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El perfil más personal de Juan Pablo Hermosilla: un pacto entre hermanos, una red presidencial y la decepción de algunas defendidas

Desde su militancia en el Partido Comunista, las clases con Jaime Guzmán en la Universidad Católica, el trabajo con su padre Nurieldín, su liderazgo en la Fundación para la Confianza, hasta su participación en la primera línea de distintos procesos judiciales -representando a Frei y Bachelet-, siempre en paralelo a su hermano Luis, Juan Pablo Hermosilla y sus cercanos repasan aquí su historia. El abogado señala que el entorno de su hermano le ha dado vuelta la espalda: "De todos los colores políticos hoy salen, de forma hipócrita, a criticarlo".

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Hay un momento en la relación de un abogado y su cliente que trasciende las formalidades de un contrato o la firma de un documento. Es ese instante que llega después del café o el vaso de agua, después de las explicaciones, las miradas, las pausas. Es un pacto tácito, un acuerdo que se siente más que se dice. Para los hermanos Juan Pablo y Luis Hermosilla, ese momento fue peculiar. No solo por el vínculo familiar que los une, sino por las circunstancias que lo rodearon: la certeza de que la Fiscalía Oriente avanzaría sin tregua.

Ambos, acostumbrado a estar en el centro de los procesos judiciales que han sacudido al país, se miraron a los ojos y sellaron un acuerdo que no necesitaba palabras grandilocuentes. No fue una decisión tomada a la ligera, aunque no requería largas discusiones.

“Fue el mismo día que todo se supo por la noche. Tuvimos una reunión en casa con él. En ese momento, le dije: ‘Lucho, creo que yo debo defenderte. Es lo adecuado, y hay que hacerlo de esta forma’. Él estuvo de acuerdo, y así se selló el pacto profesional“, recuerda Juan Pablo Hermosilla a The Clinic, a días de haber defendido a su hermano en la formalización por los delitos tributarios, soborno y lavado de activos.

Sellado el pacto, comenzó la defensa. En la audiencia de formalización, Juan Pablo se enfrentó con la jueza Mariana Leyton, en un tribunal como tantos en los que había estado antes. Esta vez, sin embargo, vio cómo esposaban a su hermano frente a sus ojos y lo enviaban a prisión.

Aunque inicialmente lo trasladaron a Santiago 1, una decisión cuestionada por diversas voces en Gendarmería, la estancia de Luis allí duró solo un día antes de ser trasladado a Capitán Yáber. Luego de la resolución, Juan Pablo ofreció un desairado punto de prensa de 40 minutos a todos los canales de televisión, criticando al presidente Gabriel Boric, a quien había apoyado con su voto y militancia, al ministro de Justicia Luis Cordero, a quien le recriminó su formación académica.

Además, pidió que se abriera por completo el celular de su hermano, un aparato que guarda los secretos del poder y que, lentamente, ha comenzado a revelar información sobre personajes vinculados con Luis Hermosilla. Un aparato cuyo contenido Juan Pablo, como hermano y defensor, conoce bien y que según distintos abogados contactados por The Clinic, es imposible que se abra por secreto profesional.

El destino de los Hermosilla

El pacto profesional y “la forma de defenderlo” no fue una discusión muy extensa entre los hermanos Hermosilla. Ambos se conocen como nadie. Crecieron mirando y aprendiendo a “defender” o “representar a la gente”. Al menos así lo vieron desde niños criados por el reconocido litigante, formador de penalistas Nurieldín Hermosilla Rumie (91), quien además del derecho es un coleccionista voraz de Pablo Neruda. 

Fueron tres los hijos de ese primer matrimonio, los dos hombres parecían destinados a seguir la profesión; la hermana, Nuriluz Hermosilla, en cambio, se dedicó a la arqueología.

El padre fue socialista y después comunista. También laico. Los tres hermanos mayores crecieron en ese entorno. “Lo que necesitamos es perdonarnos a nosotros mismos, no que alguien venga y nos absuelva”, decía Nurieldín el 2015 en una entrevista a La Tercera, una frase que bien podría representar el destino de su hijo Luis, aunque en la entrevista matizó.

 “Mis hijos no quisieron seguir mis pasos en el ateísmo: Luis, por ejemplo”, remarcó. 

