Opinión
27 de Abril de 2024Columna de Hugo Herrera | Cuatro derechas: las dificultades de una articulación ideológica
Hugo Herrera, columnista de The Clinic, escribe sobre la diversidad ideológica dentro del bloque de la derecha. "En esta ocasión quiero volver sobre una tesis que formulé en un libro de 2014, y que se ha venido confirmando en los últimos años, a saber: que el escenario en el que se encuentra actualmente ese sector vuelve meridianamente claro que hablar hoy de 'la derecha' como si fuese algo más bien monolítico, es improcedente y resulta más adecuado decir 'las derechas', pues al menos hay cuatro de ellas", apunta Herrera.
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Los episodios de los últimos años han mostrado con cierta elocuencia que el sector político al que se llama “derecha” se ha vuelto más complejo que lo que había sido durante la dictadura o la transición. Bajo Pinochet y hasta la crisis de 2011 prevaleció un tipo específico de derecha, que unía una tesis economicista a un pensamiento de moral sexual ora conservador ora liberal.
Lo más relevante, sin embargo, era la tesis economicista, formulada por Milton Friedman de manera especialmente clara. Según ella, la economía neoliberal es condición de un sistema político adecuado.
La tesis de Friedman se impuso con tal fuerza que hegemonizó al sector y se llegó a pensar en que quien no la asumía no era en verdad de derecha. No se alcanzó a reparar en que la mentada tesis invertía –al modo de una especie de marxismo rudimentario– la idea portaliana respecto de que un orden ideológico-político legítimo, es decir, reconocido por las fuerzas políticas activas, es la base de cualquier posible desarrollo, cultural, social, también económico.
El economicismo y la ausencia de –llamémosla– “consciencia portaliana”, llevó a la derecha, no en una sino en tres oportunidades, a severas dificultades para conducir el proceso político. Primero, en 2011, bastó que los estudiantes se movilizaran para que la derecha en el Gobierno quedara ideológicamente acorralada.
Segundo, algo parecido y mucho más intenso aún sucedió en 2019. La tercera vez, las dificultades pasaron algo más desapercibidas: fue cuando con clara mayoría en el Consejo Constitucional, la derecha dominante fue incapaz de salirse de su canon más estrecho y pensar en que una Constitución debe ser un símbolo capaz de gozar de legitimidad política transversal.
Sin embargo, más o menos desde mediados de la década del 10 en adelante, “la derecha” ha ido mostrando, aunque lentamente, una mayor diversidad ideológica. En varios textos he efectuado consideraciones sobre ese camino (por ejemplo, en un breve libro que escribimos con Mario Desbordes)
En esta ocasión quiero volver sobre una tesis que formulé en un libro de 2014, y que se ha venido confirmando en los últimos años, a saber: que el escenario en el que se encuentra actualmente ese sector vuelve meridianamente claro que hablar hoy de “la derecha” como si fuese algo más bien monolítico, es improcedente y resulta más adecuado decir “las derechas”, pues al menos hay cuatro de ellas.
Por lo demás, la diversidad ideológica fue lo que caracterizó al sector hasta la dictadura.
Las elecciones municipales y de gobernadores están perfilando candidaturas de distintos partidos y sectores de oposición, los que, en un sentido muy amplio, por cierto (casi como ocurría con la inicial Concertación y su alianza “por omisión” con los comunistas), pueden ser vinculados a ideas de centroderecha y derecha.
Una clasificación ideológico-política que atienda a los pensamientos y liderazgos actuales permite discernir, como he indicado, al menos cuatro sectores en las derechas.
Por una parte, los sectores más cercanos a lo que fue la derecha de la transición y que admiten ser caracterizados en general como liberales en economía, algunos de ellos según la tesis de Friedman.
Dentro de esta “familia” se dejan distinguir, a su vez, grupos cristianos y católicos, más conservadores en el terreno moral, y un bando compuesto por laicos, moralmente más liberales y apartados de las posiciones de las iglesias.
Por otra parte, hay sectores que siguen más de cerca la tesis portaliana, respecto a que un orden político legítimo o reconocido por las fuerzas sociales activas, es condición del despliegue nacional y esto requiere, en un contexto como el actual, fortalecer la institucionalidad y atender a la crisis social y política en la que se encuentra el país.
A su vez, dentro de esta segunda “familia”, se dejan discernir, nuevamente, grupos más cercanos al cristianismo, en este caso ligados a la doctrina social de la Iglesia, y sectores de cuño más laico, vinculados a un pensamiento nacional y popular, como el que otrora moviese a los “agrario-laboristas”, a Ibáñez o a Jarpa.
Poco a poco esas cuatro derechas vuelven a perfilarse en el panorama político contemporáneo y las candidaturas municipales y de gobernadores vienen siendo una muestra de la diversidad de los grupos. Ciertamente, no se trata de compartimentos-estanco, sino que las distintas vertientes aparecen a la luz de maneras dinámicas y entremezcladas. Pero constan las cuatro.
Si partes contundentes de la UDI y de Republicanos responden a la derecha que une liberalismo económico y conservadurismo moral, Renovación Nacional se caracteriza por agrupar a liberales laicos, a socialcristianos y grupos afines a un pensamiento nacional y popular. Liberales laicos son lo que probablemente prevalece en Evópoli. Los nombres de los candidatos que van despuntando: Mario Desbordes, Camila Merino, Jaime Bellolio, Rafael González, muestran que el arco de las derechas se ha abierto.
Cualquier análisis que pretenda ser completo debe hacerse la pregunta por “Amarillos” y “Demócratas”. Si bien respecto al pasado más reciente se ubican en el centro o la centroizquierda, ¿no acusan a esta altura también rasgos socialcristianos, liberales y nacional-populares? Es asunto de estudios más largos responder a esta cuestión. Por lo demás, derechas e izquierdas son entidades vitales y variables que se mueven con relación tanto a sí mismas cuanto al contexto que las rodea.
Con todo, en los hechos, la oposición tendrá que coordinarse en un arco que irá desde Republicanos (por omisión eventualmente) hasta Demócratas y Amarillos, pasando por los “buques principales” de Renovación Nacional y la UDI.
Esa tarea de coordinación se aprecia desde ya como la principal dificultad que deberá enfrentar la oposición en las próximas elecciones. Esta vez, es el Gobierno el que juega en un grupo más cerrado. Dada la amplitud ideológica con la que operan las derechas y el centro, además de una coordinación que evite la división de los votos, se requiere una cierta articulación ideológica.
Una mera agregación de posiciones discordantes, de reclamos por lo mal que está el país, un cúmulo de voces sobrepuestas, no es todavía un planteamiento político. La experiencia de la Convención 1 debiese haber servido de aprendizaje general.
Solo en la medida en que las derechas y el centro consigan hacer cuajar una visión nacional nítida –donde las condiciones básicas para el despliegue del país queden expuestas con claridad y justificadamente, incluida la agenda de reformas estructurales que se necesita para superar la crisis latente en la que aún nos hallamos–, tendrá la oposición posibilidades de triunfo.