“Ya perdoné a Dios”: la profunda reflexión de Benjamín Vicuña sobre la dolorosa muerte de su hija Blanca

Benjamín Vicuña volvió a referirse a la dolorosa muerte de su hija Blanca, contexto en el que realizó una serie de reflexiones sobre cómo enfrentó este duelo.

Durante una entrevista en el programa De Tú a Tú de Canal 13 el actor comentó la forma en que ha enfrentado la paternidad. “La vida me fue enseñando de a poco a ser papá hace 17 años. Fui papá chico. Y lo primero siempre es el afecto, el cariño, la piel”, partió afirmando.

En esta línea, Benjamín Vicuña recordó que “con Blanca era muy exigente, hacía el Duérmete niño. Miro para atrás y digo ‘era un nazi’, había que dejarlos en el cuarto encerrados, que lloraran. Hoy me fui relajando y creo que es mucho más sana esta actitud que esa cosa tan exigente con la crianza y los hábitos”.

Por otro lado, sinceró que pese al gran dolor que sufrió tras la muerte de su hija “me parece que yo ya perdoné a Dios. Fue un momento de mucha rebeldía, bronca y rabia, porque me destruyó. Fue algo que te quema, el sufrimiento más grande que uno puede tener”.

“El miedo paraliza y yo decidí no tener miedo”

Por otro lado Benjamín Vicuña comentó el gran temor que vivió por la muerte de su hija Blanca años más tarde en medio de la pandemia por el Covid-19. En esta línea, sostuvo que “si yo tuviese un antagonista claro, un tipo alcohólico, borracho, que atropella a mi hija. Si yo tuviese una negligencia médica como contraste antagónico. Si tuviera todas mis energías desde la rabia, el rencor o la venganza irían para allá”.

“En el caso de Blanca fue algo que si yo hubiese tenido un enemigo, sería el aire. O sea, yo no puedo seguir respirando, ni yo ni mis hijos. Me tendría que encerrar en una burbuja, porque la razón de lo que se enfermó tiene que ver con una bacteria que está en el aire”, añadió.

Sobre esta situación, confesó que “me golpeó muy fuerte cuando apareció el tema de la pandemia. Yo veía ilustraciones de la distancia de cómo nos tirábamos el virus. Empezamos todos a tenerle terror al contacto y la cercanía. Yo venía con eso de mi hija y me pegó muy fuerte. Dije bueno, así cómo nos paso con Blanca, ahora esto es directamente la metáfora o la expansión del fin del mundo”.

Pese a esto, reflexionó que “en el fondo debo seguir viviendo, debemos seguir viviendo. Si yo tuviera aprehensiones, trató de dejarlas ahí y poder darle lo que se merecen mis hijos, todas las libertades posibles para que sean felices (…) El miedo paraliza y yo decidí no tener miedo”.