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5 de Julio de 2025León Cohen y el psicoanálisis al Chile de hoy: “La ideología se ha diluido, derecha e izquierda han perdido bastante sentido”
El psiquiatra, actor y hasta arquero repasa el estado anímico de los chilenos, marcado por la sensación de ansiedad y por la delincuencia. Aquí reflexiona sobre qué marca hoy la identidad chilena, los cambios en las nuevas generaciones y, también, sobre el momento político tras las primarias, además de los vaivenes de los chilenos al momento de ir a las urnas: "La votación es más individualista y emocional".
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Dice que el diván, ese característico mueble alargado de los psiquiatras, casi no lo usa, que prefiere conversar con sus pacientes cara a cara. León Cohen recibe en su consulta en El Golf, donde lleva cuatro décadas atendiendo y escuchando. Buen conversador, repasa anécdotas de sus múltiples ocupaciones mientras posa obediente para las fotos.
Está, claro, su labor principal como médico psiquiatra y psicoanalista, por la que suele aparecer en los medios aportando su mirada. Además es actor, con una obra emblemática en las tablas, “La secreta obscenidad de cada día”, de su colega y amigo Marco Antonio de la Parra. La ha montado año a año desde 1984 junto al autor y también con Héctor Noguera y Julio Jung -“desde Nueva York a Punta Arenas”, destaca Cohen-. Y, cómo no, arquero de la U, club de sus amores donde sigue participando en encuentros en cancha, y muestra un dedo de la mano medio chueco, como emblema de sus aventuras de atajes.
–¿Cómo siente usted que está el estado anímico de los chilenos? Tras unos años bien convulsos.
–Obviamente no es un estado anímico único. Creo que existe ansiedad, temor, desconfianza, rabia y una incertidumbre frente al futuro. Tiene que ver con la delincuencia violenta, con la infiltración del crimen organizado, con la corrupción a nivel de autoridades y de profesionales, algo que no era tan habitual en Chile. Si bien es cierto que en términos cuantitativos seguimos siendo uno de los países menos violentos de Latinoamérica, para nosotros es una experiencia que es diferente a la que habíamos tenido siempre.
– Se habla mucho de la percepción de inseguridad, pero después uno ve los niveles de delincuencia y, sí, hay un nuevo tipo de crimen presente en Chile, pero no está mucho más inseguro que antes. En qué minuto los chilenos nos volvimos tan asustadizos, no solamente de la delincuencia, sino también del otro.
–Bueno, nosotros todavía somos un país provinciano que vivió y vive muy disociado y aún con las huellas de décadas de temor y dictadura. Vivimos a expensas de la cultura degradada y violenta de las grandes urbes del país. También influye la sensación de inseguridad y perturbación que se da en las conversaciones sociales, entre ciudadanos públicos, políticos, deportistas. Los medios de comunicación audiovisuales giran mucho en torno a lo que es la violencia de una manera muy insistente y exhibicionista. También influye la pobreza sistemática de la educación, lo que ha ido profundizando la pobreza cultural en nuestro país y eso llega a las esferas más altas: en la forma de hablar, de comunicarse, de escribir. Y hay un temor también ahí. ¿Quién se hace cargo, quién pone un límite en todos estos fenómenos sociales si los que surgen vienen de esa cultura?
–Y eso usted lo asocia a que aparezcan personalidades tipo caudillos en política, o ciertos liderazgos más duros. Extrapolándolo también a Latinoamérica o Estados Unidos, la sensación de estar un poco perdidos e inseguros hace que sea caldo fértil para este tipo de liderazgos.
–Hoy es muy fácil que el mundo llegue a los ciudadanos a través de las redes. Y vemos un mundo con líderes que son sórdidos y que pasan por encima de lo que es el respeto humano. Toman la mentira como una forma de relación impune. Entonces todo eso va generando una atmósfera en que la persona se retrae un poco sobre sí misma, tiene desconfianza a su alrededor. Hay ejemplos de sujetos así tanto aquí adentro como afuera. Los ejemplos no son inspiradores de una moral más humana sino que de egoísmo, arrogancia y maltrato.
De identidades e ideologías
No todo es malo, dice León Cohen, cuando repasa el país en que hoy habitamos. Dice que se habla poco, en los medios, en la calle, de lo bueno, pero que eso está ahí también. “Nosotros vivimos la experiencia de dos elecciones constituyentes y algo bueno fue que la ciudadanía rechazó ambas porque realmente las dos expresaban posiciones fanáticas, muchas veces estrambóticas. Esa es una cosa positiva”, dice. Destaca también el desarrollo del país en las últimas décadas y sigue enumerando: “Mucha gente inteligente, de 40 o 50 años, haciendo nuevas aplicaciones, que vienen de la tecnología. Cosas maravillosas ocurren en el norte de Chile, con la astronomía. Un orgullo, pero no se habla tanto de eso”.
-¿Hay algo que nos una hoy como identidad común chilena?
