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27 de Octubre de 2022

“Becoming that girl”: Los efectos de la positividad tóxica en las jóvenes, de la mano de una zillenial

Becoming-that-girl Patricio Vera

Despertar a las cinco de la mañana, cumplir con una rutina, tratar de ser la mejor versión de sí misma. La tendencia de “becoming that girl” o “convertirse en esa chica”, en sus diferentes variantes, cuenta con más de 7 mil millones de visualizaciones en Tik Tok, por lo que se le considera un éxito. Sin embargo, los expertos miran con recelo estos videos, apuntando a la “positividad tóxica” y los negativos efectos que pueden tener estas tendencias en las adolescentes y jóvenes adultas. Aquí, tratamos de vivir la experiencia de las “that girl” un par de días, mientras conversamos con expertos sobre este fenómeno en la juventud.

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Lunes. 05:30 horas. Santiago, Chile. Cuando suena el despertador, mis ojos se abren lentamente, aunque me despierto rápido. Todo sigue oscuro y mi gato se queja cuando me muevo. No es mi hora normal para despertar, ni por asomo, pero es a la hora en la que “esas chicas” de Tik Tok se levantan. Y, como quiero ser una “that girl” por unos días, tengo que seguir esas prácticas.

Voy al baño, me lavo los dientes, me pongo ropa deportiva. Bebo un vaso grande de agua. Mi gato me mira desde la cama, sin entender qué está pasando. Camino al living y me subo a la elíptica, mientras me pongo un podcast de educación financiera. Eso hacen las adolescentes de la red social, así que hago lo mismo. Eso sí, a mis 27 años no tengo la misma energía que ellas.

A las seis y media me meto a la ducha, me visto, me peino, me seco el pelo y hago mi rutina de skin care. Le agrego pasos, porque es lo que hacen “esas chicas”. Una anormalidad, porque mi hábito es bañarme en la noche. Ah, y ordeno mi pieza, porque las “that girl” no pueden tener sus espacios desordenados. Una costumbre que me convendría mantener después de esta experiencia.

Me hago un smoothie de mango y arándanos, y me siento en mi escritorio a eso de las siete y media a escribir unas “morning pages”. Aplico el journaling, que le dicen las “that girl”, aunque es muy temprano para escribir cosas con sentido. Tras unos 15 minutos me maquillo -algo natural, no vaya a parecer que me esforcé-, me pongo mis joyas y tomo mis cosas. Reviso bien antes de salir que no se me quede nada y que todo en mí esté en orden.

Salgo de mi casa como a las ocho con 20 minutos, me subo a la micro y voy camino a mi trabajo. Al llegar, unos 10 minutos antes de mi horario laboral, me preparo un café de máquina. Bien cargado y con leche, porque ya están surgiendo los primeros índices de sueño. Finalmente, a las nueve de la mañana doy inicio a mi jornada, terminando mi rutina de mañana como “esa chica”.

@mari_crj

El desafío de @thecliniccl era tratar de ser una #thatgirl y, por lo menos, se intentó. #5amclub #morningroutine #productivity #becomingthatgirl

♬ Aesthetic – Tollan Kim

N. de la R.: Esta autora sólo lleva unos meses en Tik Tok y, claramente, no tiene aún las habilidades de edición necesarias para ser una “that girl”.

¿That girl?

“Becoming that girl” o “Convertirse en esa chica” es una tendencia que surgió en redes sociales durante la pandemia. La idea engloba no sólo la idea de convertirse en la mejor versión de una misma, sino que también una estética específica y un estilo de vida.

Una “that girl” no sólo es saludable, si no que también tiene lo último en tecnología, es organizada, se preocupa de su salud mental y es fanática de la limpieza. Para “esas chicas” la vida comienza muy temprano, para intentar aprovechar lo máximo del día. Su agenda no sólo es bonita, sino que también está organizada, y aunque su ropa tiende a ser simple y de colores lisos, de lejos se nota que es de marca. 

https://www.tiktok.com/@virgohabits/video/7154075796997442858

Con las restricciones, la vida durante la crisis sanitaria a nivel mundial se hizo principalmente puertas adentro. Sin tener que salir de sus hogares y con un horario que mayoritariamente manejaban ellas, muchas se unieron a la tendencia. Sin embargo, el proceso de reapertura puso en aprietos el proceso de dichas “that girl”, obligándolas a salir a sus universidades y/o oficinas.

