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31 de Marzo de 2021

¿Tienen derecho de autor los hechos reales?: El debate que reabre el estreno de “La mirada incendiada”

El 9 de abril se exhibe la nueva película de Tatiana Gaviola sobre el Caso Quemados y los últimos meses de Rodrigo Rojas de Negri. Su madre criticó la cinta, señalando que “hasta la ficción tiene que tener una base de respeto”. Pero no es la primera vez que familiares cuestionan adaptaciones de hechos reales: sucedió antes con “Violeta se fue a los cielos”, con la serie “La cacería”, con la obra “Prat” y con el libro “Las homicidas”. ¿A quién pertenecen los hechos de connotación pública?

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Eran los primeros días de marzo y en redes sociales se estrenaba el tráiler de la nueva película de Tatiana Gaviola, “La mirada incendiada”. El afiche dice: “Inspirada en Rodrigo Rojas de Negri”. La fecha no fue casual. Por esos días, cuando el joven fotógrafo revivía en la pantalla, en la actuación de Juan Carlos Maldonado, se cumplía un aniversario de su natalicio, el 7 de marzo de 1967. 

Hace 35 años, Rodrigo Rojas de Negri murió en uno de los crímenes más brutales cometidos durante la dictadura. El 2 de julio de 1986 cuando, en una jornada de protestas, el fotógrafo de 19 años fue interceptado por una patrulla militar, en Estación Central. A su lado había otra joven, Carmen Gloria Quintana. Ambos fueron golpeados, rociados con combustible y quemados vivos. 

Carmen Gloria sobrevivió, con secuelas. Rodrigo agonizó cuatro días después del ataque y falleció el 6 de julio de 1986. 

La cinta de Tatiana Gaviola (entrevista en recuadro) es una ficción histórica basada en estos hechos, pero sobre todo se centra en los últimos meses en la vida del joven fotógrafo. 

La mirada incendiada. Crédito: IMDB

A los pocos días del estreno del tráiler, la madre de Rodrigo, Verónica de Negri, fue tajante con la producción de la película, que se estrenará vía streaming el próximo 9 de abril. “Ustedes dirán ‘pero es ficción’. Sí, lo es, pero hasta la ficción tiene que tener una base de respeto”, señaló la madre; y subrayó que no se le solicitó su versión de los hechos, a excepción de un email enviado por la directora hace cinco años. “Cómo pueden aprobar una película que siendo ficción se hizo sin respetar a la madre y al hermano. La historia nos pertenece a Pablo y a mí, y esa historia nos ignoró desde su concepción”, añadió. 

¿A quién pertenecen los hechos de connotación pública? ¿Cuál es el límite de un director o un escritor enfrentado a la realidad que desea mostrar? Hablamos con cineastas, artistas e involucrados y recordamos otras situaciones similares que han pasado en el cine, la televisión, la literatura y en el teatro.  

“Ustedes dirán ‘pero es ficción’. Sí, lo es, pero hasta la ficción tiene que tener una base de respeto”, señaló la madre; y subrayó que no se le solicitó su versión de los hechos, a excepción de un email enviado por la directora hace cinco años. “Cómo pueden aprobar una película que siendo ficción se hizo sin respetar a la madre y al hermano. La historia nos pertenece a Pablo y a mí, y esa historia nos ignoró desde su concepción”, añadió. 

Derecho a exigir 

Pablo Paredes es poeta, dramaturgo y guionista (“El reemplazante”); y estuvo a cargo del guion de “La mirada incendiada”. De entrada, comenta lo ocurrido con Verónica de Negri: “Me hubiera encantado que la madre de Rodrigo estuviera más tranquila con la película, pero no siempre pasa lo que uno quiere. Yo me siento de su lado, intento entender lo que pasa en su corazón, porque esta película es una película por la memoria y contra la impunidad”. 

Al preguntarle sobre la base de su guion, explica: “Lo que más hubo fue investigación de contexto, con levantamiento de prensa, además de archivos judiciales, especialmente, las primeras demandas que describían el caso. También fue importante el libro ‘Quemados vivos’, de Patricia Verdugo”. 

El director David Albala, quien estrenó el año pasado “Pacto de fuga”, donde recrea el escape de un grupo de integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) de la Cárcel Pública en 1990, piensa que “hechos ocurridos en nuestro país que por sus características pasaron a ser de conocimiento público, adquieren esa preponderancia al ser conocidos por todas las personas. Lo cual da pie para que exista la libertad de expresión de poder ser discutidos, debatidos y reflexionados por todos aquellos que les interese hacerlo, a través de las múltiples formas de expresión que tiene el arte”. 

