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Consumo de pasta base, procesos judiciales y delirios: la caída libre del médico que intentó quemar un Cesfam y fue asesinado en La Serena

Nicolás Pinochet se convirtió en noticia nacional dos veces con solo horas de diferencia. Su cara apareció en todos los noticieros el 8 de julio luego de que rociara un Cesfam con combustible en La Serena y, también, dos días después, luego de ser encontrado muerto, maniatado y violado en un sitio eriazo en las cercanías de la Ruta 5 con la avenida Huanhualí. The Clinic reconstruyó su vida profesional, la cual estuvo marcada por conflictos judicializados, hurtos, consumo de pasta base, bipolaridad, delirios e internaciones psiquiátricas. En un camino que lo llevó a ser la víctima de un caso que tiene a un ciudadano venezolano en situación irregular formalizado y a otro prófugo, y que abre la pregunta sobre los protocolos de ingreso a instituciones para los profesionales de la salud.

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Un año antes de rociar con combustible el Cesfam Emilio Schaffhauser de La Serena y de ser encontrado muerto, maniatado y abusado en un sitio eriazo de la Ruta 5, el médico Nicolás Pinochet tuvo otro episodio de violencia pública, gatillado por un delirio psicótico.

Ocurrió en Iquique, donde se desempeñó como doctor en distintas instituciones de la ciudad y de Alto Hospicio y donde incluso trabajó en un avión clínico, trasladando enfermos desde la ciudad nortina a distintos puntos del país. Fue el 24 de julio de 2023. Nicolás estaba fuera del instituto Inacap de la ciudad cuando se cruzó frente a frente con un adulto mayor.

En su mente sintió que el hombre lo observó detenidamente. Al dar un par de pasos, le dio la impresión de que el adulto mayor comenzó a seguirlo. Alterado por la situación, el doctor Pinochet dio la media vuelta y comenzó a seguir al hombre, de vuelta. Una ofensiva para defenderse, pensó. Pero, vale la pena repetir, todo eso ocurrió en su cabeza.

Luego vinieron imágenes confusas: el hombre mayor desapareció y otros dos más jóvenes aparecieron, tirándole piedras. Una le llegó al codo. Volvió a dar la vuelta y se largó a correr. En la huida vio lo que pensó sería su salvación: dos hombres de verde, carabineros. Ellos podrían ayudarlo, pero no. Lo detuvieron.

Lo que ocurrió fuera de la cabeza de Nicolás fue diferente. El adulto mayor nunca lo persiguió. Nicolás lo amenazó verbalmente intimidándolo con un destornillador en sus manos. Los hombres de las piedras solo intentaron defenderlo. Cuando Nicolás Pinochet retomó la consciencia, carabineros le dijo que había intentado asaltar al hombre mayor. 

Luego de su detención, la Fiscalía de Iquique decidió formalizarlo por amenazas simples y por portar elementos destinados a cometer delitos. En la formalización, el Tribunal decidió que Nicolás no podía estar en libertad. 

No lo envió a prisión preventiva, sino que ordenó a Gendarmería llevarlo a la Unidad Psiquiátrica del Hospital Regional de Iquique. Esto, con el fin de que los profesionales del establecimiento asistencial pudiesen “compensar al imputado, el cual se encuentra actualmente en un estado maniático, quedando a criterio del jefe de unidad psiquiátrica la determinación del alta médica”.

Desde ese momento, la estrategía de la defensa de Pinochet para el proceso judicial se centró en probar la inimputabilidad del doctor por el estado de su salud mental. Para lograr ese objetivo el juzgado ordenó la elaboración de un informe psiquiátrico. Las entrevistas de dicho informe quedaron plasmadas en el proceso judicial y son públicas: en ellas se entregaron detalles de la vida del doctor Pinochet, tan solo meses antes de su trágico final en La Serena. 

Informe psiquiátrico Nº 48

El informe psiquiátrico que definiría o no la inimputabilidad de Nicolás Pinochet se caratuló como IQQ-N°48-2023. El documento se realizó cuando Pinochet ya se encontraba estabilizado y de alta del hospital de Iquique. De hecho, luego de salir del recinto, regresó a La Serena, su ciudad natal. Se instaló en la casa de sus padres, en un departamento en la Avenida del Mar.