Tanto Luis como Juan Pablo entraron a la Universidad Católica, si bien tenían años de diferencia, muchos de los estudiantes los reconocían como hermanos. Ambos militaron en el Partido Comunista y eran públicos opositores a la dictadura de Pinochet. 

Según un compañero de generación, Luis era un poco más combativo que Juan Pablo. Al menos se le veía más en protestas. Si hubiese que apostar por una conversión política, pocos lo hubiesen hecho por Luis Hermosilla, quien años después se acercaría a la UDI, no como Juan Pablo, quien hasta hoy se reconoce una persona de izquierda. 

De sus años de Universidad, Juan Pablo recuerda como formadoras las clases de Gonzalo Vial, Enrique Cury, e incluso, las del propio Jaime Guzmán, quien le enseñó derecho constitucional, en los años que preparaba su Constitución, la que aún rige al país.

Sobre Guzmán y esa época Hermosilla recuerda: “Tengo compañeros de universidad que cuando íbamos a manifestaciones que eran de muy de derecha, me decían: ‘vente a esconder a mi casa si te persiguen’. El propio Jaime Guzmán y otros profesores nos cuidaban. Hernán Larraín, qué sé yo, nos cuidaban. Era una época muy, muy dura”.

Sus compañeros de generación, a diferencia de otros de la Universidad Católica, no terminaron siendo muy políticos, como Jaime Orpis y Baldo ProKurica, quienes eran mayores. Entre sus compañeros destacan Hernán Corral, exdecano de la Universidad de los Andes, y Axel Buchheister de Libertad y Desarrollo. 

Parte de sus compañeros reconocen la ductilidad en Juan Pablo: si bien era de izquierda, supo culebrear, pertenecer y ser querido en grupos de derecha. También recuerdan su afición por esquiar en los inviernos y sus diferencias con Luis. Si bien ambos eran reconocidos por su simpatía y su personalidad extrovertida, Luis era percibido como el más canchero de los dos. Sus cercanos reconocen que si bien no se sentía un hombre atractivo, tenía una galantería empujada por su capacidad de interesar y persuadir. Algo, reconocen, que iba más allá del dicho “la billetera mata galán”. 

Pese a ello, el dinero no fue problema para los Hermosilla. El éxito de su padre se tradujo en una buena vida para ambos: cuando estudiaba en la Católica, Juan Pablo vivía en una casa en El Arrayán, hogar en el que se quedó su madre hasta que su padre se separó de ella y se casara en segundas nupcias. 

Juan Pablo comenzó a ser abogado a los 20 años. Desde esa edad comenzó a trabajar en el estudio de su padre. Partió viendo causas penales ligadas a lo comercial, el área de expertise de su padre, mientras su hermano tomó notoriedad por ser el abogado del caso degollados. 

A diferencia de lo que se cree, los años ochenta fueron una época bullente para muchos abogados chilenos. La crisis del 82 propició que muchas empresas solicitaran servicios jurídicos a parte importante de una generación de abogados jóvenes.

Para quienes vieron a los tres Hermosilla trabajar juntos, recuerdan una separación de estilos, más que entre los hermanos, era algo así como una disputa generacional. Nurieldín era reconocido como un abogado meticuloso y estudioso, en cambio sus hijos eran más apreciados por su capacidad de oratoria y de improvisar. Por llevar la discusión penal fuera de los tribunales. Afuera del ring, un estilo que se mantiene hasta hoy y, según conocedores del derecho, podrían alejarlo de lo medular en los procesos. 

Si eso fuera así, perdería a todos los juicios. Creo que no me va a peor ni mejor que cualquier abogado”, responde Juan Pablo a ese cuestionamiento.

Los casos de Juan Pablo Hermosilla

Con el paso de los años, Juan Pablo dejó el estudio de su padre y se instaló en una oficina en el centro de Santiago. La relación laboral con él fue descrita por su padre a La Tercera: “Tengo cinco hijos en total, repartidos entre dos matrimonios. De ellos, hay dos muy conocidos y respetados: los abogados Luis Hermosilla y Juan Pablo Hermosilla. Con ellos no hacemos nada en conjunto. Con mis hijos abogados, para evitar momentos donde me impusiera yo como padre y no el mejor consejo en una reunión, decidimos no hacer reuniones, sino que hacer consultas donde la respuesta puede tomarse para bien o para mal. Y nos funciona”, aclaró.

