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Opinión

17 de Mayo de 2022

Bicameralismo asimétrico: equilibrio al histórico centralismo chileno

Uno de los aspectos que está bajo la lupa es el cambio profundo en la estructura del Congreso. Voces de alarma se alzan ante la innovación que implicaría convertirnos en el primer presidencialismo del mundo con un Poder Legislativo bicameral asimétrico, es decir, dos cámaras (Congreso de Diputadas y Diputados y una Cámara de las Regiones).

Julieta Suárez-Cao
Julieta Suárez-Cao
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La Convención Constitucional entra en su recta final y el borrador de la nueva Constitución ya va tomando forma. La propuesta va a incluir varias innovaciones interesantes y es comprensible que se generen dudas y debates en torno a algunas de ellas. Para entenderlas, es importante tener en cuenta el origen del proceso constituyente, la crisis de confianza profunda en las instituciones vigentes y el mandato de cambio sustantivo que implicó el resultado del plebiscito de entrada y la elección de las y los convencionales.

Uno de los aspectos que está bajo la lupa es el cambio profundo en la estructura del Congreso. Voces de alarma se alzan ante la innovación que implicaría convertirnos en el primer presidencialismo del mundo con un Poder Legislativo bicameral asimétrico, es decir, dos cámaras (Congreso de Diputadas y Diputados y una Cámara de las Regiones).

Pero no sólo el nombre es lo que cambia. Con la nueva Constitución pasaríamos a tener un sistema bicameral, en el que el Congreso de Diputadas y Diputados va a representar proporcionalmente a la población, contando por ende las zonas más pobladas con más representantes que las menos pobladas; y una Cámara de las Regiones, que va a representar a las regiones en tanto regiones, esto es, con el mismo número de representantes por región más allá de su población. A este bicameralismo en el que las cámaras encarnan distintos principios de representación se lo denomina bicameralismo incongruente. Esta diferenciación es crucial, y constituye una mejora sustantiva del sistema actual, que cuenta con dos cámaras espejo, en las que la representación varía por población tanto en la Cámara como en el Senado.

¿Y por qué es una mejora importante? Porque es relevante entender al sistema político conectado con la forma de Estado. La descentralización es probablemente la demanda más clara y transversal en el mandato para la Convención Constitucional. Chile está pasando de ser un Estado unitario centralizado a un Estado Regional descentralizado. Esto implica que las regiones deben contar con el autogobierno necesario para identificar sus propias problemáticas, diseñar sus propias soluciones, y así dejar de ser meras implementadoras de las decisiones que se toman en Santiago.

¿Y por qué es una mejora importante? Porque es relevante entender al sistema político conectado con la forma de Estado. La descentralización es probablemente la demanda más clara y transversal en el mandato para la Convención Constitucional. Chile está pasando de ser un Estado unitario centralizado a un Estado Regional descentralizado”.

Hace poco, una ex seremi de una región en el norte comentaba sobre la imposibilidad de utilizar fondos destinados a parkas para que estudiantes de básica enfrentaran la lluvia, que no necesitaban en su zona, para comprar bloqueador solar que sí necesitaban de manera imperiosa. Estos problemas son solucionables si las regiones tienen autoridad y recursos para definir sus prioridades.

El Estado Regional descentralizado diseñado por la Convención significa que los gobiernos subnacionales contarán con los recursos necesarios para lograr un autogobierno efectivo. Pero, aunque muy importante, no es lo único que requieren. Hay otra dimensión que suele pasar más desapercibida y que es clave para su consolidación a futuro: la posibilidad de que las regiones participen en las decisiones a nivel nacional. Es en este aspecto en que la Cámara de las Regiones adquiere un rol fundamental como contrapeso al centralismo, dando voz nacional a las regiones.

Hay otra dimensión que suele pasar más desapercibida y que es clave para su consolidación a futuro: la posibilidad de que las regiones participen en las decisiones a nivel nacional. Es en este aspecto en que la Cámara de las Regiones adquiere un rol fundamental como contrapeso al centralismo, dando voz nacional a las regiones”.

Estas nuevas cámaras a conformar siguiendo principios distintos de representación van a tener también diferencias de poder en la decisión de las leyes. Actualmente, se necesita que tanto la Cámara de Diputadas y Diputados como el Senado aprueben los proyectos para que puedan convertirse en leyes, situación que muchas veces significa demoras injustificadas y/o la caída de iniciativas. La nueva Constitución propone cambiar también este aspecto y pasar a un tipo asimétrico, en el que la Cámara de las Regiones vea aspectos de política pública relevantes a las mismas y en particular (como ejercer poder en designaciones), mientras el Congreso de Diputadas y Diputados se concentra en la legislación en general.

Al contrario, dar a ambas cámaras las mismas prerrogativas daría un poder de veto muy alto a regiones que no se equiparan a provincias o estados en un sistema federal, donde las unidades constitutivas se dan sus propias constituciones sin intervención de los poderes nacionales. Un bicameralismo simétrico en estas condiciones podría licuar la voluntad popular en un país tan heterogéneamente poblado como el nuestro. Por esto, es importante y deseable que el nuevo bicameralismo sea asimétrico, dándole a la población la última (pero no la única) palabra.

En suma, si bien la propuesta de nueva Constitución mantiene dos cámaras en su propuesta, cumple con el mandato de introducir cambios sustantivos al sistema vigente. La propuesta de cambio de la estructura del Poder Legislativo devuelve poder a las regiones y apoya el proceso de lograr un Estado Regional sin avasallar la voluntad ciudadana, generando un equilibrio al histórico centralismo chileno. 

*Julieta Suárez-Cao, @jujuchi, es profesora de Ciencia Política en la UC y miembro de la Red de Politólogas.

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