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8 de Octubre de 2024

“No nos hemos visto, pero sé todo de ti”: el debate sobre si es posible mantener una amistad manteniendo el contacto solo por redes sociales

En una era donde hacer amigos puede ser una tarea más compleja que antes, nace la pregunta a si una amistad puede seguir siendo real o profunda cuando dos personas solamente se mandan emoticones o reacciones a las historias de Instagram. Sin hablar, sin verse, solo, saber todo de la persona a la que le guardas muchísimo cariño gracias a sus redes. Alemka Tomicic, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales, explica cómo la propia definición de amistad se ha vuelto más compleja en estos tiempos. En ella, ¿podría entrar este formato de interacción sin verse ni hablarse?

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Andrés Arriagada (43) llegó al cumpleaños de Francisca después de no haber hablado con ella durante un año entero. La amistad había dejado de cultivarse de manera presencial hace tiempo. “Cuando la vi, las preguntas no fueron: ‘¿Cómo te ha ido?’, o ‘¿en qué has estado este tiempo?’. Yo ya sabía todo”, relata.

La conversación entre los dos se transformó en un intercambio de preguntas sobre cuestiones que ya estaban asumidas. “Cómo si fuéramos amigos que se ven regularmente”, cuenta Arriagada. Se tocaron al menos cuatro temas importantes de la vida de Francisca. Muy importantes.

“Oye cómo va tu tratamiento médico? Sé que tuviste tu sesión número 20 y que todo va todo bien. ¿Cuántas te quedan?; Felicitaciones por tu nuevo título de magíster, que bueno lo que estudiaste; Pucha que pena que hayas perdido la pega, pero por algo será…; Oye que bueno en lo que estás trabajando ahora, felicitaciones. Y así. Es una conversa que ya parte de una base de conocimiento de lo que ha pasado en su vida, sin estar ahí, sin haberla visto, sin haber conversado en 1 año“, enumera Arriagada.

El debate entra con la siguiente pregunta. ¿Siguen siendo realmente amigos o no?

Alemka Tomicic, directora de la Escuela de Psicología UDP y columnista, escribió hace unos meses que “en la nueva plaza de las personas adultas como de mi edad, en vez de comer tallos de tréboles y disfrutar la brisa que revolotea sobre el pasto, hago scroll en la pantalla de mi celular, apreciando las fotografías 1:1 que cuentan la vida de conocidas o conocidos, algunas amigas, y pongo likes o comentarios breves con emojis (de paso, me entero de sus vidas)”.

Es exactamente el escenario por el que pasan quienes van construyendo caminos distintos a los amigos en la medida que van pasando los años. “Ellos y ellas, por su parte, hacen lo propio, y si me encuentran en las redes sociales, me piden ‘amistad’. Tengo 368 seguidores y seguidoras, muy lejos del millón. Suena a nostalgia, ¿no?”, continúa Tomicic.

Para The Clinic, la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales, comienza abordando el dilema desde lo que una “amistad” puede significar.

“Lo que llamamos “amistad” hoy, no es lo mismo a cómo era concebida la amistad antes. La definición es bien amplia y es muy dependiente de las conductas culturales establecidas para relacionarse”, dice.

Una amistad de “metabolismo enlentecido”

Hay que imaginar que a principios del siglo pasado, habían largas e interesantes relaciones de amistad que se mantenían a través de la correspondencia. “La relación era en cámara lenta por el tiempo que demoraba en llegar la carta. Incluso, tiempo suficiente para que lo que se contaba en el escrito, cambiara en la realidad”, relata Tomicic y luego, hace la comparación con el hecho de que hoy la tecnología, también propone una forma adormecida de relacionarse.

“No tener encuentro presenciales y solamente seguirse por redes sociales, no significa necesariamente que eso no sea una ‘amistad’. Puede ser una especie de ‘amistad pausada’. O una amistad con un ´metabolismo enlentecido'”, explica la especialista.

Hay mucho cariño entre estas personas. Tanto, que si se llegasen a ver, probablemente acordarían juntarse pronto o, acordarían organizarse para hacerlo.

