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Entrevista Canalla

16 de Noviembre de 2020

Jaime Vadell, inmortal: “Lo que hoy más valoro en la vida son las flores y las guaguas”

Acaba de cumplir 85 años y es, desde toda perspectiva, el actor más feliz del 2020. Sigue triunfando con la obra Viejos de Mierda, ahora en streaming. Gana mucha plata. Se dedica por las tardes a conversar con quien sea. Y, claro, admite que hoy se emociona con la ecología y los recién nacidos.

Por

Jaime Vadell es una tranquila leyenda que actualmente suspira cuando contempla las rosas. A veces, Jaime se levanta alarmado y mira una planta, o un árbol, o pone los ojos lagrimeantes frente al sol, al pasto, maravillado ante el espectáculo nativo, la flora en esplendor, y murmura, ido:

-La vida…

O bien, en sus adentros, Jaime se dice:

-Esto es vivir.

Jaime opina que lo único que vale la pena en la vida es, justamente, vivir. Opina que lo material, los objetos en general, son irrelevantes. Qué autos. Qué libros. Qué muebles. Este Jaime Vadell pandémico, con todas las lecciones de vida que acumuló en un año, dice textual: “Lo que hoy más valoro en la vida son las flores y las guaguas”. Es decir, lo natural de la existencia, lo maravilloso en estado espontáneo. Las flores, exhala, son un enigma y tienen perfume. Las guaguas, sonríe, son perfectas e inspiran.

-Antes nunca me había dado cuenta…

-¿De qué?

-Antes nunca me había fijado en las flores…

-¿Cuándo las empezó a mirar?

-Un año atrás.

-¿Qué vio en ellas?

-Colores. Y las aprendí a oler.

-¿Y cuándo empezó a sorprenderse con las guaguas?

-Un año atrás.

-¿Qué vio en ellas?

-La vida, viejo… ahí hay pura vida, puras ganas de vivir.

Por fortuna, Jaime tiene un jardín en su casa el cual recorre a paso lento, enfocando rosas, alineado con la ecología. Parece que no lo puede evitar, Jaime Vadell está muy excitado con la creación y por eso, entonces, ahora lo exclama:

-¡Puta… sí… estoy más ecologista que la chucha…!

-¿Ha buscado más explicaciones?

-¡No tengo idea, huevón, pero puta que son lindas las flores!

Él es así

Es un mito de bigotes, un estoico galán con la frente amplia, despejado en el occipital. Este actor tiene 85 años llevados con todo relajo, ha hecho treinta y una películas y cuarenta teleseries, debutó en ellas con La Madrastra en 1980, casi siempre encarnó a empresarios con estrés, ha ganado tres Altazor que no recuerda dónde los dejó, ha besado dramatúrgicamente a cerca de cincuenta actrices de renombre, en la vida real ama con entusiasmo a Susana, es papá de dos personas que ya han encanecido, su economía está firme, es en términos financieros un actor ABC1, y hoy está feliz.

-Estoy muy bien- resume.

-¿Por qué tanto?

-Porque sí no más. Estoy tranquilo.

Estamos, por ende, ante un señor que tiene los números inflados. Estamos ante el señor que más teleseries ha hecho en Chile. Estamos ante el actor que más público lleva al teatro en Chile con su obra Viejos de Mierda. La obra es un hallazgo: la vejez como tema vedette, el declive motivando carcajadas, la fase otoñal como superventas. Ya acumulan más de 500 mil personas que los vitorean. Ya suma cerca de 250 millones de pesos sólo en derechos de autor. Más la venta al público. No cabe duda que estamos ante el actor más rentable del año. En un año gris, virulento, este señor es, dentro del mundo del espectáculo, el hombre más feliz del 2020.  

-¡¡Ja, ja, ja!!

Es evidente que Jaime ríe mucho.

-¡¡Ja, ja, ja!! 

-…

-¡¡Es que yo no sé cómo nos ha ido tan bien!! Pero ha sido todo un fenómeno… Esto se equipara a La Pérgola de las Flores. Esto se equipara a La Negra Ester. Pero esos eran elencos de veinte personas. Aquí somos sólo tres… ja,ja,ja. 

Ahora, mientras aún los actores permanecen enjaulados, la obra Viejos de Mierda que Jaime Vadell confeccionó junto a Rodrigo Bastidas, se exhibe por streaming. El éxito, sea cual sea la plataforma, sigue intacto. 

