Opinión
1 de Diciembre de 2024Perfil de Maite Orsini: Eternamente Primer Plano
La diputada ha ganado dos elecciones pese a que desde que irrumpió en la política su pasado la condena y recibió fuego enemigo y sobre todo amigo por su otra vida farandulesca. Pero el escándalo de la semana la persigue, o, muchos creen, que ella persigue al escándalo. Esta es la biografía política de Maite Orsini Pascal.
Compartir
Campaña parlamentaria de 2017. Maite Orsini a punta de codazos dentro de su partido -no vengan a hacer gárgaras, nada nuevo, tal como se estila en la política- logra ser candidata a diputada.
El diario La Cuarta, por esos días, publica un artículo de los famosillos que van por un escaño en el Parlamento. La nota incluye a Orsini; las fotos del reportaje son de ella en bikini. Un miembro de su campaña recuerda un llamado telefónico: ella enrabiada, le pide encarecidamente que llame a los editores del diario para que nunca más linkearan a la nueva Orsini con la #yingo #calle 7 #amor ciego #arañita #lapololadefulvio.
“Hola, soy Maite”
¿Cuándo y cómo Maite Orsini Pascal -36 años, nació en 1988- pasó de SQP y Primer Plano al cuerpo C de El Mercurio?
Le hice esta pregunta a al menos a seis fuentes relacionadas con el hoy Frente Amplio, ayer Revolución Democrática (RD).
Nadie es capaz de coincidir en una versión. Llama la atención que en el mundo de la política, proclive a atribuirse la invención de cuanto personaje exista -sobre todo si tiene votos-, en este caso la memoria sea tan frágil.
Orsini, me dicen, apareció en la vida de RD en un grupo de base que se formó en Huechuraba. Ahí también hizo sus primeras armas Tomás Vodanovic. El incipiente partido -fundado en 2012- organizaba por esos días “los territorios” para constituirse legalmente.
Los líderes y cabezas pensantes provenían en su gran mayoría del movimiento Nueva Acción Universitaria (NAU), liderado por Giorgio Jackson junto al sociólogo Miguel Crispi -hoy jefe de asesores del Presidente Boric- y compuesta fundamentalmente por estudiantes de la Universidad Católica; y del movimiento “De la República”, liderado por Sebastián Depolo, sociólogo de la Universidad de Concepción.
Maite Orsini tenía 24 años. Estudiaba derecho en la Universidad Finis Terrae. De hecho, es las pocas militantes de la primera línea del Frente Amplio que proviene de una universidad privada que tuvo cero relevancia en los agitados días de 2011.
“Un conocido le comentó a un dirigente de RD que Maite, que vivía con su familia en Huechuraba, estaba interesada en participar en política. Ese dirigente la llamó para invitarla. Así entró. No recuerdo bien, en todo caso, quién fue el dirigente”, me dice un ex RD.
Ella era un rostro conocido para buena parte de los jóvenes militantes. “Muchos renegaban de los programas de TV en donde participaba Maite, porque los consideraban tele basura y criticaban que trataran a la mujer como un objeto. Eso es muy de izquierda. Pero al final todos habían visto alguna vez Yingo o Calle 7”, recuerda un militante del FA.
Fresco estaba además -me dice este frenteamplista- el episodio denominado en la prensa farandulera como el “las arañitas”, profusamente cubierto. El 23 de abril de 2010 Orsini junto a su amiga Carolina Mestrovic escalaron un edificio para hacerle una broma a su exnovio Mario Velasco, otro personaje de la TV. Cuento corto: las despechadas exnovias se equivocaron de departamento, las detuvieron y fueron formalizadas por “violación de morada”. Luego serían absueltas.
“La que lo niegue, miente: las mujeres de RD fueron las que más criticaron la llegada de Maite”, dice una exmilitante de RD. Les disgustaba la exposición pública de Maite Orsini y su pasado de bikinis y minifaldas instigadoras de puntos de rating. Además, muchas de ellas habían hecho carrera militante en marchas estudiantiles, asambleas y eternas tomas, mientras Maite figuraba bailando en paños menores en la TV.
“Yo me opuse desde el principio a esa mala onda. Cuando la conocí la encontré inteligente y con potencial político”, recuerda una militante de RD.
