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Agencia Uno

Entrevistas

22 de Julio de 2021

Leonardo Padura, escritor: “La violencia no es la medicina que necesita Cuba”

El narrador cubano habla desde La Habana de lo que ha sucedido en la isla desde el pasado 11 de julio, cuando la gente salió a las calles protestando contra el gobierno. “El mayor agobio vino de la falta de suministros, comida y medicinas”, señala el autor de “El hombre que amaba a los perros”, quien se refiere al desabastecimiento, los cortes de internet y electricidad que tienen al país hundido en una crisis a la que se suma la pandemia. Sobre la revuelta de los cubanos, dice: “Es un proceso social que podría ser coartado, incluso reprimido, pero difícilmente erradicado”.

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La última novela de Leonardo Padura (65) apareció hace menos de un año, “Como polvo en el viento”. Allí narra una historia de amor compleja, atormentada, entre Adela y Marcos, pero también cuenta el destino de un grupo de amigos exiliados, El Clan, quienes viven dispersos por el mundo, algunos están en España, otros en Puerto Rico, Argentina y Estados Unidos. 

Padura, acaso el escritor cubano más reconocido internacionalmente, entregó el manuscrito de esa novela en medio del confinamiento producto de la pandemia. Ese encierro lo pasó junto a su familia en su casa, donde ha vivido siempre en Mantilla, un antiguo barrio ubicado al sur de La Habana. En “Como polvo en el viento”, el narrador retrata a una generación que tuvo que salir del país tras la crisis económica de los años 90, el llamado Período Especial cuando se desintegró la Unión Soviética y el apoyo a la isla se redujo al racionamiento.

Ahora, una crisis similar, pero junto a un panorama sanitario devastador debido a la propagación del coronavirus, volvió a golpear a Cuba, que sin turistas y con un gobierno empobrecido solo veía aumentar las filas de la población que buscaba alimentarse. Todo estalló el pasado domingo 11 de julio, cuando la gente salió a las calles a protestar contra el gobierno liderado por Miguel Díaz-Canel, quien además es el primer secretario del Partido Comunista de Cuba. Entre las palabras y consignas más gritadas por los manifestantes estaban “Libertad” y “Abajo la dictadura”.

Yo estaba en mi casa de Mantilla y mi reacción fue de sorpresa, casi de estupor. Empecé a tener información de lo que ocurría cuando el presidente salió en la televisión, en medio del partido final de la Eurocopa, y habló de los disturbios en San Antonio de los Baños que, solo después, supimos que eran uno más de los que habían ocurrido también en muchas partes del país”, cuenta desde La Habana Leonardo Padura, elogiado y premiado autor de novelas como “El hombre que amaba a los perros”, a The Clinic, .

Afuera de la embajada de Cuba se concentran dos grupos, uno que exige el fin al bloqueo a Cuba y otro que pide la renuncia de Miguel Díaz-Canel. Crédito: Agencia Uno.

Sobre el “estallido social” cubano, el escritor reflexiona: “Se habló en ese momento de contrarrevolucionarios y de revolucionarios confundidos, aunque después cambió el discurso. Y se pidió a los revolucionarios que tomaran la calle, pues la calle en Cuba es de los revolucionarios… Pero de momento nos quedamos solo con esa información pues, como otras veces, de inmediato fue cortado el acceso a internet en los teléfonos celulares, un corte que fue compacto por cuatro o cinco días y que luego fue intermitente hasta que, al parecer, se ha normalizado”, señala el creador de la saga de novelas protagonizadas por el detective Mario Conde.

“Yo estaba en mi casa de Mantilla y mi reacción fue de sorpresa, casi de estupor. Empecé a tener información de lo que ocurría cuando el presidente salió en la televisión, en medio del partido final de la Eurocopa, y habló de los disturbios en San Antonio de los Baños que, solo después, supimos que eran uno más de los que habían ocurrido también en muchas partes del país”

La semana pasada, Padura publicó el texto “Un alarido”, en el sitio digital La Joven Cuba, que fue replicado por varios medios en el mundo. Allí escribe sobre el gobierno y las protestas y los gritos que “A ese reclamo desesperado, las autoridades cubanas no deberían responder con las habituales consignas…”.

-¿Cree que la frase histórica “Patria o muerte” está agonizando y todo lo que ella significa?   

-Al parecer para algunos ya no es la consigna. Al parecer para otros la sigue siendo. Pero no me atrevo a hacer un diagnóstico al respecto. En cualquier caso, en las dos frases se preserva y antepone un elemento: la patria.

