
Entrevistas
8 de Marzo de 2025Vesna Madariaga, vocera de la Coordinadora 8M: “Hemos visto una instrumentalización del feminismo”
La socióloga Vesna Madariaga, vocera de la Coordinadora 8M, analiza el presente del movimiento feminista en Chile y es crítica de la labor del Gobierno. "El aprendizaje es que el feminismo no cabe en un gobierno ni en un programa gubernamental", reflexiona. Además, asegura que este año es crucial para el feminismo por la elección presidencial.
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A la socióloga Vesna Madariaga, vocera de la Coordinadora Feminista 8 de Marzo, le ha tocado ver de cerca los avances y retrocesos del feminismo en las políticas gubernamentales del Ministerio de la Mujer, ya que trabaja ahí hace más de 11 años. En ese lugar, incluso, fue presidenta de la Asociación de Funcionarias durante el gobierno de Sebastián Piñera y unos pocos meses en la gestión del Presidente Gabriel Boric.
Pero, a tres años de que el Mandatario asumió, en una nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer, Madariaga dice que no se han cumplido las grandes expectativas que se tenían con los anuncios del Ejecutivo en materia feminista.
“Es distinto que existan feministas en el Gobierno a que el Gobierno efectivamente sea feminista. El movimiento feminista es un movimiento social, entonces las expectativas son de un cambio radical de las condiciones de vida de violencia en distintos ámbitos. Concretamente, se ha debilitado la promesa con medidas gubernamentales, cuando por ejemplo tenemos en el comité político a una ministra de la Mujer, pero no garantiza que el Gobierno en sí sea feminista, cuando hemos visto que frente a ciertas situaciones no ha estado presente. Hay situaciones en que uno dice: cuál es el lugar del feminismo en el Gobierno. Es una pregunta que nos tenemos que hacer. Y con qué sentido se llama un gobierno feminista, luego pasa a ser un sello o un barniz feminista, cuando no sabemos qué significa eso para un movimiento que entiende el feminismo como una construcción social”, dice la socióloga.
La académica, además, es crítica de la gestión que tuvo el Gobierno en el Caso Monsalve (que terminó con el exsubsecretario Manuel Monsalve en prisión preventiva por una denuncia de violación) y el rol que tuvo la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, a quien -pese a integrar el comité político- no se le informó oportunamente del tema.
“Situaciones vividas, en términos de violencia de género, que pueden darse en el seno del Gobierno, en la casa presidencial, son distantes también de las políticas feministas y la ética feminista real”, advierte Madariaga. Y agrega: “Hoy hay una necesidad de reagrupación y reordenamiento”.
La vocera de la Coordinadora 8M estuvo en la gestión de las manifestaciones de la jornada de este 8 de marzo, en las que confiaban que los hitos fueran masivos, pese a que admite que hubo un repliegue y un agotamiento tras las grandes manifestaciones de 2018.
—¿En qué minuto llega la conmemoración? ¿Ha perdido fuerza la movilización?
—Llega en un momento muy crucial, del contexto político y social. Desde 2016 a la fecha el feminismo se ha mostrado como un movimiento de masas y ha tenido un ciclo importante en términos de explosión y de su expresión en el mundo y en Chile. A partir de 2018 en Chile, con el mayo feminista, adquiere el caracter de masividad que además fue visible en las movilizaciones. Desde ahí hay un cambio. Incluso, pasó a ser agenda gubernamental y estuvo presente en la discusión de campañas.

“No tenemos muy claro lo que significa el sello feminista del Gobierno”
Madariaga se reconoce como una voz crítica del manejo que ha tenido el Gobierno en materia feminista y de la labor de la ministra Antonia Orellana en el Ministerio de la Mujer. Pero también advierte que no hay que perderse y que este año mantendrán un rol activo en el escenario presidencial.
“Hoy vemos una avanzada en discursos que buscan restaurar lógicas patriarcales muy rígidas”, advierte la portavoz de la Coordinadora 8M, reconocida por su rol de gestión en las manifestaciones sociales feministas desde 2018. Uno de los ejemplos que pone es que los precandidatos José Antonio Kast (republicano) y Johannes Kaiser (libertario) se han opuesto al Ministerio de la Mujer.
“El Ministerio en sí no sirve para nada”, dijo Kaiser a The Clinic hace unos meses. Mientras que la eliminación de la cartera fue una de las promesas más polémicas de Kast en la elección de Boric en 2021.
—En un año presidencial, en el que nuevamente el feminismo ha sido tema de debate. Con precandidatos que proponen eliminar el Ministerio de la Mujer, por ejemplo. ¿Cómo se articulan?
—Las demandas feministas y las reivindicaciones siguen tal cual a como se han venido levantando históricamente. Frente a un escenario electoral para nosotras es importante recalcar que el movimiento feminista va a estar presente sin duda del gobierno que esté en frente. Nuestra decisión es enfrentar la avanzada de la ultraderecha, de evitar que lleguen al gobierno los patrones alemanes, como Kast y Kaiser, y ser un contrapeso fuerte para que aquello no ocurra. Eso sí, también es importante tener en claro que la instrumentalización es un riesgo.
