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Entrevistas

15 de Marzo de 2024

Cristián Leighton, documentalista: “TVN merece otra ley que le permita tener un rol en la industria del cine y el audiovisual chileno”

Fotos: Felipe Figueroa

El realizador de “Los Patiperros” regresa a la pantalla de TVN con una serie llamada “La vida es sueño”. En ella comparte créditos con Maite Alberdi y se abordan las fantasías, deseos y experiencias de un puñado de personas que bordean los 80 años o más. Para él hubo un desafío de innovación, porque integró elementos de ficción con actores profesionales. A punto de convertirse él mismo en adulto mayor, Leighton se revela tan apasionado por la discusión del rol público de TVN como siempre y cuenta que quisiera dejarles un mundo menos violento a sus hijos.

Por Jimena Villegas

Sentado, pausado, sonriente, el realizador chileno Cristián Leighton Cerda, nacido el 19 de marzo de 1964, toma un café. Rodeado de las cintas, las carpetas y los afiches que dan vida a la preciosa cochera que es oficialmente su oficina desde la pandemia dice hoy, cuando está a punto de cumplir 60, que él fue un joven ochentero. Eso, más o menos, significa que ya de chico lo rondaba el arte. Tenía al cine entre sus pasiones y en sus sueños aparecía la idea de hacer películas.

Pero resulta que entró a la universidad a estudiar filosofía. Lo hizo sólo para comprender muy pronto que, evidentemente, ahí no era. Fue en el Arcis donde encontró la técnica, las cámaras, la vocación y a los maestros: “Muchos venían llegando de doctorados en Europa. Eran artistas, demasiado sólidos y buenos”.

Cuenta que logró su primera ocupación audiovisual importante como asistente de dirección en el área dramática de Canal 13. Pero al final no se dedicó a la ficción. Conoció a Francisco Gedda, el creador de la serie “Al sur del mundo”, y derivó en el documental. Es un género de autor que trabaja con hechos reales y que en Chile cuenta con célebres nombres, como el del veterano Patricio Guzmán o el de la joven Maite Alberdi.

Leighton dice: “Empecé a ver que los documentales eran una posibilidad no solamente de hacer cine, sino de tener experiencias muy potentes. Había que ir a la realidad y quedarse en la realidad e insistir en esa misma realidad. Al final, claro, el concepto que tengo es el del documentalista lidiado. Estamos ahí lidiando, tratando de hacer un equilibrio con la realidad. Tratamos de sujetarla, de ordenarla y se nos desordena, porque es muy compleja”.

Los Patiperros“, una serie que en los años 90 mostraba historias de chilenos repartidos por la Tierra le dio fama temprana. Otra serie, que se llama “La vida es sueño“, lo trae de regreso y compartiendo créditos con Alberdi. Pero, entre ese primer y este último trabajo, Cristián Leighton ha recorrido camino.

Fundó el año 2000, junto a Daniela Bunster -quien es además su pareja-, la productora Surreal. También hizo -como afirman su LinkedIn y su web- diversas “películas de la realidad” y más de una docena de series de televisión, que ha filmado aquí y en el extranjero. Uno de sus trabajos, “Colonia Dignidad: Una secta alemana en Chile” (2020), está en este momento en Netflix.

-¿Cómo es trabajar para Netflix?

-Es que esa serie, de la cual somos coproductores, demoró seis años en hacerse. Lo más impresionante es el alcance, que es mundial, porque está traducida a 30 idiomas. Pero no tiene la misma cosa con el público. Aquí la gente te puede decir cosas en la calle o en las relaciones cotidianas. Para mí, ha sido una buena experiencia, no puedo decir que sea mala. Pero creo, de verdad, que lo local te da algo que lo otro no te da.

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Cristián Leighton dice que ama viajar, pero que en verdad viaja solo para trabajar, porque cuando va sin cámara se arrepiente. Tiene pendiente soltar los lentes y transformarse en un turista común. En estos años también ha ganado premios locales e internacionales, y ha dado batallas públicas en su calidad de dirigente gremial y miembro de la Asociación de Productores de Cine y TV. Es un hombre de convicciones y las expresa.

Algunas de las ideas que abraza y defiende están definidas, casi como un decálogo, en la propia página de Surreal. Dice, por ejemplo: “La realidad nos inspira”, “el viaje nos transforma” o “la diversidad nos enseña”. Es una visión de mundo que, inevitablemente, ha teñido su rol como ciudadano con voz.

