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Incendio Campamento Dignidad
Fotos: Philippe Vigoroux / The Clinic

Ciudad

12 de Noviembre de 2024

De la esperanza a las cenizas: la historia del Campamento Dignidad que nació con el estallido social y que hoy llora la pérdida de 50 casas

Horas después del gran incendio, vecinos buscaban bajo el sol restos de lo que se pudiera rescatar en los escombros incinerados. No hubo fallecidos, y pocos heridos, pero fueron cerca de 60 las casas consumidas por el fuego. “Yo pesqué mis perros y saqué los galones de gas para que no explotaran. Pesqué mis perritos y salí para la cancha”, comenta una vecina, que este martes perdió todo.

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A las 10 de la mañana del martes 12 de noviembre, el incendio del Campamento Dignidad en La Florida ya estaba controlado. El humo de los escombros aún presente, pero no habían rastros de llamas.

Solo tres horas antes se desató el infierno. Se habla de que fueron más de 50 las casas que se consumieron por completo en el campamento que tuvo sus primeros allegados en diciembre de 2019. Hasta 60 informaban algunas autoridades en la mañana.

En esta toma viven 750 familias en casi 500 casas, según estimaciones de vecinos y agrupaciones que trabajan en la toma. Un 10% del Campamento Dignidad hoy son cenizas. El sitio afectado es justo donde se instalaron las primeras carpas a fines de 2019, en la orilla de la Quebrada Macul, en donde chocan las calles Mariano Sánchez Fontecilla con Zanjón de la Aguada.

Giselle, vecina que llegó a la toma siguiendo a su hermano en enero de 2020, se detiene sobre los escombros de lo que fue su hogar en estos últimos años. Pasada las 11 de la mañana está más tranquila, pero cuando se despertó a trabajar esta mañana, a las 6.30 AM, escuchó una serie de explosiones, y luego los gritos de los vecinos. A la vuelta ya no quedaba nada.

Incendio Campamento Dignidad

“Me estaba levantando para ir a trabajar cuando escuché los estallidos. Como 6 o 7 bombazos así, pero no sabía qué era. Y ahí escuchaba a una persona gritar que estaban tirando molotov. Y ahí los vecinos gritaban ‘incendio, incendio’, porque prendió todo. Así fue todo muy rápido”, comenta.

Tal como Giselle, muchos vecinos se levantaron con la misma escena. Los gritos desesperados, el humo, la imposibilidad de volver a sacar cosas, y luego, las cenizas.

La mañana en el campamento

Las causas aún están siendo investigadas, pero el relato común de los vecinos del lugar es que fueron bombas molotov. De los supuestos autores de los explosivos, tampoco se sabe, pero en el Campamento Dignidad apuntan a que fueron enviados por la municipalidad, quienes, naturalmente, lo desmienten tajantemente.

Lo cierto es que en los casi 40×30 metros en que se desató el siniestro solo hay escombros. Un vecino trata de recuperar algo entre las cenizas, y ante la frustración desata un llanto controlado, que luego deja de lado para seguir juntando escombros.

Una mujer sentada en el suelo, excava entre las cenizas con la esperanza de encontrar algo. Lo poco reconocible son fuentes, platos quebrados, cucharas, tenedores, papas y otros vegetales que sobrevivieron a las llamas, y un set de maquillaje que mantuvo su base, no así su contenido. Otro vecino se aproxima a las familias afectadas para informar que se reunirán en la cancha, la zona que marca el centro de este campamento.

No fue mucho lo que se alcanzó a salvar. Según relatos de vecinos, el incendio inició en las primeras casas y en 10 minutos había tomado la mitad del sector.

“Yo pesqué mis perros y saqué los galones de gas para que no explotaran. Pesqué mis perritos y salí para la cancha”, cuenta Giselle.

De pie no quedó ninguna casa. La franja hasta dónde llegó el incendio es evidente. No se explica cómo se salvaron algunas que estuvieron a centímetros del fuego, y quedaron ilesas. Inclusive, una de las casas tiene una pequeña terraza sin daños, pero con la mitad de algunos maceteros quemados.

En este sector nunca se había vivido un incendio. Este es el primer incendio y acabó con todo. En el otro lado hemos tenido tres incendios. Uno fue siete casas, el otro fue seis y el otro fueron como cuatro. Fueron incendios más chicos, que se pudieron controlar. Esto fue algo incontrolable“, comenta María José Díaz, dirigente vecinal del Campamento Dignidad.

Janet, otra dirigente de la toma, cuenta que su casa por poco se salvó de las llamas. Vive junto a sus hijas, y al frente suyo una de sus hijas vive con la familia de su pareja. A metros veía cómo el fuego se llevaba las casas, y arrancaron a tiempo. Finalmente su hogar se mantuvo intacto, y en la jornada del martes se ha dedicado a ayudar a vecinos, mientras, cuenta, mandó a sus hijas al colegio para que no tengan que vivir este momento.

“Ellas tienen que saber cuál es la realidad en la que viven, pero igual tengo que cuidarlas”, afirma.

La historia del Campamento Dignidad

El Campamento Dignidad comenzó a formarse en diciembre de 2019, con la llegada de un grupo de personas que vio en la Quebrada de Macul una zona ideal para instalarse.

Desde 1993 estaba inhabitada, y por una razón trágica. En ese año un aluvión arrasó con las viviendas que se asentaron en el sector y dejó una veintena de muertos. Por lo mismo, el lugar fue declarado zona de exclusión, y hoy el terreno está a nombre de diferentes órganos estatales.

Afortunadamente, en el incendio de este martes no hubo víctimas. Tampoco las hubo en otros eventos que afectaron el campamento. Aunque vecinos comentan que en cada evento climático se encienden las alertas.

Incendio Campamento Dignidad

Los primeros allegados instalaron carpas en este espacio, y ya en enero de 2020, previo a la pandemia, fue la migración masiva al sector. La fecha responde a la crisis social que se vivía en el país en 2019, que llevó, entre otras cosas, al estallido social. Y se agravó más con la llegada de la pandemia.

Giselle comenta que llegó por su hermano. Él se instaló en el primer sector de la toma. “Cuando él vino con toda la gente, fue como que se organizaron para tomar este terreno. Para poner presión a la vivienda social y a toda la necesidad que uno tiene de tener la casa porque es muy difícil acá tener una vivienda. Y todos tenemos necesidad. El trabajo está mal y todo está mal. Entonces, base a eso se creó como esto y llegaron gente de varios comités“, comenta.

Sobre los primeros llegados, cuenta que “partieron con carpa todos. Todos con carpa. Y de a poco se empezaron a agarrar y cerrar los sitios y se empezaron a armar su casa”.

Janet también llegó en esa fecha. En el lugar donde trabajaba escuchó que se estaba generando este campamento. En un momento delicado, en proceso de divorcio y con problemas para pagar el arriendo, se sumó a la ola junto a sus hijas.

Llegó desde Macul, pero de las 750 familias que viven en la zona provienen de muchos sectores. La mayoría de Peñalolén y La Florida, pero varios llegaron desde Independencia, Recoleta, entre otras comunas.

“Nosotros llegamos aquí urbanizando nuestro sector, porque esta parte de aquí era un vertedero. Después tuvimos que limpiar, sacar toda esa basura para afuera para poder reubicarnos y poder vivir dignamente. Porque aunque digan que vivimos la orilla del canal, esto no es grato. No es grato para nadie vivir en estas condiciones. Pero la necesidad nos transformó“, afirma María José Díaz.

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