–No tenemos un pasado histórico que nos entregue una identidad definida. Somos producto de variadas etnias indígenas en una larga franja de tierra en la que buena parte del norte es reciente. Heterogéneos debido a variadas inmigraciones. Nuestra identidad está muy marcada por las grandes ciudades. La cueca es solo de los festivos patrios, la cumbia está en todas las fiestas. Tenemos una bandera y un himno que nos gustan a muchos y que nos une en eventos especiales, la Selección Dorada, la Teletón y no mucho más. De lo que todos hablan, incluyendo los extremos, es que todavía tenemos una democracia que funciona. Y que el SERVEL es un ejemplo, un ícono de eso. Fui a votar este fin de semana en un ambiente familiar, tranquilo, agradable, con vocales jóvenes y colaboradores. Y fue menos gente, no porque eso no funcionara, sino que porque en realidad el nivel de compromiso ideológico en el mundo y también en Chile ha ido ha ido bajando mucho.

–A qué atribuimos los vaivenes de las últimas votaciones, de la izquierda a la derecha. A que hoy no existiría el centro.
–A que los ciudadanos se han desvinculado de las ideologías, de la moral y utopías que estaban ligados a ellas. La votación es más individualista y emocional. Enamoramiento y a poco andar separación y divorcio en busca de un nuevo amor que los enamore. En el fondo los deprecian a todos. Pero ahora, frente al miedo de la invasión del mal, buscan al superhéroe que los proteja. A diferencia de lo que yo viví cuando joven, en los años 70, la ideología se ha diluido. Derecha e izquierda han perdido bastante sentido.
–Porque nadie se identifica con nada.
–Si usted le dice a alguien que pertenece al proletariado, la persona responde ‘no, yo soy de clase media’. Aquí la clase media en Chile pareciera tener una amplitud enorme. A pesar de que puede que tenga ingresos mucho más limitados que lo que se esperaría de la clase media, las personas se siguen calificando así. O la gente que tiene mucho dinero no dice que es de clase alta, sino que tiene otros eufemismos para nombrarse aunque se sienten superiores. Tengo la impresión de que todavía en Chile seguimos viviendo una cultura del siglo XIX, la cultura de la oligarquía del campo.
Los nuevos chilenos según León Cohen
El tema pasa a las generaciones más jóvenes y el cambio social y cultural que el país está experimentando. Sin hijos, sin vivienda propia y con otras metas, añade el psiquiatra. “Tienen otra idea de lo que es un proyecto a futuro. Por ejemplo, no están muy interesadas en tener hijos antes de los 40 años. Tampoco están interesadas en llenarse de plata. Muchos dicen no quiero vivir como mi papá o como tanta gente estresada. Me voy a ir a Valdivia, me voy a Frutillar, a Puerto Varas, voy a trabajar por Zoom, voy a tener una vía un poco diferente. Y ahí voy a tener un hijo o dos y los voy a poner en un colegio de la zona. Es otra visión de la juventud”.
–Quizá es una generación que vio a la anterior muy secuestrada por una explosión de consumo en Chile. Se les prometió vas a estudiar, vas a tener un trabajo, vas a tener acceso a una casa, pero ya nada de eso sucedió. ¿Qué les prometemos ahora?
–Las promesas son de aquellos que están manejando el país, como diciendo, vamos a hacer esto, vamos a hacer este otro. Pero la gente joven es muy escéptica frente a todo eso. Frente a lo que le puede entregar el colegio. Escéptica frente a lo que puede enriquecer la cultura, escéptica frente a lo que pueda significar trabajar. Los jóvenes hoy viven mucho a expensas de la dinámica de los grupos. Tienen incluso este concepto del poliamor, que no necesariamente es una cosa sexual.
“Antes uno se ponía a pololear y dejaba el grupo para estar con la pareja. Ahora no: el grupo está primero que la relación de pareja, la relación de pareja está dentro del grupo. Está el tema del viaje, de conocer el mundo y si me caso y tengo hijos, no voy a poder hacerlo. Además no tengo la plata para poder sostener a mis hijos. Quizás me podría sostener viviendo de forma más sencilla. Piensan en juntarse y que las dos partes de la pareja aporten, porque si no tampoco alcanza”.

La conversación con Cohen deriva en la política, en los análisis aún gravitantes a la votación de las primarias. Sobre juventud y política, Cohen se muestra bastante crítico del Frente Amplio -“muy mal candidato, Winter”-. Dice que el presidente Boric es muy inteligente y estudioso, pero califica de “arrogantes” a quienes llegaron con él a La Moneda. “Creían que sabían cómo funcionaba el Estado y trataban de ponerle el pie encima a la gente que trabaja ahí. Más encima algunos de ellos tratando de sacar ventaja y yéndose por el lado corrupto. Yo creo que eso ha sido para el mismo Boric una cuestión súper dura”.
–¿Pero no es parte de la juventud ser arrogante? Usted fue joven en los años 60, qué más dueños del mundo, los que más mataron al padre.
