Entrevistas
21 de Septiembre de 2024Claudio Parra: “No hemos podido seguir haciendo creaciones, porque ya no están los cinco Jaivas”
A sus 79 años, el fundador de Los Jaivas conoce como nadie la historia del conjunto y ha encabezado la protección y difusión de su patrimonio. Cuenta que están en conversaciones "muy avanzadas" con la Universidad Católica para cederles el legado del grupo. Aquí habla sobre las motivaciones para asumir este rol y las proyecciones a futuro de la banda, que seguirá realizando presentaciones, pero sin nuevas composiciones: "Para firmar una obra como Los Jaivas, tenemos que estar los cinco fundadores (...). Por esa misma razón, no hemos podido seguir creando, porque ya no están esos Jaivas", reflexiona.
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Cinco conciertos en cinco días son la prueba de que septiembre es aún sinónimo de temporada alta para Los Jaivas. Entre el 18 y el 22 se septiembre, la histórica agrupación tenía en su agenda conciertos paradas en Padre Hurtado, Vicuña, Copiapó, Puchuncaví y, finalmente, en las fondas del Parque O’Higgins.
Con 79 años recién cumplidos, Claudio Parra, emblemático miembro fundador del conjunto, admite que estas fechas de intenso ritmo de trabajo son cuando más se nota el paso del tiempo. “Evidentemente es cansador. Siento que me canso más que antes. O sea, antes no me cansaba y ahora me canso”, señala Parra en conversación con The Clinic, en la previa a los días de conciertos de fiestas patrias.
Lejos de referirse con desgano a la intensa carga laboral que viene por delante, Parra reflexiona con orgullo sobre lo que simboliza la alta demanda del grupo en estas fechas. Sin dudas, se trata de una muestra del arraigo que tiene el repertorio de Los Jaivas en el país, habiendo creado canciones que forman parte de la identidad nacional contemporánea y del inconsciente colectivo de la chilenidad: se enseñan en colegios, se tocan en actos protocolares y musicalizan, día a día, el quehacer de incontables chilenos.
Antes que nada, Parra aclara que ese nunca fue el destino que proyectó cuando junto a sus hermanos -Gabriel y Eduardo-, y sus compañeros de colegio -“Gato” Alquinta y Mario Mutis- crearon en 1963 la orquesta High Bass, con la que tocaban los ritmos de moda en eventos sociales. Tampoco fue el objetivo cuando, paralelamente, empezaron a desarrollar otro sonido en largas sesiones de improvisación, donde convergieron el rock y el folclor latinoamericano, dando origen a la esencia que mantienen hasta hoy y que los rebautizaría como Los Jaivas.
“Fuimos descubriendo un lenguaje que se basaba naturalmente y espontáneamente en nuestras raíces. O sea, nos fuimos descubriendo nosotros mismos, quiénes éramos y de dónde éramos. Y yo creo que por eso el lenguaje tiene un arraigo acá en esta tierra. Entonces, eso es lo que nos ha hecho poder comunicarnos con la gente y que la gente de alguna manera se identifique”, comenta Parra.
Sin embargo, la aceptación del grupo no siempre fue unánime. Por un lado, su propuesta cuajó perfectamente entre la juventud que abrazaba el movimiento hippie o reivindicaba las protestas de mayo del 68 en Francia. Por el otro, las generaciones mayores solían mirar con distancia su sonido y su estética
“Recuerdo que en un concierto que hicimos en la Quinta Normal, nosotros estábamos tocando y de repente un señor ya mayor nos dice: ‘Ahora tóquense una canción de cuna’. Era una forma de expresar que encontraba que eso que estábamos haciendo era muy exuberante, quizás muy fuerte, muy violento, demasiado movido o con ritmos muy salvajes”.
Incluso antes de que el contexto político les fuera poco favorable y tuvieran que partir exiliados a Argentina, la relación con las autoridades tampoco fue siempre la mejor. Recordado es el titular que usó La Segunda para describir el primer concierto de la agrupación en Santiago, el 30 de diciembre de 1969 en el Parque Bustamante. “Batalla campal entre hippies y carabineros”, consignaba el diario sobre la presentación que reunió a casi 300 personas, de las cuales varias terminaron detenidas.
El protector del legado
Una persona mayor que sí los defendió en aquel recordado concierto fue Hilda Pizarro, la madre del clan Parra, que aquella tarde discutió aireadamente con los carabineros que disolvieron el evento. Ella siempre apoyó la labor musical de sus hijos y los primeros años generalmente los acompañaba a las presentaciones que daban.
“Además se transformó en nuestra primera manager”, recuerda Parra. “Ella trabajaba en propiedades, en inmobiliarias, entonces sabía hacer contratos. Y ella redactó el contrato tipo que usábamos para estas presentaciones. Y los primeros contratos los firmaba ella. Después nos hacía firmar a nosotros”.
