Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Entrevistas

29 de Abril de 2023

Hernán Rivera Letelier: “Ya no soy el escritor más rápido del oeste”

Fotos: Juan Farías

Casi no sale de su casa en Antofagasta ni está al tanto de las noticias. Incluso dejó de leer, salvo a sus maestros del Boom. El Premio Nacional de Literatura y uno de los autores que más vende en Chile cumplirá 73 años y dice que trabaja contra el tiempo. En 2019 sobrevivió a dos infartos y combate a diario con su escritura el avance del Parkinson que padece desde hace una década. “Escribo menos, más lento (...) así y todo, tengo novelas para mucho tiempo más”, revela. En julio publicará el libro "La vida oculta de un escritor (La verdad sobre mis novelas)" y, además, está creando su primera ópera.

Por

“Santiago es una ciudad histérica”, dice Hernán Rivera Letelier, abriéndose paso lentamente entre la gente que camina por Avenida Nueva Providencia.

Un taxi lo trajo directo desde el Hotel San Francisco, lugar donde se aloja desde hace 25 años. Es sábado, al borde de las 5 de la tarde, y el autor conocido como el narrador de la pampa y Premio Nacional de Literatura 2022 está a punto de salir a firmar libros en una concurrida feria organizada por el grupo editorial Penguin, en el marco del Mes del Libro.

Sus lectores –desde adolescentes y jóvenes, hasta adultos mayores–, que a esa hora hacen una extensa fila con algunas de sus más de veinte novelas bajo el brazo, lo ven pasar a lo lejos con su habitual chaqueta de cuero, lentes oscuros y la actitud de un Rolling Stones. Lo saludan, lo capturan con sus teléfonos, transmiten en vivo. Rivera Letelier firmará sus libros y posará para selfies durante casi dos horas. Sabe que puede hacerse esperar un poco.

Dar entrevistas no estaba entre los planes del exminero y escritor nacido en Talca, en 1950. No, al menos, desde fines de octubre del año pasado, cuando dijo en televisión que esa iba a ser su última aparición en pantalla y que tampoco daría más entrevistas en radio.

En los últimos años, Rivera Letelier se ha dedicado a ahuyentar toda clase de ruidos, a bajar revoluciones y a cuidar de su salud. Fundamentalmente, tras sufrir dos infartos en agosto de 2019, uno a bordo de un avión rumbo a La Habana, y otro mientras estuvo hospitalizado un mes, también en la capital cubana. Allí, también, lo operaron además del Parkinson que le diagnosticaron en 2013.

Testigo privilegiado del Norte Grande desde hace más de seis décadas, y creador de un realismo mágico poblado de personajes errantes y fantasmas de la pampa, el autor cumplirá 73 años en julio próximo. Sus arrugas no son arrugas –dice– sino “la cartografía del desierto”.

No pierde humor ni chispa: “Irónico cumplir esta edad el mismo año en que se cumple medio siglo desde el golpe de 1973. Son 50 años que por supuesto pesan mucho todavía, y que van a seguir pesando. Al igual que los 50 años que voy a cumplir de casado, pucha que pesan. Voy a cobrar el bono de las bodas de oro y me separo”, bromea.

Casi no sale de su casa en Antofagasta, no enciende la televisión ni escucha, como antes, las noticias en la radio. Evadir el ruido externo cuanto más pueda –así sea la transmisión en vivo del éxodo de personas venezolanas irregulares en el país de los matinales, o el anuncio y las diversas reacciones ante la Estrategia Nacional del Litio del Presidente Gabriel Boric– le permite trabajar al ritmo que le exige ser uno de los autores chilenos que más libros vende en el país. Está recluido en su escritura, cuenta, intentando componer una obra maestra y, al mismo tiempo, haciéndole frente al avance de su enfermedad como mejor sabe.

