Ángela Vivanco fue homenajeada por la Universidad Católica hace menos de un mes. Parecía vivir un momento de consagración, eso hasta que fue suspendida e ingresada al cuaderno de remoción de la Corte Suprema. Su aparición en chats que la vinculan con Luis Hermosilla destapan una trama que pone en tela de juicio su neutralidad. Aquí la historia del inicio de su caída, desde sus primeros pasos en la política hasta su llegada a la Suprema, donde llegó a ser vocera señalando que: "Una democracia con jueces politizados por supuesto que es una democracia que tiene menos garantías de funcionar".
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El catorce de julio pasado había sido uno de esos días brillantes para Ángela Vivanco. La Universidad Católica, su alma máter, se había volcado en un homenaje hacia su figura.
La instancia fue organizada por sus exayudantes; hoy, destacados abogados como el ministro del Tribunal Constitucional, Miguel Ángel Fernández, el abogado Juan Esteban Montero y Máximo Pavez, exsubsecretario en la Segpres. Todos habían sido sus estudiantes, discípulos que ahora celebraban los méritos de quien había forjado una parte de su carrera en esas mismas aulas.
Para Vivanco, ese reconocimiento no era un evento más en su carrera: era la confirmación de la universidad, institución que le había dado todo. Su vida profesional estuvo siempre ligada a la Pontificia Universidad Católica, donde llegó a estudiar derecho, luego de arrepentirse de estudiar medicina. También fue allí donde conoció a su primer marido, el hoy fallecido abogado Manuel Pesqueira.
En esas aulas se había codeado con personajes que hoy están en la cima del derecho. Entre sus compañeros de generación estaban Nicolás Cubillos, quien con el tiempo llegaría a ser rector de la Universidad Finis Terrae; Ana María Celis, experta en derecho canónico; y Luz Ebensperger, que más tarde se convertiría en intendenta y senadora por la UDI.
Fue allí donde la ministra de la Corte Suprema —hoy, apenas unas semanas después, suspendida de sus funciones y envuelta en el escándalo que la vincula a los audios de su colega (y compañero de universidad) Luis Hermosilla— también se codeó con destacados profesores, sobre todo en derecho constitucional, la misma materia que veía en la sala que integraba en la Corte. Entre ellos estaban Jaime Guzmán y José Luis Cea.
Si bien Cea no tuvo participación en la Constitución que ideó su colega Guzmán, este sí se convirtió en uno de sus principales expertos. En clases hablaba a sus alumnos de las “perlitas” de la Constitución, refiriéndose a las grietas que esta presentaba. Esa detección de “fugas” le entregó un gran poder. No hay mayor fortaleza que detectar las debilidades.
Vivanco terminó convirtiéndose en ayudante de Cea, comprendiendo desde muy joven los huecos constitucionales. “Cea logró hacer una interpretación de la Constitución y le generó flexibilidades. Cea logró generar una escuela de interpretación de la Constitución del 80 que ayudó enormemente a flexibilizarla y proyectarla en el tiempo”, dice Tomás Jocelyn-Holt, excandidato presidencial y compañero de universidad de Vivanco.
“Sin embargo, hubo alumnos de él que convirtieron esas enseñanzas en una especie de patente para hacer lo que quisieran con la Constitución”, agrega. “La verdad de las cosas es que hay una prostitución de esa escuela y Ángela Vivanco es la prostitución de esa escuela”, agregó el excandidato presidencial.
Las duras palabras de Jocelyn-Holt reflejan una cosa. Tal como ocurrió con los Hermosilla, la caída para Vivanco ha sido brusca. Los aplausos que recibió en la Universidad Católica parecen tan lejanos. Las críticas hoy vienen desplegadas desde la misma casa de estudios que una vez fue su refugio, su espacio de gloria. Algo que hoy aparece como el inicio de una larga caída, de esas que no tienen vuelta atrás.
La caída de Vivanco
Vivanco nació en Santiago el 9 de marzo de 1963 (61 años). Juró como abogada en 1989 y en su currículo destaca un doctorado en Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de La Coruña, en Galicia, España. Además, fue decana y vicerrectora académica de la Facultad de Derecho en la Universidad Santo Tomás.