A pesar de ello, sigue siendo un estilo de vida que triunfa en redes. En Tik Tok el #thatgirl tiene 7,2 mil millones de visualizaciones, mientras que en Instagram cuenta con más de 860 mil publicaciones. En la red social china, además, existe el #becomingthatgirl, que cuenta con casi 196 millones de visualizaciones.

¿Los hombres? O no engancharon con la tendencia o nunca estuvo enfocada en ellos. El #thatboy sólo cuenta con 63.3 millones de visualizaciones en Tik Tok, y sus videos no están, en su gran mayoría, relacionados a la tendencia que tienen sus pares femeninos.

El peak de las “that girl” fue en 2021, en plena pandemia, como un intento de aprovechar las cuarentenas como un período de glow up. Con las clases online y el teletrabajo, las adolescentes y jóvenes intentaron “convertirse en la mejor versión de sí mismas”.

https://www.tiktok.com/@everpeachy/video/7050769274901761286

Pasos para convertirse en “esa chica”, consejos para saber qué comprar para coincidir en la estética e, incluso, productos que puedes adquirir sin salirte del presupuesto. Una serie de videos que incluyen estos hashtags dan consejos para que todas puedan acceder a ser “that girl”.

Sin embargo, los expertos coinciden en que, a pesar de que pueden parecer hábitos saludables, no lo son. De acuerdo con El País, incluso estas tendencias se pueden considerar como parte del denominado “porno de la productividad”. Otros, como la psicóloga y activista Nerea de Ugarte, las definen como parte de la “positividad tóxica”.

Cuando ser positivo puede ser negativo

Nerea de Ugarte creó en 2017 el colectivo social La Rebelión del Cuerpo y acaba de publicar su nuevo libro, “La dictadura del amor propio” (Penguin Random House, 2022). En él, la activista revisa este concepto de la “positividad tóxica”, un fenómeno que está afectando a toda la sociedad al poner sobre sus hombros la completa responsabilidad de su felicidad.

Y, como siempre, es el género femenino quienes se ven más afectadas por esta idea de mantenerse positivas siempre. “En el fondo, estos mensajes lo que hacen es mostrarle a esas niñas o a esas adolescentes que la responsabilidad de todos los procesos personales que ellas viven están en ellas”, dice De Ugarte.

@virgohabits

new day, new opportunity. #5amclub #morningroutine #productivity #thatgirl ib:@vanessatiiu

♬ y did dis blow up – aotishiko

De esta manera, “hay una especie de abducción de que las niñas y adolescentes habitan un contexto sociocultural que determina mucho de sus formas de vivir. Por lo tanto, no es que dependa de ellas todo, sino que depende de varios más factores que solamente el ‘voluntarismo psicológico’”.

Es decir, esta idea de que hacer siempre un esfuerzo “para ser mejores” y “más productivas” no necesariamente implica que lo serán. Ni dependerá completamente de ellas, como dice la psicóloga y académica UDP, Alejandra Rossi. “Vivir como una influencer es imposible, ni siquiera ellos pueden vivir de esa forma. Entonces puede dar la idea de que el bienestar depende exclusivamente de valores personales. Y eso es absolutamente falso y dañino”, explica.

La exigencia de vivir vidas perfectas, dice Nerea de Ugarte, simplemente es un desgaste constante. “Más allá de todas las existencias que ya existen en término de los estereotipos y de los roles y expectativas de género que ya existen, más encima hoy día dependen de ti todas las cosas de tu vida. Sumando las exigencias y estas presiones sociales, van llevando a una sensación de abrumación, de presión existente, y obvio que eso desencadena en distintos tipos de sintomatología o de cuadros clínicos”, recalca.

De hecho, de acuerdo con un estudio de la académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Alejandra Espinosa, los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) aumentaron en un 30% sólo durante el período de pandemia. La necesidad de acercarse a los cuerpos perfectos parece ser una nueva constante de las redes sociales.

Asimismo, el foco de la mayoría de estos videos es vender la idea de una vida perfecta, según la activista. “El cuestionamiento permanente lo es todo, preguntarse a quién le sirve que estas vidas perfectas se muestren: siempre te están vendiendo algo, y como lo están haciendo, lo que te están mostrando nunca es genuino”, explica.