Albala comenta cómo enfrenta sus historias: “Yo prefiero trabajar acercándome a conversar con los o las protagonistas que han estado directamente vinculados al tema, acontecimiento o hecho que se hizo conocido públicamente y que, de esa manera, pasó a formar parte de nuestra historia”. 

Otro director nacional que ha trabajado con hechos reales es Alejandro Fernández Almendras, autor de cintas como “Aquí no ha pasado nada” (inspirada en el caso de Martín Larraín) y “Mi amigo Alexis” (relación de amistad entre un niño y el futbolista Alexis Sánchez). El realizador cree que hay historias que pertenecen al ámbito de lo privado “pero que después crecen cuando aparecen en los medios o hay investigaciones policiales y aparecen testimonios, volviéndose algo más público”, y agrega que cuando los hechos se ficcionan “hay un afán de salirse un poco de la realidad”. 

Con respecto al reclamo de familiares debido al disgusto por algunas adaptaciones, Fernández Almendras señala que “es una opinión súper válida, que debería ser respetada en la medida de lo posible, pero que independiente de cualquier consideración, creo que existen los resguardos judiciales para que no aparezcas mentiras o calumnias. Los familiares tienen todo el derecho a exigir que no se cuenten sus historias y de reclamar por ello, pero la realidad es, a veces, más compleja y tiene más voces y eso articula cosas distintas al deseo de los familiares”. 

La vida privada

Marcelo Morales, director de CineChile -biblioteca de la filmografía nacional- también señala los límites entre realidad y ficción y los derechos de imagen en el cine. 

“La idea que existe es que los hechos no tienen derechos, pero sí los derechos de imagen de una persona”, comenta. “Si esta persona está representada en una ficción y si se entiende que su imagen ha sido perjudicada o injuriada, podría haber acciones legales. Igual, al estar en el campo de la ficción, todo es mucho más discutible por el factor artístico que ello implica”, agrega Morales; y puntualiza: “La lógica indicaría que deberían existir permisos, o al menos, informar que se hará algo respecto a un hecho que te atañe, pero también como es ficción no es obligación que exista una autorización formal, como sí existe en el documental, donde tu imagen aparece realmente”.

Con respecto al reclamo de familiares debido al disgusto por algunas adaptaciones, Fernández Almendras señala que “es una opinión súper válida, que debería ser respetada en la medida de lo posible, pero que independiente de cualquier consideración, creo que existen los resguardos judiciales para que no aparezcas mentiras o calumnias. Los familiares tienen todo el derecho a exigir que no se cuenten sus historias y de reclamar por ello, pero la realidad es, a veces, más compleja y tiene más voces y eso articula cosas distintas al deseo de los familiares”.

Morales rememora lo que ocurrió hace una década con la película “Violeta se fue a los cielos” (2011), de Andrés Wood, donde la popular cantautora era interpretada por la actriz Francisca Gavilán. “Recuerdo que Isabel y Tita Parra criticaron la forma en que se caracterizó a Violeta Parra, desde detalles como las marcas en la cara que aparecían en la caracterización de la película, hasta ciertas formas de actuar que a ellas les pareció violenta. Era paradojal, porque por el contrario Ángel Parra colaboró con la película, ya que se inspiraba en su libro homónimo”.

Imagen de la serie La cacería, emitida por Mega en 2018. Crédito: IMBD

Pero han ocurrido otros casos, donde familiares también se han mostrado molestos con las adaptaciones. En julio de 2018, Mega estrenó la serie “La cacería: las niñas de Alto Hospicio” basada en el secuestro y asesinato de 14 jóvenes cometidos por Julio Pérez Silva, conocido como “El psicópata de Alto Hospicio”. En la pantalla chica, los rostros principales eran Francisco Melo y Gastón Salgado. 

A las pocas semanas de iniciada la producción en televisión, las madres de las jóvenes asesinadas reclamaron en la prensa, asegurando que la serie “incentiva y justifica la violencia hacia la mujer”. Incluso presentaron una denuncia en el Consejo Nacional de Televisión para detener su emisión. Pero, la serie se continuó dando y lideró el rating al finalizar en septiembre de 2018.

“La lógica indicaría que deberían existir permisos, o al menos, informar que se hará algo respecto a un hecho que te atañe, pero también como es ficción no es obligación que exista una autorización formal, como sí existe en el documental, donde tu imagen aparece realmente”.