“Vivo encerrado. Ni siquiera leo cosas nuevas. Estoy releyendo no más a mis maestros, los del Boom Latinoamericano. Me regalan y me mandan libros de la editorial y ahí los tengo, todos cerrados. Pensé que eso me pasaba a mí no más, pero he leído que les pasa a otros escritores cuando envejecen. Esto de llegar a viejo, como que te lo leíste todo ya, ¿entiendes? No necesito más que volver a los mismos que me enseñaron a escribir para seguir escribiendo”, señala.

–En tus últimas entrevistas deslizaste una suerte de retiro público. Ha pasado el tiempo, ¿cambiaste de opinión o lo sostienes?

–Bueno, desaparecí un rato de ahí, y no daré más entrevistas en tele ni en radio. Con ustedes, la prensa escrita, no tengo ni un problema, por ahora. El Parkinson ya está muy avanzado y mejor que no me vean, digo yo. Por vanidad no más; cada vez más viejo y temblón, no quiero mostrarme así. La enfermedad no es controlable, avanza progresivamente y violentamente. Lo que se hace con las pastillas es retardarla un poquito, pero de que avanza, avanza igual.

–¿Ha afectado tu trabajo y el ritmo de escritura?

–Claro que sí. Ya no soy el escritor más rápido del oeste. Antes, podía escribir doce horas al día, varias páginas, sin parar más que pa’ comer. Ahora todo es más lento. Escribo menos, más lento, siempre solo y en el computador. En este trabajo no se puede pedir ayuda tampoco. Me decían: por qué no te compras uno de esos programas que le dictas al computador y se escribe solo. Tampoco pude, no me sirve. A mí al menos no me resulta escribir de esa forma. Es imposible jugar con la estructura, por ejemplo. Así y todo, tengo novelas para mucho tiempo más.

En julio próximo, el autor retornará a librerías con La vida oculta de un escritor (La verdad sobre mis novelas), un nuevo libro que saldrá por Alfaguara y que aún no sabe muy bien cómo definir. Se desprende, explica, de un ejercicio literario similar al de su libro Epifanía en el desierto (2020), en el que incursionó en el género de la crónica y las memorias de su propio oficio como escritor.

–No sé si es novela, ensayo o crónica. No tengo la puta idea de qué es, pero de que quedó bien, quedó bien. Es una investigación sobre mis propios personajes: ¿Están vivos, muertos?, ¿dónde están, o cómo fue que murieron? El personaje principal se conoce como El autor, que soy yo. Quiero saber en qué están mis personajes, y contrato al Tira Gutiérrez y a la hermana Tegualda, otros dos personajes míos. Converso con ellos e investigan qué pasó con la Reina Isabel, con el Fantasista, con todos. Me nació de no sé dónde escribir este libro, y mientras lo escribía no sabía bien qué era ni hacia dónde iba. Lo escribí siguiendo pistas.

“Todo el tiempo los lectores hemos sido minoría”, dice Hernán Rivera Letelier.

“Si yo no vendiera tantos libros, sería un escritor de culto”

El escritor recuerda perfectamente la fecha: jueves 8 de septiembre de 2022.

Muy temprano, ese día, Hernán Rivera Letelier recibió el llamado telefónico de la exministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Julieta Brodsky, para informarle que acababa de ganar el Premio Nacional de Literatura. No alcanzó a saborear la emoción cuando a los pocos minutos se supo de la muerte de la Reina Isabel II. Una ironía cruel que traspasa la ficción, analiza ahora el autor, cuya primera novela, La reina Isabel cantaba rancheras (1994), fue la que lo puso en el mapa de la literatura chilena y es, hasta hoy, su título más leído.

–¿Increíble, no? Es como si ella hubiera esperado a que me dieran el Premio Nacional después de 30 años pa’ irse. Lo pensé en ese momento, comenta el autor. 

–Cuando recibiste el Premio Nacional, hubo críticas similares a las que hubo cuando se lo ganó Isabel Allende, con ataques a su obra por ser comercial. ¿Aplicó el mismo criterio contigo del castigo a la masividad de tu obra?