Antes de ser pareja de Gonzalo Videla, estuvo casada con Raúl Madrid, quien fue secretario general de la Universidad Católica entre 2000 y 2010. También estuvo casada con Ricardo Ortíz Grabinger, de quien se separó en el año 2008.
Según reportó La Segunda en 2018, a Vivanco le gusta la música, siendo fanática de Los Beatles. También le gusta la pintura, la literatura y, como a muchos otros abogados, las novelas policíacas. Su autora favorita es Camilla Läckberg, escritora sueca cuyas historias de crímenes han sido best sellers.
Hoy, su historia podría perfectamente convertirse en la trama de una novela sueca. El pasado 7 de septiembre, Ciper publicó varios chats entre la actual ministra de la Corte Suprema, Ángela Vivanco, y el abogado Luis Hermosilla. Las conversaciones se dieron en un periodo de cinco años, entre 2018 y 2023.
En esos primeros chats, ella le pidió ayuda al abogado —cercano al gobierno de Sebastián Piñera— para poder llegar a la Corte Suprema. El favor, según evidencian los mensajes, sería cobrado años más tarde, cuando Hermosilla le preguntó en 2021 si tenía posibilidad de integrar sala en una causa que le interesaba y que involucraba a la PDI.
Distintas voces cercanas a ella cuentan que, entre los abogados y jueces, miraban con distancia sus acercamientos políticos. Vivanco fue nombrada ministra de la Corte Suprema el 8 de agosto de 2018 por Sebastián Piñera. La abogada llegó al Tribunal Supremo en uno de los cupos “externos” a la magistratura; estos cupos son pensados para “destacados abogados” que no hicieron carrera en el Poder Judicial. En la Suprema, además, ofició como vocera.
Su llegada no estuvo libre de críticas; la mayoría de ellas tenían que ver con la trayectoria política que la abogada desempeñó en paralelo a su desarrollo judicial. Y es que a mediados de los años noventa, Ángela Vivanco se convirtió en la primera presidenta del partido Unión de Centro Centro, del fallecido empresario Francisco Javier Errázuriz. Vivanco fue una de las primeras mujeres en dirigir una colectividad política, junto a Gladys Marín (PC) y Laura Rodríguez (Alianza Humanista).
El desempeño en el partido de Errázuriz no fue el único. En 1997 fue candidata a diputada en un cupo de RN, obteniendo el 4% de los votos. Si bien anunció su retiro de la política a inicios de los 2000, conocedores de su carrera dicen que nunca dejó de operar políticamente, ni siquiera siendo ministra de la Corte Suprema.
Sin embargo, en la Suprema, Ángela Vivanco comenzó a sorprender al sector que la propuso con varios de sus fallos. Entre ellos, los recursos en contra de las isapres, pero también uno de 2019 de corte progresista, cuando la jueza fue parte del voto unánime de la tercera sala que acogió un recurso de casación que presentó una persona trans y ordenó el cambio de sexo registral, esto a pesar de que en su rol de abogada alegó en contra de la despenalización del aborto en tres causales ante el Tribunal Constitucional, representando a los diputados de Chile Vamos.
Más allá de sus votos, hoy el Pleno de la Corte Suprema abrió un cuaderno de remoción a la ministra Ángela Vivanco tras la publicación de los chats con Luis Hermosilla. Entre los motivos para la apertura del proceso destacan la interferencia en la elección de fiscal nacional, el nombramiento de notarios y ministros, además de la entrega de información adelantada de causas.
La politización de Vivanco resulta entonces al menos debatible. Dentro de ese contexto, se han recordado distintas declaraciones de la ministra; una de ellas fue entregada durante el debate constitucional y las eventuales reformas al Poder Judicial que se plantearon y que no llegaron a concretarse:
“Una democracia con jueces politizados, por supuesto, es una democracia que tiene menos garantías de funcionar”, señaló en esa oportunidad.