Y sobre la nueva cinta de Tatiana Gaviola y el Caso Quemados, Said reflexiona: “Esta es una historia de connotación pública, no sólo les pertenece a sus familiares, sino al país entero”. Además, comenta sobre las opiniones de Verónica de Negri. “Si la madre de Rodrigo encuentra que sus derechos fueron vulnerados, yo le diría que acuda a tribunales y me imagino que tendrá que probar que la película de Tatiana (Gaviola) daña la imagen de su hijo o la suya propia y por qué lo hace”.

¿Qué opinan otros realizadores del trabajo de las adaptaciones y sus consecuencias? Marcela Said, directora de cintas como “El Mocito” y “Los perros”, cree que cada director “es libre de hacer lo que quiera, los límites están ya establecidos por la ley, el respeto a la vida privada es un derecho y si alguien siente que sus derechos fueron vulnerados, para eso existen los tribunales de justicia”. 

Reconstruir la memoria

En “La mirada incendiada”, además de la actuación de Juan Carlos Maldonado, como Rodrigo Rojas de Negri, participan Catalina Saavedra, Gonzalo Robles y María Izquierdo. La actriz Constanza Sepúlveda interpreta a Carmen Gloria Quintana. 

A mediados de marzo, la sicóloga y sobreviviente del “Caso quemados” señaló en su cuenta de Facebook: “No me siento aún preparada para ver esta película. Reactiva mi trauma, el de toda mi familia…”, dijo Quintana. Pero, agregó sobre la necesidad “que se realicen estos films, tanto para las nuevas generaciones y para que nunca más en Chile vivamos el horror de la dictadura y las violaciones a los Derechos Humanos”. 

Alicia Lira Matus, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP), quien conoce de cerca la historia de Verónica de Negri y su familia, se refiere a los hechos del pasado relacionados con el futuro: “Nuestros familiares, desaparecidos o ejecutados políticos, dejaron de ser nuestros hace mucho tiempo. Queríamos que el colectivo difundiera la memoria y eso ha ocurrido”.

A mediados de marzo, la sicóloga y sobreviviente del “Caso quemados” señaló en su cuenta de Facebook: “No me siento aún preparada para ver esta película. Reactiva mi trauma, el de toda mi familia…”, dijo Quintana. Pero, agregó sobre la necesidad “que se realicen estos films, tanto para las nuevas generaciones y para que nunca más en Chile vivamos el horror de la dictadura y las violaciones a los Derechos Humanos”. 

Con respecto a la cinta de Tatiana Gaviola, Lira Matus opina que quizás “el error consistió en no hacerle más preguntas y consultas a Verónica (De Negri). Nosotros solidarizamos con lo que ella planteó, pero al menos yo pienso distinto, porque supongo que en la película no hay un menoscabo, un maltrato a la figura de Rodrigo, sino que la están trayendo al presente a través de la memoria histórica, aunque sea una ficción”.

Incluso Alicia Lira va más allá y cree que “mientras más existan documentales y películas que reconstruyan la memoria, nosotros lo vemos como algo importante. En este caso, aunque no sea un documental, la gente se va a estremecer y se va a poner en el lugar tanto de Carmen Gloria (Quintana), como de Rodrigo y su familia”.

Francisca Gavilán interpretó a Violeta Parra en la cinta de Andrés Wood. Crédito: IMDB

Igualmente, empatiza con Verónica de Negri. “Solidarizo totalmente con ella y la entiendo, porque, aunque no sea un documental, se le debió haber consultado. Verónica estuvo con su hijo quemado vivo por horas y días hasta que murió. Además, ella es una sobreviviente de atroces torturas. Comprendo que ella pueda estar molesta con la película”.

Incluso Alicia Lira va más allá y cree que “mientras más existan documentales y películas que reconstruyan la memoria, nosotros lo vemos como algo importante. En este caso, aunque no sea un documental, la gente se va a estremecer y se va a poner en el lugar tanto de Carmen Gloria (Quintana), como de Rodrigo y su familia”.

La literatura y el teatro

Hace dos años, la escritora y abogada Alia Trabucco publicó el libro de ensayos “Las homicidas” (Lumen), donde narra los casos de cuatro mujeres que cometieron estremecedores crímenes en el siglo XX. En uno de ellos cuenta la historia de María Teresa Alfaro, apodada “La nana diabólica” y “La asesina de las mamaderas”, quien en los 60 envenenó a tres de los seis hijos del matrimonio España Ramírez, además de la abuela materna. 

