Entrevistas
4 de Enero de 2025Francisco Ackermann, influencer financiero: “A mí me encantaría decir que todos pueden ser millonarios, pero yo no lo creo”
Su podcast “Con peras y finanzas” lleva más de 40 semanas en el top 10 de más escuchados en Chile este año; su libro del mismo nombre ocupó también el primer lugar en el ranking de más vendidos. En sólo cuatro años este ingeniero comercial pasó de ser un profesional endeudado a una especie de gurú para los que no entienden de finanzas, con tips tan sencillos como ahorren, aprendan, inviertan. ¿Por qué el éxito? Porque, dice, en este país no se acostumbra hablar de plata.
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La historia de origen dice así: tenía 32 años, un buen trabajo y sueldo en una empresa de marketplace inmobiliario, pensaba en casarse; pero las tarjetas estaban reventadas, los intereses sólo crecían y cuando logró hacer buen negocio con la venta de un departamento, rápidamente se consumió en meses los millones ganados, viaje a Disney incluido. La deuda que tenía en total entre tarjetas y créditos, calculó en ese entonces, ascendía a unos 15 millones de pesos. Ese fue el punto de quiebre, a fines de 2019, para que Francisco Ackermann dijera: ¿cómo llegué aquí?
“Empecé a darme la vida de lujos que no correspondían a mi sueldo. Desde salir a comer muchas veces a la semana, mucho café comprado. Delivery. Puros gastos pequeños, porque no tenía ni una obligación muy grande”, recuerda hoy, sentado en un café en Vitacura, cerca de donde vive con su mujer y dos hijos pequeños. “Me iba de viaje y a los dos días del regreso estaba transpirando porque debía varias cuotas en la tarjeta. No medía el flujo que iba a tener que pagar mensual. Repactaba y terminaba debiendo más plata”.
Vino entonces otra pregunta, más importante: ¿Cómo salgo de aquí? Fue una resolución el ordenarse. Comenzó a escuchar audiolibros sobre educación financiera mientras caminaba y no pocos de autoayuda, los que en un inicio despreciaba. “Yo lo miraba a huevo, puro humo. Pero también le di la oportunidad, sacarle lo pachamámico y quedarme con lo bueno. Aprender”, dice Francisco Ackermann. Fue con el podcast “Neurona financiera”, del uruguayo Rodrigo Álvarez, cuando todo empezó a encajar: ordenarse, teóricamente, no era difícil. Había que sentarse, pensar en plata y armar un Excel de gastos.
“A los tres meses de eso empecé a ahorrar, por fin. Era la primera vez que veía plata en mi cuenta. No era mucha, pero para mí fue muy significativo porque era poder vivir con menos de lo que gano. Y no hice unas cosas tan locas, no hice unos cambios tan significativos. Para mí fue un despertar”, dice.
—Lo impresionante, pensando en el resto de los chilenos, es que si un ingeniero comercial universitario no sabe de educación financiera, quién sí sabe.
—Claro. Dije: yo estuve en un colegio privado, estuve en una universidad buena y estoy viviendo este problema, ¿qué pasa con el resto? Y ahí me dieron ganas de educar.
Francisco Ackermann llevaba en ese entonces siete años trabajando en Capitalizarme, donde era Gerente Comercial. Era experto inmobiliario y había visto pasar frente a él muchas oportunidades de inversión que no podía tomar. Comenzó un podcast de ese tema, donde hizo hasta 90 capítulos sin retribución, pero le permitió hacerse conocido en el rubro. Y luego, en TikTok, empezó a incorporar más temáticas y a dar datos de educación financiera sencillos.
Ahí la cosa prendió. En 2022 nació el podcast “Con peras y finanzas”, el que se ha transformado en el más escuchado de temas de finanzas en el país, compartiendo la cima del ranking con famosos, comediantes y conversadores profesionales. Ahí Francisco Ackermann apunta a un seguidor específico: “Yo soy un trampolín. Me enfoco en las personas que piensan que están perdidas por la vida financiera. Y yo digo no, no estás perdido, estás desinformado no más. Una vez que la persona gana plata, normalmente me encuentra fome”.