–Así debe ser. Los que no me quieren, me cuestionan. Si yo no vendiera, probablemente me hubiera convertido en un escritor de culto. Dirían: ‘Miren el pampino, cómo escribe; no vende nada, pero pucha que escribe bien el huevón’. Pero, como vendo mucho, escribo mal, dicen ellos. En el discurso que di cuando recibí el Premio Nacional, dije que no escribo para la historia de los sofisticados. Y los que están en contra de mi escritura son los sofisticados.

–Has sentido entonces que el foco de la crítica eres tú y no tus libros.

–Generalmente pasa eso. Una vez, una mina me trató de pedófilo, cuando escribí El escritor de epitafios. El personaje se enamora de una diabla de 16 años, entonces la crítica en cuestión pensó que el autor, que soy yo, había vivido todo lo que se cuenta allí. Eso es no entender el trabajo de un escritor.

–El libro que publicarás en julio, ¿tiene que ver con aclarar asuntos como ese?

–No, yo no tengo nada que aclararle nada a nadie. El público sabe. Ellos me dicen: “Oiga, no escuche las críticas”. Este libro va a ser un placer para los lectores y van a conocer mejor a mis personajes. Además, va a instar a los que no me leen, a que me lean.

–Las encuestas de consumo cultural dicen que se lee y que se venden cada vez menos libros en Chile. ¿Lo has visto reflejado en tus propias ventas?

–Eso es mentira. Todo el tiempo los lectores hemos sido la minoría, y hoy por hoy esa minoría es más bien una mayoría que está leyendo mucho. Lo que sucede es que la mayor parte está leyendo pura basura de internet, pero sobreviven afortunadamente los lectores de libros. Yo nunca había visto niños de dos años con tomos así de gruesos de Harry Potter, por ejemplo, y ahora sí. Hay niños que leen desde muy pequeños y se devoran sendos libracos. Entonces, sí se lee, pero quizás no lo que se debería leer. Yo no me quejo: a mí le leen los cabros chicos en las escuelas, los adultos, los ancianos, me leen mujeres, hombres, pobres, pensionados.

“No me afecta mucho la crítica”, asegura el escritor Hernán Rivera Letelier.

–Entonces, ¿no has percibido tampoco esa baja en tus ventas?

–No, mis libros se reeditan todos, y constantemente. Por esa razón no me afecta mucho la crítica, porque tengo un frontón de lectores que me protege. Si no tuviera a mis lectores, las críticas me harían efecto. Además, la mayoría de las malas críticas se contestan solas porque precisamente se van más en contra del autor que de la obra, y con palabras e imágenes tan soeces, como “esta novela es un escupo en una poza de agua sucia”. ¿Esa es una crítica literaria? Esa es pura mala leche no más.

–Cuando ganaste el Premio Nacional, dijiste también que el norte ha sido “históricamente olvidado y omitido por las autoridades”. ¿Cómo has visto todo lo que sucede en Calama con el paro por seguridad y la crisis migratoria?

–Mira: hace dos meses que estoy encerrado en mi casa, que no veo tele y que no me entero de ninguna cosa. Estoy inmerso en una cosa que empecé, que es una ópera. No te voy a decir nada más, pero estoy en eso y por eso me he aislado un poco de la calle y de lo que sucede en la calle. Sé que está la cagada en todas partes y sé que está pasando lo mismo que con Salvador Allende: los poderes fácticos están rodeando a Boric y lo quieren echar abajo.

–¿Y entonces, qué te pareció el anuncio de la Estrategia Nacional del Litio?

–Tampoco estoy tan enterado como para dar una opinión. No he estudiado bien eso. Sí valoro mucho el rol activo que Boric ha dicho que tendrá el Estado en todo eso. Los recursos minerales del país no son patrimonio del empresariado chileno, y ese apretón viene ahora.