-¿Es cierto que lo acusan de ser vocero del régimen cubano?

-Es curioso, el hecho de que fuera de Cuba varias personas me hayan acusado de vocero del régimen o algo así por contar entre los motivos de la actual situación de crisis cubana el bloqueo o embargo que existe hace 60 años y que ahora es más abarcador y opresivo que nunca. Sé que sobre algunas de esas personas influyen motivaciones personales, incluso mezquindades humanas, pero es una actitud muy reveladora de cómo son las cosas de Cuba, y más en estos momentos: estás conmigo o estás contra mí. Esperemos que no se llegue al extremo de que si no estás conmigo estarás sinmigo…

-¿Qué discurso y medidas urgentes deberían tomar las autoridades?

-Deben ser medidas políticas o económicas y deben tener fundamentos políticos y económicos que yo no manejo. Pero, en general, pienso que en lo económico hace falta la voluntad de abrir espacios y posibilidades que dinamicen una economía en fuerte estado de contracción. Algunas de esas medidas se han esbozado y no se han aplicado o se ha retardado su aplicación o se ha interrumpido después. Pero creo incluso que, si hubiera sido más ágil en la instrumentación de determinadas medidas, quizás no se hubiera llegado a esta situación de crisis profunda. En lo político, el mayor reclamo ha sido la de una libertad de pensamiento y expresión que ha estado en las peticiones de muchas gentes, en especial artistas y creadores. Con esa libertad se podría dialogar, buscar consensos, o al menos dar voz a ciertas maneras de entender y vivir la realidad.

Es curioso, el hecho de que fuera de Cuba varias personas me hayan acusado de vocero del régimen o algo así por contar entre los motivos de la actual situación de crisis cubana el bloqueo o embargo que existe hace 60 años y que ahora es más abarcador y opresivo que nunca.

Una crisis distinta

El libro se llama “Agua por todas partes” y apareció hace dos años. El autor traducido a múltiples idiomas como el alemán y el japonés, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, reúne en ese volumen apuntes que hablan de su vida, de sus años de formación y del oficio de escritor. Allí, Leonardo Padura, escribe sobre un lugar emblemático de La Habana.

“El Malecón no es sólo la marca física o arquitectónica más distintiva de la capital de la isla de Cuba: también es, sobre todo, la línea que marca el principio o el fin de la ciudad (y para muchos del país), según se mire: para los que sueñan con irse a otro lugar del mundo ancho y ajeno”. Y más adelante anota recordando los efectos de la revolución que ha eternizado a un gobierno desde hace seis décadas: “El exilio ha sido una de las constantes de la literatura cubana”.

-¿Llegó la hora de distanciarse del castrismo o es imposible?

-La posible distancia respecto a lo que llamas el castrismo… Vamos a ver: Miguel Díaz-Canel, primero como actual presidente y ahora además Secretario General del Partido Comunista, único legal en Cuba, asumió esas responsabilidades con la encomienda política de dar continuidad al sistema político-social cubano. Esa responsabilidad es, además, un compromiso y, como él lo ha dicho “Somos continuidad”, es su credo. Lo que habría que preguntarse es si la continuidad implica una prolongación más o menos exacta de lo forjado por los gobiernos de Fidel y de Raúl, y si lo es en todos los ámbitos, si implica la preservación de un sistema inamovible creado y dirigido por ellos o si, dialécticamente, el presidente tiene un margen mayor o menor de maniobras y, además, la voluntad de adecuar la sociedad cubana actual a las exigencias, necesidades, expectativas de esa sociedad que sí es diferente.

-¿Esta crisis es comparable a otra?

-La crisis actual se puede comparar con la de los años 90, pero obviamente es distinta. Igual hay carencias, ha habido apagones, existe el embargo norteamericano, pero el país es otro, a pesar de que el sistema sea casi idéntico. Hoy se vive un desgaste de los discursos políticos, una acumulación de las carencias económicas, un recrudecimiento mayor de las sanciones económicas financieras y existen en Cuba generaciones que han crecido bajo esas circunstancias y que han sido, mayoritariamente, las que se han manifestado en la calle y en las redes sociales que ahora existen y antes no. Generaciones entre las que, si hay tantos marginales y delincuentes como dicen los medios oficiales cubanos, son marginales y delincuentes creados dentro del sistema, y eso advierte de que algo, o mucho, ha fallado.