“Para ser sincero, muchos vimos en ella una potencial candidata exitosa, sobre todo por su nivel de conocimiento. Así que los resquemores por su pasado era mejor soslayarlos. Necesitábamos urgente ganar votos”, recuerda un ex dirigente del FA.
2017 fue un año clave para Maite Orsini. Ganó las primarias dentro de RD, se presentó a diputada por el distrito 9, obtuvo el escaño (21.814 votos, el 6.48%) y se tituló de abogada con honores: fue la mejor de su promoción.
A los 30 años, la ex Yingo mutaba a honorable. Adiós bikinis y coreografías, más no chao escándalos. Estos la persiguen hasta hoy. O, para ser más precisos, quizá ella los persigue hasta hoy.
La sangre Pascal
En un mundo donde las credenciales se obtienen por los libros leídos -sea cierto o no si de verdad los leyeron-, Orsini, según los frenteamplistas con los que conversé- nunca pasó por una “escuela de cuadros”, término izquierdoso que en simple quiere decir educación política.
“Una vez ella me comentó que había entrado a la política porque le gustó mucho lo que hicieron Boric y Jackson en 2011”, me dice alguien que la conoció en su primera campaña parlamentaria.
Una rama de su familia tiene un macizo historial político. Orsini es hija de Maite Pascal, quien visitó la fama por sus roles en teleseries de alto rating como Sucupira y Fuera de Control. El famoso actor Pedro Pascal también forma parte de ese árbol genealógico.
Los Pascal son un clan relacionado con la izquierda, sobre todo por el mítico líder del MIR, Andrés Pascal Allende, y por la exdiputada Denise Pascal. Ellos son hijos del empresario Gastón Pascal Lyon y de Laura Allende Gossens, hermana del expresidente.
El lote de “el Giorgio”
A poco andar en RD, tal como deben hacerlo los allegados en los partidos para sobrevivir a los cuchillazos, Maite Orsini tuvo que elegir “un lote”. Optó, sabiamente, por acercarse a Miguel Crispi, Rodrigo Echecopar y Giorgio Jackson, el Paul Mac Cartney de la colectividad (Lennon -Boric- militaba en Convergencia), sumo líder y primus inter pares.
“Ahí mostró que, pese a no tener carrera política, se las sabía por libro”, dice un exdirigente. “Eran muy cercanos. De hecho, algunos de ese lote -entre ellos Orsini- vivían juntos”, recuerda un RD.
Un exdirigente, alejado de la política, recuerda entre risas y algo de pudor cómo se inventaban facciones para jugar a la política típica de los partidos de izquierda. De hecho, Maite Orsini figuraba en “el tercerismo”, mote plagiado a los socialistas.
“Estaban ‘los pantalones largos’, los ‘territorialistas’ y los ‘terceristas’. Los primeros querían dar la pelea en la cúpula política, en la élite; los segundos, apostaban por priorizar el trabajo en la calle, el de base. ¿Los terceristas qué éramos? Bueno, decíamos que las dos cosas se podían hacer a la par”, traduce, riéndose, ese exdirigente.
El viaje entre lote y lote es común entre los militantes. Desavenencias, traiciones, líos personales, romances que fracasan, triunfos o derrotas, provocan la desafiliación. Maite Orsini, me dice una ex RD, ha mutado de lote porque es “muy transaccional. Se fija un objetivo y todas sus acciones se mueven por el fin, da lo mismo las convicciones”. Para la política de hoy eso suena más bien a un elogio que a un defecto.
“No ha sido una buena diputada. Mucho titular y poca acción”, me dicen tres parlamentarios. “Poco trabajo en terreno”, agregan. “Falta mucho”, suman. “Igual, siempre está en los medios, por lo que sea, y eso la ayuda a tener visibilidad”, dice otro.
Por de pronto, Maite Orsini fue a la reelección en 2021 y ganó. Sí, con menos votación que en 2017: 19.040 sufragios (5.71%).
La otra Maite
Cuando comenzó su carrera política, Maite Orsini fue directa con su equipo: quería desmarcarse de su pasado farandulesco. Militantes que trabajaron con ella en ese tiempo reconocen que “la marca” estaba contaminada por las escandaleras propias de la TV.
“¿Cómo lo hacemos para reinventarla?, era nuestro dilema. Muchos pensábamos que podía atraer votos, pero necesitaba otra imagen”, me cuenta un exasesor.
