Negocios
22 de Septiembre de 2024Cabarets, discos, cadena hotelera, saunas y más: Los otros negocios de los Aravena, la familia detrás del Teatro Caupolicán
El administrador del Teatro Caupolicán, José Aravena Fariña, advierte que la crisis en seguridad complica el negocio de la vida nocturna.
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Negocios inmobiliarios, cabarets, discotecas, una cadena hotelera, saunas y más son algunos de los negocios que maneja la familia dueña del Teatro Caupolicán, recinto hoy en peligro de ser clausurado luego del confuso incidente que terminó con la muerte a balazos del sargento segundo de Carabineros, Rodrigo Puga, en las afueras del local.
En conversación con Pulso de La Tercera, el administrador y uno de los dueños del Teatro Caupolicán, José Aravena Fariña (61), afirmó que “Santiago siempre fue una ciudad aburrida, pero ahora todo cierra más temprano. A nosotros el negocio nos ha bajado entre el 30% y hasta el 50%, porque la gente ya no quiere salir de noche”.
Agregó que “tomamos la decisión de cambiar el sistema de seguridad, para que haya solo una empresa a cargo -hoy las productoras pueden contratar a sus propios equipos- y adelantar los horarios de algunos espectáculos”.
Sin embargo, el empresario aclaró que “nosotros no podemos intervenir en el exterior del teatro para dar mayor seguridad”.
Negocios, pandemia y dictadura
Aravena es consciente de que la crisis en seguridad y los problemas delictuales complican el negocio de la vida bohemia y la entretención.
Por otra parte, la pandemia y la dictadura también impactaron fuertemente su negocio.
Debido a eso es que la familia detrás del Teatro Caupolicán ha entendido desde hace varios años que es vital ampliar sus negocios.
“Cada uno tiene su especialidad en nuestra familia y a mí me corresponde la vocería y dirigir el Teatro Caupolicán”, remarca Aravena.
Pues bien, su padre, José “El Padrino” Aravena Rojas siempre estuvo ligado a los negocios de los bienes raíces y la entretención.
Sus 10 hijos controlan por medio de varias sociedades negocios como el Caupolicán, saunas, discotecas, hoteles, negocios inmobiliarios, etcétera.
En la década de 1930 Aravena abrió cuatro restaurantes en calle San Diego, cerca del Teatro Caupolicán. Se llamaron La Pérgola, El Mundo, El Lucifer y el Sol.
Luego se dio cuenta que su pasión por el negocio y disfrute de la noche, por lo que levantó La boite La Sirena en Vicuña Mackenna con Irarrázaval.
Allí trajo a artistas del momento e incluso se dio el lujo de viajar a Europa y Estados Unidos para traer nuevas ideas y estrategias para el local.
Con la llegada de la dictadura, Aravena creó el Casino Las Vegas y sus hijos mayores quedaron administrando La Sirena, que luego pasó a ser Studio 27 y discotheque Grammy. También abrió la disco Hollywood.
El Padrino le transmitió siempre a sus 10 hijos la clave del éxito: “Hay que ofrecer la fiesta, pero no participar de la fiesta”.
El año 2004 los Aravena compraron el Teatro Monumental de Colo Colo en un remate. Les costó 185 millones de pesos por 5 mil metros cuadrados. Allí habían oficinas, locales comerciales, un subterráneo y camarines.
Teatro Monumental, cabarets y hasta un equipo de fútbol
En 1991 Colo Colo había adquirido ese recinto vía remate también por 251 millones de pesos.
La familia Aravena decidió renombrar el Teatro Monumental para llamarlo Caupolicán.
Tras perder el Teatro Casino Las Vegas por deudas tributarias en 1987, años después decidieron abrir la discotheque Broadway en la Ruta 68, mejoraron la disco Cover y abrieron hoteles Sommelier donde realizan sus fiestas Euforia en el último piso.
También manejaron el ex Ópera Catedral que hoy se llama RedPub.
En su sociedad Chile Nocturno poseen negocios vinculados a los nightclubs o cabarets como Club de Noche, Triple J, Passapoga, Club Casanova, Kim Strip Club y más.
Propiedad de la sociedad familiar Inmobiliaria Oriente y con un avalúo fiscal de $4.348 millones, según datos del Servicio de Impuestos Internos, el Caupolicán es además un inmueble de Conservación Histórica.
Hasta el año 2018 la familia fue socia del Club Deportes Independiente de Cauquenes, equipo por el que “El Padrino” sentía afecto. Luego el club fue vendido al empresario Óscar Roa.