Pero desde antes de que eso pase, la persona ya pase que la junta nunca ocurriría. Alemka Tomicic lo describe como un patrón cultural para demostrar intensión pero que no necesariamente se tiene que cumplir. “Creo que los chilenos nos caracterizamos por hacer este tipo de promesas como ‘juntémonos’ para hacer un convite. No creo que no esté el deseo, sino que es una forma cultural que hemos construido de expresar la intensión de encontrarse. Aunque muchas veces, puede resultar fallida porque las condiciones de la vida lo van haciendo difícil en la medida que el tiempo pasa”, dice.

Es el ritmo de las trayectorias de vida lo que lleva las riendas cuando se va cumpliendo cierta edad.

La imposibilidad de verse

Andrés Arriagada y Francisca se conocieron mientras hacían un magíster en la universidad. Se hicieron muy amigos al punto de que viajaban juntos de vacaciones con el resto del grupo. Antes de que se casaran, ella conoció a la esposa de él y también se hicieron amigas, lo que llevó a que fuese una de las invitadas principales para el matrimonio.

Pero luego, poco a poco las juntas dejaron de suceder y las interacciones se empezaron a transformar en conversaciones por whatsApp que en algún punto, solo llegarían a suceder unas pocas veces al año. “Ella se dedica a recursos humanos. Hizo una buena carrera como gerenta de personas en empresas y luego en el Estado. Eso le tomaba mucho tiempo, además de que estaba emparejada”, explica Arriagada.

Arriagada cuenta que esa vida cambió radicalmente para su amiga. Su relación se terminó, no volvió a emparejarse y además, le diagnosticaron una enfermedad grave que le impide quedar embarazada.

“Yo por mi lado, también trabajo, trabajo, trabajo”, dice Arriagada. “Tuvimos hijos y la cosa de salir con amigos se redujo. Ahora que los niños han crecido, nos juntamos más con gente que tienen hijos de las edades de los nuestros para que así todos estemos acompañados. Vecinos, apoderados del colegio u otros amigos”.

Como la conexión terminó siendo solo a través de mensajes muy ocasionales por whatsApp con la paz de saber todo del otro a través de las historias de Instagram, se generó una especie de comodidad en la relación.

“El grupo de whatsApp o el Instagram debería ser un complemento con la actividad presencial, o incluso hablar por teléfono”, opina Alemka Tomicic. “La idea es encontrarse y reconocerse en algo mucho más 3D: escuchar y mirarnos más allá de lo que queremos presentar nosotros mismos en las redes sociales”.

Aunque las redes sociales también han contribuido en términos positivos a una especie de omnipresencia de las amistades. Así, los amigos están presentes en diferentes momentos del día, compartiendo chistes, memes y comunicando las cosas que les pasan o sus emociones. Hoy es una experiencia cotidiana.

“Sin embargo, no suple de ninguna manera las características más profundas y positivas de la amistad que fue compartida en un tiempo de más intensidad y cara a cara. Es importante tener claro que hay que ser esfuerzos por mantener una amistad profunda. Con la vida cotidiana es difícil pero igual se logra”, dice Tomicic.

Un estudio llamado “Amistad: ¿Un viejo concepto con un nuevo significado?”, realizado por escuelas de psicología de la Universidad de Carleton y de Ottawa en Canadá, plantea que el hecho de que el significado de la amistad sea distinto hoy, no significa que sea una amistad más superficial.

“A algunos les parece que la amistad en Internet modifica el significado de la amistad real y la reemplaza por algo más trivial. Pero las amistades, incluso entre niños y adolescentes, son mucho más estables de lo que suele pensarse”, dice la investigación, que asegura que las relaciones en línea y las amistades cara a cara, son absolutamente distintas en cuanto a profundidad de todas maneras. Pero eso, no significa que una combinación de las dos no pueda ayudar a robustecerla.

“La amistad es tanto o más poderosa que las relaciones con la familia o la pareja. Éstas, también se van ajustando a los momentos de la vida”, concluye Tomicic.

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