Es influencer con más de un millón y medio de seguidores combinados en distintas redes. Transformó buena parte de su historia y un resumen de sus mejores tips en un libro del mismo nombre del podcast, y este llegó al número uno de los libros más leídos. Francisco Ackerman pasó de ser un endeudado, a armar patrimonio en bienes raíces. ¿Por qué cree que ha tenido este éxito? Él responde: “Porque en Chile, o en Latinoamérica, no se habla de plata”.
El camino del gurú
Francisco Ackermann es el menor de cuatro hermanos; su padre murió de cáncer cuando él aún era guagua. Así que creció viendo a su mamá, quien no tenía una carrera profesional, trabajando muy duro en todo tipo de negocios, desde una cafetería a un quiosco de flores a incluso un turno escolar irregular. “Me iba en la maleta, eran otros tiempos”, dice riendo. “Mi recuerdo de infancia era que ella llegaba tarde. Era un trauma, pensaba casi que no me quería y nada que ver: creces y te das cuenta que es al revés. Que era tanto el amor, que hizo todo por nosotros y se olvidó de ella misma”.
La madre de Francisco Ackermann se convirtió en la proveedora de la familia con poco más de 40 años y luego sufrió, además, la repentina muerte de uno de sus hijos en un choque. Fue ese seguro de vida el que le permitió, años más tarde, tener dinero para la universidad. Se dio cuenta que su madre, con todos esos esfuerzos, jamás conversó el tema económico con sus niños. Como tantos chilenos que no llegan a fin de mes, en la casa nunca se habló de plata.
“Se comió todo en nosotros. Terminó con una jubilación muy indigna, porque obviamente tampoco era ordenada, no se imponía”, dice. Su madre murió de un cáncer hace unos años, lo que también empujo el cambio de vida de Francisco Ackermann. “Me hizo reflexionar harto hacia dónde estaba llevando mi vida, porque no podía proyectarme ni siquiera para comprar un anillo de compromiso. Y decía pucha, voy a terminar así, voy a vivir siempre del día a día”.
Vino entonces el giro, el ahorro, compró anillo, se casó, tuvo hijos. Y entre medio armó esta especie de personaje, que en tono de comedia y cercanía, le dice a otros que hagan un Excel (en su libro tiene el formato perfecto), que se ordenen, que ahorren aunque sea mil pesos al mes, que luego aprendan de inversiones y lo hagan crecer.
—La gente en Chile pareciera estar toda endeudada, incluso los de clase media o alta, que ganan bien. ¿Por qué llegamos a eso?
—El fenómeno que se da en los que ganan más plata es que se les abre el mundo del crédito, el endeudamiento y querer aún más de lo que realmente pueden. Y en las redes sociales uno ve como que todo el mundo tiene todo. Es un yo también quiero, cómo no voy a estar yo viviendo esas vacaciones que él tiene y ese auto que tiene.
—Pero por mucho tiempo a la clase media chilena se le prometió que si estudiaban, si iban a la universidad, incluso se endeudaban para ello, después iban a tener un buen trabajo y con ese buen trabajo les iba a alcanzar para una vivienda, para el auto que querían y para ir a Disney. Y eso ya no es así. Quizás por eso se endeudan.
—Igual como joven me pasaba el rollo: mi mamá a mi edad tenía ya casa, hijos y cómo yo no puedo. Pero eso es evitar la conversación dura con uno mismo que es: veamos mi realidad. Tan simple como eso: ¿cuál es mi realidad actual? Y eso fue, por lo menos mi caso, lo que me ayudó a ordenarme mucho.
Yo hablo de educación financiera para todos, para todos los tipos de ingresos. Por ejemplo, para las personas con menores fuentes de ingresos el mensaje no es ahorra, sino que tiene que ver con aprender a agregar más valor, de alguna manera. Hay personas que de repente se enfrascan o se obsesionan con decir “a mí lo que me gusta es esto”, pero si lo que te gusta es sumamente mal pagado, tienes que ceder. Ahí el foco es ganar más plata.