Sirvió que se alejara de las pantallas, que se titulara de abogada -salió en la prensa- y de un nuevo look, alejado de la brillantina. El actual Secom, Pablo Paredes, fue su jefe de campaña para el 2017.
“No eran pocos los militantes que veían esto con desconfianza, que era una impostura, que no le creían y aún no le creen”, me cuenta un frenteamplista.
Una militante que convivió con Maite Orsini me dice que ella se quejaba mucho de que dentro del partido la criticaban por ser una “mujer objeto”. Y que la trataban también así. “Recuerdo que utilizaba este término: me ‘objetualizan’”, me dice.
Dirigentes del FA susurran -para que ella no los acuse de machismo (varios le tienen miedo)- que no ha contribuido mucho a sacudirse el estigma de figurona tan propia del star system criollo.
“Tiene una capacidad infinita de involucrarse en problemas. Cierto: atraen prensa. Tengo la sospecha muy fundada que se los busca”, argumenta un frenteamplista.
El escándalo de la semana
Obviemos el pasado “glamorama” de Maite Orsini y revisemos algunas de sus escandaleras como política de tomo y lomo.
¿Quién puede convertir un inocente viaje de vacaciones en un evento mediático-diplomático?
En febrero de 2019 viajó de vacaciones con el diputado, también RD, Jorge Brito. El destino era la frontera entre Colombia y Panamá. Junto a unas amistades de Orsini contrataron un trekking por la selva.
“En un tramo tomamos una lancha y sufrimos un accidente”, explicó por esos días Brito en la prensa. El conductor de la embarcación no disminuyó la velocidad, pese a que el mar estaba muy alborotado. Por ello una de las pasajeras sufrió un fuerte golpe en la espalda. Los diputados, entonces, conminaron al tipo a detenerse. El sujeto montó en cólera y los dejó botados en una isla, en medio de la nada.
Porque Maite Orsini atrae como imán al barullo, incluso sin quererlo, se dio la coincidencia que por esos convulsionados días estaba en Cúcuta el Presidente Sebastián Piñera y el ministro de RR.EE., Roberto Ampuero, quienes participaban de la operación humanitaria para Venezuela. Ellos se encargaron de solucionar el entuerto con las más altas autoridades del gobierno de Duque.
Pero el episodio no terminó ahí. Era que no: por Twitter la diputada se hizo cargo, innecesariamente, de un rumor de medio pelo: que los dos eran pareja. Escribió: “Con mi amigo Jorge Brito nos sorprende que frente a un accidente, algunos prefieran hablar de falso cahuín”. Obviamente Brito se subió a la micro y, era que no, con perspectiva de género: “Compadezco a quienes insultan, pues no conocen el valor de la amistad. La violencia machista les sale incluso en medio de la desgracia ajena”.
El pelambre de pasillo entonces, por obra y gracia de los parlamentarios, pasó a las páginas políticas de la prensa.
Con Boric en París: un error político
“Al entorno de Gabriel no le gustó el período en que él se acercó a Orsini, porque se expuso mucho a la prensa”, me dicen en el FA.
Precisemos que los episodios que relataremos no son culpa, por sentido común, de los malos consejos de la diputada.
En noviembre de 2018, el diputado Boric fue sorprendido por Carabineros manejando una motocicleta sin la licencia de conducir correspondiente, sin lentes ópticos y los papeles del vehículo vencidos. ¿De quién era la moto? De Orsini. Otra vez bullicio mediático.
El otro episodio es menos anecdótico. En septiembre de 2018 Boric se reunió en París con el asesino de Jaime Guzmán, Ricardo Palma, y prófugo de la justicia chilena. Esto en medio de la discusión sobre la procedencia del gobierno francés de darle asilo político a Palma. La cita se supo por una revelación del diario La Tercera. Pero no, Boric no andaba solo: estaba con la diputada Orsini. Ninguno de los dos cuenta a sus bancadas del encuentro.
Orsini, entonces, tuiteó: “Como es sabido por la opinión pública, en París, se efectuó una reunión con Ricardo Palma Salamanca… aclaro que esta reunión no estaba en conocimiento de mi partido y entiendo las críticas a la pertinencia de esta”.
A Boric le sigue penando la cita.
Estos son ejemplos de la alta exposición pública de Orsini. Y de su vida de escándalos de la semana con redes sociales incluidas.