Afuera cimentó una carrera en distintos estudios, en los 90 llevó la defensa de Carlos Cardoen, acusado por la exportación ilegal de circonio a EEUU y otras causas importantes ligadas a la familia Yarur, una representación cuyos honorarios fueron ostensibles. Se habla de millones de dólares.

Isidro Solís, exministro de Justicia y quien compartió oficina con los hermanos Hermosilla recuerda que “desde el punto de vista de la evaluación de la oficina, a lo mejor de manera injusta, siempre se asumió que el más experto era Lucho”.

Más allá de las evaluaciones personales de cada uno, es innegable que ambos fueron los abogados de confianza de parte importante de la élite. 

En el segundo período de Michelle Bachelet, Juan Pablo Hermosilla tuvo notoriedad al asumir la defensa de presidenta Michelle Bachelet en un proceso por injurias y calumnias en contra de la revista Qué Pasa, por la publicación de ciertas transcripciones, sacadas del informe escrito enviado por el OS-9 de Carabineros, al fiscal del caso Caval.

Si bien el Consejo de Ética de los Medios de Comunicación de Chile sancionó a revista Qué Pasa, Michelle Bachelet terminó realizando un punto de prensa en la Plaza de la Ciudadanía donde anunció que le había pedido a su abogado, Juan Pablo Hermosilla, retirar la querella.

“Considere que esta resolución de medios de comunicación era contundente. La revista ha sido sancionada y con eso me doy por satisfecha”, dijo Bachelet en 2016.

Conocedores de ese caso, tanto del gobierno de Bachelet como del mundo del derecho, consideraron que llevar adelante el proceso por injurias y calumnias, por el que la presidenta tuvo que pagar las costas, fue un error por parte de Hermosilla. 

Juan Pablo defiende su trabajo: “¿Por qué podría hacer una autocrítica si ganamos el caso?”, dice.

“¿Qué me importa el pago de las costas. En palabras simples, le sacamos la mugre a Álvaro Saieh en La Tercera, lo que sostuvimos es que en ese caso había una publicación de una noticia falsa que afectaba el honor de la presidenta y ellos dijeron que no. Había una historia sórdida atrás que no te puedo contar por derecho profesional”, comenta al ser consultado por el proceso penal.

Luis Hermosilla y Juan Pablo Hermosilla
Luis Hermosilla y Juan Pablo Hermosilla

“En ese caso veíamos que proceso avanzaba más, la querella por injurias, pero la más importante era la investigación en el Consejo Nacional de Ética de los Medios. Era más importante, porque el Consejo de Ética son los dueños de los medios, la mayor parte del tribunal era de derecha”, agrega. 

“Nos dieron la razón a nosotros. Habiendo ganando eso y el juicio no habiendo empezado, nos desistimos de la querella por injurias. Lo que queríamos era fijar el hecho de que esto era injurioso, falso y hecho con mala intención”, añade.

La representación de Bachelet no fue la única de Juan Pablo Hermosilla con una máxima autoridad. Años antes participó en el think tank Océanos Azules, que desarrolló una propuesta programática para la candidatura presidencial de 2009 del expresidente Eduardo Frei, quien fue derrotado por Sebastián Piñera.

Sobre ese proceso, el senador Juan Luis Castro (PS) recuerda: “Juan Pablo Hermosilla siempre tuvo un rol muy activo y propositivo en Océanos Azules. En 2009 ya que había una fuerte convicción de que la centroizquierda debía jugarse por un camino progresista, luego del primer gobierno de Bachelet”.

Era independiente de izquierda y opinaba especialmente en los temas de reformas en materia judicial, régimen carcelario, derecho económico y ley anti monopolios, entre otros(…) Siempre se le vio ligado a su profesión, más que buscando otro espacio. Creo que el expresidente Frei escuchaba sus planteamientos, en lo programático”, añade Castro.

Un año después, Juan Pablo Hermosilla se sumó como querellante de la familia por la muerte del expresidente Eduardo Frei Montalva.

Hermosilla, además, lideró la comisión de expertos que analizó y propuso las modificaciones a la Ley Antiterrorista, donde fue acompañado por los también abogados Javier Couso, María Inés Horvitz, Juan Pablo Mañalich, José Ignacio Núñez, Enrique Aldunate, Juan Pablo Cox y Héctor Hernández.