En mi caso, yo sí tenía un desorden financiero y en Chile hay muchos así. A mí me escriben a diario unas diez personas al día, que gracias a escuchar contenido sencillo financiero se dieron cuenta que la gran mayoría de sus problemas residían ellos mismos.
—La queja suele ser que ha aumentado el costo de la vida, pero no han aumentado los sueldos. Ese es el mayor problema para ahorrar plata o para poder vivir con lo que ganan. ¿Está de acuerdo?
—Han aumentado los sueldos, no mucho, pero igual han aumentado. Si se compara con el resto de Latinoamérica, tienes países vecinos con 50% de pobreza. No hay que ir tan lejos para darse cuenta que no somos lo peor.
—Queremos vivir vida de primer mundo con sueldos de segundo mundo, entonces.
—Sí, exactamente. Y las redes sociales influyen. Cuando empieza a dispararse una sociedad, siempre hay un grupo que se dispara primero económicamente porque son los que tenían patrimonio familiar. El concepto de que la plata atrae la plata es muy real. Si unos papás se sacaron la mugre y te lograron dejar a ti un poco mejor parada, o partes con una propiedad.
—O no tuviste que pagar la universidad con CAE, ese es un escalón que hace la diferencia.
—Hoy el CAE ya no es lo mismo que cuando se originó la idea. La gente paga unas cuotas que son bastante pequeñas y ahí también es cuando se politizan mucho los temas. Porque en los últimos años del CAE las cuotas tenían hartos topes, no es que podían superar tanto por ciento de tu sueldo, por ejemplo. Incluso entre las personas bien inversionistas hay quienes le dicen a sus hijos que es mejor estudiar con CAE. Para gente que tiene plata, es mejor pagar el crédito e invertir lo que pondrían de mensualidad. Es educación financiera avanzada.
—Un superpoder financiero, preferir un CAE a pagar la universidad.
—Hay que tener patrimonio, pero también es porque lo encuentran más eficiente. Porque esa familia, por decirte algo, que tiene que pagar $800.000 mensuales, puede poner esa plata en alguna inversión y es mejor que el niño estudie y pague una cuota enana por muchos años. Se dedica a ganar plata y con lo que gana va prepagando el crédito y qué sé yo.
—Ahora, si sales de estudiar Filosofía, difícil que esa sea tu realidad.
—Porque también es importante conocer dónde uno está. Lo que te decía, que hay gente que es muy obstinada a veces. Yo quiero estudiar lo que quiero estudiar, siendo que igual tiene que ver cómo se valoran en el mercado las cosas.
—Pero no podemos tener un país solo de ingenieros comerciales.
—No, porque no da tampoco. Hay mucha gente que se puso a estudiar informática porque te abre las puertas al mundo y puedes trabajar no solo en Chile, vendes tu servicio al mundo. La programación ha sido un hallazgo significativo para muchas familias. Yo he visto muchos primeros profesionales de sus familias que se pegaron un salto cuántico por estudiar informática, que para algunas personas era una carrera subvalorada, por ejemplo.
Plata dulce
Algunos de los contenidos que Francisco Ackermann ha subido a sus redes en el último mes abarcan los temas que toca, literalmente con peras y manzanas: planear las compras de diciembre y no gastar de más, las mejores tasas de crédito hipotecario, invertir con poco capital. Muestra también una historia de éxito: un seguidor con el que se intercambia mensajes hace años, desde que estaba completamente endeudado, hasta que comenzó a complementar su sueldo vendiendo barritas de proteína y luego pudo ahorrar, postuló a un ascenso y finalizó duplicando sus ingresos.
Son historias que a Francisco Ackermann lo emocionan, porque apuntan a lo que le gusta: que es trabajo duro ganar plata. Recibe preguntas del público, y mientras unos le hablan del APV o de criptomonedas, o cual de los dos créditos que tiene en distintos bancos paga primero (el más castigador, responde), otro le pregunta por cómo lograr tener 100 millones en ahorro partiendo de cero. Su respuesta fue, parafraseando: ni idea, porque suena imposible.
