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Opinión

22 de Abril de 2021

Columna de Rafael Gumucio: Generación de Mierda

En la Generación de Mierda, la mía, se puede pensar que es bueno que todos se vacunen, pero ese “todo” difícilmente te incluye a ti. Para los nacidos después de 1964, la generación de los Elizaldes, los hermanos Rincón y los astutos de Evópoli, la política es el lugar donde van a caer los que no tuvieron talento en ninguna otra cosa. Para la generación criada en dictadura y crecida en los locos años noventa, no vale la pena luchar por algo que es gratis.

Rafael Gumucio
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Una de las pocas noticias universalmente buenas que hemos podido disfrutar en estos últimos aciagos años ha sido su campaña de vacunación: universal, sin distingo de clases, géneros, educación o religiones, la campaña de vacunación de alguna forma nos recordó de la importancia de un Estado fuerte y centralizado que no improvise políticas de la nada, sino que aprendan de lo que distintos gobiernos hicieron antes de él. Un formidable recordatorio que choca con un enemigo más poderoso que cualquier virus: la Generación de Mierda. 

Mientras se trataba de vacunar a los ancianos de más de sesenta años pudimos asistir a una verdadera fiesta tan cívica como sanitaria. Bastó que le tocara a los menores de cincuenta y cinco años ir a vacunarse para que los consultorios y vacunatorios del país se vaciaran bruscamente al mismo tiempo que iba subiendo por las redes sociales la densidad de las teorías conspirativas de los antivacunas.

Es fácil adivinar que mientras baje de edad, serán cada vez los que olvidan de pronto interrumpir una hora de sus actividades o inactividades diarias para prestar su brazo y protegerse del virus. Es cierto que los riesgos que asumen los cada vez más jóvenes con el contagio son menores que el que pueden sufrir los ancianos, pero no deja también de ser cierto que si queremos dejar de ocupar las mascarillas y volver a los bares y los abrazos es urgente conseguir la inmunidad de rebaño, o en su defecto una inmunidad “razonable”. De ellos depende el trabajo y la sobrevivencia de muchos de los que olvidan irse a vacunarse o de los que tienen sus propias teorías sobre las vacunas.  

No es un azar que lo que hayamos visto en los vacunatorios del país se parezca a lo que vemos elección tras elección en los locales de votación: filas y más filas de ancianos esperando su turno para votar, acompañado por la indiferencia más o menos habitual de los menores de 55 años que siempre tienen algo mejor que hacer que ir a votar, o que, como en el caso de las vacunas, creen que votar los hace más vulnerables y controlables e invitan sus propias teorías de la conspiración para convertir las elecciones en un día de vacaciones más.

La desconfianza en la democracia y las vacunas es inversamente proporcional a la cantidad de años que se ha vivido en el sistema neoliberal chileno. Los viejos que conocieron algo de un estado solidario y clases de educación cívica, pueden votar por la derecha o la izquierda o la centro izquierda (que es por lo que solían votar cuando ésta existía), pero no se les quita de la cabeza que la democracia somos todos y todos somos la democracia. Saben en carne propia que las decisiones que tomen los gobiernos influyen en su destino y que este destino no se puede separar del destino de los vecinos, los amigos, los enemigos. Saben que cada vacuna solitaria es parte de un gran todo. 

“No es un azar que lo que hayamos visto en los vacunatorios del país se parezca a lo que vemos elección tras elección en los locales de votación: filas y más filas de ancianos esperando su turno para votar, acompañado por la indiferencia más o menos habitual de los menores de 55 años que siempre tienen algo mejor que hacer que ir a votar”.

En la Generación de Mierda, la mía, se puede pensar que es bueno que todos se vacunen, pero ese “todo” difícilmente te incluye a ti. Para los nacidos después de 1964, la generación de los Elizaldes, los hermanos Rincón y los astuto de Evópolis, la política es el lugar donde van a caer los que no tuvieron talento en ninguna otra cosa. Para la generación criada en dictadura y crecida en los locos años noventa no vale la pena luchar por algo que es gratis. Más urgente es indignarse si no me dan “mi” tercer retiro del 10 por ciento. Que ese retiro, ejemplo máximo de capitalismo revolucionario, no sólo te hará más pobre a ti, sino más pobre a los más pobres y más pobres, y a la postre al país, poco importa. Parece incluso esto ser un argumento para exigirlo con más urgencia. Que “cague todo” no te incluye. Si no queda plata en las AFP “alguien” que tampoco somos nosotros, va a tener que reponer la plata. 

En sus vidas han visto como cada década fue un poco mejor que la anterior, piensan que eso no puede dejar de ser así. El lugar que les cabe en que Chile haya mantenido cierta continuidad, cierta tranquilidad, cierta coherencia, no lo tienen claro. La palabra responsabilidad que le repetían tanto los milicos y los militantes, cuando chicos, les resulta un vestigio del fascismo. A sus hijos que llamaron Alondra, Iker o María Música, o cualquier cosa que les resultaba chorra en el momento, le enseñaron a prescindir de esa aburrida responsabilidad para que fueran libres e hicieran lo que quisieran, aunque nunca le enseñaron a querer. 

“La palabra responsabilidad que le repetían tanto los milicos y los militantes, cuando chicos, les resulta un vestigio del fascismo. A sus hijos que llamaron Alondra, Iker o María Música, o cualquier cosa que les resultaba chorra en el momento, le enseñaron a prescindir de esa aburrida responsabilidad para que fueran libres e hicieran lo que quisieran, aunque nunca le enseñaron a querer”. 

La desconfianza, que es la inteligencia de los tontos, no puede con la simple modestia de votar y vacunarse como uno más. La lucha contra la vacuna, como la lucha contra la injusticia o por la libertad, puede vencer a muchos enemigos, pero hay uno que es para siempre invencible: ciudadanos dejan de serlo por voluntad propia. Esos vacunatorios y esas urnas vacías son un golpe de Estado permanente que nos promete para siempre un peor país cada día.

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