Sergio España, hijo de la pareja, al enterarse de la aparición de “Las homicidas”, acusó públicamente “falta de rigor” en el relato. “Alia solo se documentó con recortes de prensa, en lugar de acercarse a nosotros, y tomó la sentencia judicial y no el expediente del caso”, dijo España; y aclaró, por ejemplo, que su madre Magaly Ramírez había muerto en 2017, mientras la autora afirmaba que seguía viva. 

Un mes después de la aparición del ejemplar, en la segunda edición de “Las homicidas”, Trabucco agregó un nuevo epílogo donde “vuelve a reflexionar” sobre los hechos. “Libro ‘Las homicidas’ es modificado luego de que la familia afectada acusara errores”, señaló la prensa, en abril de 2019. 

Libro Las homicidas

Una novela que salió de circulación tras su aparición, en enero de 2020, fue “Los ojos de la verdad” (Planeta), de Eleodoro Sanhueza. Esta vez, no fueron familiares quienes cuestionaron el título, sino la protagonista de los hechos. A pesar de que los personajes eran Judit y Abner, la historia estaba basada en el caso de Nabila Rifo, quien fue brutalmente atacada por su pareja en Coyhaique, en 2016. 

El libro alcanzó a estar dos semanas en librerías. Mientras se efectuaba la promoción, comenzó a circular la versión de Nabilo Rifo diciendo que ella no había autorizado la publicación del volumen que calificaba de “machista”. Finalmente, la editorial decidió retirar los ejemplares “debido a las repercusiones que ha tenido dicha publicación”. 

Pero, ¿cuál es el límite que debe tener un artista al momento de adaptar una historia? 

“Es un tema delicadísimo y depende mucho del punto de vista personal que uno pretenda darle al tema”, comenta Marcelo Leonart, escritor, guionista y dramaturgo. “Uno puede escribir a favor o en contra de los personajes retratados, ocupando los hechos como metáforas o como un relato realista, si es que se puede hablar de eso en ficción”, añade. 

El libro alcanzó a estar dos semanas en librerías. Mientras se efectuaba la promoción, comenzó a circular la versión de Nabilo Rifo diciendo que ella no había autorizado la publicación del volumen que calificaba de “machista”. Finalmente, la editorial decidió retirar los ejemplares “debido a las repercusiones que ha tenido dicha publicación”. 

En algunas de sus novelas, Leonart ficciona episodios junto a protagonistas de la realidad de los últimos años. Por ejemplo, en “La Patria” (2012), entre días de represión y encierro, aparece la figura de Francisco Javier Cuadra, exministro de la dictadura. Mientras, que en su novela “Weichafe” (2018), describe tres casos policiales de connotación nacional: el de Martín Larraín, quien protagonizó un atropelló a Hernán Canales (que resultó muerto tras el accidente), el crimen de Matías Catrileo y el ataque incendiario a la casa del matrimonio Luchsinger-Mackay, en Vilcún. 

“Los hechos son hechos, no tienen derechos de nada. En mi caso, si los ocupo en una ficción es porque me afectaron personalmente. Pero mi manera de enfrentar la realidad nunca tiene la intención de mostrar los hechos desde una perspectiva supuestamente objetiva”, dice Leonart.  

De la novela “Weichafe” nació la obra de teatro “Noche mapuche”, con Daniel Alcaíno, Pablo Schwarz, Nona Fernández y Roxana Naranjo. En un momento de la obra se oyen las voces desesperadas del matrimonio Luchsinger-Mackay (tomada desde YouTube), quienes sufrieron un ataque en su hogar, en 2013. 

“Los hechos son hechos, no tienen derechos de nada. En mi caso, si los ocupo en una ficción es porque me afectaron personalmente. Pero mi manera de enfrentar la realidad nunca tiene la intención de mostrar los hechos desde una perspectiva supuestamente objetiva”, dice Leonart.  

“Nunca he tratado de crear una especie de documental dramatizado. Pero sí he ocupado material documental sin ningún escrúpulo”, dice Leonart y agrega que cuando ha escrito “la mayoría de las veces son personajes que desprecio, metiéndolos en mi ficción, manipulándolos descaradamente como Francisco Javier Cuadra, Carlos Larraín, Fernando Karadima o Miguel Krassnoff. Y, por supuesto, que no les pediría permiso. ¿Lo haría así con todos? Creo que depende del caso y del tratamiento”, afirma Leonart, quien recuerda que en el teatro “un caso muy bullado fue el de ‘Prat’”. 