De ese proceso, el constitucionalista Javier Couso y colega de Hermosilla como docente en la Universidad Diego Portales, recuerda: “En la comisión lo precedía su prestigio profesional. Yo te diría que a diferencia de otros penalistas, él era muy académico. El profesor llevaba haciendo por los menos 10 años de derecho penal. Diría que es alguien que combina litigio con academia”, comenta.

“Nos movilizamos al sur a una zona donde presuntamente habían asuntos terroristas y fue una persona que mostró criterio profesional y capacidad de interlocución(…) nos entrevistamos con distintos actores de la sociedad civil, incluso con loncos de las comunidades. Fue muy útil”, recuerda.

Fundación para la confianza: “El Hermosilla bueno y el Hermosilla malo”

Las represetaciones políticas de Juan Pablo Hermosilla no fueron las más mediáticas. Al menos no las únicas. El 2010 Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo entraron en la escena pública, luego de develar, a través de un reportaje del programa Informe Especial (TVN), los abusos que habían vivido por parte de Fernando Karadima, exsacerdote de la élite de Santiago.

Karadima fue condenado por el Vaticano a vivir una vida de penitencia y oración tras ser declarado culpable de abusos sexuales contra menores y adultos. En la arista penal, la ministra Jessica González sobreseyó el caso, pese a dar por acreditados los hechos que se le imputaban.

La cercanía de Juan Pablo Hermosilla con las víctimas de Karadima tuvo como consecuencia la creación de la Fundación Para la Confianza, que desde 2010 “se dedica a la prevención del abuso y el maltrato infantil, al apoyo a las personas que han sido víctimas de abuso sexual y maltrato durante su infancia”.

Allí, Hermosilla trabajó (y sigue trabajando causas a probono), sin recibir remuneraciones y lideró los equipos legales de importantes casos, en contra de Nicolás López, Herval Abreu, Felipe Berríos y, recientemente, el actor Cristián Campos. Desde ese lugar, su figura ganó reputación positiva.

Distintas personas que colaboraron en la fundación para la Confianza y víctimas representadas por Juan Pablo Hermosilla cuentan que allí siempre se habló del Hermosilla bueno y del malo, refiriéndose a Luis. Sin embargo, reconocen que esa visión ha cambiado luego de la pública asunción de la defensa de su hermano. El mismo que en un audio solicitó a mujeres desnudas de distintas nacionalidades.

Respecto al impacto del Caso Audios en la Fundación para la Confianza, el presidente del directorio, Juan Andrés Murillo, señala: “Esa es una frase inaceptable, es lo peor que uno puede escuchar de una persona. Esa cosificación de la mujer va absolutamente en contra de lo que pienso. También de lo que siempre he conversado con Juan Pablo. Siempre he visto un un respeto total de parte de todas las personas de la fundación: a las mujeres, a los niños, etcétera. Pero aquí no hay que olvidar que no es Juan Pablo el imputado ni el investigado”.

A pesar de que la imputación no es contra Juan Pablo Hermosilla, distintas mujeres representadas por él a través de la Fundación para la Confianza sí reconocen un desconcierto en la defensa a su hermano Luis: “Yo a Juan Pablo lo tenía muy en alto y ver todo este show es horrible, es indefendible. Todos, probablemente, defenderíamos a nuestros familiares y a las personas que queremos, pero se ve muy feo. Es indefendible lo de Luis Hermosilla”, dice una representada por Juan Pablo Hermosilla.

Pese a lo anterior, la víctima de abuso aclara: “Yo no dudo de sus intenciones respecto al abuso de los niños o las víctimas de abuso. Lo que él ha hecho igual es gigante, muchas de nosotras no hubiésemos podido pagar. La ayuda que nos dio Juan Pablo fue inmensa. El agradecimiento que le tenemos es enorme”, agrega.

Otra víctima de abuso, representada por Juan Pablo Hermosilla, añade: “Esta gente con recursos, con contactos y con buenas posiciones laborales, es tan difícil que no se corrompan de alguna forma. Entonces esto no me sorprende para nada (…) Luis Hermosilla es un fresco y eso no significa que Juan Pablo lo sea, pero es raro ver esa especie del ying y yang entre los dos”, comenta.

