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Nacional

5 de Enero de 2024

La larga espera por Leda Bergonzi, la “sanadora de Rosario”: un recorrido por la fila del Templo Votivo de Maipú

La larga espera de la "Sanadora de Rosario": Un recorrido por el campamento del Templo Votivo de Maipú a la espera de Leda Bergonzi Nelson Mena | The Clinic

Gran expectación generó la llegada de la sanadora de Rosario al Templo Votivo de Maipú. Más de 200 personas decidieron pasar una o incluso dos noches a la espera de su llegada. Adultos mayores y enfermos crónicos son parte de los protagonistas de la fila, quienes relatan sus motivaciones y esperanzas.

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Alrededor de las 11:00 a.m. el termómetro marcaba 27°C en las afueras del Templo Votivo de Maipú. Se levantaban algunas brisas frescas, para fortuna de los más de 200 feligreses que en ese instante acampaban en el lugar.

Todos esperaban ser bendecidos por Leda Bergonzi, la famosa “sanadora de Rosario” que se presenta el 6 de enero. Los concurrentes –en gran parte adultos mayores– se refugiaban dentro de tiendas de campaña, bajo sombrillas de playa, o, simplemente, bajó el intenso sol del verano santiaguino.

José Gana (74) era el último en la fila en el momento en que ésta superó la intersección con Gral. José San Martín. Llegó hace menos de media hora y no trajo nada para taparse del sol o resguardarse en la noche.

“Yo tengo a mi señora enferma. Está casi inválida. Entonces hay una esperanza; por ella hago este esfuerzo, y si hay que amanecerse acá, habrá que amanecerse entonces”, comenta entre suspiros.

Al preguntarle cómo supo que la sanadora de Rosario llegaría por primera vez a Chile, José responde: “Yo me enteré hace rato. Hace como un mes atrás entrevistaron a una señora que fue de Chile a Argentina, y ella hizo la promoción”.

Se refiere a Marta Sepúlveda, la persona que organizó la visita de la sanadora de Rosario al Templo Votivo, anunciándolo a través de la cuenta de Instagram @LedaenChileOficial, donde también se publicó una “Lukatón” para financiar el viaje y la estadía de la sanadora, a pesar de que la entrada al evento fue gratis. Esto, después de que afirmara que la sanadora curó la enfermedad de su hija

Feligreses organizados

“Lo único malo es la organización. Por las redes de la persona que trajo a Leda, se nos dijo que la entrada iba a ser por Carmen. Pero ayer el guardia nos dijo que era por Rinconada. Entonces todos los que llegamos primero nos tuvimos que trasladar”, relata Victoria Valenzuela, la cuarta persona en la fila.

Jaime Lemus, personal de seguridad ciudadana -que en ese momento se encontraba estacionado frente a la entrada- relató cómo ha cumplido sus confusiones. “La empresa productora no entregó la información a la Municipalidad. Nosotros, por voluntad propia, tuvimos que resguardar a los feligreses y vecinos”, alega Lemus.

Asimismo, informó que se habían coordinado con Carabineros y la administración del Templo. El suboficial mayor René Esparza, también presente en las inmediaciones, sostuvo que esperaban la llegada de aproximadamente 5.000 personas.

La Municipalidad de Maipú anunció en un comunicado que la actividad: “es un evento privado que depende de quienes exclusivamente lo organizan”. Por su parte, el Arzobispo de Santiago, Fernando Chomalí, comentó en radio ADN que Bergonzi “Tiene autorización del Arzobispo de Rosario (…) yo no la conozco, pero la acojo”.

Victoria Valenzuela, proveniente de San Ramón, esperaba sentada en una silla plástica, sosteniendo una sombrilla e invitando a resguardarse bajo ella. A la mañana siguiente, siete de sus familiares la acompañarán a acampar. Relata que, entre las primeras personas que llegaron, rápidamente empezaron a organizarse. Se enumeraron en papelitos para así conservar sus puestos.

En un principio, ella pensaba viajar a Argentina para visitar a la “Sanadora de Rosario“, lo que hubiese sido un gran sacrificio económico. Pero, hace solo un par de semanas, se enteró de que vendría a Chile. “No imaginas la felicidad que sentí”, comenta. No específica qué -o a quién- esperaba sanar, pero asegura que esta visita era lo que necesitaba.

“Todo ha sido muy grato. Es como si todos nos conociéramos porque compartimos algo en común, que es la esperanza (…) Se vive algo muy especial, algo que los chilenos y chilenas habíamos perdido: ser amables, ser solidarios”, opina Victoria.

A quince puestos de distancia se encuentra Viviana Muñoz (56), acompañada por su esposo y su hijo. Espera sentada, con un sensor de oxígeno conectado a su nariz. “Yo quería viajar a Rosario, pero no me autorizó el médico por mi condición: tengo una fibrosis pulmonar muy avanzada. Pero ahora me enteré que venía; mucha gente que conocía mi intención de viajar me lo informó”, comenta.

Los rumores y las creencias en torno a la sanadora de Rosario

¡Malas noticias!”, se le escucha decir a la misma mujer estaba buscando el número 300 de la fila. De repente, Viviana es interrumpida por su marido. “Andan diciendo que el alcalde nos va a echar a todos”, le dice, molesto. “No pesques todas las cuestiones que comenta la gente”, le aconseja su esposa.

Sin embargo, el rumor se propaga entre otros feligreses y se genera un breve momento de confusión. Un par de personas se queja con Seguridad Ciudadana. “Son falsos rumores, el alcalde no va a sacar a nadie de aquí”, les aclara uno de los funcionarios.

A las 12:55 de la tarde empiezan a sonar las campanas del Templo. Un par de personas se persignan, y un quiosquero empieza a reabrir su lugar de trabajo con la ayuda de su nieto. Está ubicado a unos metros del comienzo de la fila, pegado a la reja que separa el patio del santuario. 

Por supuesto, se especializa en merchandising católico; sobre las repisas se muestran figuras de la virgen, rosarios y calendarios. Su nombre es Fernando Grandón (80) y lleva manteniendo ese kiosko desde hace 55 años.

“La única vez que vi algo así fue cuando vino el Papa. No este viejo que llegó recién (el Papa Francisco), sino el que está ahí…”, dice apuntando a un póster de su quiosco del Papa Juan pablo II. Entre risas, comenta: “Ese estuvo como diez días aquí, pero no pidió plata ni ninguna cuestión”.

A Fernando no le agrada la llegada de la Sanadora de Rosario. Fiel a su doctrina, afirma que solo cree en los milagros realizados por Dios. Sin embargo, no critica a las personas que llegaron a acampar a metros de su quiosco:  “Cuando yo estoy enfermo, creo en mi Dios, converso con él: es la fé de uno. Y la gente que está aquí, tendrá que tener fé, porque por algo vinieron, ¿o no?”, concluye, y ríe nuevamente.

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