Se refiere a la obra escrita por Manuela Infante, estrenada con polémica en octubre 2002, donde se recrea la adolescencia de Arturo Prat (interpretado por Héctor Morales), un muchacho sobreprotegido por su madre. La figura del héroe era cuestionada. 

Las reacciones comenzaron antes de su estreno. En julio de ese año, “Prat” había recibido poco más de $2 millones del Fondart. La Corporación 11 de Septiembre interpuso una querella contra el Ministerio de Educación, entonces a cargo de designar los fondos culturales, y exfuncionarios de la Armada criticaron el montaje por “mancillar la imagen” del marino muerto en el Combate Naval de Iquique.

Además, descendientes del prócer y el Instituto Histórico Arturo Prat interpusieron recursos de protección para que no se exhibiera la obra. Recursos que fueron rechazados en tribunales. Entre sus consecuencias, Nivia Palma renunció a la coordinación del Fondart, ante sus diferencias con Mariana Aylwin, ministra de Educación. 

Octubre de 2002, diario La Tercera informa de la obra Prat. Crédito: Biblioteca Nacional Digital

La polémica estaba instalada. El mundo cultural salió a respaldar la libertad de expresión y los intentos de censura. “Una fresca relectura del patriotismo, del discurso del éxito y de la figura de Prat”, escribió Alejandra Costamagna. 

La prensa también acogió las voces controvertidas. El poeta Armando Uribe publicó una carta en El Mercurio molesto con la obra: “Constituye una mistificación sin gracia, literaria y artísticamente inválida”. Mientras, Sara Vial apuntó en La Segunda: “Lo triste, es que se haya elegido un hombre tan querido y popular para convertir su minuto de gloria en un escarnio que por igual nos ha ensuciado a todos…”. 

Las reacciones comenzaron antes de su estreno. En julio de ese año, “Prat” había recibido poco más de $2 millones del Fondart. La Corporación 11 de Septiembre interpuso una querella contra el Ministerio de Educación, entonces a cargo de designar los fondos culturales, y exfuncionarios de la Armada criticaron el montaje por “mancillar la imagen” del marino muerto en el Combate Naval de Iquique.

Finalmente, luego del estreno de “Prat”, en la sala Sergio Aguirre, de la Universidad de Chile, en Santiago, la prensa registró penosas escenas de peleas a combos en la vía pública. Hubo lesionados y detenidos. Incluso, en el recinto teatral, existió una falsa amenaza de bomba.  

Tatiana Gaviola: “Contar algunas historias es un deber moral”

La directora de cintas como “Mi último hombre” (1996) y “Teresa” (2009), estrena el 9 de abril vía streaming “La mirada incendiada”.

-¿Qué opina del debate que produjo el tráiler de la película sobre la pertenencia de los hechos de connotación pública?

-Cuando hay un hecho que nos conmocionó a todos, de impacto nacional e incluso internacional, tan brutal y dramático, creo que todos tenemos derecho a investigar y a crear existiendo una libertad necesaria. Contar algunas historias es un deber moral. Es relevante que una sociedad pueda mirar sus propias historias que le han afectado y que están abiertas. Ahora, son historias que pueden tener muchas miradas y voces que la cuenten. Esta película no va a agotar los hechos sobre el Caso Quemados.    

-¿Es cierto, como señaló Verónica de Negri, que sólo le informó hace cinco años vía email que trabajaba en esta película?

-Así es. Le escribí diciéndole que quería encontrarme con ella para trabajar en este proyecto de la película. Quería contarle de qué se trataba ya que, en ese momento, yo empezaba a ver viable su realización. En ese contexto, cuando empecé a visualizar que podía ser, la contacté. Y hemos estado en contacto.   

Directora Tatiana Gaviola. Crédito: YouTube

¿Y entonces qué le parecen sus declaraciones? Ella dijo que la película los había ignorado, a ella y a su hijo Pablo, “desde su concepción”. 

-Es que entiendo su dolor y claro, a la vez, es inimaginable el dolor de perder a un hijo. Y en esas circunstancias de horror no puedo más que compartir dentro de lo que uno puede. Indudablemente una película mueve cosas. Yo la entiendo, empatizo. Sobre sus palabras, esta historia los tiene muy incorporados en el dolor, en la memoria, en el homenaje a su hijo. No sé si le va a gustar o no la película, porque es evidente que es una ficción, está contada desde el lugar donde imaginamos los últimos meses en la vida de Rodrigo. Hay elementos de realidad, pero es una ficción.        

 

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