“Con esto me pasa lo mismo que me pasó en el caso Nicolás López, en la pega o en la vida. Yo sé lo que me pasó a mí y le creo a todas mis compañeras, pero si es tu hermano, tu papá o tu mejor amigo, entiendo la posición en la que estás de defenderla. Humanamente lo entiendo”, recalca.

Sobre la continuidad de Juan Pablo en la Fundación para la Confianza, Murillo señala: “El hecho de que se plantee que la fundación deje de existir porque Juan Pablo defienda a su hermano, no me parece. Además, si nosotros dejamos de existir ahí sí que sería una traición, creo yo, a las víctimas y a los niños y a los potenciales víctimas”.

Respecto a su rol en la Fundación para la Confianza, Juan Pablo Hermosilla indica: “Yo no he recibido ningún ingreso. A mí la Fundación me podría pagar 5 millones de pesos mensuales. Pero no nos paga nadie. Nunca nos ha pagado nadie. A esta altura hemos recibido varios miles de millones de pesos que hemos obtenido de indemnizaciones para nuestros clientes. En distintos casos no hemos cobrado ni un peso de esas indemnizaciones. Y, por lo tanto, no veo cómo se crucen los hechos de mi hermano con lo que yo hago”, indica.

“Pero en todo caso, obviamente, como todo trabajo profesional, aunque sea pro bono profesional, si alguien estimara que no soy la persona adecuada para llevarlos felices, que lo lleven a otra persona”, agrega.

Si bien la mayoría de los casos por abuso sexual Hermosilla ha estado del lado de las víctimas y las potenciales víctimas, también ha representado legalmente a acusados de delitos sexuales. Así ocurrió en el caso de C.T.D.R en su calidad de autor del delito de abuso sexual reiterado a mayor de 14 años.

“Ahí tiene usted un caso en que voy por el otro lado y que es muy bonito. Porque lo que buscamos en ese caso fue enfrentar el tema de una forma que permitiera sanar las heridas familiares.
Y creo que se ha avanzado en esa línea, muy fuertemente. No voy a comentar los detalles, porque están cubiertos por secreto profesional, pero es muy interesante porque ahí se buscó éticamente una salida que calzara desde el punto de vista legal”, comenta Hermosilla sobre dicha causa.

La defensa a su hermano

Isidro Solís dice que un abogado “no siempre bailará con la niña bonita”. Que es sano entenderlo así. Se refiere a que en varios puntos de la carrera los abogados se enfrentan a representar a clientes cuyos casos no arrastren la adherencia popular.

“Nosotros estamos acostumbrados a defender situaciones que para el público puede que sean
impropias, que sean discutibles, pero uno se debe a su cliente, no se debe al público. Es una cosa que uno aprende rápidamente y, además, siendo Juan Pablo hijo de quién es, obvio que la tenía que haber tenido clara mucho más antes que todos nosotros”, indica.

El abogado, eso sí, dice que la presencia pública de Juan Pablo ha estado más ligada a los casos aceptados socialmente: “Él tiene una especie de moralización del ejercicio profesional que, bueno, es una opción”, añade.

La representación de Luis Hermosilla está teniendo costos en la imagen de Juan Pablo Hermosilla y, para Solís, este acto no está únicamente atado al cariño entre hermanos: “Juan Pablo es un profesional viejo. No creo que en esto, que en la definición de la estrategia, haya nada que tenga que ver con cariño. Sería absolutamente impropio, que un profesional de su experticia, estuviera guiándose por elementos estrictamente emocionales”.

Respecto al mismo punto, Javier Couso señala: “Así como a los cirujanos se les recomienda o se les prohíbe que operen a sus familiares directos, creo que un par de exabruptos que tuvo esta semana lo atribuyo al hecho -a juicio personal-, de un error el representar a su hermano(…) Juan Pablo Hermosilla es un abogado bastante sofisticado para presentar sus tesis y, lamentablemente, creo que cometió el error de representar a su hermano, porque estoy seguro de que en otras instancias no hubiese mostrado el apasionamiento que mostró”, indica.

“Con esto me refiero al intercambio que tuvo con la jueza. El fondo de lo que dijo tiene razón en lo que dijo, en tanto de que no podía la jueza aleccionarlo en cómo hacer la persona. Pero Juan Pablo es extremadamente amable y creo que estaba muy sobrellevado por el apasionamiento”, agrega.

