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medioambiente

4 de Mayo de 2022

Comer sustitutos de carne podría salvar los bosques y reducir las emisiones de CO2

Una nueva investigación propone que reemplazar la mitad del consumo de carne roja por proteínas microbianas reduciría en más de un 80% la deforestación y la contaminación por CO2.

Por Deutsche Welle

La sustitución del 20% del consumo de carne de vacuno y de cordero por proteínas que reproducen la textura de la carne podría reducir a la mitad las emisiones de CO2 antes de 2050 y la deforestación provocada por la ganadería, según un estudio publicado por la revista Nature.

Según las proyecciones de crecimiento poblacional y de demanda alimentaria, reemplazar la mitad del consumo de carne roja por proteínas denominadas microbianas, cultivadas en recipientes de acero inoxidable, reduciría en más de 80% la pérdida de árboles y la contaminación por CO2.

“Con un cambio relativamente pequeño en el consumo de carne de rumiantes, las emisiones de gas de efecto invernadero provocadas por la deforestación tropical pueden ser bastante reducidas”, aseguró el coautor del estudio Florian Humpenöder.

“Es una importante contribución para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París para el clima, con beneficios compartidos suplementarios para otros objetivos de durabilidad”, señaló.

El sector agrícola es clave en la reducción de emisiones

Al menos tres informes de referencia sobre el clima han sido publicados por la ONU desde agosto. Estos mostraron de manera alarmante que el objetivo fundamental del texto, o sea limitar el calentamiento planetario a un nivel bien inferior a 2°C, está seriamente amenazado.

El sistema alimentario mundial produce una tercera parte de las emisiones de gas con efecto invernadero, y la producción de carne de res es el principal responsable del sector agrícola.

La industria bovina afecta de dos maneras; por un lado, lleva a la destrucción de los bosques tropicales (que capturan el C02), para dar espacio a pastizales y cultivos (soja, maíz) destinados a alimentar al ganado. Por otro lado, los rumiantes, principalmente por su meteorismo intestinal, son una fuente mayor de metano, gas de efecto invernadero 30 veces más poderoso que el CO2.

Comparación entre el uso de la tierra

Los substitutos de carne microbiana están presentes en los supermercados desde hace décadas, pero ahora que el mundo se esfuerza en hallar soluciones para la crisis climática, este tipo de productos está siendo importante para el futuro de la industria, según las previsiones del mercado.

La carne artificial obtenida por el cultivo de las células microbianas o de hongos sufre un proceso de fermentación, análogo al del vino o la cerveza. Estas células se alimentan de glucosa -proveniente de la caña de azúcar o de la remolacha, por ejemplo- para producir proteínas, lo que significa que la producción requiere tierras cultivadas, pero mucho menos que para la carne roja, según los expertos.

Solo un 20% menos de carne podría ayudar mucho al clima

Suponiendo que los métodos agrícolas y los hábitos de consumo actuales se mantienen en los próximos 30 años, la superficie mundial de pastos aumentaría en cerca de un millón de kilómetros cuadrados. Sin embargo, si el 20% de esta carne es reemplazada por proteínas microbianas, la superficie cultivada estaría por debajo de los niveles actuales. Además, se reduciría la utilización de agua para la agricultura y la emisión de otro gas de efecto invernadero, el protóxido de azote, a través de los abonos.

Beneficios y sabor de la “carne artificial”

Según Hanna Tuomisto, investigadora en la Universidad de Helsinki quien no participó en el estudio, los beneficios de la proteína fabricada a base de microbios o champiñones van más allá del clima o el impacto ambiental: “La microproteína es un substituto ideal para la carne porque es rica en proteínas y contiene todos los aminoácidos esenciales”, afirmó.

Queda por saber si los aficionados a la carne abandonarán sus steaks por una alternativa que tiene más la apariencia de la carne que su sabor. En este caso, solo Florian Humpenöder, uno de los seis coautores del estudio, probó el substituto de carne microbiana y dijo que “le gustó”.

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