—¿El aprendizaje entonces es que el feminismo va más allá de quien gane la elección?
—Claro, el aprendizaje es que el feminismo no cabe en un gobierno ni en un programa gubernamental. Eso se ha traducido hoy en que no tenemos muy claro lo que significa el sello feminista del Gobierno. Hemos visto una instrumentalización del feminismo. Se ha visto en el hecho de haberse autodenominado como un “gobierno feminista”, en el entendimiento de que no solo este gobierno, sino que ningún otro podría considerarse feminista en las condiciones actuales del Estado. El feminismo y los feminismos son diversos y exceden completamente lo que puede estar en un programa de gobierno.
—¿No hubo advertencias de eso?
—La advertencia siempre estuvo. Ahora vemos que el programa feminista deja bastantes preguntas. Sobre qué constituye para que un gobierno sea feminista. No se tradujo en hechos concretos.
—¿Cuál es la reflexión que se hace desde el movimiento, desde la Coordinadora, de esta saturación o agotamiento que se percibe en algunas mujeres con la movilización?
—En este reflujo que puede haber también puede haber un repliegue. Pero frente a un año tan crucial, donde hay amenazas reales, como Trump o Milei, tiene que haber una reorganización y un reagrupamiento, para combatir eso.
—¿Qué tan cerca estamos de esas amenazas que advierte?
—Es una amenaza que está muy encima. Hay un manejo de las comunicaciones muy acelerado que hace que eso se exacerbe y prolifere también.
—¿Siente que están pagando los costos de una instrumentalización del feminismo?
—El movimiento feminista cae en un descrédito cuando se levantan promesas gubernamentales enmarcadas en políticas feministas, que para nosotras son políticas neoliberales. Que no necesariamente cambian la vida de las mujeres.
—¿Se frivolizó el movimiento feminista?
—Es que el feminismo constituye una amenaza para distintos sectores. Vemos también la amenaza y la avanza que tienen las ideas ultraderechistas, en el marco de lo que son las redes sociales. De demonizar el feminismo, cuando es mucho más que eso. Hay una necesidad de una pedagogía de lo que luchamos, de lo que aspiramos.
—¿Cuál cree que es la vía para que el feminismo trascienda y no se vea como algo “gubernamental” o algo que depende de una política particular?
—Hay una tarea educativa de cómo comprendemos la sociedad y cómo nos sociabilizamos como personas. Y eso tiene que ir ligado de una pedagogía que haga del feminismo un sentido común, que ha venido siendo durante mucho tiempo una lucha.
—Y en eso. El feminimistómetro. Esto de ir juzgando quién es más feminista. ¿No cree que ha perjudicado a la movilización?
—Es que hay distintos feminismos.
—Pero no deberían estar enfrentándose. ¿O no?
—Hay distintas herramientas de lucha.
—Leía un informe de la ONU que decía que en uno de cada cuatro países habían retrocedido los derechos de las mujeres. En Chile. ¿Han avanzado o retrocedido?
—Los avances de los derechos de las mujeres han sido siempre frutos de la movilización social. Ha sido histórico el avance de unos derechos y los retrocesos de unos cuantos. Es un avance a nivel de procesos, uno puede decir que en Chile hemos avanzado en una serie de concesiones de derechos. Hablar de violencia de género no es lo mismo que hace 10 años atrás. Pero eso responde a situaciones masivas de denuncias. Hay una articulación entre las relaciones, entre vecinos, entre comunidades, que creemos que ahí está la esperanza. En eso se ven los avances.
—¿Hay un agotamiento?
—Yo creo que lo existió después de las grandes movilizaciones, y del ciclo de masas en Chile, y en el mundo entero. En un momento un repliegue hacia adentro para también repensar. Recordemos que el movimiento feminista impidió que Kast llegara a La Moneda, que la constitución republicana se impusiera. Estamos convencidas de que es la movilización social la que nos va a llevar a esos avances.
—En cuanto a los símbolos. Esas caricaturas de la funa, el pañuelo, el lenguaje inclusivo. ¿Saturaron?
—Hubo una intención de poner al feminismo en esos símbolos específicamente y no mirar los feminismos populares, donde las mujeres levantan ollas comunes y no necesitan el pañuelo verde para eso. El feminismo es muy diverso y también sus reivindicaciones. Ahí puede caer en una caricaturización, nuestra tarea es pedagógica, mostrar que el feminismo es una manera de vivir distinta.
—Da la sensación que uno ve menos símbolos.
—Es que no se ha visto otras expresiones del feminismo que se dan en la vida cotidiana. Soy feminista en actuar y no por el pañuelo. La expresión de masas que esperamos que el feminismo vuelva a tener, y estamos esperanzadas que así sea este 8 de marzo.