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13 de Febrero de 2025

¿Se puede amar sin tocar?: cuándo una persona le es “fiel” a alguien con quien no ha tenido un encuentro amoroso

Es más que una amistad, pero menos que una relación. Este tipo de vínculo debe su nombre al ideal del amor que describió el filósofo de la antigua Grecia, Platón, y del cual también viene la idea del "amor platónico".

Por Matías Vega
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Existen personas que, pese a no ser pareja, mantienen un vínculo casi romántico. Casi, porque pese a la cercanía e incluso a la posible atracción que puedan sentir el uno por el otro, no mantienen forma alguna de intimidad física. Es lo que se conoce como una “relación platónica”.

Según explica la psicóloga Diana Raab Ph.D. en Psychology Today, “el amor platónico es una relación emocional y espiritual especial entre dos personas que se aman y admiran mutuamente debido a intereses comunes, una conexión espiritual y visiones del mundo similares. No implica ningún tipo de relación sexual”.

En cierta forma, es una forma de amistad más profunda que el común de las amistades, siempre sin llegar a la intimidad física, lo que incluye tanto besos como relaciones sexuales.

“Aunque pueda existir cierta tensión sexual entre amigos platónicos, puede que ambos decidan mantener las cosas sencillas y no llegar a tener relaciones sexuales. El problema es que una vez que los amigos platónicos empiezan a intimar sexualmente, las líneas y los límites se difuminan”, matiza Raab. “En una relación platónica, el cariño, la preocupación y el amor se manifiestan a través de las palabras y el lenguaje corporal”.

De acuerdo con la investigadora Mia Belle, tal como el nombre del concepto lo indica, éste “deriva de las ideas del antiguo filósofo Platón (c. 428 a.C.-348 a.C.)”, quien “pensaba que este tipo de amor podía acercar a los individuos a un ideal sagrado”.

“Según Platón, este vínculo es un tipo de amor que se experimenta cuando identificamos cualidades positivas que sentimos completas en otra persona”, explica en Simply Psychology.

Raab, por su parte, lo explica con un ejemplo personal con el que tal vez te puedas identificar: “Mi amistad con Thomas Steinbeck, hijo del Premio Nobel de Literatura John Steinbeck, fue felizmente platónica. Estábamos tan unidos que éramos casi como hermanos, compartíamos nuestras alegrías, miedos y esfuerzos creativos. Nuestro amor era incondicional, pero nunca cruzamos la línea de la intimidad”.

“Thomas y yo adorábamos nuestra mutua compañía. Éramos felices juntos. Nos reíamos juntos. A veces, nuestra compañía era posesiva y, cuando no estábamos juntos, sabíamos telepáticamente lo que sentía el otro. En cierto sentido, éramos como el ‘salvavidas’ el uno del otro y, tras su fallecimiento, sentí que me ahogaba en la tristeza. Él era el ancla de mi voz creativa. Juntos convertimos el dolor en arte, él a través de la ficción y yo a través de la poesía y las memorias. Perderle a él y a nuestra relación platónica fue como perder a un familiar cercano”, expresa la psicóloga.

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