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Nicolás Poblete
Fotos: Felipe Figueroa/The Clinic

Entrevistas

30 de Noviembre de 2024

Nicolás Poblete: “El rol de la televisión es súper importante y defiendo al área dramática de Mega, que ha sabido resistir”

A los casi 42 años, el actor Nicolás Poblete acaba de volver a la universidad. Quiere terminar el pregrado de actuación que abandonó llamado por el quehacer de las teleseries. Hoy forma parte del elenco de “Los Casablanca”, la nueva nocturna de Mega, que saldrá al aire el martes 3 de diciembre. En esta entrevista cuenta cómo ha sido tener de compañeros a quienes les dobla edad y dice estar renovando los votos con su oficio. También recuerda su infancia marcada por los abusos de un familiar cuando tenía siete años, una experiencia que llevó al cine y le permitió ganar un premio internacional gracias a un papel autobiográfico. Además cuenta cómo fue perder contacto con Herval Abreu, el hombre que lo dirigió en la exitosa saga “Soltera otra vez”, de Canal 13.

Por Jimena Villegas
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Hubo un tiempo en que Nicolás Poblete Rodríguez, hijo de Ximena y de Juan Carlos, era muy joven. Corrían los albores de este siglo y él estudiaba teatro en la Universidad de Chile. Vino gente de Canal 13 y le ofreció hacer una telenovela, “Machos”. Él dijo que no, porque la carrera universitaria estaba antes. Pero aquella determinación suya duraría poco. Otra vez vino gente de Canal 13 y él, que había empezado sentirse coartado por la academia, dijo que sí. Entonces, abandonó la escuela y entró al elenco de “Tentación”. Tenía sólo 21 años. No paró más.  

Hoy, a punto de cumplir 42, Nicolás Poblete está de vuelta, estudiando otra vez, compartiendo con alumnos que tienen dos décadas menos que él, reaprendiendo los primeros secretos de su oficio y, más importante todavía, tal como él mismo lo declara, renovando los votos con el oficio. Dice que de chico tuvo unos maestros de actuación increíbles: “Me entregaron una disciplina y una forma de enfrentar lo laboral que me dio muy buen resultado hasta hoy. Puedo vivir de lo que estudié y es una maravilla”, afirma.

Pero, a cambio, en aquella época no entendió lo que está detrás, lo que ofrecen la teoría, el registro, la memoria o la reflexión. Es lo que ahora busca sumar. Cuenta que entró a clases este año y que está en tercero, porque le convalidaron ramos. Dice que igual se siente un poco agotado. No es sencillo -indica- combinar universidad, teatro, televisión, ser papá –“algo que no va a dejar de ser nunca y es primera prioridad”- y alimentar una relación: “Destaco mucho el rol de mi pareja. Me ha ayudado muchísimo a tomar decisiones, me apoya, me incentiva”, afirma.

–¿Cómo es estudiar otra vez y con gente más joven?

–El primer día me sentía como un alma en pena. Volví a habitar un lugar donde ya no conocía a nadie. Pensaba en mis amigos que no están y en los que se han muerto. Me sentí súper solo y súper melancólico en ese espacio donde crecí y me eduqué. Luego, de a poco, me fui reencontrando. Mis compañeros de antes ahora son profes o los profes son más chicos que yo. Con mis compañeritos ya somos más amigos, tengo confianza. A veces falto a clases, porque estoy trabajando mucho. El otro día llegué tres minutos tarde y la profesora estaba explicando algo. Cuando entré todos empezaron a gritar: “Nicooo, buenaaa”. 

–¡Qué vergüenza!

–Sí, ¡qué vergüenza! Pero también gracias por ser recibido así, con esa alegría. Se da algo súper bonito. Hoy en día hay una retroalimentación constante con el profesor. Existe una concepción del espacio, del aula y de la docencia que no podría definir como horizontal, porque existe la guía del docente, pero creo que la educación de ahora no es tan normativa como era la de antes.

