Reuniones sin celulares y temor al chat: la creciente desconfianza en los círculos de poder que profundizó el Caso Hermosilla
Políticos, empresarios y abogados prefieren alejar la información privada de lo virtual. Ya es común que en WhatsApp ocupen mensajes temporales o descargue otras aplicaciones de mensajería más seguras como Signal. Para las reuniones más importantes, dejar fuera el celular y preferir el encuentro cara a cara.
Por Rodrigo CórdovaCompartir
Fueron 15 parlamentarios los que tuvieron que dejar sus celulares afuera antes de entrar a la reunión. El Presidente Gabriel Boric invitó, el pasado martes, a todos los legisladores de las comisiones de seguridad de la Cámara y del Senado al Palacio de Cerro Castillo, en Valparaíso, para hablar de la crisis de seguridad. Como es habitual ahora en los espacios del poder, se tomaron resguardos con los celulares y quedaron fuera de la sala.
Cada parlamentario, en su ingreso, dejó su celular en una caja de madera compartimentada. A cambio recibieron un papel con un número y con él reclamaron su aparato móvil una vez terminada la reunión. Cuando todos entregaron su celular, la caja se cerró con llave. Cuando terminó la cita, los legisladores bromearon con que rifarían los aparatos. Un poco de humor en una dinámica ya naturalizada: tener cuidado con los celulares cuando se trata información privada.
La precaución en el Cerro Castillo, sin embargo, responde a una motivación particular. En junio de 2023, el Presidente Boric hizo una reunión de características similares para tratar la crisis de seguridad e invitó a parlamentarios oposición. El encuentro se vio teñido por la filtración de un audio del Presidente, cuando había pedido explícitamente que no se grabara, porque era una reunión de carácter privado.
Días más tarde, el diputado de Renovación Nacional Miguel Mellado reconoció que él había grabado al Primer Mandatario sin su consentimiento y luego entregó el archivo a un medio de comunicación.
Ese es un ejemplo, pero personajes del mundo político coinciden en que ahora hay menos confianza para comunicarse y enviar información por whatsapp. Con el Caso Hermosilla – en que el celular del abogado se ganó el título de “la caja de pandora”- el resguardo es algo que se ha profundizado, un concepto más presente en reuniones y al momento de comunicarse por chat.
Celulares fuera de las salas
En política, una de las principales preocupaciones son las filtraciones de las conversaciones en los grupos de WhatsaApp y pantallazos de charlas que muchas veces terminan siendo enviadas a la prensa.
Una de las medidas de resguardo que han tomado los políticos, para proteger sus conversaciones, ha sido cambiar la configuración de la aplicación de WhatsApp para que los mensajes se eliminen pasadas las 24 horas. Otros prefieren usar aplicaciones con mayores garantías de privacidad como Telegram o Signal, aplicación que, por ejemplo, utiliza el Presidente de la República.
La jefa de bancada de RN, Ximena Ossandón, dice que “cada vez hay más desconfianza”. Y confirma que existen lugares “en donde hay reuniones donde se te pide dejar los celulares en una caja”.
En abril recién pasado, la embajadora de EE.UU en Chile, Bernardette Meehan, asistió a una comisión secreta en la Cámara de Diputadas y Diputados para exponer sobre la Visa Waiver, dado que Chile peligraba su membresía a ese convenio. A pesar de que se advirtió el carácter secreto de la reunión, un audio con la exposición de Meehan se filtró a la prensa.
La diputada Ossandón comenta que actualmente “uno tiene que dejar el celular a la vista en una caja o al frente de todos, lo cual, de alguna forma, demuestra que han sucedido cosas y que, lamentablemente, hoy día no se confía mucho en las personas”.
Uno de los cambios que también advierte la parlamentaria es que está volviendo al cara a cara, “a lo más antiguo”, porque “lamentablemente estas cosas que tienen buen propósito muchas veces terminan siendo usados para otros fines de los cuales fueron creados”.
El vicepresidente de la Cámara, Eric Aedo (DC), confiesa que tiene Signal, pero que no lo ocupa porque no sabe usarlo. Si bien entiende que hay un poco de sospecha y paranoia al hablar por WhatsApp, sostiene que él no tiene problemas por ese medio. Sus claves son: reunirse en persona para tratar temas privados y decir lo mismo en privado que en público.