Es un hombre que cree en el trabajo colectivo, en la urgente necesidad de que haya políticas públicas integrales o en el rol fundamental de TVN, la televisión pública de Chile, como articuladora de la cultura y la creación en el país: “Lamentablemente, tienes un canal público que se tiene que autofinanciar y que debiera tener un financiamiento basal. Es importante que el Estado de Chile -no los gobiernos de Chile- lo entienda”.

“La vida es sueño” irá precisamente en la pantalla de esa televisora pública. Debutará este domingo 17 de marzo, a eso de las 22:35. En seis capítulos, abordará las fantasías, deseos, emociones y memorias de un puñado de personas. Son seres humanos muy mayores, hombres y mujeres de 80 años y más, quienes se dejan llevar por el juego y las preguntas de los realizadores. Como el propio Leighton expresa, lo hacen sin vergüenzas, sin miedos ni restricciones. Verlos y oírlos puede ser bien inspirador.

Como dato estadístico, y que el propio realizador cita, en Chile, de aquí al 2030, por cada 100 personas menores de 15 años va a haber 113 personas mayores de 60 años. Se calcula, además, que hacia el 2050 alrededor del 30% de la población chilena cabrá en el rango adulto mayor.

-¿Por qué trabajar con personas mayores?

-Este programa, igual que la ley nueva que está en trámite y que se llama Ley Integral de Personas Mayores y promoción del empleo, del envejecimiento activo, digno y saludable, propone algo que a mí me gusta mucho. Es que no hay que victimizar ni estigmatizar, pero al mismo tiempo hay que empoderar y procurar que las personas mayores sean tratadas en toda su dignidad, sin reducirlas. Creo que tenemos una mirada cultural sobre la vejez.

-¿Esa de “los abuelitos”?

-Lo que llaman ahora, desde la sociología, el edadismo. Para mí, tiene que ver con no interactuar, con hacerlos a un lado y con decirles: ‘usted no se haga responsable’. Pero creo que la voz y la responsabilidad que tienen las personas mayores es muy importante. Nosotros les preguntamos cómo estás viviendo con tus 80 años, con tus 85 años. Les dijimos: ‘no me hables de cómo fue tu vida, sino de cómo es tu vida hoy’. Creo que fue un cambio, porque uno también tiene esa tendencia de hablar hacia atrás.

-Usted, en unos pocos días, va a entrar en lo que llaman la tercera edad. ¿Cómo le llega?

-El grupo etario me llega bien. Ha pasado rápido, pero creo que, sobre todo después de los 50, uno entiende bastante mejor ciertas cosas y aprende a enfrentar los sueños o lo hace con una cierta, como decirlo, calma. Saber entender los procesos, de lo que significa el tiempo. Cuando uno es muy joven no entiende. Uno intenta que las cosas pasen. Pero no necesariamente las cosas tienen que ocurrir rápido, sino que tienen que ocurrir a su tiempo.

-¿Así es el tiempo hoy para usted?

-Sí, es a su tiempo. Y uno siente energía de seguir haciendo series, que es lo que me gusta, y de seguir escribiendo, de seguir pensando en cómo evolucionan las cosas. Uno sabe que los procesos son lentos y que a veces se mueren más de lo que uno espera, pero también esos procesos ayudan a madurar las ideas, a que cuando salgan no salgan ni tarde ni antes de tiempo.

-¿Le ha pasado mucho?

-Sí. A uno le ha pasado que genera ideas o que ha tenido ideas que salen a la luz, pero llegan antes de tiempo. Me pasó con “Viejo Zorro”. Sentí que esa serie salió antes de tiempo, porque hablaba en un momento en que nadie quería hablar de las personas mayores y, además, era como hablar de la muerte.

-Usted tiene cuatro hijos. ¿Qué mundo le gustaría dejarles cuando se vaya del mundo?