Lo que habría que preguntarse es si la continuidad implica una prolongación más o menos exacta de lo forjado por los gobiernos de Fidel y de Raúl, y si lo es en todos los ámbitos, si implica la preservación de un sistema inamovible creado y dirigido por ellos o si, dialécticamente, el presidente tiene un margen mayor o menor de maniobras y, además, la voluntad de adecuar la sociedad cubana actual a las exigencias, necesidades, expectativas de esa sociedad que sí es diferente.

-¿El régimen puede controlar las protestas?

-Creo que el presidente tiene los recursos de fuerza para controlar los movimientos de protesta. Policía, ejército y muchos civiles. Esa sería la solución más fácil, pero la más dolorosa. Reprimir y luego enjuiciar para imponer la calma. Pero siempre es la peor salida. La violencia no es la medicina que necesita Cuba. La mejor estrategia sería escuchar las razones de ese alarido y tomar muchas medidas de las que se ha hablado y no se han materializado, y otras que también son necesarias para abrir más la sociedad, para agilizar la economía, para ampliar el espectro de las expresiones sociales y políticas. No sé si son sólo matices o si implica una distancia con respecto al estado anterior, aunque creo que no: pienso que son cuestiones importantes pues con cambios en todos los sectores de la vida cubana se estaría tratando de llegar a soluciones necesarias para conseguir que la gente tenga una vida mejor que la que está viviendo hoy, con dificultades para conseguir casi todo, sin dinero para comprar muchas cosas de las que necesita. Muchos sin esperanzas, que es lo peor.

Crédito: Iván Giménez

“Soy levemente optimista”

Leonardo Padura vive en el barrio de Mantilla junto a su esposa, la guionista Lucía López. En esa casa habanera ha pasado la crisis sanitaria, acompañado además de su madre, de 92 años, y su suegra de 82 años. En ese hogar, el escritor tiene un estudio de 6×4 metros. Ahí, Padura se encierra aún más para que luego el resto del mundo lea sus historias. También ha debido tener estrictos cuidados por el coronavirus.

Hace un año Cuba reportaba, desde el inicio de la pandemia, un total de 85 muertos. Hoy la cifra supera los 1.800 fallecidos, con una población de más de 11 millones de habitantes. Esta semana la agencia Reuters ha informado que los casos de contagios se “han incrementado” en Cuba con más de seis mil infectados diarios.  

La violencia no es la medicina que necesita Cuba. La mejor estrategia sería escuchar las razones de ese alarido y tomar muchas medidas de las que se ha hablado y no se han materializado, y otras que también son necesarias para abrir más la sociedad, para agilizar la economía, para ampliar el espectro de las expresiones sociales y políticas.

-¿Fue la pandemia la crisis que terminó de agobiar a un país precario en términos políticos y económicos?

-Sin duda alguna la pandemia fue un elemento influyente. Después de varios meses de un manejo que permitió controlarla mucho, la presión económica obligó a permitir la entrada de viajeros en la isla, muchos de ellos provenientes de Estados Unidos y que iban a sus casas y… comenzó el ascenso de los contagios hasta llegar de menos de cien por día en el verano pasado a los seis mil que hay ahora. Esta situación obligó a prolongar cierres, restricciones, prohibiciones y provocó, como en muchas partes del mundo, el cansancio de la gente. Pero, además, volvió a reducir el beneficio económico que implicaba la llegada de viajeros a Cuba, incluidos esos cubanos que también traían dólares y, por tanto, complicó aún más las cosas.

-¿Y qué fue lo más complejo que arrastró a la situación que hoy se vive?

-A mi juicio, el mayor agobio vino de la falta de suministros, comida, medicinas, productos para el aseo y el colofón de los apagones. Las colas se mantuvieron, se incrementaron y cada vez había menos productos, incluso en los mercados que venden en divisas, y el gobierno dice que también se debe a efectos del bloqueo, que obligó a sacar de circulación el dólar, al menos temporalmente. Todo eso creó el caldo de cultivo y fueron, como digo en mi artículo, las lluvias que trajeron estos lodos, aunque en mi texto (“Un alarido”) soy un poco más exhaustivo y remito a él para entender mejor de qué estamos hablando.

Sin duda alguna la pandemia fue un elemento influyente. Después de varios meses de un manejo que permitió controlarla mucho, la presión económica obligó a permitir la entrada de viajeros en la isla, muchos de ellos provenientes de Estados Unidos y que iban a sus casas y… comenzó el ascenso de los contagios hasta llegar de menos de cien por día en el verano pasado a los seis mil que hay ahora

-¿Son suficientes las medidas anunciadas por el gobierno de eliminación temporal de las restricciones aduaneras para poder llevar a la isla medicamentos y alimentos?

