…

-Así es…- confirma.

Jane Morgan, a causa de su talento para el fútbol, fue becada en la Washington University. Estudió Business, a pasos de la Casa Blanca. Y un día del año 2001, justo un mes después que cayeran las Torres Gemelas, aterrizó en Chile. Vino, por un plan de intercambio estudiantil, a estudiar unos meses en la Universidad Católica. Jane Morgan nunca más se fue.

-Y, además, hoy su conviviente civil es chileno…

-Y mi hijo es chileno…

-Así es…

-Sí…- lanza.

-Sí, qué…

Jane Morgan ríe y anuncia.

-Creo que ha llegado el momento de nacionalizarme chilena.

Y sigue riendo.

Japi

Jane Morgan se masturbó por primera vez a los diez años. Jane Morgan tuvo sexo por primera vez a los quince años y ahí dejó de tocarse sola. Jane Morgan se volvió a tocar sola cuando estuvo sola, a los 21 años. Y eso ha durado hasta la fecha. Hoy Jane Morgan es una mujer que se masturba por exigencia de su profesión. Suele hacerlo junto a Juan, su activa pareja, o bien lo hace sintonizando películas pornográficas. Hoy ella es, ni más ni menos, que Japi Jane, la creadora de un sex shop lúdico, la gringa de St. Louis que comercializa el orgasmo desde el año 2006. 

-Sí, bueno, yo pruebo todos los productos que vendo.

A veces son tres productos nuevos a la semana. El personal de su sex shop también se ofrece a probar los estimulantes, los consoladores, el vibrador con bluetooth, las esposas, los látigos. La ropa ajustada. El gel para suavizar la textura del pene. Los lubricantes para acelerar la chispa. El blanqueador anal. Todo lo que salga al mercado.

-Bueno, Juan y yo los probamos juntos…

-¿Se masturban al mismo tiempo?

-Con todos los productos que vendo se pueden hacer cosas en conjunto.  

-¿Ha habido más sexo con pandemia?

-Ha bajado el líbido. Eso se ha comprobado. Pero…

-Pero qué.

-A mí me ha ido bien.

-¿Por qué?

-Aumentó la venta del on line. Está saliendo mucho el lubricante. Muchos vibradores. Mucha herramienta para la masturbación…

-Es decir, Japi, que bajó el líbido pero hay más masturbación…

-Así es.

La tienda cerró al público el 17 de marzo. Pero los pedidos de masturbadores activos de toda la nación, mantuvieron vivo el negocio. A tal punto que la próxima semana vuelven a atender al público en persona. Y el 1 de diciembre abre otra sucursal de Japi Jane en Vitacura. La calentura sigue rentable en Chile.

-La mujer se ha empezado a masturbar mucho más. Yo conozco mujeres que se masturban muy seguido- comenta.

-¿Usted no se aburre de masturbarse por trabajo?

-No. Bueno, a veces es mejor que otra. Yo creo que el deseo se trabaja, fíjate.

-Es como ir al gimnasio. Una no quiere ir, pero una se siente feliz y saludable después de haber ido.

-¿Usted se siente saludable después de masturbarse?

-Totalmente. Libera el estrés. Te relaja. 

“Aumentó la venta del on line. Está saliendo mucho el lubricante. Muchos vibradores. Mucha herramienta para la masturbación”.

-¿Prefiere el sexo o masturbarse?

-Es que no hay que elegir…¡Te pueden gustar las dos cosas! Yo veo que las nuevas generaciones están muy conectadas con la masturbación…

-¿La calentura tiene género, Japi?

-Oye, las mujeres son igual de calientes que los hombres.

Y Japi Jane dice que hay mucha calentura suelta. Que el chileno es un calentón más bien tímido. Que hoy el cliente aspira a objetos realistas. La gente no desea el falo de goma descomunal, sino un pene promedio. Y Japi habla con emoción genuina del Power Stud Curvy, un simpático vibrador con longitud normal, levemente curvado. Y habla del Butterfly Kiss, un artístico vibrador que enloquece cualquier clítoris por sólo 15 mil pesos.

-Disculpe, Japi… pero… ¿Qué dicen en St. Louis de esta empresa que ha montado?

Con esta pregunta, Japi Jane y Jane Morgan se han juntado en un solo organismo. Y ambas ríen. O bien, digamos que Jane ríe.

-Mi papá está muy orgulloso…

-¿El señor que votó por Trump?

-¡Sí! Se lo cuenta a todo el mundo. Mi mamá se pone más silenciosa.

-¿Le ha regalado vibradores a su mamá de St. Louis?

-Sí, claro. Dice que le gustan. Pero no me ha dicho si los ha usado.

-¿Y usted qué producto sexual le regalaría a John Biden?

-Uf. Yo creo que Crema de Dragón. Un estimulante masculino que despierta al pene. Le aumenta las palpitaciones.

-¿Y qué producto sexual le regalaría a Donald Trump?

-Amarras para tenerlo bajo la cama. Amarras para muñecas y tobillos. Y una mordaza. Para que no pueda tuitear y no pueda hablar.

La señora Jane estalla en una risa.

-Ya podemos inferir su voto…

-La verdad es que mi voto es para que se vaya Trump- y ahí, entonces, Jane Morgan/Japi Jane, la ex reina de St. Louis, la norteamericana, la futura chilena, la gurú de la masturbación y otros actos, la demócrata desilusionada, se pone de pie. Estira su polera y se prepara para dictar una charla en el colegio de su hijo. Hablará a las apoderadas del deseo sexual. Va a anunciar que el deseo ha vuelto.

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