-Un mundo un poquito menos complicado, menos violento. La violencia nos tiene un poco cansados. No es solamente la violencia de una guerra, sino la violencia cotidiana. Es tanta, que a veces no nos damos cuenta de que somos violentos. Igual, tengo hijos que entienden el mundo, quizás de una manera que nosotros no lo entendemos. No tienen una checklist como nosotros: voy a comprar una casa, voy a casarme, voy a tener hijos. Ellos viven en otro mundo, porque es otro mundo. Hemos tratado siempre de que tengan mucha apertura, de no inculcarles cosas como el miedo y sí que sean más libres, pero también responsables para hacer las cosas con responsabilidad y ojalá pasión”.

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Puede decirse que “La vida es sueño” es una serie que muestra las costuras de su realización. Se ve a los maquilladores, a los iluminadores, a los entrevistadores. También suma algo de ficción, con recreaciones teatrales sobre las fantasías de algunos protagonistas, en las que participan actores profesionales. Leighton y Alberdi comparten labor y pantalla. Se los ve trabajar.

Ambos, explica él, fueron convocados por Daniela Bunster, quien oficia como productora ejecutiva y fue la creadora de la idea. Todos tenían ya experiencia trabajando con mayores: “Nosotros, años atrás, habíamos hecho ‘Viejo Zorro’ y Maite venía saliendo de ‘El agente topo’”.

-¿Cómo fue trabajar con Maite Alberdi?

-Hacer la serie era un desafío, porque no queríamos hacer lo mismo que habíamos hecho en relación a este mismo tema. Era un desafío de forma y de contenido. Daniela supo articular lo que yo sé hacer y lo que Maite sabe hacer. Supo ver los talentos desde afuera y gestionar el proceso con dos personas que tenemos una trayectoria y metodologías distintas de trabajar y sus propios…

-¿Sus propios “yo”, verdad?

-Exactamente. Además, tenemos edades distintas. Yo soy de una generación anterior a la Maite, aunque sí hay cosas en común. Por ejemplo, una preocupación por lo narrativo en el documental. Quisimos salir un poco de lo descriptivo y asumir sin complejos lo narrativo.

-¿Se pelearon?

-No, no, no. Creo que es difícil pelear con la Maite y es difícil pelear conmigo. Somos llevados de la idea, pero también bastante flexibles. La Maite tiene la capacidad de enfocar, su focalización es interesantísima. Ve la fuerza narrativa que tienen los relatos y las historias. Ella tiene una personalidad documental, y eso es muy interesante.

-¿Y usted?

-Bueno, yo tengo algo de experiencia. Siento que tengo una formación un poco más improvisada del documental, pero me gusta mucho trabajar en series. Entonces, entiendo el desarrollo de un relato extenso, como son las series, me siento cómodo con la larga distancia. Para mí fue muy interesante trabajar con ella, porque obviamente uno aprende de otra persona y a mí me encanta aprender.

-Usted dice que corrieron riesgos. ¿A qué se refiere?

-Originalmente, el proyecto era una serie documental de observación a las vidas de las personas en sus entornos. Era algo cotidiano que abordaba ciertas temáticas. Pero transformamos eso en ver qué había de deseo y de sueño, qué rol jugaba el imaginario en estas personas, para llevar eso a otro espacio, que es el del teatro, del cine y de la televisión. Eso era un salto al vacío. Entrevistamos a mucha gente. Hicimos una serie en cierto sentido coral, donde hay unas 60 personas que hablan a lo largo de toda la serie. Salió bien.

-Ella acaba de estar en Los Angeles, donde “La memoria infinita” postulaba al Oscar. ¿Ha hablado con ella después?

-(Leighton muestra el teléfono) Sí, por mensaje. O sea, todo este tipo de noticias es relevante, le hacen muy bien al cine chileno y latinoamericano. Ella ha llevado su película muy lejos, la ha visto muchísima gente. Creo que Maite no puede estar más contenta y satisfecha con lo que ha logrado, y probablemente con lo que va a lograr. Ella ha dado a conocer nuestro país, porque es otra de las cosas que pasan. El cine y el audiovisual movilizan fuera y dentro del arte y la cultura.

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Lo cierto es que algunos de los más célebres -aunque no todos- trabajos de Cristián Leighton han visto la luz en TVN. Pero no ha sido tan fácil. En 2003, por ejemplo, cuando tocaban las tres décadas desde del golpe de Estado, abandonó su asociación con el canal después de que Juan Agustín Vargas, el director de programación de entonces, decidió sacar del horario estelar el espacio documental “30/30, tu historia después de 30 años” y lo puso cerca de la medianoche.