-¿Y qué hace entonces?

-Nada… no mucho.

-Y mientras Viejos de Mierda se exhibe por streaming y usted se resguarda en la casa… ¿en qué ha aprovechado de poner su energía?

-Bueno, así como energía energía… no sé si tanto. Ya son 85 años…

-¿Pero qué edad tiene su cerebro?

-Siete meses.

-¿Usted se considera una guagua arrugada?

-Más o menos. Yo no he crecido tanto.

-¿Entonces está motivado?

-Bueno, sí, tengo unas ofertas de películas. Hice ahora algo con Pablo Larraín. Estoy viendo otros proyectos… pero… ¿te digo la verdad?

-Por favor…

-Actualmente me estoy dedicando a otra cosa…

-¿A qué?

-A conversar.

-¿Cómo?

-A conversar, huevón. Qué tanto.

-¿Con quién?

-Con el que sea. Lo único divertido que tiene la vida es ponerse a conversar. Es fantástico conversar. 

Es, al parecer, un efecto de su felicidad. Bruce Lee dijo una vez que las personas ofuscadas tienden a gritar, las personas tristes tienden a callar y las personas felices tienden a conversar. Jaime Vadell, además de mirar las flores y achinar los ojos ante un recién nacido, a veces toma el teléfono y llama a diversas personas dotadas de ideas frescas con el simple y feliz objeto de ponerse a conversar.  

“Lo único divertido que tiene la vida es ponerse a conversar. Es fantástico conversar”.

-Entonces llamo a Tomás Vidiella, ponte tú, y listo. Nos ponemos a conversar por teléfono. O llamo a Rodrigo Bastidas. O llamo al Pancho Pérez-Bannen. O llamo a mi hermano que está en México. O a veces, me pongo a conversar con mi mujer, con la Susana, hasta las tres de la mañana.

-Cuánto entusiasmo, Jaime…

-Así soy yo, pos viejo.

-¿A esa hora, digo, las tres de la mañana, está estimulado por el alcohol u otra cosa?

-No. Una copa de vino blanco tal vez.

Jaime Vadell dejó el vodka a los 81 años. Antes admite que tomaba con desmesura, quizás con el anhelo alcohólico de volverse contento. Tenía noches enfiestadas. Pero, con la edad, las resacas ya lo podían tumbar por una semana. Un par de brindis y su organismo quedaba atrofiado. Ahora toma vino, con mesura, con sorbos de teleserie. Ahora Jaime Vadell es el elegante rey del salón. Ahora Jaime Vadell, el feliz, está ocupado únicamente en dialogar. 

-¿Y de qué conversa con la gente?

-De la miseria humana.

-¿Pero… por qué?- el reportero se sorprende- Pensé que usted estaba contento…

-Sí, pero el ser humano es una mierda. Es lo peor que hay- comenta, tajante.

Breves conversaciones con el conversador 

En este momento Jaime Vadell, por ejemplo, se va a poner a conversar de política. Cuando él tenía 28 años se afilió al Partido Comunista y asistió a reuniones en penumbras. En la época había una ola de comunismo en el mundo y Jaime fue un comunista con el bigote rubio. Era el idealista que pronto comandaría una teleserie. 

-Después me aburrí del comunismo…

-¿Qué pasó?

-Tienen el pensamiento muy anquilosado esos huevones…

-¿Y se ha ido derechizando con los años?

-No, no. Al contrario, me he ido anarquizando.

Jaime opina que la violencia no es positiva, que es dañino incendiar un monumento a una iglesia. Pero, tras toser, tras un segundo de silencio significativo, Jaime da a conocer su teoría:

-Está bien marchar y sacar pañuelos. Pero… ¿tú crees que alguien haría algo si es que no están estos cabros armando ruido y obligando a los políticos a tener que actuar?

-¿Le caen bien los encapuchados?

-Ellos han pagado el pato de todo. Si no existieran estos llamados vándalos no habría pasado nada…

-¿Tiene fe en los políticos?

-No dan el ancho.

-¿Tiene fe en Piñera?

-Es un economista. No sabe de política. Mira, el problema de este país son los economistas ¡Están metidos en todo!

-¿Y cómo son los economistas?

-Son tipos muy simples, muy básicos. Sin cultura.