Desde allí realizó sesiones telemáticas con el psiquiatra Manuel Andrade, a quien relató su vida. Le contó que fue diagnosticado con trastorno bipolar en el año 2010, luego de una “crisis por comer alucinógenos”. Por ese episodio, Nicolás Pinochet vivió su primera internación psiquiátrica; no fue la última. “He tenido como cuatro más, sino cinco. Siempre en el contexto de episodios maníacos”, relató.

Sentado frente a un computador, Pinochet relató sus sensaciones sobre los “episodios maníacos” que sufrió periódicamente desde 2010. El primero de ellos, con un uniforme clínico puesto, ocurrió cuando hizo su práctica profesional en el Hospital Barros Luco. Según relató, por ese episodio debieron reducirlo y tuvo que intervenir el psiquiatra de la urgencia.

“Cuando aparecen no me doy mucha cuenta. No hago conciencia de la enfermedad hasta que ya salgo. Generalmente dejo de dormir, me acelero mucho, me pongo a gastarme toda la plata. Me voy a jugar al casino, me empiezo a comprar cosas, empiezo a generar ideas, proyectos”, relató sobre sus delirios.

Las descompensaciones de Nicolás Pinochet no solo ocurrieron al interior de un hospital. En el año 2012, cuando tenía 24 años, fue detenido por desórdenes en el terminal de buses de Osorno. En el parte policial redactado por carabineros se relata que Pinochet se encontraba “gritando incoherencias y groserías, empujando e intentando besar a pasajeros y guardias, causando temor entre las personas”.

El año 2016 fue procesado junto a una mujer por participar en una riña en Santiago. Ambos tuvieron que pagar una multa de 1 U.T.M, pero la mujer apeló directamente al juez mediante una carta escrita a mano:

“Señor juez, pienso que no es justo que tenga que cancelar por el motivo que no fue una riña callejera, sino que yo increpé a este tipo porque le estaba sacando fotos a mi auto y me tomó del brazo y me dijo que me quería quitar el auto. Yo dije en carabineros que no iba a hacer nada, por el motivo que llegaron sus papás y me dijeron que él estaba enfermo. Por ese motivo dejé todo en nada”, escribió.

En el 2022, en la comuna de Caldera, lugar en el que trabajó en un Cesfam, fue detenido en la Discoteca Moai por los delitos de lesiones leves y falta de respeto a la autoridad pública. Ese mismo año fue denunciado por hurto en Iquique, y en 2023 el Servicio de Salud de la región de Tarapacá lo denunció por falsificación de licencias médicas, pero el juzgado decidió no perseverar en la investigación.

Sobre sus descompensaciones, Nicolás Pinochet reconoció dos elementos que las potenciaban. El primero de ellos se desarrollaba por no seguir los tratamientos psiquiátricos: “Por desordenado, como que se me olvidan los medicamentos por varios días, y ya después estoy arriba de la pelota”, relató en la consulta.

El segundo elemento, confesó, tenía que ver con un problemático consumo de drogas. Dentro de las sustancias que mencionó estaban la cocaína, marihuana y la pasta base. Sobre esta última droga relató:

“Consumí mucho, ahí me metí heavy. En una semana gasté un millón ochocientos. Estaba en el máximo de oscuridad (…) yo creo que, como estaba solo allá (Iquique), me empecé a juntar con gente de la calle, me empecé a dar vueltas callejeando y ahí empecé”.

Fue precisamente en esas vueltas callejeando cuando carabineros detuvo en Iquique a Pinochet con el destornillador en sus manos.

“Llevaba tres días en situación de calle, por así decirlo, porque había tenido problemas con la chica con la que yo vivía (…) estuve quedándome en la casa de amigos, por aquí y por allá picoteando y a raíz de esto me dejé de tomar los medicamentos”, contó Pinochet.

“Y una vez que estaba fuera del Inacap, estaba en la vereda del frente, iba a prender un pucho y de repente veo que hay un caballero de la tercera edad. Yo me doy vuelta a mirarlo y él se me quedó mirando. Me pareció raro, y yo me pasé el rollo de que me andaba siguiendo”, continuó.

El informe emanado por el Servicio Médico Legal concluyó que los diagnósticos principales del doctor Pinochet “serían” trastorno afectivo bipolar con tendencia a episodios de manía psicótica y episodios depresivos agudizados por policonsumo.

Sobre la inimputabilidad alegada por su defensa, el informe indicó: “La psicopatología que padece tiene relevancia médico legal para el delito investigado (…) Por lo anterior, no presentaba la capacidad de comprender la ilicitud de las conductas punibles de las cuales estaba siendo investigado al momento de cometerlas. Es inimputable”, remató.