De acuerdo con Emilio Torres, sociólogo y académico de la Universidad Central, este fenómeno también está impactado por la pérdida de influencia de las instituciones tradicionales, que definían los valores de la sociedad.

“Los jóvenes están mucho más afectados por ese proceso solitario en el cual construyen su imagen frente a la red, con inmediaciones sociales que antes eran estas instituciones clásicas. No es de extrañar que vuelquen gran parte de su esfuerzo diario en, más bien, vivir y construir una imagen a la cual quedan atados”, sostiene.

El segundo día como “that girl”

El segundo día de esta experiencia personal fue más difícil. A pesar de que me acosté antes de las diez de la noche del lunes, que a las 22:30 horas tenía todo apagado y que no me sentía demasiado cansada, el martes apagué las primeras alarmas. Primer fallo como una “that girl”.

Sin mucho ánimo salí de la cama, esta vez con mi gato a la cola. Parece que entendió que hubo un cambio de rutina en la casa. Me lavo rápido los dientes y me pongo ropa deportiva. Busco un video de yoga para principiantes de 20 minutos en Youtube, no tengo mucho tiempo -ni ánimo, si soy sincera- para hacer más ejercicio. Apagar la alarma más temprano trastocó todos mis planes milimétricos para esta mañana.

Después de seguir la rutina de una española rubia, me meto directo a la ducha para bañarme. Pero hay un problema, el agua no se calienta. Hay poca presión de agua. Voy a la cocina, hago un par de maromas y el calefont se prende. Me meto a bañar rápido, con miedo de que se apague y me muera de frío. Me estoy terminando de quitar el shampoo cuando el agua helada me hace saltar.

Cierro y abro el agua caliente, con la esperanza de que el calefont sí se prenda esta vez. No pasa, y después de unos dos minutos tengo que salir mojada y entumecida a la cocina a jugar de nuevo con las llaves para que el calefont encienda. Termino de bañarme congelada, atrasada y frustrada. En los videos, “esas chicas” no muestran estos problemas cotidianos.

Salgo, me visto, me seco el pelo, me peino. El skin care me lo hago con los pasos justos, nada de cosas extras. Como sigo con sueño, ando más torpe de lo normal, así que me demoro un poco más. Un par de minutos más de atraso. Eso sí, me preocupo de ir ordenando mientras hago las cosas, a ver si se me pega la maña.

Me hago el mismo smoothie que el día anterior -aprovechando la fruta lista-, pero hoy no escribo. No tengo cabeza ni tiempo para hacer journaling. Apenas termino mi desayuno me voy al baño y me maquillo. Repito el look del día anterior, pero no aplico corrector. Las ojeras que tengo ya no se tapan con nada, básicamente.

Me pongo mis anillos y vuelo a tomar mis cosas. Con esfuerzo reduje mi atraso, aunque salgo a las ocho de la mañana con 25 minutos, suficiente tiempo para que la micro que suelo tomar ya haya pasado. Tengo que esperar que pase la siguiente.

Llego dos minutos pasadas las nueve de la mañana, directo a hacerme un café. Hoy el sueño arrecia, pero todavía queda la jornada completa de trabajo. Para la hora de almuerzo ya he tomado dos cafés y debo comprarme una energética para seguir siendo una adulta funcional. Definitivamente a esta búho no le acomoda la vida de una “that girl”.

Crecer con redes sociales, el fenómeno de la generación Z

La demografía de las denominadas “generaciones” no es estática. Para la mayoría de los expertos, eso sí, suelen señalar que la generación Z corresponde a aquellos nacidos desde mediados de 1990 y mediados de la década de los 2000. Con los millennials pasa algo parecido: se les define como los nacidos entre los primeros años de la década de los 80 y mediados de 1990.

Esta autora, sin embargo, queda justo en el medio de ambas generaciones. Nacida en 1995, asumo que tengo características de ambas generaciones. Y, para algunos investigadores, incluso soy parte de una micro-generación: los zillenials.

Con Facebook desde los 13 años, mi infancia la viví lejos de las redes sociales, pero mi adolescencia estuvo marcada por ellas. Y, de hecho, llego relativamente tarde para vivir esta tendencia de las “that girl”, enfocada principalmente en escolares y estudiantes universitarias.

https://www.tiktok.com/@emmagodfreyy_/video/7047273116887715078

La generación Z ha estado mucho más expuesta a estos fenómenos sociológicos que son las comunidades virtuales. En palabras de Rossi, “ellos crecieron viéndose, no por opción propia, en redes sociales. Entonces es parte como del referente, es parte de lo normal. Ahora, que sea normal no quiere decir que sea bueno”.