Su decisión de dar un paso al costado se debió a que -desde su criterio- las decisiones programáticas de la estación estatal estaban siendo intervenidas por criterios ajenos a su misión pública. Hoy, Leighton sabe que la televisión ya no prevalece como entonces, porque ha dejado de ser el único medio audiovisual de acceso y entretención.

-Esta vez, su serie irá los domingos en prime time. Siendo bien honestos, es una apuesta difícil para ese horario. Además, el canal está cuarto en audiencia. ¿Qué expectativa tiene?

-Nosotros tenemos una experiencia pasada reciente en TVN con “Adoptados, la historia que nos falta”, que fue sorprendente. También fue los domingos y es un programa muy duro. Tuvo entre 3 y 4 puntos, una buena sintonía para un programa como éste. Obviamente que mientras más gente te vea es mejor y que mientras más impacto haya, mejor. Pero también creo que esta serie tiene un rol.

-¿En relación con TVN como la televisión pública?

-Sí, y con dos elementos. Uno es la integración social y el otro, la innovación, que a mi modo de entender son esenciales en la televisión pública. Creo que TVN está cumpliendo una misión con este tipo de programas, y también creo que TVN merece otra ley que le permita tener un rol en la industria del cine y el audiovisual chileno. Se debe entender que, para hacer una contribución al país, la innovación es importante.

-Pero estar cuarto en audiencia significa que no te ven. Hay ahí un fracaso de audiencia.

-Es que resulta que hoy en el mundo entero se habla del ocaso de la peak TV, que es esa televisión de grandes audiencias. Es decir, olvidémonos de los 40 puntos, a no ser con fenómenos como el Festival de Viña. Hoy día, tener 10 puntos no es tener un rating menor. Hay que entender que esto cambió radicalmente. Cuando se habla de TVN, me molesta mucho que se haga siempre sobre si pierde plata o si va cuarto y nunca en relación a su visión.

-¿Se refiere a una visión de industria?

-Nosotros necesitamos la industria. O sea, ese canal tiene unos estudios maravillosos. TVN debería estar haciendo muchas producciones y estar innovando. Pero para eso necesitamos decisiones.

-Y plata. Si no, ¿cómo se financia la innovación en TVN?

-Requiere políticas públicas. Tiene que haber políticas de incentivo. Tienen que estar Corfo, el ministerio Economía. Tiene que haber elementos que ayuden a la generación de la industria audiovisual. Pero lo más importante, lo fundamental, que es el recurso humano, lo tenemos. Tenemos escuelas de cine formando profesionales y mucho talento para desarrollar cosas innovadoras y difíciles. Lo estamos demostrando constantemente.

-Pareciera que TVN nunca ha dado el ancho para las expectativas del mundo cultural. ¿Por qué?

-Por sus mismas condiciones materiales de existencia. El autofinanciamiento te obliga a pensar una manera mucho más directa a corto plazo, sin mediano ni largo plazo. Creo que lo que ha faltado en Televisión Nacional es que la dirección ejecutiva sea capaz de tener una visión, de llevar a cabo un plan y una misión. Al director ejecutivo no se le da tiempo. Hace mucho rato que los directores ejecutivos están para apagar incendios o en tratar de levantar el rating, y eso es muy injusto para una industria que está como está, llena de tironeo.

-TVN acá acaba de cambiar la dirección ejecutiva. Su nueva cabeza es Susana García. ¿Cómo evalúa este cambio?

-No tengo una opinión, porque no conozco el proyecto que al cual viene a trabajar ella, ni qué le han encomendado. Cuando se haga público cuál va a ser el proyecto que trae, uno podrá opinar.

-Así como lo ve y como está, ¿vale la pena mantener TVN, el canal público chileno?

-Voy a decir algo que no sé si se entiende. Es un ánimo. No son los estudios, no son los archivos, no son los rostros, no son los ejecutivos. Tiene que haber un ánimo de hacer una televisión pública en Chile, y eso es lo que no sabemos. No sabemos, si a nivel de clase política, porque que a nivel de cultura sí, existe ese ánimo. No está garantizado, pero tenemos que construir ese ánimo. Es decir, necesitamos una multiplataforma pública que nos integre, que nos dé paz y nos haga evolucionar, que nos haga pensar nuestra propia sociedad, nuestros modelos de desarrollo de producción.

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