***

Un lunes de noviembre, a las 11:00 de la mañana, a Nicolás Poblete se iluminan la sonrisa y los ojos cuando habla. Está contento, tiene planes, ve futuro profesional a pesar de los contextos. “Me siento muy bien en el lugar donde estoy y con todo lo que estoy haciendo. Me lo estoy tomando muy seriamente”, indica. Viene llegando de clases, porque tenía taller muy temprano. Declara que la docencia es un lugar que le encantaría habitar “en algún futuro no tan lejano”. En él -indica- ve un camino nuevo, porque el medio profesional para la interpretación está cada vez más acotado.

Puede que a Nicolás Poblete le brillen los ojos y sonría sólo porque es actor y logra hacer, con voluntad de actor, que su cara despierte si, por ejemplo, habla del valor del arte en su vida.  Pero, oyéndolo y observando sus gestos al otro lado de la mesa, resulta tanto más posible entender que, de verdad, ama lo que hace y que experimentar con lo artístico es -como él dice- un propósito de vida, el sitio desde donde busca participar y desde el que ejerce su responsabilidad social. 

Poblete afirma: “Si sabemos que el acceso a una educación superior en nuestro contexto nacional es un privilegio, les corresponde a quienes acceden a esos lugares traspasar ese conocimiento de manera más amplia. Comunicarlo a personas que no tienen ese acceso. Academia y responsabilidad o arte y responsabilidad son esenciales. Para resolver nuestras problemáticas complejas, necesitamos del sector público, del sector privado y de la sociedad civil”.

Entonces, en su caso, ya no es solo el teatro. También son la poesía y la música, esas cuecas choras que se arman con métricas árabes heredadas desde hace siglos y que él canta cuando es 18 de septiembre y cuando no. Son expresión y eso es lo que busca, incluso en ese mundo tan estereotipado y monocorde que a veces son las teleseries. En todo el arco de la expresión -afirma- “el quehacer artístico implica una responsabilidad”. 

–Las teleseries solían estar llamadas a reflejar la sociedad. Pero eso como que se ha desdibujado. 

–El rol de la televisión en Chile es importantísimo. No hay que olvidarse de que la televisión nace de la universidad. Es televisión de la Universidad Católica y después es TVN, el canal estatal, que tenían un brazo educativo. Tal vez eso se ha perdido un poco, pero no hay que olvidarse de que hoy los canales responden a las leyes del mercado. Por eso, tal vez tenemos un marco donde lo editorial no se puede improvisar. Si no, no se sustenta. Siempre hay que pensar el arte respecto a su sustentabilidad y en ese sentido hay que ser estratégico. En ese sentido, las áreas dramáticas actuales…

–Bueno, hay solo una.

–Hay solo una, y creo que el área dramática de Mega ha sido tremendamente estratégica, la tengo que defender.

–Porque, además, no se muerde la mano del amo que da de comer.

–Pero no solo por eso, sino porque de verdad lo creo. No es responsabilidad única de ellos hacer. Es un rol que nos compete a todos. Hay que hacer desde la televisión, desde el teatro, desde el cine, desde la música, desde la narrativa, desde la poesía. Desde toda cosa que pueda generar una reflexión o una ayuda social. Hay horarios en los que las teleseries abordan ciertas temáticas, no se salen de ciertos marcos. Pero hay otros horarios donde se permite más flexibilidad y abordar temas más complejos, como el horario prime. Las teleseries nos permiten ver nuestras problemáticas locales, nuestros patrones. Para mí, como actor, el rol de la televisión es súper importante y defiendo al área dramática de Mega que ha sabido resistir.

–¿Eso es lo que usted ve en Mega? ¿Resistencia?

–Sí, resistencia. Y con esta teleserie en particular, me atrevo a decir que hay un ímpetu de generar algo más, de volver a renovar los votos, de pensar por qué hacemos esto. Es una reflexión que está y es muy sincrónico con lo que estoy viviendo. En una reunión nos los dijo la Quena (María Eugenia Rencoret): “Volvamos a encantarnos con esto”. En producir y producir y en hacer, en hacer, en hacer, pareciera que uno está todo el rato en lo mismo. Detenerse un poco es rico, para darse cuenta de que es muy importante hacer lo que hacemos. A veces se mira solo como entretención, pero no. También es un espacio de reflexión.

