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2 de Junio de 2025Daniela Catrileo: “No soy pionera en nada. Tengo una gran herencia detrás, entre ellas, las grandes escritoras mapuches”
Daniela Catrileo, escritora y poetisa de origen mapuche, ha destacado en el panorama literario nacional con obras como Río herido —su primer libro de poesía—, Guerra florida, Piñen y Chilco, estos últimos traducidos recientemente al inglés. Su obra fue destacada por Service95, plataforma cultural de la cantante Dua Lipa. Además de su rol como escritora, Catrileo es consejera del CNTV. Creció viendo el show de los libros y critica que hoy no hay un arrojo real de los canales por hacer cosas más profundas en la cultura.
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La carrera de la escritora Daniela Catrileo dio un salto internacional. Sus novelas “Piñen” (2019) y “Chilco” (2023) fueron traducidas al inglés y esta última también al danes, convirtiéndose así en la primera mujer mapuche en publicar en el mercado anglosajón. La novela de 2023 fue destacada por la estrella del pop Dua Lipa, ampliando aún más su llegada al público de habla inglesa.
“Piñen” también tuvo un segundo aire en Chile, ya que la novela, publicada originalmente en 2019 por la editorial Libros del Pez Espiral, fue reeditada y lanzada nuevamente por Seix Barral. Para esta versión, se incorporó un prólogo de Claudia Zapata, texto que había sido leído previamente en la primera presentación del libro en 2020, y se agregó además un nuevo relato que no figuraba en la edición original.
Una de las razones para ampliar el libro fue que su extensión resultaba muy breve para el contexto estadounidense, por lo que le preguntaron si quería editarlo y sumar algo más. “El desafío era escribir algo con ese mismo tono, que había usado hace ya bastante tiempo”, explica Catrileo, quien admite que le daba pudor revisitar el texto. “Es como entrar en otra temporalidad de la escritura”, cuenta sobre el proceso.
—¿Siente que cambió mucho en estos cincos años?
—Creo que una tiene mañas distintas, obsesiones diferentes también. Hay cosas que igual… lo que me causa pudor es leerse a una misma, esas cosas, ¿no? Como que una deja algo macerando un tiempo y luego lo retoma, pero después quizás se desprende un poco cuando el libro ya salió. Entonces, volver a algo así me causaba un poco de pudor. Pienso que hubo cosas que me sorprendieron, que me enternecieron también, y otras que me hicieron pensar que quizás, en ese momento, era más valiente para escribir.
La traducción de sus libros y la reedición de “Piñen”, llega acompañado de la distinción de la autora al obtener el primer lugar en el Segundo Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet convocado por la Universidad de Chile a través de su Dirección de Creación Artística.
Su relato, titulado “La intimidad de un bosque”, fue escogido entre 700 cuentos procedentes de toda Latinoamérica, y según el acta del jurado, fue destacado por “su capacidad para narrar de manera precisa, evocando con sutileza sentimientos complejos como la vejez, el duelo, la violencia y la ternura”
Las obras de Catrileo también han sido reconocidas con el Premio Municipal de Literatura de Santiago 2019 por Guerra florida. Rayülechi malon y el Premio Municipal de Literatura de Santiago 2024 por Chilco, entre otros galardones.
—¿Cómo se lleva con los diferentes géneros el salto que significa, de pasar de una forma de escritura a otra?
—Lo siento mucho más orgánico. En general, nunca tengo muy planificado lo que voy a escribir después. No pienso: “ahora voy a meter un libro de tal género”. Más bien escribo, y en la escritura va apareciendo la forma. Tengo muchas cosas en paralelo y voy avanzando con la que me parece que encaja más con el ánimo o la emoción del momento, o si es que tengo tiempo también. Entonces, para mí, la escritura y la manera en que escribo las cosas son algo muy orgánico. No tengo un orden o una planificación tan previa.
—¿Cómo logró traducir palabras tan locales a un idioma con el inglés?
—En lugar de incluir un glosario o notas al pie explicando ciertas palabras, elegimos crear algo así como un “léxico de amantes”. Es decir, las formas en que cada pareja tiene su manera particular de hablarse con cariño. Y por ahí fuimos incorporando varias palabras que podrían formar parte de ese léxico, muchas de ellas en lenguas indígenas.
—¿Qué elementos le interesan con la internacionalización de su carrera?
