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Opinión

21 de Junio de 2022

El Día del Orgullo y quiénes pueden celebrar

Claudio Barrientos habla sobre el día del orgullo

Nuestros avances en la obtención de derechos LGBTQIA+ son limitados si no van acompañados de políticas que ayuden a mirar a las disidencias sexuales desde un amplio espectro de identidades y expresiones de género.

Claudio Barrientos
Claudio Barrientos
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El 28 de junio se conmemora el Día del Orgullo LGBTQIA+ en todo el mundo. En Chile, las organizaciones que representan los intereses y demandas de las disidencias sexuales tienen mucho que celebrar. En los últimos se ha avanzado en la obtención de derechos como la identidad de género y el matrimonio igualitario. Pero ¿cómo ciertos grupos de la sociedad chilena están interpretando este nuevo momento histórico y qué nuevos tipos de ciudadanías acceden a la soberanía de sus identidades y sus cuerpos?; ¿estamos frente a un nuevo proceso de normativización de las disidencias sexuales, en las que algunes tipos de disidencias quedan excluides de este nuevo espectro de derechos?

Apenas entró en vigor la Ley de Matrimonio Igualitario  el 10 de marzo pasado, los medios se agolparon a reportear la primera pareja homosexual con hora reservada en el Registro Civil para celebrar este nuevo matrimonio que no solo permite a personas del mismo sexo casarse sino que además reconoce la filiación de sus hijos, permitiendo la existencia legal de nuevos tipos de familia. Independiente de lo importante y simbólico que fue ver una pareja homosexual y una familia homoparental legalizar su situación conyugal y acceder a derechos y los beneficios sociales  que derivan de estos, también es interesante cuestionar cómo los medios chilenos, instalaron un nuevo modelo de pareja y familia en el centro del ejercicio del derecho al matrimonio igualitario, normativizando el tipo de nuevos ciudadanos llamados a esta nueva forma de inclusión legal. 

¿Cómo ciertos grupos de la sociedad chilena están interpretando este nuevo momento histórico y qué nuevos tipos de ciudadanías acceden a la soberanía de sus identidades y sus cuerpos?; ¿estamos frente a un nuevo proceso de normativización de las disidencias sexuales, en las que algunes tipos de disidencias quedan excluides de este nuevo espectro de derechos?

A fines de marzo de este año un mural en el parque San Borja donde murió Daniel Zamudio, representaba de manera gráfica, sin censura, ni sutilezas el sexo homosexual, era una intervención en un espacio simbólico, cargado de significados de violencia y odio contra las disidencias sexuales. Las nuevas autoridades de gobierno no dudaron en censurarlo y denostarlo. Mujeres cis que son parte de los nuevos liderazgos del gobierno y la sociedad civil, como la alcaldesa de Santiago, no dudaron en reaccionar para horrorizarse e invisibilizar disidencias no conformes con los binarismos de género y la higiene estética con que se representan las disidencias en este nuevo escenario de derechos LBGTQIA+.

Estos ejemplos nos dicen que nuestros avances en la obtención de derechos LGBTQIA+ son limitados si no van acompañados de políticas que ayuden a mirar a las disidencias sexuales desde un amplio espectro de identidades y expresiones de género, que si vamos a dar reconocimiento a las disidencias, no podemos censurarlas y erradicarlas del espacio público, menos aún podemos construir sujetos ideales en torno a categorías de clase y privilegio, como los únicos y deseables beneficiarios de los nuevos marcos legales de derechos sexuales y de género que están instalándose en nuestra sociedad. El orgullo no es para todes.

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