***

La telenovela a la que Nicolás Poblete se refiere es “Los Casablanca”, la nueva nocturna de Mega, que saldrá al aire este martes 3 de diciembre. En ella comparte elenco -entre otros- con Mariana di Girólamo, Jorge Arecheta, Sigrid Alegría y Francisco Reyes y Francisco Melo, que serán antagonistas. Esta vez -explica- le toca ser villano, en una trama bien intensa: “Es una teleserie full de intriga, traición, venganza y amor.  Se presenta a un arquetipo de familia poderosa. Se ve a un padre que enviudó, pero está muy dedicado al trabajo, igual que sus hijos. Hay mucho poder, muchos medios económicos y, en el fondo, se va creando internamente un gran nivel de competencia”.

A juzgar por los adelantos que Mega ha entregado de “Los Casablanca”, hay en ella una cierta inspiración estética en la exitosa serie de HBO “Succession”. Pero, en verdad, mirando un poquito más, se detecta una serie de patrones clásicos del género culebrón chileno. Como el del hermano que vuelve a buscar venganza para quedarse con la fortuna del otro; el de la cómplice que flaquea por amor a la hora de la venganza; el de la fiesta de matrimonio donde parece estallar la tragedia soterrada, o el de los seres humanos insatisfechos y casados por conveniencia, que buscan satisfacción fuera de la pareja.

“En esta teleserie hay un concepto heteronormativo del éxito empresarial. Es como que las empresas las manejan los hombres y que la mujer, pese a que puede ser un tremendo aporte, nunca llega a la gerencia”, dice Poblete. Sobre su personaje, afirma: “Es un gallo de familia y es prestigioso, pero también muy ambicioso. Se casó con una de las herederas porque los dos se caían bien y se llevan súper bien. Yo lo tomo como un tipo simpático, aunque tremendamente detestable y poco empático”.

–¿Y cómo se quiere a un personaje así para poder encarnarlo? 

–Yo creo que haciéndolo querible. Para eso, tiene que tener una cuota de humor. Diría que, tal vez, es un personaje que logra de algún modo estar más allá del deber ser o de lo que se puede o no decir en estos tiempos. Es como volver a escuchar esa soltura desatinada. Igual lo políticamente incorrecto causa gracia, cuando estamos tan cuidados en ese aspecto, lo cual a mí me parece súper bien. Este personaje muestra lo contrario. No está deconstruido, por así decirlo.

–¿No tiene crisis de masculinidad, dice usted?

–Para nada. Tiene crisis de ego.

–Pero justo la crisis que en este tiempo está en desarrollo es la de cómo ser hombre, sin serlo como se solía ser, porque eso ya no sirve.

–No lo podría tomar como una regla general, pero creo que vivimos en una época en la que el feminismo ha calado fuerte en el mejor de los aspectos, justamente en el hombre. Me atrevería a decir que el hombre está entendiendo lo que es el feminismo, y que el feminismo totalmente viene a salvarte como hombre.

–¿Cómo es eso?

-El hombre también se ve encarcelado por estos parámetros machistas, heteronormativos y sexistas. Como que se nos permite, o permitía, ser solo de una manera. Entonces creo que el feminismo también viene a resolver el permitirse ser diferente, tener sensibilidades, gozar a la familia, gozar a los niños, ser la persona que aporta en la casa, en el aseo, en la comida, en un bienestar general. 

–Eso es en la vida privada. Pero el ser humano hombre está un poco vulnerable en el mundo social. Hoy es fácil ser acusado de abuso.

–Es complejo. Creo que se entiende la importancia que tiene la mujer en el aspecto social y de construcción de sociedad. Hace un par de décadas no era así, y hoy en día hemos tenido líderes mundiales que han marcado la diferencia. En Chile, hemos tenido la suerte de tener presidenta. Todo eso ha generado un aporte, pero también creo que siempre va a haber individuos que malentienden las cosas y que, finalmente, generan un daño. Por eso el cuento “Pedrito y el lobo” es tan antiguo.

–En su mundo, que es de los actores, tiene a un actor tan icónico como Cristián Campos prácticamente cancelado. 