Hilda Pizarro, además, fue la primera en crear un archivo en torno al grupo, labor que la conecta particularmente con su hijo Claudio. Durante los primeros años de actividad de Los Jaivas, Pizarro empezó a reunir en un álbum fotos, recortes de prensa y cualquier otro artículo relacionado a la incipiente carrera del conjunto.
Aunque con el paso del tiempo ese trabajo recayó en Eduardo Parra, finalmente fue Claudio quien se hizo cargo de manera definitiva de la labor. Su afán por archivar todo tipo de objetos hizo que sus compañeros de banda lo apodaran “el archiduque”, llegando a llenar varias bodegas con material de la banda.
Hoy en día, Parra cuenta que están en conversaciones “muy avanzadas” con la Universidad Católica para cederles a ellos el patrimonio de Los Jaivas para su conservación, protección y eventual exhibición. “La idea es que esté abierto al público, especialmente a la gente interesada en la música que quiere saber algo”, adelanta.
Aquel rol como principal protector de la historia de la banda coincide con la personalidad de Claudio Parra, que por varias razones pareciera pertenecer a una época anterior a la que le tocó vivir. Ya en su exilio en Francia, cuando varios de sus compañeros aprovecharon su estancia en Europa para ver a los mejores grupos de rock de la época, Parra prefería ver a los mejores intérpretes de música clásica, incluyendo la asistencia a varios conciertos de Claudio Arrau, un gran referente para él.
Si en los 70 la vida en comunidad representaba una opción alternativa ante el consumismo e individualismo de la sociedad occidental, hoy Parra también ha tomado un camino distinto al común. El pianista define su estilo de vida actual como el de un “peatón análogo”. Se comunica principalmente a través de llamados y correos electrónicos, nunca ha tenido auto y disfruta caminar para todos lados, ya sea por el centro de Santiago -donde vive desde hace más de dos décadas- o aprovechando algún viaje de trabajo para recorrer algún entorno natural.
“Con el celular, por ejemplo, yo encontré maravilloso que uno pudiera hablar por teléfono desde cualquier parte. Pero ya cuando me empezaron a agregar cosas al celular, eso ya no me interesó. Y he seguido manteniendo eso. Mi celular lo uso para hacer llamadas”, dice. Y luego agrega riendo: “Y de linterna, de repente”.
–¿Qué piensa del rol que tiene la tecnología en la sociedad actual?
–La computación es súper interesante. Es maravilloso todo lo que se puede hacer con un computador y las comunicaciones. Lo que no me gusta es cuando veo a los amigos, a la gente de la familia, que llegan a la casa y se tienen que sentar a ver el computador y a contestar los correos y se pasan horas contestando correos. Yo prefiero tener el tiempo para disfrutar la vida natural, salir a caminar. La inmediatez del WhatsApp la encuentro terrible. Estamos ahí, suena un sonidito, y llega un mensaje, y la gente se resiste un rato, pero no soportan ya tres avisos. Y ahí tienen que ir a ver lo que dice”.
–Por otro lado, pensando en que está continuamente trabajando con objetos y creaciones del pasado. ¿Cómo es su relación con la nostalgia?
–Me gusta a mí eso, especialmente la cosa gráfica, la fotografía, que es lo que uno puede ver más fácilmente. De repente se empiezan a acumular muchas cosas en un lugar, entonces tengo que empezar a clasificar, a separarlas y ahí me encuentro con fotos y me entusiasmo porque hay muchas, de distintas épocas, y revivo esos momentos. Me gusta, es bonito y me da ideas también de hacer cosas. De repente uno se encuentra con documentos que hay que valorizarlos, ponerlos donde corresponden y mostrárselos a la gente también.
–¿Es de los que piensa que todo tiempo pasado fue mejor?
–No, yo creo que el futuro es mejor. Lo que va a venir. Tampoco soy de los que dicen que la vida se pasó en un minuto. Justamente, el archivo me ayuda a valorizar cada momento.
El futuro de Los Jaivas
La labor de Claudio Parra como archivero también le ha permitido encabezar el proceso de reedición en vinilo del catálogo de Los Jaivas, que, junto con la actividad en vivo, es la otra principal ocupación del grupo en la actualidad. Así, a estas alturas ya han revisitado varios de sus álbumes y los han publicado en versiones con audio remasterizado y con un cuidado trabajo gráfico, que en muchas ocasiones ha incluido la aparición de material inédito que estaba guardado.