–Claro, en ese tiempo eso se manifestaba de una manera mucho más ideológica. Muchos jóvenes estaban con una ideología épica, pensando en Fidel, pensando en la Revolución Cubana, pensando en el Che Guevara. No fue mi caso, porque si bien es cierto que nunca en mi vida he votado por alguien de derecha, nunca he militado tampoco. La forma de los 60 fue una revolución cultural y social. Lo vimos en Europa, lo vimos en Estados Unidos. Se manifestaba en la música, en la pintura, tenía algo un poco de lo que ocurrió a comienzos del siglo 20, con la revolución surrealista, con Freud, con Kafka, con Joyce, con la irrupción de la Primera Guerra Mundial. Después el anarquismo, el fascismo, el comunismo.
–Pero quizás también estamos en una nueva revolución del Siglo XXI.
–Una revolución muy ligada a la ciencia y la tecnología, no están ligadas a lo cultural. No hay algo que me haga asombrar como lo hacían los surrealistas. O un Picasso. Me asombra el conocimiento de lo profundo de la célula y del Universo.
–Bueno, quizá en cien años más veremos a Chat GPT como el primer Picasso, no lo sabemos.
–Por eso mismo, la revolución se da en términos, por ejemplo, de lo que está pasando ahora con la inteligencia artificial. Pero eso es de los últimos años, no más. Ahora el ambiente sociocultural masivo es de una pública decadencia.
–Si se sostiene la crisis de la natalidad, quizás estamos siendo testigos de cómo emerge una nueva forma de sistema familiar. Tuvimos el mismo por dos mil años, y ahora en todo el mundo estaría cambiando el formato de familia. No deja de ser fascinante.
–Pero eso tiene que ver con un ‘descubrimiento’ que surgió en el siglo XX y que se ha ido imponiendo a lo largo del siglo XXI.
–¿Cuál? ¿La píldora anticonceptiva?
–Dos descubrimientos muy importantes, culturalmente hablando: la mujer y el niño. Antes no existían como personas. En el siglo XIX había mucha limitación para que las mujeres se sintieran personas, porque estaban lejanas a la educación y las relaciones que habían ahí generaban un sometimiento. Pero a medida que fue avanzando el siglo XX, cada vez más surgió la mujer y el niño como personas. Y han ido tomando un papel protagónico dentro de nuestra sociedad.
¿Quién ganó las primarias?
“¿Quién ganó las elecciones? ¿El Partido Comunista? No”, dice León Cohen. “¿Qué es el Partido Comunista? Es un grupo pequeño de personas, ¿cierto? Una cantidad de votantes, que no son muchos, que tratan de mantenerse en una estructura disciplinada y además también con una visión de mundo que es, en ocasiones, del siglo XIX”.
–Lograron un hecho histórico, nunca antes una candidata comunista fue líder del conglomerado de izquierda. Movieron una aguja.
–¿Porque la gente votó por ella? En primer lugar los otros dos candidatos era una cosa patética. Era evidente en las franjas. La verdad es que no me extrañaría que de a poco el Frente Amplio se diluyera y desapareciera. Lo que no significa que Boric vaya a desaparecer. Boric es una figura emergente dentro de la política chilena, que en diez años más va a estar ahí, diferente, más maduro.
–Usted ha dicho que la gente hoy día vota más individualista y emocional, y en eso una candidata como Jeannette Jara, brilla mucho.
– Carolina Tohá también es una mujer brillante. Con mucha experiencia política. Ella sabe cómo se maneja el Estado, pero la gente que la rodea tenía que armar una campaña masiva, estando consciente de que Tohá tenía el lastre de haber sostenido el Gobierno de Boric siendo Ministra del Interior y que eso le iba a limitar mucho la votación.
– Pero igual la socialdemocracia en Chile se ha transformado en una minoría, lo decía Insulza: perdimos votantes. Hay que asumirlo. ¿Quizás es el fin de una generación?
–Sólo aquellas personas más ideologizadas, que tienen una tradición de militancia, pueden afirmar lo que dice Insulza. Como decía Carlos Peña, y estoy de acuerdo con eso, en Chile el voto, la democracia, es una experiencia básicamente emocional para la gran mayoría de las personas. Y en todas partes del mundo. Para la gran mayoría de personas, aquellos que se apoyan en una ideología son cada vez menos, pasa con la elección de Trump en Estados Unidos. O lo que está pasando en Rusia con Putin, etcétera. La gente que se desplazó a votar por Jara lo hizo porque le cayó bien, porque la vieron trabajar duro, porque veían en las noticias que le ponía empeño, además estaba trabajando para temas que tenían que ver con sus platas, con las pensiones, con todo eso.
–Usted dijo que nunca ha votado derecha, ¿qué va a hacer ahora, con una candidata comunista liderando la coalición?
–Hace unos tres años atrás, yo estaba de invitado en Canal 13 y antes de entrar al set estaba con Evelyn Matthei esperando, ella era alcaldesa. Y le digo: ‘¿Cómo estamos para irnos al centro?’. ‘Bueno, ahí interesada’, me dijo ella (se ríe). Al centro me refería a La Moneda. Yo le dije que seguramente no iba a votar por ella, pero que el problema eran sus aliados en la derecha. Sí, me dijo ella, yo tengo que luchar mucho por ello. Dicho y hecho, ahora cada vez esa gente está empezando a correrse de la foto con ella. Yo no tengo ningún miedo de que Matthei salga presidenta, temo que los extremos generen una tentación antidemocrática.