El juzgado acogió la recomendación y, pese a la oposición de la Fiscalía, el 12 de enero del 2024 el doctor Pinochet fue sobreseído. En la audiencia se presentó el informe emanado por el doctor Manuel Andrade, el mismo que en sus últimas líneas escribió:

“El riesgo para sí o para terceros es nulo en su estado actual. Sin embargo, tiene riesgo de auto y hetero agresión que aparece ante consumo o abandono de tratamiento. Ambos riesgos son manejables si: no consume drogas o alcohol, recibe tratamiento con buena adherencia y mantiene controles periódicos con psiquiatra”.

La bomba de tiempo se activó una vez más.

El recorrido del doctor Pinochet

Entre el consumo de pasta base y sus descompensaciones, Nicolás Pinochet ejerció como médico en distintos establecimientos del país. Trabajó en Viña del Mar, Caldera, Antofagasta, Iquique, Alto Hospicio y La Serena. 

El recuerdo de sus compañeros de trabajo varía según la estabilidad emocional que Pinochet presentó, también entre quienes conocían y desconocían su padecimiento. 

Nicolás era una persona muy pasiva, muy amistosa. Muy tranquilo. Era muy colaborador, nunca dejó a un paciente de lado, independiente de su nivel socioeconómico. Acá, en Caldera, hay una población que tiene un nivel muy bajo económico, pero Nicolás siempre se caracterizó por ayudarlos, fue una tremenda persona. Era amigable y muy interesado por sus casos”, recuerda una excompañera suya del Cesfam Rosario Corvalán de Caldera, quien solicitó reservar su identidad. 

Otro excompañero de trabajo, quien también solicitó omitir su identidad, compartió funciones con Nicolás Pinochet en la empresa Coastline, que se especializa en vuelos aeromédicos. 

“Trasladamos pacientes desde Iquique a Santiago, La Serena, Arica. Incluso tuvimos un vuelo súper largo a Punta Arenas. Estuvimos prácticamente cuatro días volando de aquí para allá. Nunca se mostró alguien agresivo, era alguien bastante pasivo y tranquilo”, relata su excompañero. 

Según explica, las funciones de Nicolás, al ser el médico a bordo, implicaban hacerse cargo de la documentación legal y la estabilización de los pacientes. 

“Era como una ambulancia, pero al ser un traslado aéreo hay muchas responsabilidades. Primero, por estar en un avión, y segundo porque son pacientes críticos, con respiración mecánica. Nos tocaron pacientes Covid, pacientes coronarios, trasplantes”, explica. 

Debido a la percepción de tranquilidad en su personalidad, el compañero de Nicolás Pinochet en los viajes aeromédicos se sorprendió al enterarse que intentó quemar un recinto de salud.

“Ese día estaba almorzando con mi mujer y vi las noticias que decían ‘médico intenta quemar Cesfam”, yo lo tengo en las redes sociales, entonces dije ‘huevón, ese es el Nico’. Después mostraron otra foto que sale con una incubadora. Esa foto la tomé yo en Santiago, atrás hay una avioneta. Le escribí en el mismo momento, obviamente no tuve respuesta, eso fue el 9 de julio. Pero después ,viendo lo del asesinato, la violación, no fue solo un trauma craneal, le destrozaron la cabeza y eso fue fuerte”, agrega. 

Un médico, un bidón de gasolina y un Cesfam

Una percepción distinta sobre el profesionalismo del doctor Pinochet tienen en el Cesfam Emilio Schaffhauser de La Serena. Uno de los últimos lugares en los que trabajó y en el que alcanzó a desempeñarse menos de una semana.

Según explica Rodrigo Fernández, director de Departamento de Salud de La Corporación Municipal Gabriel González Videla, institución de la que depende el Cesfam Emilio Schaffhauser, “el médico ingresa como prestador de servicios, para la necesidad imperiosa de cobertura de turnos en nuestros dispositivos de urgencia SAR, los cuales tienen funcionamiento en horarios nocturnos (posterior a las 00 hrs), por tanto, solo se le asignaron algunos turnos”.

Un trabajador de la salud que se desempeñó con el doctor Pinochet en el primer turno que realizó, relata su experiencia con el médico. “Conversamos un rato, lo orienté un poquito en la pega. Su personalidad era de mucha euforia, pero no había nada destacable o que pareciera extraño. La gente piensa que él era de planta, pero nunca fue. Al otro día en la noche, el médico se quedó solo con un equipo más reducido. Él estaba a cargo y ahí quedó la embarrada. Hizo mal los diagnósticos, con suerte atendió a cuatro o cinco personas”, cuenta.