A principios de agosto, se publicó por primera vez en vinilo el disco “Gira Chile 88”, que recopila grabaciones de los conciertos de aquel recorrido y que se conoce popularmente como “La bota”, por la foto que ilustra su portada. El registro de esa seguidilla de conciertos terminó siendo un material de gran valor, ya que sería la última vez que tocaría la formación original de Los Jaivas, debido a que Gabriel Parra murió pocos días después del cierre del tour.
“Es un momento muy trascendental en nuestra historia. Ahí cambió todo. Fue un vuelco gigantesco enfrentarnos por primera vez a la muerte. Era una cosa que no la pensábamos porque Gabriel no había cumplido todavía los 40 años. Estábamos en plena vida, haciendo proyectos”, recuerda Parra sobre aquel período.
El pianista adelanta que entre las reediciones que están impulsando ahora se encuentra “Los sueños de América” (1974), el primer disco que grabaron en su exilio en Argentina. El álbum fue trabajado en colaboración al cantautor brasileño Manduka e incluye canciones como “La centinela”, que según cuenta, le encantaba a Mercedes Sosa, que alguna vez les comentó su intención de hacer una reversión de ella.
Además, el lanzamiento más próximo debería ser una nueva versión de “Hijos de la tierra” (1995), el primer trabajo de estudio con Juanita Parra en la batería. Para él, este disco representa el renacer de la banda después de la trágica muerte de Gabriel y lo lleva a rememorar la alegría que significó que, años después, fuera su propia hija la que lo relevara en su puesto.
“Siempre nosotros nos estamos mirando en los conciertos, hay señales que hay que hacerse. Y ver a la batería, y ver que estaba Juanita ahí, y que podíamos entendernos y hacer los mismos gestos que podíamos hacer con Gabriel, y que había la misma comunicación, fue muy bonito y emotivo”.
–¿Qué ha motivado este trabajo de conservar el patrimonio de Los Jaivas?
La experiencia de lo que ha pasado con otros patrimonios, como en el caso de Neruda o de Nicanor Parra, que se empieza a dispersar. ¿Qué pasa con los masters de los discos, por ejemplo? En algunos casos pertenecen a sellos discográficos. En nuestro caso la mayoría son de nosotros pero hay tres que son de sellos discográficos. Y hemos visto otros casos donde no se sabe qué hacer con los discos. No se siguen escuchando porque no se sabe quién es el dueño. Entonces, pensando en evitar eso, empezó el interés por la preservación del patrimonio. Pensando, básicamente, en la obra del grupo pero después se añade todo lo otro. ¿Por qué todo el archivo fotográfico y audiovisual se tendría que perder? Mejor que quede todo unido y que sirva para nuevas generaciones, para otra gente que quiera sacar algún aprendizaje de eso.
–La palabra retiro, ¿ronda por su cabeza?
–No, yo creo que el retiro no pasa por la cabeza de ningún músico, de ningún artista en general. No veo un pintor o a un poeta que diga ‘me voy a retirar’. Los músicos, quizás tenemos limitaciones físicas pero uno no piensa en esas cosas. Siempre piensa en tocar no más.
–¿Y el tema de la muerte? La historia de los Jaivas ha estado marcada por muertes no esperadas. ¿Es un tema en el que piensa o lo rehuye?
–Pienso y lo rehuyo. Al pensarlo, lo rehuyo inmediatamente jajaja… Sí, o sea, es algo natural. Es algo que va a venir. Nosotros sí estamos pensando en eso como grupo, por eso estamos pensando en qué hacer con el patrimonio.
–¿Y han pensado en lo que va a pasar con Los Jaivas cuando ya no esté usted o no esté Mario Mutis? ¿Siente que Los Jaivas puede seguir funcionando después de eso?
–Es que hay dos Jaivas. Uno es el grupo de Los Jaivas creador, el del lenguaje Jaiva. O sea, para firmar una obra como Los Jaivas, tenemos que estar los cinco fundadores. Han habido algunas variantes, pero de una persona, que se han incorporado en los momentos en que no estaba Mario, por ejemplo. Pero siempre ha sido el lenguaje del grupo, manejado por los cinco fundadores, que es lo que se firma como creación de Los Jaivas. Por esa misma razón, nosotros no hemos podido seguir haciendo creaciones, porque ya no están esos Jaivas. Ahora sería otro grupo, tendríamos que firmar de otra manera.
“Entonces, una cosa son Los Jaivas creadores y otra es el grupo de Los Jaivas intérpretes, el grupo que se sube al escenario a tocar música, y ese puede seguir siendo. O sea, es cosa de tener el nombre. Que estemos todavía los fundadores originales, claro, es importante, pero no sé. Eso lo tendrán que decidir a medida que vayamos desapareciendo los que vayan quedando. Pero se puede seguir usando el nombre para un grupo que se sube al escenario y que interpreta la música de Los Jaivas”.