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13 de Junio de 2009

Me voy a caer

Por

Por Macarena Gallo

Siempre he tenido miedo a muchas cosas. A estar en lugares muy cerrados, a las polillas, a los ratones, a estar sola, a quedar cesante, miedos que todos tienen y que pueden ser controlables. Mi miedo a las alturas, sin embargo, carecía de control. Empezó cuando era chica y me caí de un segundo piso, por una escalera empinada. Ni siquiera rodé, pasé de largo hasta al piso. La principal secuela no fueron las heridas sino el pánico que me empezó entonces a las alturas, cualquier altura. Al principio, el miedo no se manifestó de forma clara. Pero un día me empezaron a sudar las manos, tenía escalofríos como si estuviera resfríada, me daba angustia, transpiraba helado y sentía que me iba a morir apenas pisaba un balcón. Lentamente mi miedo se fue transformando en una limitación a mi vida cotidiana. Intenté hacer como si nada y desenvolverme a ras de suelo. Hoy me doy cuenta de que eso era tonto, pero entonces parecía muy lógico, aunque tuviera que pasar más de una situación incómoda. Como el no ir al mall porque me daba terror subir la escalera mecánica o como cuando me perdí el medio carrete en el departamento de una amiga, que vivía en un cuarto piso. Todos se enojaron porque me negué a ir pero me daba pavor pensar en estar arriba con más gente y tomando. Sentía que iba a ocurrir LA CATÁSTROFE DEL SIGLO. Me imaginaba a todos volando por el aire. Al escribir esto ahora, me da vergüenza. Pero entonces, aún cuando a veces me daba cuenta de que lo que hacía o pensaba era rídiculo, no podía evitarlo. Estaba enferma de miedo. Para el resto era difícil de comprender y a veces mis amigos eran muy crueles. Me agarraban para el hueveo siempre. Era típico que salieran con que “a la Maca la pillamos volando, bajo jajaja”.

Como cualquier miedo que no puedes controlar, te va alejando de las personas y llegó un momento en que me había limitado tanto, que sólo me quedaba ir al loquero. Pero entonces leí que la única forma de vencer el miedo era enfrentándolo. Llevar tu miedo al extremo. Entonces decidí atacar, desde el rincón donde me había replegado, salir y vencer al miedo como fuera. A mí ya me daba miedo incluso pararme en una silla y se me ocurrió tirarme en Benji. Una locura. Gente que no le tiene miedo a la altura no se tira ni muerta en Benji, pero yo me convencí de que si iba que enfrentarlo, tenía que hacerlo con cuática.

No le conté nada a nadie y fui un día sábado a lanzarme. Me acuerdo que corría harto viento y cuando estaba arriba del andamio, a no sé cuántos metros de altura, unos 20 quizás, se me apretó la guata. Quería bajarme. Pero ya era tarde. Era yo y una cuerda elástica atada a mi cintura como mi única salvación. Nunca había estado expuesta al vacío por todos lados, sobre un andamio diminuto, que no paraba de moverse. Empecé a transpirar helado y ME BLOQUEÉ unos minutos. Quiero decir que me quedé en blanco, que no pensaba en nada, que no podía ni siquiera moverme. Sólo tengo recuerdos vagos, algunos flashes. El tipo empujándome por la espalda y diciéndome que me apurara porque había más gente con ganas de tirarse y que no tenía toda la tarde para mí! Y yo con mi mente en blanco. Hasta que, sin remordimiento alguno, el tipo me empujó al vacío. Atrás quedaban los diez años con pánico a las alturas. De ahí recuerdo poco. Me veo paralizada volando por los aires, con el corazón a punto de estallar, con los dientes y las manos apretadas y pensando en nada. Después vino un temblorcito que “me aterrizó”, como si yo volviera a estar dentro mío y me diera cuenta de lo que había hecho mi cuerpo en mi ausencia, y ahí mismo me puse a gritar: “¡NOOOOOOO!”.

Al final, la experiencia del Benji no me sirvió mucho, porque era una situación extrema y única. Quiero decir que al día siguiente era capaz de tirarme en Benji, pero seguía dándome pánico estar arriba de una silla. Aunque sí me sirvió para darme cuenta que mi miedo no era a las alturas, sino al caer. Y luego entendí, algo que parece muy obvio, pero que el miedo no me dejaba comprender: que uno se puede caer estando a ras de suelo o a 20 metros de altura. Creo que vencer el miedo es recuperar la capacidad de darse cuenta de ciertas cosas.

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#caer#miedo

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