—Como entre pueblos diferentes, entre lenguas que se encuentran o colisionan. Y creo que cada territorio tiene esa pluralidad también. En Dinamarca, por ejemplo, hay grupos provenientes de Groenlandia que tienen sus propias particularidades en términos de lo indígena, de la alteridad, entre comillas. Y en Estados Unidos Hoy en día, obviamente, es un país construido a partir de muchas migraciones. Además, es un territorio ancestral e histórico de numerosos pueblos indígenas. Entonces, creo que hay muchas conexiones posibles con un libro como Chilco, que finalmente está escrito entre lenguas, y que propone formas de justicia, reparación o maneras de entender el territorio también como un personaje.
—En la presentación de Chilco por Dua Lipa, te presentan como la primera mujer mapuche que traduce al inglés. ¿Te parece que es así? ¿Te identificas con esa presentación?
—Sí, quizás yo no soy tan grandilocuente con esas cosas. Me da un poco de vergüenza, igual. Son frases que tal vez funcionan bien para ciertos mercados. Pero, la verdad, me incomoda pensarlo así, porque yo también vengo de una historia… No soy pionera en nada. Tengo una herencia muy grande detrás, entre ellas grandes escritoras mapuches que, en realidad, han hecho muchísimo. Quizás no han tenido las mismas posibilidades, pero para eso estamos: para que sus trabajos también sean visibles.

Su rol como consejera del CNTV
Además de su carrera como escritora, Daniela Catrileo ocupa un rol como consejera en el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) durante el periodo 2022-2023. Este órgano constitucional autónomo tiene como misión velar por el correcto funcionamiento de los servicios de televisión. Uno de los puntos clave que supervisa el CNTV es el cumplimiento de la Ley de Televisión Digital (Ley 20.750), que establece que los canales de televisión abierta deben transmitir al menos cuatro horas semanales de programación cultural. De estas cuatro horas, al menos dos deben emitirse en horario de alta audiencia, entre las 18:00 y las 00:30.
“Creo que, en términos de regulación, funciona. Proponen lo mínimo que se necesita según la normativa cultural. Pero tampoco hay una propuesta más amplia que vaya más allá de ese mínimo. Creo que sí hay una búsqueda en otras plataformas que van más allá de la televisión. Y por eso creo que ahí hay algo que repensar. O sea, en términos regulatorios, seguimos pensando solo en televisión. Pero sería interesante pensar cuánto pueden aportar las plataformas de streaming, cuánto pueden ofrecer otros proyectos interesantes”, reflexiona sobre la oferta cultural en la televisión abierta.
Catrileo confiesa que creció viendo “El show de los libros”, el programa cultural del fallecido Antonio Skármeta: “Hoy en día es imposible pensar un programa como ese en la televisión. Yo creo que hasta ahora se cumple con lo mínimo. Pero no hay un arrojo real por interesarse en hacer cosas más profundas con la cultura. Francamente, creo que es porque se piensa que a las audiencias no les importa ver eso”.
—¿Por qué cree que ya no se pueden hacer ese tipo de programas?
—Esto responde a varias transformaciones, incluso sociológicas, que ha vivido el país. Entre ellas, también hay cambios en el mercado respecto a ese tema. Es decir, no sé si hoy en día quienes nos dedicamos al arte o a la cultura estamos tan preocupados por que lo que hacemos tenga que salir en televisión, ¿no? Sabemos que la radio cumple otras funciones, y que internet y las redes sociales también ocupan ese espacio. Creo que hay un cambio en el mercado, una nueva forma de entender a las audiencias, de pensar que la pedagogía no necesariamente debe pasar por la televisión. Y, efectivamente, hay una banalización de las imágenes. Esa banalización es real, en términos de cómo se fetichiza, de cómo se interpreta lo que necesitan las personas, y de cómo se va entendiendo lo que es la cultura.
—¿Se debe ampliar el rol del CNTV más allá de la televisión abierta?
—Ese es el desafío que se plantea hoy: pensar en una actualización de los marcos regulatorios. Creo que es un debate que debe darse. Me imagino que las distintas personas que estarán involucradas en lo que viene ya deberían estar pensando en eso. Porque, desde mi perspectiva, y considerando lo que ha pasado a nivel mundial, la televisión tal como la conocemos no tiene muchos años más. La misma televisión se ha ampliado: hoy en día ya no es solo un canal fijo, sino que sus contenidos circulan por diferentes plataformas. Existe también un universo paralelo muy interesante en Internet. Por eso creo que el desafío está en ampliar ciertos sistemas regulatorios, pero también en abrir un debate profundo y un diálogo sostenido. Después de todo, el Consejo es un órgano estatal, y eso implica que también depende de muchos factores.