Renato Garín, ex RD, la criticó por unas fotografías que la diputada se sacó en una cancha de ski.
“Igual es mejor ‘subir’ a la nieve que ‘trepar’ edificios”, escribió.
Otra vez la parlamentaria picó. “Renato, supérame, ya fue. Besitos”, fue su respuesta. No era necesario que una parlamentaria entrara en una discusión infantil y derechamente estúpida.
Ego sum
El último video en Instagram de Orsini da luces de algo que repite en los entrevistados que la conocen: es narcisa, para los más teóricos; o no soporta que el mundo no gire en torno de ella, para los más simples.
¿Por qué una diputada de la República se involucra en dos denuncias de violación en contra de su expareja, un famoso exfutbolista? ¿Es posible decir simplemente: “Por mi cargo, no debo ni quiero involucrarme en un caso que depende de la justicia”?
Pero no.
La honorable no sólo hace noticia por reunirse con su expareja en medio de la batahola. Ella, por su figura mediática, a pesar de muchas otras diputadas frenteamplistas, es la adalid del feminismo.
Pero igual, desde su posición de poder, reconoce que llamó a una de las denunciantes.
Es el yoísmo, me dice un parlamentario del FA.
Deconstruyamos sus palabras en Instagram.
“Lamento mucho poner el foco sobre mí en un caso que es tan grave y que es tan complejo, pero se han dicho tantas cosas, y se ha especulado tanto, que siento que lo mejor en este momento es explicar algunas cosas. La verdad es que no estoy bien. Hace tiempo que no estoy bien y desde que denunciaron a mi expareja esa condición se ha agudizado”.
Hay dos dos denunciantes y un denunciado. Orsini habla de sus aflicciones.
En el próximo párrafo, pone en cuestión el “amiga, yo te creo”, no por una digerida reflexión sobre la presunción de inocencia, sino porque el acusado es su expareja.
“Desde lo racional y desde las convicciones nunca me imaginé verme enfrentada a algo así. Pensé que sería más fácil saber qué hacer, cómo actuar, porque mi lugar siempre ha estado con las víctimas de violencia y a eso he dedicado mi trabajo, mi vida. Y todo eso me genera una contradicción que es muy grande, que es muy dolorosa, en la que obvio que pienso en las denunciantes y en creerles y al mismo tiempo siento que no puedo negarle una palabra de apoyo a quien fue mi pareja en los últimos dos años. Independiente de todo, nadie está con una persona durante dos años compartiendo todos los días y luego puede no tener emociones cuando a esa persona se le acusa de algo así de grave”.
Luego se autodesigna una misión: contactarse con la denunciante. No tiene en cuenta que buena parte de Chile sabe que fue expareja del denunciado -Jorge Valdivia-, que tiene una posición de poder que puede atemorizar a la denunciante -no acusa recibo del Caso Monsalve- y que, en ese rol, ya había hecho gestiones anteriores por problemas con la justicia del exfutbolista.
“Cuando me enteré de la denuncia me puse a disposición de la denunciante a través de un conocido en común para que me llamase si así lo quería y así lo hizo. Le transmití que no quería revictimizarla y que estaba disponible para lo que necesitara de mi parte. Hoy día me han hecho ver que quizás en un caso tan complejo como este, lo prudente, debió haber sido limitarme a declarar en fiscalía, cosa que hice voluntariamente”.
La declaración pública prosigue no con un análisis de los pesares de las denunciantes o con una reflexión sobre cómo las mujeres deben abordar abusos o acosos.
“La verdad es que la persecución mediática, el acoso sobre mi vida privada y no sólo ahora, sino desde que inicié mi relación con Jorge, no me ha hecho bien. Me han perseguido en mi oficina, en mi casa, cuando he ido a buscar a mi perro, comprando remedio en una farmacia, hasta en una visita ginecológica especulando sobre supuestos embarazos o de mis deseos o no de ser madre, un tema que siempre es tan sensible para cualquier mujer. No estoy bien, estoy con tratamiento para mi salud mental”.
Final
El video dura cinco minutos.
En los últimos 30 segundos Orsini dice: “Esto no se trata de mí y por lo mismo pido que nos centremos en lo importante, en respetar y en esperar la investigación. Y que en definitiva se haga justicia”.
OK.