–En 2005 fuiste candidato a diputado. ¿Alguna vez pensaste en reintentarlo con la política?

–No, yo ahí dije que nunca más. Y nunca más fue.

–¿Cómo es tu relación con la política hoy?

–Como se mira a una ex que se portó mal con uno. No quiero ni verla. No sé si rencor es lo que siento, pero no quiero meterme nunca más ahí. En mi encierro llegan los estupores de lo que sucede afuera y lo comparo con lo que yo recuerdo que sucedió en la UP. Evidentemente, hay una campaña del terror en contra de Boric y su gobierno.

Hernán Rivera Letelier cumplirá el sueño de ver su novela “La contadora de películas” en cine.

“Quiero que en mi funeral haya rancheras y canciones de Mon Laferte”

En 2018 le preguntaron qué sueño querría cumplir antes de morir. La respuesta de Hernán Rivera Letelier fue: “Ver mi novela corta La contadora de películas (2009) hecha película”. Su deseo podría cumplirse prontamente, con el estreno de la adaptación a cargo de la directora danesa Lone Scherfig (Siempre el mismo día, Italiano para principiantes), a quien el autor acompañó durante el rodaje en el desierto a mediados del año pasado.

El filme cuenta con la participación de un reparto estelar, compuesto Bérénice Bejo (El artista), Antonio de la Torre (El reino) y el actor hispano-alemán Daniel Brühl (Bastardos sin gloria), para narrar la fascinante historia de Maria Margarita, una joven que en los años 60 se dedicaba a contar filmes que veía a su familia. Su don cobró fama y el rumor de su habilidad se expandió por todo el pueblo.

–¿Cómo estuvo el rodaje en el norte?

–Fantástico. Estuve con el equipo durante las grabaciones y vi también algunos trozos de la película. No la he visto completa, pero sé que quedó fantástica. La van a estrenar ahora, en el Festival de Cannes. Ya quedó seleccionada para competir*.

*Hasta ahora, el filme “La contadora de películas” no figura en la selección oficial de la 76ª edición del Festival de Cine de Cannes.

También se anunció que su novela El arte de la resurrección –ganadora del Premio Alfaguara de Novela en 2010, y del Premio Yasnaya Polyana, otorgado por la Fundación Tolstoi en Moscú–, será llevada al cine en México. El rodaje inicia el próximo año y Rivera quiere tocar suelo mexicano: “Yo solo he soñado con premios literarios. Me gustaría que las películas fueran vistas por mucha gente y que se convirtieran en clásicos, como las mismas novelas”.

–Has dicho que no quieres parar de escribir, que quieres morir con las botas puestas. ¿Cómo te ronda hoy la muerte y la idea de un final abrupto?

–Siento la presencia de la muerte más cercana y no me asusta. No me ha asustado nunca. Antes me daba rabia, ahora estoy en paz con la muerte. Que llegue cuando quiera. Mi arma de defensa contra ella es la escritura. Y mientras escriba, estoy vivo. El día en que deje de escribir, es porque ya me voy. Y quiero que me entierren en un cementerio perdido en la pampa, y que en mi funeral haya rancheras y canciones de Mon Laferte.

–“Funeral con rancheras y canciones de Mon Laferte”, podría ser el título de una novela tuya. Si tienes que escoger uno, ¿cuál de los títulos de tus libros representa mejor este momento de tu vida?

El fantasista. He cumplido tantas fantasías. Yo fantaseaba con el premio Nacional, los viajes a Europa, con ser un rockstar. Todas esas fantasías se han cumplido.

–¿Te sientes un rockstar?

–Me estoy sintiendo uno ahora mismo. Donde voy queda la cagá. En Curicó me tuvieron que sacar días atrás con los guardias. Lo mismo en Ovalle y otras ciudades. Donde voy, tengo que firmar libros y sacarme fotos con la gente unas dos horas, ¿o acaso no viste la tremenda fila que hay afuera?

Notas relacionadas

Deja tu comentario