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Opinión

4 de Julio de 2022

La decisión más importante de la historia

Claudio Fuentes frente al borrador de nueva constitución Agencia UNO

La diferencia entre la propuesta y el texto actual es muy significativo. Se trata de miradas sustancialmente distintas respecto del modo en que se desea organizar la convivencia democrática.

Claudio Fuentes
Claudio Fuentes
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El 4 de septiembre seremos convocados a tomar la decisión más trascendente de nuestra generación. Se trata de una decisión particularmente excepcional dado que, desde 1810, es la primera vez que la ciudadanía es convocada en tres ocasiones: para decidir si quería una nueva Constitución, decidir quiénes la escribirían, y ahora decidir sobre la aprobación de un texto que acaba de proponerse.

Lo que está en juego son dos modelos de convivencia social. A riesgo de simplificarlo, el texto propuesto sugiere tres pilares para organizar la convivencia democrática: la protección de los derechos sociales, la aceptación de la diversidad, y el cuidado de la naturaleza. 

Se trata de una Constitución social que establece un conjunto de derechos mínimos o básicos, pero que además le indica al Estado la responsabilidad que tiene en organizar un sistema de protecciones de tales derechos. Se establecen instituciones (defensorías) para cautelar que tales derechos se protejan. 

Es un texto que reconoce a Chile en todas sus diversidades: territorial (Estado Regional), socio-histórica (Estado plurinacional) y política (la democracia participativa).

Es un texto que pasa de una visión antropocéntrica (donde nosotros los humanos somos el centro de atención) a una ecocéntrica, en la que el desarrollo implica una atención particular a  los bienes comunes naturales. 

El actual paradigma constitucional es diferente. Se trata de un modelo de convivencia que pone énfasis en la solución privada de los derechos sociales básicos, que reconoce muy parcialmente la diversidad política y social, que no incorpora mecanismos de participación ciudadana y que no aborda de modo sustantivo la protección de la naturaleza. 

Se trata de una Constitución social que establece un conjunto de derechos mínimos o básicos, pero que además le indica al Estado la responsabilidad que tiene en organizar un sistema de protecciones de tales derechos. Se establecen instituciones (defensorías) para cautelar que tales derechos se protejan. 

Así, la diferencia entre la propuesta y el texto actual es muy significativo. Se trata de miradas sustancialmente distintas respecto del modo en que se desea organizar la convivencia democrática. Por ejemplo, en la propuesta que se someterá a plebiscito el agua se transforma en un bien común y un derecho humano vital por lo que el Estado regulará su uso. En el marco jurídico actual se establece un énfasis particular en los derechos de propiedad de tales derechos de uso. 

¿Expresa la propuesta las reivindicaciones de la sociedad? Sin duda. Si hay algo de lo que se hace cargo esta propuesta son las demandas sociales recientes en materia de pensiones, salud, educación y por sobre todo los reiterados abusos de poder del sector privado en años recientes. Sobre esto último la propuesta aborda el tema de las colusiones, fortalece el servicio de consumidores, y entrega mayores herramientas para que el Ministerio Público investigue faltas a la propiedad. 

Pero la propuesta refleja también demandas que se extienden por décadas, sino siglos, del Chile Republicano. La consagración de una democracia paritaria, de un Estado Regional o del Estado plurinacional responde a tensiones socio-históricas de muy largo plazo. Así, la propuesta que se someterá a plebiscito nos coloca frente a una encrucijada histórica en un doble sentido: respecto de nuestro pasado, porque los temas que se abordan provienen de conflictos heredados por décadas; y respecto del futuro, porque el eventual cambio constitucional impactará de modo notable en las futuras generaciones.

No encontramos frente a una de esas coyunturas críticas que son inusuales en la vida social de los estados. Por primera vez hemos debatido abiertamente cuestiones asociadas a derechos, deberes, y respecto de la organización del poder. El debate constituyente nos dio la oportunidad única de cuestionarnos quiénes somos y cómo deseamos convivir. Nos brindó la oportunidad de preguntarnos sobre cómo debiesen organizarse las relaciones de poder en la sociedad: cuánto poder debe tener la ciudadanía, los municipios, las regiones, las autoridades electas, los pueblos indígenas, los hombres, las mujeres. 

Es un texto que pasa de una visión antropocéntrica (donde nosotros los humanos somos el centro de atención) a una ecocéntrica, en la que el desarrollo implica una atención particular a  los bienes comunes naturales. 

Si triunfa el Apruebo se inaugurá un nuevo ciclo de transformaciones políticas y sociales bajo las premisas referenciadas (derechos sociales, diversidad, bienes comunes). Si triunfa el Rechazo, nos mantendremos anclados en el paradigma vigente. 

El dilema del 4 de septiembre próximo se refiere al modo en que deseamos estructurar la vida en común. Y lo particular de este momento es que tomar uno u otro camino dependerá no ya de una decena de caballeros, sino de la definición que tomen poco más de 15 millones de ciudadanos(as).

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