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Opinión

13 de Abril de 2009

Barticciotto no da el ancho

Por

Por Alvaro Díaz

En sus últimos años de carrera como jugador, Marcelo Barticciotto no debe haber ganado ningún desborde, pero cuando intermitentemente ingresaba en partidos que ya estaban despachados, insistía ciegamente en descolgarse por la banda derecha, iniciativa que siempre terminaba con la pelota en los pies del lateral de turno y Barti manos en jarra preguntándose qué hizo mal. Los años y el trajín no lo habían hecho reconsiderar su fútbol, echarse unos metros más atrás para recibir libre y meter uno que otro pelotazo a muchachos más rápidos que de convertir correrían a abrazarlo en agradecimiento y homenaje.
Barticciotto en un tozudo, muere en la suya y la suya es equivocada. Agotó en un rato el infinito cariño del pueblo colocolino no por los resultados, pues mientras sobreviva en la Libertadores su cabeza no rodará, sino por hablar demás contra sus jugadores, ser llorón, no imponer respeto y cargarse a Riffo, Meléndez y Jara, que eran buenos, corredores y leales hasta su llegada.
En la vereda del frente, la azul, está Sergio Markarian, quien sabe de camarín. Se relaciona con sus jugadores, recupera a los botados y putea de vez en cuando. En resumen, mantiene ordenadas las filas, dosificando acertadamente cariños y patadas. Barti de esto no sabe nada. Acusa a los jugadores con los dirigentes, ventila su falta de manejo por la prensa, todos se le suben al piano y le tirita la voz. No da el ancho, ocupando una frase común en la política hace poco tiempo.
Sus días están contados, a menos que la gracia divina lo ilumine y entienda que al futbolista hay que tratarlo con algodones, igual como lo trataban a él en su crepúsculo de corto, cuando desbordaba insistentemente sin resultados y no lo sacaban para evitar la humillación.

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#Barticciotto#colo-colo

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