–Hablar de estos temas complejos siempre es complicado, no se hace tan a gusto. Evadimos hablar de nuestras problemáticas, pero hay que hacerlo. Desde el caso Karadima en adelante, empezamos a hablar de temáticas que son súper comunes y dolorosas. Chile, en el tema del abuso infantil, está en el podio. Hasta hace poco éramos el tercer país con mayor cantidad de denuncias de abuso sexual contra menores. Más allá de los casos puntuales, en los que puede hablarse de un castigo masivo hacia ciertos puntos, creo que es importante verlo como algo general. Habitamos un mundo de abuso. Mi generación y otras cercanas nacimos en dictadura. No es por culpa de la dictadura, porque son temas que vienen desde antes, pero en Chile está muy arraigado el abuso de género y el abuso contra la infancia. Tenemos que cuidarla. Si no tenemos el foco puesto en la protección de nuestra infancia no tenemos futuro. Entonces, este tema yo lo pensaría de una manera macro, a nivel país.

–Usted ganó un premio a mejor actor de reparto en el Festival de Málaga por la película “Mensajes privados”. Su personaje era autobiográfico y habla de abuso.

–Fue súper potente. Es un tremendo premio, fue un reconocimiento súper bonito. Matías Bize, como buen amigo mío, sabía de esta historia y me invitó a plasmarla en el cine. Me pareció una muy sabia manera de hacerlo. Mi intención no era apuntar a alguien, sino decir: “Esto sucede”. A mí la gente me pudo haber estado viendo como una persona medianamente exitosa y feliz, pero nadie sabía lo que me costaba el día a día en la intimidad, cargar con ese dolor. Quise exponerlo, justamente, para abrir este tema de conversación. Se generaron debates super interesantes en los conversatorios. Personas que lograron abrir su abuso por primera vez ahí, en la sala de cine, con su familia al lado. Fue súper fuerte como experiencia. Hay ciertos temas muy difíciles de sobrellevar en soledad y estos temas generalmente se llevan en soledad. 

–¿Qué le pasó a usted? 

–Soy nieto de Carlos Poblete Barth, el hermano mayor de Renato Poblete Barth, uno de los criminales más grandes de la Iglesia Católica en Chile, y fui abusado por un tío político. Tuve una infancia familiar super rica, con padre, madre, hermanos. Pero, por otro lado, una familia extendida muy oscura y súper abusiva. De chico lo percibí. En esa familia había un supuesto poder eclesiástico por los jesuitas. Es complejo y no da para generalizar, pero cuando abrí mi abuso en la familia fui tildado de loco porque el abusador es un psiquiatra. Después, cuando se abrió el caso del cura, algo tiene que haber pasado, como que pensaron: “A lo mejor, los que Nicolás decía no era tan extraño”. Yo les había escrito una carta diciéndoles lo que pensaba. 

–¿Qué edad tenía usted?

–Era chiquitito. Debo haber tenido unos seis o siete años. 

–¿Qué hizo? ¿Lo contó?

–No. Era tan chico y fue tan traumático que no lo recordé durante mucho tiempo. Empecé a tener síntomas, con crisis de pánico, desde muy pequeño y sin entender por qué. La gente a veces dice: “¿Por qué no denunció al tiro?”. El cerebro está configurado para sobrevivir. Si uno tiene el trauma de pequeño, el cerebro lo esconde y solo sale cuando tienes un entorno que es capaz de sostener esa verdad. Si tú no has creado ese entorno en tu vida, esa verdad no va a salir a la luz. Por eso siempre insisto en la importancia de conversar, de dialogar, de entender.

–Desarrollar el papel de la película debe haber sido bien difícil.

–Ahí nos vamos al oficio. El teatro y las artes en general son herramientas súper indicadas para poder tratar temas complejos. Hay problemáticas tan dolorosas que, desde una subjetividad, son casi inabarcables. Pero, desde las artes, uno puede observarlas de manera objetiva y eso permite una reflexión y un diálogo sano sobre la problemática. Sería muy distinto que yo fuera a enfrentar a mi abusador directamente, sin tener las herramientas para hacerlo. 

–Hay que estar muy preparado. ¿Qué hizo usted?