Sobre el cruce entre Juan Pablo Hermosilla y la Jueza Mariana Leyton, el primero se dio cuando la magistrada le pidió que se enfocara en el caso, mientras ocurría el alegato de apertura. “Abogado, por favor, disculpe que lo interrumpa, pero vamos con las consideraciones de derecho en relación a los hechos que se formulan por parte del Ministerio Público”, dijo. Frente a ello, Hermosilla respondió: “Magistrada, tengo 13 horas que contestar”. Tras esto, la jueza se puso firme: “Abogado, disculpe, yo dirijo la audiencia. Si va a hacer apreciaciones que diga relación con un argumento y, luego, desarrolla el argumento”.

En el segundo caso, la jueza Leyton también quiso enrielar al abogado y mostró su voz de mando en el juzgado. Mientras hablaba el profesional sobre que el Ministerio Público y el Servicio de Impuestos Internos (SII) le habrían realizado una “emboscada”, ella lo interrumpió y le señaló: “Se entendió el punto, abogado, continuemos”. Él respondió con que “no me gusta que me interrumpan”. “Lo siento, abogado, pero le di diez minutos y ya lleva quince”, replicó la jueza.

Sobre ese punto en particular de la formalización, Juan Pablo Hermosilla asegura no estar arrepentido, y también niega haber sido consumido por lo pasional:

“Vengo de una época en que los jueces hacían el favor de escucharnos, nos escuchaban cuando querían, nos interrumpían y todo, y eso cambió. Cambió jurídicamente, cambió culturalmente.
Hoy día, de acuerdo a las normas constitucionales, de acuerdo a las normas del Código Procesal Penal, la jueza no me hace un favor el escucharnos, yo ejerzo un derecho y como tal tengo derecho a ejercerlo. Respondiendo a su pregunta, volvería a hacerlo exactamente igual”, indica Juan Pablo Hermosilla.

“Nunca le falté el respeto, pero sí fui firme y enérgico”, añade.

Distintos abogados conocedores del caso comentan que la defensa de Luis Hermosilla a su hermano se da por las dificultades económicas del primero. “No le pedimos a otro abogado la representación, pero probablemente habría tenido complicaciones económicas para costear a uno”, reconoce Juan Pablo Hermosilla.

Consultado por sus motivaciones para defender a su hermano, agrega:

“Fuera del cariño, tiene que ver con la decisión de enfrentar esto de determinada forma, y como se ha visto, y básicamente de enfrentar el tema. Creo que en eso lo podía ayudar, claramente, así que se juntan esas dos cosas”.

Respecto al actual estado social de su hermano, Juan Pablo reconoce que muchos de sus amigos y cercanos lo han dejado de lado:

“A mí hay cosas que me dan pena. Por ejemplo, que la condición humana me da pena, de ver a personas que, sabiendo que Luis era como es, se acercaban a él cuando era poderoso, no tenían problema en pedirle favores”, indica.

“De todos los colores políticos, y hoy día salen abiertamente, de forma hipócrita, a criticarlo. Entonces, claro, uno no quiere destilar todas esas cosas, porque estoy medio aburrido con la hipocresía. Creo que uno puede equivocarse, yo mismo me he equivocado numerosas veces, pero no tolero la hipocresía”, añade.

Sobre el momento en que esposaron a su hermano para trasladarlo a Santiago 1, imagen que quedó registrada y fue difundido en redes sociales y televisión -un momento en que no se miraron ni abrazaron-, Juan Pablo Hermosilla, el hermano y defensor de Luis recuerda:

“Lo que necesitaba en ese momento mi hermano era un abogado. Yo me estoy comportando en este momento como abogado. Pero es un tema que no nos sorprendió. Imagínense, Lucho tiene 45 años de ejercicio de la profesión, yo estoy a un mes de cumplir 40 años de ejercicio de la corrección. Entonces uno ha desarrollado ciertos datos. Diría que el segundo día ya sabíamos que iba a pasar esto. Y lo conversamos mucho entre nosotros y, por lo tanto, no nos sorprendió”, señala.

“Por lo mismo no hubo un intercambio dramático, ni nada de eso. Conversamos del asunto intensamente los días anteriores y estábamos preparados. Fue un momento fuerte y duro, no solo porque es mi hermano. En general, cuando uno tiene un cliente que se va preso o a prisión preventiva, es duro. Por eso es que yo he dicho que no se celebra”, agrega.

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