Una de las críticas que se hace del uso excesivo de las redes sociales por parte de los adolescentes es que no logran despegarse de ellas. Como Daniel Halpern,  académico UC y director de Tren Digital, ya comentó hace un tiempo a The Clinic, el sistema de estas redes sociales “ofrece lo que se conoce como ‘autoplay’. (…) El usuario deja de ser activo y se sienta a ver lo que la red social le ofrece. Y por eso, como son mucho más interactivas que otros medios, pueden pasar horas y horas y horas sin darse cuenta”. 

Además, debido a que hoy todas las aplicaciones están “dentro” de los dispositivos móviles, la línea entre lo privado y lo público está muy difuminada. De hecho, la vida hoy es completamente paralela entre lo virtual y lo real, de acuerdo a los expertos.

“Es algo nuevo, probablemente como humanidad, porque siempre hemos tenido la esfera privada. Lo que puede pasar, en el fondo, es que el cómo uno se construye como persona está a la merced de muchas más voces. Es muy difícil saber cómo esa construcción de identidad se va a ver en 15 años más. Pero, claramente, la línea entre lo público y lo privado para muchos de ellos va a estar más difusa”, dice la psicóloga de la UDP.

Las marcas y las vidas perfectas

Este fenómeno de las “that girl” no es un hecho aislado. Muchas tendencias tratan de vender productos o experiencias para conseguir las vidas de ensueño que las influencers muestran.

De hecho, hasta las marcas están comenzando a fijarse en el potencial de esta red social para promocionar sus productos. Las agencias de marketing están priorizando el contenido en esta red social por sobre las campañas en otras comunidades digitales.

El aumento de uso de esta red social y de algunas similares, como Instagram, no es algo actual. En palabras del sociólogo Emilio Torres, “la pandemia, evidentemente, exacerbó y aceleró tendencias que ya venían dándose con anterioridad, incluso desde hace 20 años. El desarrollo no es algo espontáneo. Es parte de una corriente de largo plazo y alcance global”.

Sin embargo, también estas redes sociales han ido conformando una serie de nuevas características que la sociedad debe cumplir, conformando además un nuevo factor esencial para la construcción de identidad. Sobre todo, para las adolescentes.

https://www.tiktok.com/@virgohabits/video/7001225261362531589

“Se ha establecido un proceso de individuación creciente. No es la ideología individualista, sino que es un proceso donde yo me vuelco hacia mí mismo y me construyo mucho más independientemente de estas estructuras”, dice el experto. Y agrega que “es un proceso relativamente nuevo en la historia humana y viene de la mano de las nuevas tecnologías, que han potenciado el fenómeno”.

Torres explica que siempre la presentación de un individuo se mueve entre lo público y lo privado. “Entonces se da una lógica dramatúrgica: entre más público externo hay, mi imagen podría ser más artificiosa, porque menos controles directos tengo. Siempre en esa presentación hay una fachada. Es un medio personal que yo construyo frente a otros. Eso siempre ha sido así, siempre se ha dado. Pero, en el marco de este tipo de medios, se exacerba”.

E, insiste, está afectando a la juventud en términos que no podemos dimensionar aún. El trabajo de creación de identidad, desde su postura, “está exacerbado, exagerado, los niños no duermen por maquillarse, vestirse, aparecer de cierta manera, hacer ejercicio, rendir. Ser perfectos, digamos. De hecho, yo presento una imagen, pero no significa que la audiencia me la va a aceptar de buenas a primeras”.

Para Nerea de Ugarte, lo esencial es enfrentar estas tendencias, como la de las “that girl”, es cuestionarlas constantemente. “En el fondo, es necesario que puedan pararse frente a estas vidas perfectas y cuerpos hegemónicos, y ver cuánto de esto es real. Cuánto de estas vidas perfectas es posible en la cultura que habitamos”.

E insiste en tener siempre una mirada feminista de las exigencias que se ponen sobre los hombros de las niñas y adolescentes. La idea, en sus palabras, es observar siempre “desde la perspectiva de la conciencia de los anteojos violeta para entender que en estas situaciones no existe esa perfección que están mostrando y que a ellas les pagan por mostrar esa perfección”.

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