–Hice muchos años de terapia. En un momento de mi vida me sentía mal y pensé que iba a terminar mal, porque no había ninguna razón para estar así. Estar disociado, con ese sentimiento de angustia constante y de dolor profundo, no tenía coherencia con mi entorno, con mi oficio, con lo que yo hacía, con los deportes, con la vida sana, con mi familia, con mi hija. No entendía y pensaba que tenía depresión endógena. Lo quise trabajar, porque sentía que me iba a llevar a un camino trágico y lo sigo trabajando hasta hoy. Son afecciones tan profundas, marcan tanto, que es difícil tener un alta. Te configura mucho fisiológicamente, configura tus órganos, las secreciones hormonales. La alerta o la defensa se prende de manera liviana y sobreactúa.

En 20 años de carrera, Nicolás Poblete ha participado en casi una veintena de producciones televisivas. En 2008, por ejemplo, formó parte de la exitosa primera versión de “El señor de la Querencia”, en TVN. Antes había participado en cuatro producciones de Canal 13. Fue precisamente, ya a su regreso a la que hoy es la estación de Andrónico Luksic tras un breve paso por Chilevisión, que dio un salto gracias a “Soltera otra vez” y a su personaje, Zamir “el Turco” Jadue. Como integrante ese equipo, no obstante, se vio salpicado por el llamado “Caso Abreu”, que se destapó en 2018.

El productor ejecutivo y director de ese proyecto, que tuvo tres temporadas y 225 capítulos, Herval Rossano Abreu Guerrero, fue acusado de acoso sexual y abuso de poder por siete colaboradoras de distintas etapas y años. En marzo de 2019 fue sobreseído en cuatro de los cinco casos que fueron acogidos para investigación. Él, sin embargo, fue desvinculado de Canal 13. Aunque siempre negó los hechos, pasó de ser conocido como el “zar de las teleseries” a tener que irse de Chile y perder un recurso legal que pedía el derecho al olvido en motores de búsqueda digital. 

–Ese equipo salió golpeado por el caso Abreu. ¿Cómo lo recuerda? 

–Fue durísimo, es otra vez como la caída del ethos. Respeto profundamente y valoro mucho a las compañeras que hablaron y que lo denunciaron. Es súper importante hacerlo y son muy valientes de haberlo hecho, sobre todo en un país tan pequeño como este. No sé cuáles fueron las consecuencias para cada una de ellas, espero que no hayan sido negativas. Por otro lado, yo corté esa comunicación y hasta el día de hoy.

–¿Por qué?

–Porque me dolió mucho. Era inevitable tomarlo en lo personal, porque era el lugar donde uno habitaba. Me gustaba mucho trabajar ahí, me gustaba mucho trabajar con Herval, teníamos mucha confianza, y lo valoro. Él era un gran director de actores y me no me atrevería a hablar mucho más al respecto. Valoro todo lo que aprendí en ese lugar. Me siendo súper amarillo con lo que digo.  

–Está bien, si es lo que quiere decir.

-–Es que es un tema delicado, pero no podría hacer máximas. Yo creo que hay ciertas posibilidades. Creo en el trabajo de la cárcel. Sería bacán que alguien que entra a una cárcel pudiera después reinsertarse en la sociedad habiendo pagado su pena. Creo que la cárcel se trata de eso. Ahora, hay ciertos crímenes que mandaría a la hoguera… No se entiende mi analogía.

–¿Quiere decir que se paga la pena, se sale y, al salir, se da la “prueba de la blancura”, comportándose como una persona de bien?

–Sí, exacto. Ahora, aquí no hubo cárcel ni se constituyó ningún crimen y fue sobreseído. Es complejo. No puedo ser juez, pero mi visión es super clara y por algo corté.

–¿A qué criminales mandaría a la hoguera?

–El abuso infantil. Los abusadores infantiles no son gente enferma. Si fueran enfermos se podrían sanar de esto. Es una condición perpetua y yo esos crímenes los castigaría severamente, pero ahí nos iríamos a la mierda. Yo creo que por eso soy artista.