—Sus principales tips pueden ser “ahorra en el café y los gastos hormiga”, nada muy revolucionario.
—Todo el mundo sería rico si existieran las fórmulas mágicas.
—¿Qué era importante para usted transmitir al crear su personaje? ¿Cómo no ser “chanta” cuando se habla de ganar plata?
—Hoy día, por fortuna y porque creo que he hecho cosas bien, sí tengo un patrimonio más importante que cuando partí. Pero cuando partí estaba endeudado. Así que quienes me siguen desde el principio han disfrutado mucho verme lograr esto. Los nuevos seguidores casi que quieren que les muestre si tengo un Bugatti (se ríe). Les gusta validarse con cosas. La gente todo lo quiere fácil, y en la inversión lo mismo.
A veces me etiquetan cierto tipo de personajes, que salen con tremendos relojes diciendo “tengo seis sueldos en mi mano”. Para mí es un peligro ese tipo de influencer, porque al final le están diciendo a las personas que si no tienes la plata fácil eres perdedor. Y terminan vendiéndote una mentoría de ellos mismos. Acá siempre es: haz tu propio camino. Esa es como la premisa.
—Está la idea de “hacerse una pasada”. ¿Por eso les va bien a gurúes como Alberto Chang, que prometían rentabilidades imposibles? ¿Cómo gente con estudios y educación cayó en eso?
—Es que siempre, siempre, todos quieren ganar haciendo poco. Y existen algunas historias de gente que la ha hecho. Pero son contados uno en un millón. Encuentro que es más difícil tratar de convertirse en ese uno. A mí me encantaría decir que todos pueden ser millonarios, pero yo no lo creo. Y es súper impopular porque muchas veces es, “oye, el esfuerzo que tú estás haciendo quizás no lo vas a ver tú”. Quizás vas a ser el que logre hacer que a tu hijo le vaya mejor que a ti y tú vas a terminar medianamente tranquilo, pero no vas a ser millonario, vas a ser alguien ordenado financieramente.
Yo sí tengo ciertas bases, yo sí tengo una buena educación formal, muy lindos valores, colegio pagado y universidad pagada. Entonces sí tuve una espalda económica, incluso endeudado. Para mí, obviamente, fue más sencillo pegarme unos pequeños saltos iniciales que para alguien que, por ejemplo, le toca nacer en medio de una población. Él va a tener un camino infinito más difícil que yo, pero sí sé que esa persona puede tener mejor pasar que su papá y puede estar mejor que hoy día.
—¿Cree que los chilenos somos especialmente consumistas?
—Somos muy consumistas. Si haces una investigación de cuántos Starbucks hay per cápita por país de Latinoamérica, nosotros estamos de los más altos. Y así con un montón de cosas. En Chile están todas las marcas extranjeras. En el supermercado tienes un pasillo solo de mayonesas. Y no es sólo el uno por ciento más rico de la población; tú vas y hay minimarket en todas las comunas del país y la Coca-Cola te la venden a $1.200 en Puente Alto y en Vitacura. Y las compran todos los días. Somos una sociedad muy expuesta al consumo y es muy normal. Incluso en Chile hablar de ahorro es mal visto, es como si fuera ser cagado.
—¿Considera que la banca y la industria económica en Chile abusa un poco de la ignorancia financiera de los chilenos?
—No sé si abusa. Cuando vas a otro país es igual y tienen tasas más altas incluso que acá. Los sistemas son como son, nos guste o no nos guste. Si no me gusta, puedo ser parte de los que protesta, que está muy bien porque quizás eso ayuda a que cambie, súper a largo plazo. Pero también es aprender a valérselas por uno mismo y ver si el sistema te puede ayudar.