Hay otros parlamentarios y políticos del Ejecutivo que advierten que no han tomado resguardos especiales con su forma de comunicarse, porque sostienen que, a fin de cuentas, quien quiera filtrar información lo va a hacer de todas maneras. La clave, dicen, está en generar confianza con personas con criterio. Tarea que reconocen que también es difícil.
El diputado socialista Leonardo Soto cree que “el cambio de confianzas” se origina en el Kiotazo (1992). El polémico capítulo de la política chilena en donde se descubrió que el entonces senador y candidato a la presidencia Sebastián Piñera conspiró con su amigo Pedro Pablo Díaz, para hacerle una encerrona a su contenedora de RN, Evelyn Matthei.
Ahora bien, Soto reconoce que este fenómeno “avanzó demasiado” y se profundizó también con el Caso Topógrafo, en donde se reveló que el Ejército interceptó conversaciones, según la indagatoria, a periodistas y a denunciantes de corrupción al interior del Ejército de Chile.
Soto sostuvo además que en una sesión reservada del Congreso en donde se trató el caso, le consultó al jefe de la dirección de inteligencia militar de la época si podía asegurar de que no habían intervenido celulares de parlamentarios que habían insistido en investigar el caso. “Se quedó callado. ‘Esa información no la puedo entregar’, me dijo”, comenta el diputado socialista.
Otro espacio -virtual- que se ha dejado de lado son los grupos de WhatsApp. Parlamentarios y dirigentes de partidos comentan que lo que más se ve ahí son peleas y que es complejo compartir información delicada, porque es una garantía de que esa información se va a filtrar.
El chat del Comité Político Ampliado, por ejemplo, en donde participan los presidentes de los partidos oficialistas, ha bajado su frecuencia de interacción. Antes se utilizaba con frecuencia, pero miembros del grupo veían cómo los mensajes de ese chat se hacían públicos a través de la prensa.
El problema, comentan bajo reserva, aparte de dinamitar confianzas, es que se deslizaba una intencionalidad en la filtración, puesto que no se entregaba una versión general de lo conversado -como suele ocurrir con la información en off- sino que cada intercambio venía con nombre, apellido y partido político.
Empresarios sin protocolo
El mundo empresarial es más cerrado que el político y aún no se han llegado a establecer protocolos de confidencialidad para las reuniones.
Un alto directivo de la Cámara de Comercio de Santiago cree que, a propósito del Caso Hermosilla, se crearán nuevos protocolos de seguridad de aquí en adelante. Esto, porque en la actualidad no existen y se espera, incluso, que se instalen bloqueadores de señal que funcionen. A diferencia de los que instaló gendarmería en las cárceles, comentan a The Clinic.
Al preguntar en ministerios del Gobierno, advierten que en La Moneda y en Cerro Castillo es usual entrar a reuniones en donde el celular quede afuera. En el Ministerio de Hacienda, sin embargo, que recibe constantemente a altos representantes del gran empresariado, no hay restricciones de este tipo.
“La caja de pandora”, le dicen al celular del penalista Luis Hermosilla. La información que guarda no termina de desplegarse en todas sus artistas, pero al gremio de abogados ya les preocupa. Aparte de las implicancias al sistema democrático, como se ve hoy en la Corte Suprema, también preocupa la repercusión que tiene en el ejercicio de la profesión y en la poca confianza pública que inspira la abogacía.
Un importante abogado de la plaza, colegiado y académico le comentó que en realidad, hasta ahora, el tema de los mensajes con duración limitada o las aplicaciones con mejores medidas de privacidad no son tan comunes.
No desconoce que es evidente que el Caso Hermosilla generará repercusiones en la cultura comunicacional del gremio y que es cosa de tiempo que se empiecen a tomar más resguardos.
Hasta ahora, le ha tocado participar en reuniones privadas con abogados en las que se dejan los celulares afuera de la sala, pero advierte que no es por un tema de seguridad o de miedo a la filtración, sino para que los incumbentes no se distraigan con llamados o mensajes de whatsapp.
Inevitablemente, confiesa, a cambio de los chat ahora los encuentros cara a cara se volverán más comunes. Para tener reuniones más privadas, dice, se volverá a invitar a un café.