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Opinión

15 de Diciembre de 2021

Columna de Agustín Squella: Más escritorio

La imagen muestra a Agustín Squella frente a una movilización aymara Agencia Uno

Tendremos que ajustar nuestro cronograma territorial para hacerlo más funcional al objetivo de la Convención: elaborar, debatir, aprobar y presentar el completo texto de una nueva Constitución. Entonces, tenemos que aceptar este hecho: menos territorio y más escritorio.

Agustín Squella
Agustín Squella
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Tenemos que aceptarlo de una vez: en la Convención Constitucional nos vamos a ver obligados a reducir parte del territorio en favor del escritorio, o sea, a modular el trabajo directo con la base social y regional del país y a acelerar el de redacción, propuesta y debate de normas constitucionales.

Estuvimos en nuestros territorios durante la larga campaña que cada cual hizo para ser elegido convencional, hemos tenido ya tres semanas territoriales en nuestros distritos, y la Convención y sus comisiones han estado moviéndose por el país en una tarea de información y escucha muy provechosa.

Pero justo al término del año, y ya muy próximo a comenzar 2022 y a restar solo 6 meses para que se cumple el plazo de que disponemos para entregar al país la propuesta de texto constitucional, tendremos que ajustar nuestro cronograma territorial para hacerlo más funcional al objetivo de la Convención: elaborar, debatir, aprobar y presentar el completo texto de una nueva Constitución.

Estuvimos en nuestros territorios durante la larga campaña que cada cual hizo para ser elegido convencional, hemos tenido ya tres semanas territoriales en nuestros distritos, y la Convención y sus comisiones han estado moviéndose por el país en una tarea de información y escucha muy provechosa.

Entonces, tenemos que aceptar este hecho: menos territorio y más escritorio.

De las conversaciones con los demás constituyentes uno puede darse cuenta de que todos tienen claro lo que distintos sectores de la sociedad chilena esperan de la nueva Constitución, y eso porque vivimos en la misma sociedad y porque a las salidas territoriales –desde la campaña hasta hoy- se han sumado una buena cantidad de audiencias públicas que han tenido las siete comisiones temáticas en que fue dividido el trabajo. Como debe ser, hemos llenado posiblemente más de un cuaderno con anotaciones fruto de tales audiencias y conseguido ir formándonos nuestras opiniones sobre muchas materias. Audiencias plurales, desde luego, puesto que de lo que se  trata es de escuchar muchas y distintas voces que pudieran ayudarnos a confirmar o a rectificar nuestras propias y personales posiciones.

Cada constituyente tiene convicciones acerca de los temas o asuntos, especialmente aquellos que se tratan en su propia comisión, pero, a la vez, todos nos sabemos falibles y, junto con admitir la posibilidad de estar equivocados, nos abrimos a recibir información teórica y práctica que ignorábamos y que vemos como necesaria antes de formar nuestras opiniones definitivas y disponernos a votar en comisiones y en el pleno. Es muchas veces disponer de nueva y mejor información de la que antes carecíamos lo que nos hace confirmar nuestras posiciones, o bien rectificarlas o matizarlas en alguna medida.

Justo al término del año, y ya muy próximo a comenzar 2022 y a restar solo 6 meses para que se cumple el plazo de que disponemos para entregar al país la propuesta de texto constitucional, tendremos que ajustar nuestro cronograma territorial para hacerlo más funcional al objetivo de la Convención: elaborar, debatir, aprobar y presentar el completo texto de una nueva Constitución.

Tenemos que apurar el tranco. 2022 está justo aquí, en nuestras narices, y su mes de julio lo está en la mitad de ese año. La ciudadanía vería con muy malos ojos que no cumpliéramos nuestro encargo dentro de plazo, y es también altamente improbable que el Congreso Nacional autorizara una extensión del tiempo que nos fue otorgado. No podríamos comportarnos como esas empresas que se hacen cargo de las grandes obras públicas del país y que casi siempre retrasan su entrega, menos aún tratándose de la obra que la Convención tiene en sus manos.

No queda más que privilegiar la reflexión y propuesta de normas constitucionales, entre las cuales se cuentan varios centenares provenientes de iniciativas populares. ¿Cómo si no podríamos atenderlas todas, además de las que están surgiendo de los mismos constituyentes, si no permanecemos sentados con lápiz y papel para apurar los procesos de debate y acuerdo?

No es ansiedad, sino realismo, y es por eso que distintos constituyentes, actuando en conjunto, hemos presentado una propuesta formal de modificación del reglamento de la Convención en materia de semanas territoriales. Hemos empleado ya casi 6 meses del plazo total de 12 de que disponemos, y los 6 de que tenemos por delante irán pasando con la misma velocidad con que lo hicieron los que estamos a punto de dejar atrás.

*Agustín Squella es Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, jurista, periodista y, actualmente, convencional constituyente.

También puedes leer: Columna de Agustín Squella: Quedan seis meses


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