“Está bien marchar y sacar pañuelos. Pero… ¿tú crees que alguien haría algo si es que no están estos cabros armando ruido y obligando a los políticos a tener que actuar?”.

-¿Está desilusionado del país o le genera orgullo la patria?

Jaime explota en una contagiosa carcajada.

-¡JA, JA, JA, JA!

-Ja, ja…- el reportero ríe por reír- ¿qué pasó, Jaime?

-La patria…¡JA, JA, JA, JA!

-¿Qué?

-¡No me interesa la patria! Nunca me ha generado pasión la patria.

El reportero, apostando por una audaz cursilería, comenta una frase célebre:

-Dicen que la única patria es la infancia…

-Naa. Tampoco. Si la infancia es una lata. Uno se aburre tanto.

Los políticos, dice, son un desastre. Los economistas son un desastre. Los que dirigen colegios, otro desastre. Los ejecutivos de televisión, que lógicamente son economistas, son un famoso desastre.

Grita:

-¡Y la televisión chilena no es nada!… ¡Nada!

-¿Ve mucha televisión, Jaime?

-Nada. 

-¿Y por qué dice eso?

-Es lo que escucho en la calle.

Y ríe.

-La televisión lo hizo rico, Jaime…

-Chucha, eso es verdad. Pagué los colegios con las teleseries…

“¡Y la televisión chilena no es nada!… ¡Nada!”.

Y ahora conversa animadamente de la televisión y dice que las teleseries turcas lo desmotivan. O dice que el sueldo millonario de esos actores que tienen buen aspecto se debe a algo poético: ellos generan estados de ánimos en la población, donan una metáfora, y eso no tiene precio. Y si uno le consulta por otros millonarios, por ejemplo, Tonka Tomicic, Jaime se enfurece y exige respeto, pues, este galán despejado ama a Tonka Tomicic. Jerarquizando sus inspiraciones, para el señor Vadell, según parece, primero están las flores, luego las guaguas y luego Tonka Tomicic.  

-¿Y hay algo más por lo que valga la pena vivir?

-¡Claro!

-¿El teatro?

-¡Estás loco! ¡Naaa! 

-¿Entonces?

-Los árboles. Las montañas. El mar. El sol. El planeta. Por eso importa vivir. Lo demás no importa nada.

Y, por primera vez, el conversador guarda silencio.

El final

“Estoy escribiendo una novela”, dice de pronto Jaime Vadell. ¿De qué? “De puras huevadas”, responde con seriedad. Escribe cuando tiene ganas y los resultados, a su juicio, son imperfectos. “Puta que es difícil”, murmura, agitado. Admira, dice, a José Santos González Vera, a Joaquín Edwards Bello. Dice que ellos tienen la pluma pegada al corazón.

-Y también admiro a la Gabriela Mistral. Era bien buena la vieja.

El reportero le comenta que el otro día, con el objeto de pulir su intelecto, vio una entrevista que le realizaron a Borges el año 1977. Y Borges decía que Gabriela Mistral no merecía el Premio Nobel. Y Jaime Vadell pierde los estribos y amenaza a Borges.

-¡Qué se cree ese viejo!

Y dice:

-¡Ese huevón era muy pesado! ¡Intratable! ¡Escribió cuatro huevadas y sale a pontificar!

Vuelve, al rato, a la mesura. Y señala, calmado:

-¿Viste? Las miserias del ser humano…

-¿Hasta qué edad quiere vivir, Jaime?- irrumpe brutalmente el reportero.

-Había pensado hasta los 86 años. Pero ahora lo veo muy encima. No sé, yo creo que un par de años más.

-¿Qué dejará en la Tierra?

-Nada. Absolutamente nada.

-¿Le falta algo por cerrar?

-Nada.

-Ahora que es un viejo de mierda millonario… ¿dejará un testamento?

-Nada. Que se entiendan después los demás. Yo me voy no más.

Jaime Vadell y el reportero ríen. Luego se ponen serios porque quizás eso no debiese ocurrir. 

-¿Y de verdad todo es tan miserable…?

-No todo. Ya sabemos que hay cosas que nos salvan…

-¿Las guaguas?

-Las guaguas…

-¿Y las flores?

Y Jaime Vadell, como al principio, vuelve a suspirar.

-Y las flores- finaliza. Y se queda pensativo, como si justo en este instante oliera un jardín. Y otra vez, por fin, vuelve a ser el hombre más feliz del año.

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