-Por supuesto que no. La alimentación y el suministro de medicinas de todo un país no se resuelve con tres maletas por viajero, y menos cuando son muy pocos los que viajan. Será un alivio para los que puedan traer esos productos para algunas familias, pero no es la solución del problema. Hacen falta otras medidas económicas, creo que muchas, y de eso han hablado bastante en estos días algunos economistas cubanos.

-¿Cómo ve el futuro de Cuba?

-Predecir el futuro es un ejercicio siempre arriesgado. El 10 de julio no me imaginé el futuro que nos esperaba el día 11, y después del 11 de julio no soy capaz de esbozar un futuro más o menos previsible, aunque ya es diferente del que podía haber imaginado antes de todos estos sucesos. Puede incluso que todo siga igual, aunque ya nada es igual. Puede también que haya voluntad política de abrir espacios sociales y económicos, que se reconozcan y cuiden los derechos a la expresión que tanto se han reclamado en los últimos meses, y hasta que no me estigmaticen por dar algunas entrevistas y decir lo que pienso. Creo, al menos, que hoy la sociedad cubana es un poco más abierta, y el gobierno tiene que lidiar con eso, quiera o no. Y si no quiere, pues no sólo basta con ignorar ese fenómeno, sino que tendrá que reprimirlo incluso en determinados momentos y lugares. No todo se resolverá con cortar las comunicaciones por internet durante casi toda una semana, como ocurrió ahora.

-Usted escribe sobre la historia de Cuba y también retrata el presente como crónicas del tiempo. ¿Qué le producen estas realidades que se están presenciando?

Para mí vivir y escribir en Cuba es una necesidad existencial e incluso física. Yo pertenezco a Cuba y Cuba me pertenece. Yo me alimento de la realidad, de los conflictos, de la lengua cubana. Soy un observador de esa realidad y he sido, o pretendido ser, un cronista de esa realidad a través de mi literatura, mi periodismo, mi ensayística, mi trabajo para el cine. En lo formal y lo legal, yo soy un escritor independiente desde que en 1996 se creó esa figura jurídica: fui el primero en sumarme a ella. Y desde siempre he abogado por mi libertad individual, y la he practicado hasta donde me ha sido posible, asumiendo además mi responsabilidad ciudadana que incluye el respeto a las leyes. No pertenezco a ningún grupo político ni he tenido nunca militancias políticas ni religiosas o fraternales.

-¿Y es un costo en Cuba alcanzar esa independencia?

-Practicar esa libertad ha implicado pagar un precio y uno de los cobros ha sido que en Cuba mi trabajo ha sido silenciado, en ocasiones incluso censurado. Pero no me lamento si ése es el precio de la libertad y la independencia. Fuera de Cuba, mientras tanto, algunos de mis compatriotas me critican porque según ellos debería ser más radical. Pero no creo que haya algo más radical escrito en Cuba que mis novelas. Muchos me piden que haga o diga lo que ellos nunca hicieron ni dijeron, quizás porque no han podido escribir, ni podrán, lo que yo he escrito, y lo he hecho viviendo en Cuba. 

-¿Hay, entonces, cierto optimismo?

-En cierto sentido soy levemente optimista. Es la creencia de que si algo está cambiando en mi país es la voluntad de libre expresión y pensamiento de mucha gente. Basta leer las redes sociales, los pronunciamientos de tanta gente cuya opinión pesa o debería pesar. Creo que es un proceso social que se ha acelerado en los últimos años y que podría ser coartado, incluso reprimido, pero difícilmente erradicado. La sociedad cubana necesita ser pensada y expresada por muchos, y es el derecho de todos tener la posibilidad de pensarla y expresarla dentro de esos límites que siempre he mencionado, los límites de lo que es inadmisible política o éticamente: la agresión a la soberanía del país, la xenofobia, la homofobia, las actitudes fascistas y agresivas que conduzcan, por ejemplo, a la violencia. Lo demás, lo demás puede ser discutido y la realidad demuestra que debe ser discutido.

En lo formal y lo legal, yo soy un escritor independiente desde que en 1996 se creó esa figura jurídica: fui el primero en sumarme a ella. Y desde siempre he abogado por mi libertad individual, y la he practicado hasta donde me ha sido posible, asumiendo además mi responsabilidad ciudadana que incluye el respeto a las leyes. No pertenezco a ningún grupo político ni he tenido nunca militancias políticas ni religiosas o fraternales.

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