Otra funcionaria del Cesfam, que pidió reserva, participó en el último turno de Pinochet en el recinto el día 27 de mayo de este año. “Esa noche fue catastrófica”, rememora.

La mujer relata que durante el turno el médico no atendió a más de cinco personas, siendo que había más de 20 en la urgencia: “Se demoró la vida en ver a los pacientes, pasaban más de dos horas sin ser vistos por él. Salía constantemente a hacerse unos cigarros artesanales, se puso afuera a hablar con la gente y no hacía caso”, recuerda.

La compañera de turno del doctor agrega que uno de los pacientes atendidos fue acompañado de su abuela, y que ella aprovechó de inscribirse para que le revisaran su rodilla, algo que no se ajustaba al servicio de urgencias, menos en la madrugada.

“Ahí se enojó, porque él quería ver a la abuela y que los otros esperaran (…) me empezó a gritar, me defendió una Tens, pero él la atacó de forma verbal. Yo le pedí que parara el maltrato, le dije que me estaba faltando el respeto a mí, a los pacientes y al equipo. Él se puso al frente mío y comenzó a gritarme. Yo estaba muy asustada y lo único que veía eran sus ojos desorbitados. Empezó a cuestionar mi función”, añade.

Para la compañera de turno de Pinochet, los hechos más graves de esa noche fueron dos: “Llegó un paciente joven con un dolor en el pecho. El doctor no supo interpretar el electrocardiograma y lo mandó a observación por un síndrome coronario agudo. Yo le refuté, pero se fue al hospital de La Serena, y el chico no tenía eso, tenía un cuadro de neumonía. Después tuvimos que hablar con el médico del hospital de La Serena para pedirle disculpas”, relata.

Según su compañera de turno esa noche, Nicolás Pinochet también vio a una paciente extranjera que, luego del alta, llevaba mucho tiempo esperando para regresar a su casa, según le avisó un guardia.

“Yo a veces le pido un Uber a los pacientes, pero el doctor solicitó que se fuera en la ambulancia. Le dije que no podíamos gastar ese servicio, el conductor no puede ir solo, tiene que ir con un técnico en enfermería y no se podía usar para una paciente de alta que venía por un dolor muscular. No podíamos perder una ambulancia”, relata.

La profesional de la salud añade que, en ese momento, llegó el conductor y empezó a decirle al médico que estaba tomando una mala decisión. Fue entonces cuando, según cuenta, Nicolás “comenzó a decir: ‘Soy el médico jefe de turno, estudié en la Universidad de Chile y tienen que respetar mis órdenes. Si no quieren hacerlo, pueden irse’”.

Luego de esa madrugada, el doctor Pinochet no siguió trabajando en el Cesfam. No fue despedido como trascendió en algunos portales; solo lo dejaron de llamar para hacer turnos como prestador de servicios.

Respecto al reclutamiento de Nicolás Pinochet, desde La Corporación Municipal Gabriel González Videla indican: “Como establecen nuestros procesos de reclutamiento, a todo funcionario o prestador se le solicitan certificado de antecedentes, el cual en este caso se encontraba sin procesos penales vigentes”.

Consultado por los procesos de reclutamiento en centros de Salud Familiar, desde el Ministerio de Salud indicaron: “Los Servicios de salud, Establecimientos de Salud y la Atención Primaria cuentan con autonomía para la definición de los perfiles de cargo y los procesos de contratación de personal. Deben resguardar el cumplimiento de normativa vigente en cuanto a las bases generales de Administración del Estado”.

Un mes después de su complicado turno nocturno, el día 9 de julio, distintos medios de comunicación cubrieron un caso atípico: el doctor Pinochet se paseó por un Cesfam en La Serena con un bidón de líquido acelerante, amenazando con quemar el lugar.

“Minutos de terror vivieron los pacientes y funcionarios del Cesfam Emilio Schaffhauser de La Serena, cuando vieron a un médico fuera de sí, prendiendo fuego al edificio”, informaron.

La razón del ataque, según diversas fuentes contactadas por The Clinic, tenía que ver con el cobro de las remuneraciones por los turnos que el médico alcanzó a realizar en el recinto, lo que lo llevó a amenazar a la directora de la institución.