—¿Cuál debería ser el rol y el futuro de la televisión pública?
—Mi perspectiva quizás es demasiado utópica respecto a eso, y es que ojalá pudiéramos ver una realidad que se asemejara mucho más, por ejemplo, a lo que sucede con la televisión pública española o la televisión pública en Inglaterra.
Digo utópica porque sí creo en la posibilidad de que diferentes agentes puedan dialogar y reformar esto, tener una mirada transformadora y que eso efectivamente pueda suceder. Pero también creo que, más allá de mi opinión, esto depende de otras personas que tienen otro tipo de capacidades para estar en esos lugares.
—¿Es rol de Estado mantener su televisión pública funcionando?
—O sea, yo creo que siempre debiese haber, al menos, una posibilidad estatal. Creo que hoy en día lo interesante es que distintas universidades públicas también están teniendo llegada a través de algunas plataformas. Me parece destacable, por ejemplo, lo que está haciendo hoy la Universidad de Chile en relación con la televisión. Si uno quiere encontrar cultura hoy, va a ese canal y efectivamente puede ver desde entrevistas a personas relacionadas con las artes y los libros, hasta personas comunes y corrientes.
—¿Cuál cree que es la principal deuda de la televisión chilena en cuanto a la representación de los pueblos originarios?
Si hablábamos antes de la banalización de las imágenes, creo que también hay una banalización en términos de la representación, donde se fetichiza a los pueblos originarios como pueblos pétreos, estáticos. Y, por otro lado, existe el reverso negativo: mostrarlos como terroristas. Eso es lo que pasa, por ejemplo, con el pueblo mapuche.
Comisión por la Paz
Hace un mes, con la presencia de los integrantes de la Comisión para la Paz y el Entendimiento, ministros y ministras; parlamentarios y parlamentarias e invitados especiales, se realizó en La Moneda la ceremonia de entrega del informe final de esta instancia asesora al presidente de la República, Gabriel Boric.
El documento contiene una serie de propuestas en busca de una solución de largo plazo a la problemática territorial mapuche en las regiones del Biobío, La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos.
—¿Qué valoración haces tú de las propuestas, sobre todo dentro de la restitución de tierras?
—Sería muy difícil tener una opinión definitiva ahora, porque en realidad sólo he leído el resumen ejecutivo. Es un informe bastante extenso y, para mí al menos, requiere mucho tiempo para leerlo en profundidad y también para recoger las opiniones de varios lamngen, que hoy en día son portadores y portadoras de las distintas organizaciones que existen. Todavía falta una consulta indígena, falta una revisión adecuada, y creo que eso requiere caminar sin premura y sin respuestas apresuradas para algo que acaba de salir y que, por su naturaleza, es un proceso más lento.

—¿Pero consideras que este tipo de comisiones o informes —entendiendo que aún queda un largo trecho— tiene un impacto real en las comunidades, o son parte de una política más bien simbólica que se hace desde La Moneda y el Congreso?
—No es el primer informe, y si bien hubo hartas personas mapuche participando en la comisión, creo que representa sólo una expresión entre muchas dentro del pueblo. Es un pueblo grande, heterogéneo, y hay personas que pueden pensar cosas muy distintas. A mí me interesa que al menos se dialogue, y que efectivamente se camine hacia una solución que sea justa, pero también reparatoria. No podemos pensarnos sin tierras, y creo que eso es lo importante, siempre.
—¿Pero, de lo que has podido leer, consideras que es suficiente?
—Nunca va a ser suficiente. Más allá de las reparaciones que se exigen como pueblo, hay aspectos que son muy difíciles de tocar, porque tienen que ver con el conflicto real que está detrás. Y ese gran conflicto es la pérdida de nuestras tierras. Esa pérdida está relacionada con la ocupación del Estado en un territorio, y quizás eso es lo que nadie quiere tocar nunca, ¿no? Es algo que cambió incluso el léxico de nuestras comunidades, de nuestra gente. En vez de hablar de “tierra”, empezaron a hablar de “reducciones”. Ese es un cambio fundamental en la forma simbólica y cultural de entender un pueblo.
Entonces, si pensamos en términos de reparación real, creo que hay que volver una y otra vez a esa herida para saber cómo repararla. Ahora, todos los procesos me parecen importantes en la medida en que generan diálogo y discusión, pero creo que somos mucho más lentos para ir atendiendo esos procesos, y por lo mismo, no me apresuraría a dar una respuesta definitiva.