Por ejemplo, me escriben muchas personas que tienen sueldo muy bajo y me preguntan por inversión en propiedad. Y digo, mira, probablemente vas a desgastarte, porque es muy difícil que tengas un crédito hipotecario, pero tú puedes postular al subsidio, y existe para quienes necesitan una ayuda.
Apostando al patrimonio futuro
Cuando sus esfuerzos como influencer y el podcast comenzaron a tomar fuerza, Francisco Ackermann decidió dedicarse a eso que es lo que le gusta: comunicar y enseñar. Dejó de ser Gerente Comercial en Capitalizarme, y comenzó a trabajar un día a la semana ahí generando contenido para redes y atrayendo clientes. Finalmente dio el salto, y comenzó a dedicarse cien por ciento a sus contenidos.
Además de su vida de influencer en TikTok e Instagram, y del podcast, creó Finup, una plataforma de educación financiera. Su sueño, o su manera de vender quién es hoy, incluye la meta de educar a 100 millones de latinos en temas de finanzas, ahorro e inversión.
—Como influencer financiero es importante la pregunta: ¿de qué vive? Cómo se arman sus ingresos.
—Trabajo en lo que me gusta, pero trabajo mucho. Una fuente de ingresos es el podcast, nos repartimos los ingresos de auspiciadores con mis socios, que son la productora JP2. Tengo una empresa inmobiliaria donde vendo departamentos de inversión, y hay comisión por venta. Hoy trabajan, además, varios brokers vendiendo. Mis auspicios son también parte importante de los ingresos.
Partí con publicidad en redes en 2021, le pregunté a mis seguidores si querían pagar 5 mil pesos por contenido exclusivo, o podía sino cobrarle a marcas, pero siempre que sean marcas que yo uso o en las que invierto. Prefirieron lo segundo. Hoy día trabajo con Mach, con Portal Inmobiliario. También hago un par de charlas al mes que me reportan ingresos, pero es importante decir que para eso pasé por dar primero más de cien charlas gratis.
Cuenta que para él, el ideal es ahorrar el 30 por ciento de lo que gana y vivir con el 70. Y de que a pesar de hacer negocios inmobiliarios, sigue siendo arrendatario. “Yo arriendo donde vivo. Mi capacidad de crédito la ocupo para propiedades de inversión, que es un tema personal. No es que sea mejor o peor. Si yo lo meto en un Excel es más conveniente, porque donde yo vivo no es muy rentable, pero me gusta el barrio, entonces me sale más rentable comprar propiedades donde sí salen bien los números.
—¿Es de esos inversionistas que tiene diez departamentos en Estación Central?
—No tengo diez. Sí tengo unos cuántos departamentos. He ido creando como un patrimonio más familiar, de departamentos y unos terrenos, y con eso estoy tratando de armar mi jubilación tranquilo con mi familia, mis hermanos y mi señora. El patrimonio se está creando, porque en realidad compro esos departamentos que se pagan con el arriendo; es a futuro la inversión.
—Esa compra de muchos departamentos en zonas como Estación Central sí generó un ecosistema malo para la gente que vive ahí, por mucho que en un momento hayan sido buena inversión.
—No diría que el problema fue la compra. Vivo en un edificio en Vitacura donde todos arriendan y nadie está alegando porque no es propietario. Lo que se gestó en lo que tú mencionas fue la mezcla de la mala política pública, también en el hambre inmobiliaria y el hambre inversionista.
Si en Estación Central hubieran hecho un plano regulador que permitía que hubiera una cantidad de departamentos que no significara filas de espera para el ascensor, no sería un problema. El tema negativo es cómo se crea ciudad. ¿Un inversionista le quita la vivienda propia a alguien? Depende. ¿Tú vivirías toda tu vida en un departamento estudio? Probablemente no. ¿Si estás estudiando y vienes de región y quieres vivir cerca de la universidad, te sirve vivir en un departamento de cuatro dormitorios? No. Hay propiedades que están diseñadas para inversiones, normalmente en lugares bien centrales. ¿Convive la inversión con la vivienda propia? Son complementarios.