Como Nicolás Pinochet ya no trabajaba en el Cesfam, desde la Corporación Municipal no levantaron un sumario interno. Denunciaron el hecho a la Policía de Investigaciones y presentaron una querella en contra de Pinochet. La directora del recinto, Claudia Gallardo, también se querelló.

“El señor Pinochet García ingresó a mi oficina, interrumpiendo la atención que estaba prestando. Me indicó que quería consultar sobre una boleta de honorarios que se le debía”, relató la directora en su querella.

“Le respondí que tenía que esperar a que yo terminara de atender al paciente que se encontraba en mi oficina, para darle atención a su requerimiento. El querellado me consultó si podía dejar las bolsas que cargaba en sus manos en la oficina y, luego, sin mediar motivo alguno, se ofuscó y comenzó a gritar e insultar, indicando que los de la Corporación eran una ‘mierda’ y unos ‘conchesumadre’, entre otros insultos, para luego dirigirse a mi persona e indicar ‘a ti te va a ir muy mal, acuérdate de mí’”, añadió en el escrito.

“Luego, el señor Pinochet García salió por el Servicio de Atención de Urgencias del Cesfam y, en la entrada del edificio, encontrándose pacientes y funcionarios de salud en su interior, procedió a verter un líquido que se encontraba en las bolsas que portaba en sus manos e inició un fuego, inflamándose el líquido que había esparcido en el acceso del establecimiento de salud ubicado por calle Cristóbal Colón. Luego, el querellado se dio a la fuga, siendo usuarios del Cesfam quienes lograron apagar las llamas utilizando tierra sobre el fuego, impidiendo milagrosamente que se propagara por todo el edificio”, concluye la querella.

Frente a frente con los acusados de matar a su hijo

Nicolás Pinochet ya estaba muerto, pero su padre aún no lo sabía cuando se acercó a carabineros a presentar una denuncia por presunta desgracia. Lo hizo el 10 de julio pasado y en ella relató pormenores tras el intento de incendio y detalles sobre la última vez que vio a su hijo. 

“El día martes 9 de julio, a eso de las 13:00, llegó a nuestro departamento Carabineros de Chile, los cuales me indicaron que buscaban a Nicolás por un incidente ocurrido en el consultorio Emilio Schaffhauser, relatando que Nicolás había rociado bencina en la calle y en el acceso lateral del consultorio y que había amenazado al personal. Le dije a Carabineros que Nicolás no se encontraba, ellos me dijeron que estaban esperando diligencias por parte de Fiscalía”, relató en su denuncia. 

“El mismo 9 de julio llegó Nicolás en compañía de varias personas de nacionalidad extranjera, venezolanos, éstos últimos se quedaron en la entrada del departamento. Nicolás ingresó al departamento y le dije que carabineros había llegado a la casa. Éste último no entendía mucho lo que pasaba, llegó muy alterado. Me dijo que lo que había pasado en el consultorio no era grave, le bajaba el perfil. Luego me señaló que se iba a carretear con estos sujetos de nacionalidad extranjera”, agregó el padre.

Una de esas personas que acompañó a Nicolás al departamento de sus padres, hoy es testigo reservado de la Fiscalía. Se trata de una mujer boliviana de iniciales D.K. quien, según relató a los policías, lo conoció esa misma noche junto a su pareja C.A.L y a un amigo O.A, ambos de nacionalidad venezolana. 

D.K. contó que esa noche salió con los ciudadanos venezolanos por La Serena. Se dirigieron a un local que estaba frente al Roca Beach para comer comida venezolana, pero, al llegar, se dieron cuenta de que estaba cerrado. Decidieron cruzar la calle en busca de otro lugar, cuando notaron a un hombre que se acercaba.

Ese hombre era Nicolás, que llevaba una mochila, según la declaración de D.K. Se detuvo junto a ellos y les preguntó si sabían dónde podía arrendar un departamento. Les explicó que en tres días le iban a depositar $500 mil y que su madre lo había echado de la casa porque la policía lo estaba buscando. Mientras hablaba, mencionó que tenía ropa para regalar y si sabían dónde vendían droga.

El pacto de un futuro intercambio de especies por droga se concretó. Los cuatro bajaron juntos a la Avenida del Mar, al departamento de los padres de Nicolás. Según un peritaje de cámaras realizado por la Policía de Investigaciones, llegaron a las 00:23 de la noche. 