***

Entre el jeves 21 y el sábado 30 de noviembre, Nicolás Poblete dio vida junto a otros cuatro actores a la obra “Ohaguro”, en el Teatro Camilo Henríquez. De esa pieza, afirma: “Toca el mundo de las disidencias sexuales desde un lugar poético y no desde una lucha colectiva. También toma el tema de la importancia de la memoria. Hay una advertencia muy bonita. Dice que los que sufrieron, si no se acuerdan, van a volver a sufrir. Es el humano que tropieza con la misma piedra una y otra vez”. 

–Usted es estudiante de teatro en la Chile. Tienen fama de ser los más enrollados.

–Yo diría que somos súper responsables con el contexto. Es una escuela que le da la importancia a la memoria y la memoria es más que algo político, porque es la memoria de quienes somos, de nuestra historia, de nuestra biografía. Y también es la memoria corporal. Creo que la Universidad de Chile tiene ese ese oficio y tiene esa responsabilidad. Las universidades son el brazo derecho de la educación, son un medio para un desarrollo social equilibrado. Si tenemos la capacidad de plasmar o de evacuar o de canalizar nuestras problemáticas para mirarlas de manera objetiva, creo que no estallaríamos. 

–En su cuenta de Instagram tiene una de las fotos más recordadas del estallido social, con personas y banderas arriba de la estatua de Manuel Baquedano. ¿La mantiene por memoria?

–Sí. Es parte de mi memoria. Es una foto que sacó mi expareja, la madre de mi hija, y es una foto que fue súper importante. Fue un ícono.

–¿No le provoca conflicto? Representa lo que se hizo, con lo que se soñó y donde estamos hoy como sociedad, que es -dicen los críticos- donde mismo o peor.

–En el devenir histórico mundial siempre tenemos un ethos que se quiebra. Es cíclico y de ahí nace todo. Cuando soñamos con algo, siempre se ve quebrado y, cuando viene la ruptura del sueño, siempre es brutal. Antiguamente pasaba que ese sueño era un poco más largo. Creo que hoy la curva del ciclo de soñar algo y que luego se quiebre es cada vez más corta. De un tiempo a esta parte hemos quebrado el sueño ya muchas veces. Estamos en un momento social complejo, un poquito deprimidos, sentimos que ya no hay esperanza, que todo ya fue. Sin entrar a un lugar político, creo que siempre es necesario habitar el sueño y luchar por eso. No hablo de utopías, sino de una capacidad de generar un bienestar social colectivo. 

–¿Como ciudadano Poblete aguantaría otro estallido?

–El estallido mismo para mí fue muy fuerte. Yo estaba metido en mi casa plantando flores con toque de queda, no se podía salir de Santiago. Soy una persona que necesita la naturaleza, que necesita el mar, estar en la montaña, ver el mundo real. El mundo real, para mí, no es lo compuesto por el humano. La convención social humana va en un tiempo y el mundo real va en otro tiempo. No somos capaces de integrar ambas visiones y vivimos disociados de lo real. Mi rol es ser capaz de mostrar que existen herramientas para tratar temas complejos. Entonces, aguantaría un estallido desde las artes. Hay gente que está deseando hacer el estallido de la misma manera y eso no puede ser. Eso es como chocar contra un muro. Si no nos damos herramientas de educación o de canalización, vamos a volver a estallar de mala manera. 

–Una de las promesas de campaña de este gobierno era aumentar los fondos destinados a cultura. Para 2025 hay un avance. Hay que cumplir las promesa, ¿no?  

–Para que eso pase hay que entender la cultura y no pensar: “¿Por qué estamos poniendo plata en entretención?”. Hay que entender la cultura en el rol social importantísimo que tiene, porque la cultura es formativa y también es súper importante vernos. Como país y como región tenemos mucho para contribuir al mundo, pero eso depende de nuestro punto de vista, de lo que queremos ver. A veces pareciera que fuimos invadidos y que ya no hay solución. Estamos como en una desesperanza, como si estuviéramos en un pasaje final de la humanidad y cuesta creer eso.

–¿A usted le cuesta?

–Y no quiero creerlo, porque fui papá hace menos de diez años. Cómo me voy a dar por vencido. Significaría que cometí un error.

–¿Se refiere a haber engendrado?

-Sí, pues. Y es super desesperanzador, como padre, ver el mundo de esa manera. A mí personalmente me entristece, me deprime. Y no puedo echarme a morir.

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