Estuvieron solo minutos, en ese tiempo los padres de Nicolás se toparon frente a frente con los desconocidos, hoy los únicos acusados por la muerte y violación de su hijo. Nicolás sacó un parlante, una flauta dulce y varias prendas de ropa que metió en una bolsa. 

Según relató la testigo protegida, “en ese instante sale la madre de esta persona donde le dice ‘mira, estos son amigos’. Ante esto la señora manifiesta de dónde son, a lo que responde ‘entiendo que son venezolanos’, agregando el hijo que nos había conocido en una fiesta. Luego de esto O.A. (uno de los acompañantes) le dice a la señora que después lo traíamos a la casa. Ante esto la señora señaló que no, ya que la policía lo andaba buscando”. 

Salieron del departamento a la 00:39 de la madrugada. Desde allí caminaron 21 minutos hasta la residencial donde vivía la testigo protegida junto a su pareja: iban escuchando música en el parlante y Nicolás tenía un gorro naranja con las letras LA puesto. En ese minuto se separaron, la mujer entró a la casa con las ropas que llevaba Nicolás. El médico siguió caminando junto a los dos venezolanos en dirección al norte. Eran aproximadamente las 01:00 de la madrugada.  

A eso de las 02:00 el grupo regresó a la residencial, pero Nicolás no estaba allí.

La brutalidad de un crimen

Según un preinforme de autopsia del Servicio Médico Legal, Nicolás Pinochet falleció a causa de un traumatismo craneoencefálico debido a golpes con un objeto contundente en el rostro. El cuerpo también mostró signos de ensañamiento por parte de terceros.

Se detectaron escoriaciones faciales en las extremidades, tórax y abdomen, lesiones en los genitales, equimosis en las muñecas y tobillos coincidentes con ataduras, y lesiones en el cuello junto a una fractura del hioides provocada por un ahorcamiento con un cinturón.

El informe también reveló una violación, la cual, según la Fiscalía, fue perpetrada por los autores del homicidio. No obstante, la defensa de C.A.L. relativizó este hecho.

“Es posible que el médico (Pinochet) haya tenido una relación sexual previa consentida de manera violenta. Recordemos que el órgano anal no está apto para una relación sexual, por lo que provoca mayores lesiones,” señaló el defensor, Ignacio Díaz Godoy, durante la audiencia.

Pese a los alegatos, el tribunal decidió decretar prisión preventiva para C.A.L. Consultada por The Clinic, la Fiscalía de La Serena indicó que “la detención del otro partícipe está pendiente y se otorgó una orden de aprehensión vigente”.

La decisión del tribunal para otorgar la prisión preventiva al ciudadano venezolano en situación irregular se basó en varios elementos. Las mismas cámaras que registraron el recorrido junto al doctor Pinochet captaron la salida de los tres extranjeros de la residencia a las 02:20 de la mañana. Fueron a comer completos y uno de ellos salió usando el gorro naranja del médico.

Además, en la residencial fue hallado un pantalón ensangrentado, el que será periciado y sometido a análisis durante el proceso investigativo, que se fijó en 120 días. 

Otro elemento fue la declaración de la testigo protegida, pareja del imputado: 

“Observando que su pantalón tenía manchas de sangre le vuelvo a preguntar dónde estaba. C.A.L. me dice: ‘¿Quieres saber la verdad? Lo matamos’. Seguidamente le digo ‘tienes que decir la verdad’, pero me amenaza diciéndome ‘si tú hablas te mato a toda tu familia en Bolivia’”, declaró.

El testimonio de la víctima, además, añadió otro elemento que podría explicar el móvil del crimen: “Al día siguiente C.A.L y otro sujeto que vive en la parte posterior llevaron el parlante para venderlo, llegando alrededor de una hora después a la casa”. 

Según el relato de la testigo, el parlante fue vendido en $ 90mil pesos. 

En la audiencia de formalización estuvieron presentes familiares de Nicolás Pinochet, quienes al ser contactados por The Clinic no participaron de este reportaje. En la audiencia volvieron a ver al hombre que estuvo en su departamento horas antes de la muerte de su hijo.

Meses antes, en el informe psiquiátrico elaborado por el caso de Iquique, fue el propio Pinochet quien se refirió a la relación con ellos. “Mis papás me apoyan bastante y siempre están ahí, para estos pasos que he tenido más particulares ellos siempre están apoyando, tenemos buena relación, no hay conflicto, somos bien unidos”, relató. 

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