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Cultura

18 de Octubre de 2009

Brenda Elsey, historiadora gringa del fútbol chileno: La república amateur

Juan Pablo Barros
Juan Pablo Barros
Por


POR JPB

Lleva años investigando la historia de nuestra pasión deportiva, entendiéndola como una verdadera escuela política de la clase trabajadora. Su libro “Ciudadanos y deportistas: Los políticos de clubes de fútbol en Chile, 1893-1973” está a punto de ser publicado por la Universidad de Carolina del Norte. No juega fútbol, y piensa que eso le pesó cuando buscaba historias orales entre los dirigentes amateurs. La miraban como si estuviera “peinando la muñeca”, dice. Cuando fue por primera vez al estadio pensó que era casi como ir a Beirut en los ’80. Pero una vez ahí le sorprendió desagradablemente que no vendieran cerveza. Estas son algunas de sus conclusiones sobre los pequeños clubes de barrio. Un mundo en extinción.
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Se podría imaginar que para alguien imparcial es más llamativo estudiar este tema en relación a Argentina y Brasil; países campeones mundiales, llenos de clubes y pergaminos. Aun así preferiste estudiar el caso chileno ¿Por qué?

–No tengo mucha fe en la existencia de la imparcialidad, especialmente cuando se trata de historia, política y fútbol. Es más interesante y gratificante estudiar el sujeto o temas menos obvios. Sobre todo, porque hay un elemento de humildad y de lo desvalido, que viene de abajo y con pocas oportunidades de ganar, que encuentro muy atractivo acerca del fútbol chileno. ¡No hay nada más irritante que el éxito continuo! Pero sobre todo, pienso que hay una gran tradición de fútbol en Chile, más allá de las instituciones profesionales. O mejor dicho, creo que hay una fascinante historia de clubes de fútbol amateur. Lo que me motivó no fue el fútbol, sino que el genuino el interés por la efervescencia de los movimientos sociales. El populismo, especialmente durante Perón y Vargas, dominó las tradiciones de Argentina y Brasil. De alguna manera, la militancia partidaria en Chile fue un bastión contra ese tipo de populismo. Los clubes amateur en Chile se relacionaban con los lugares en los que estaban, construyendo memoria colectiva de los barrios y creando espacios sociales. La ANFA (Asociación Nacional de Fútbol Amateur) continúa esa tradición hoy en día, aunque en una forma mas restringida, debido a la hegemonía de la FIFA, el marketing que rodea el deporte-espectáculo, y la aceptación general del profesionalismo.

FÚTBOL MILITANTE

Según tu estudio, el fútbol fue en algún momento una especie de escuela que enseñó a los chilenos a ser dos cosas: ciudadanos y machos. Explícame un poco esto.

–Las asociaciones civiles -entre las cuales los clubes de fútbol eran las principales durante gran parte del siglo XX- enseñaron a sus miembros una serie de habilidades. En el club se aprendía a redactar peticiones, investigar, organizar eventos y otras cosas por el estilo. Está el caso de Elías Lafertte, senador comunista, que en sus inicios era un minero de salitre. Primero ganó experiencia como orador postulando a un puesto en un club de fútbol. Como él, el resto de los trabajadores adquirió importantes destrezas al escribir estatutos y constituciones, al sostener frecuentes votaciones y construir sedes para sus clubes. Estas sedes sociales ofrecían espacio donde para que los trabajadores se comunicaran y también algo de protección de la represión policial. Ya en la Asociación de Fútbol de los Obreros, en 1905, se aprecia que clubes de fútbol integraban a los trabajadores en la política urbana, conectándolos con partidos políticos, y sirviendo como espacios para la crítica social. En este ámbito, la clase media y los obreros debatieron los paradigmas dominantes de democracia y ciudadanía. Ellos sostenían que era no sólo el trabajo, sino que el potencial creativo, lo que justificaba la plena participación política de la gente común. Lo que te comento puede sonar simple, pero de hecho es algo que sucede muy de vez en cuando… Estudiamos mucho acerca de cómo la gente es marginalizada, y eso es muy importante. Pero es igualmente valido estudiar cómo la gente se incorpora a la política.

¿Cuál era la posición política de los clubes?

–Elías Lafertte afirmó a principios del siglo XX que los clubes de fútbol del norte eran “extensiones de tendencias y partidos políticos”. A principios del siglo XX los radicales fueron quienes con mayor éxito movilizaban a los clubes de fútbol. Líderes comunistas y socialistas jugaron un rol mas prominente a medida que se acercaba la mitad de siglo. En parte, eso refleja la fuerza de los partidos de izquierda en los sindicatos, que aportaban un importante contingente de clubes. Al inicio de los años ’40, “El Siglo” era unos los pocos medios que cubría el amateurismo. Las relaciones entre sindicatos, barrios, y clubes se fortalecían. Por los ‘50 hay una efervescencia de los clubes amateur. De ahí viene el icono del jugador de barrio. Esta figura era un modelo de rebeldía que desafiaba la idea de una crisis en la masculinidad (porque si eran machos), al mismo tiempo que celebra el compromiso con la comunidad y la de militancia de izquierda. Esta conexión con la política es lo que diferencia al jugador de barrio chileno del pibe argentino o de cualquier otra caricatura del fútbol. Los partidos conservadores y la Iglesia Católica no tuvieron el mismo grado de interés o no hicieron un papel importante organizando clubes de fútbol. Hubo algunos clubes que comenzaron como parte de algunas parroquias al igual que algunos clubes formados por militares al inicio de los ’20. Estos clubes entraban en constate conflicto sobre asuntos políticos a pesar de que los estatutos de la mayoría de ellos prohibía las discusiones de estos temas.

MACHO ENGOMINADO

En tus artículos queda la idea de que en los clubes de barrio era central estar bien peinadito y tapizado. ¿Por qué era tan importante este sentido de la elegancia?

–La vergüenza es un poderoso agente desmovilizador. Y creo que los líderes de los movimientos sociales lo sabían muy bien. El ícono barrial del futbolista que surgió en los ’50 (no solo en San Miguel o Quinta Normal sino también en los barrios de Concepción y otras ciudades en regiones) usaba las características de una vida de pobreza como una fuente de orgullo en vez de vergüenza. Esto en contraste con la imagen que dirigentes de clubes profesionales tenían de jugadores de los barrios, a quienes veían como indisciplinados y caóticos. En cambio, para los jugadores y directivos amateurs, las dificultades de la vida de la clase obrera desarrollaba la creatividad, resiliencia y dedicación de los jugadores. Algunos historiadores han visto esto como un aspecto paternalista del movimiento obrero, o como un esfuerzo para inculcar un modelo conservador de padre de familia. Y aunque esto puede ser cierto, es también verdad que los líderes de esos clubes esperaban utilizar su respetabilidad para ganar derechos para todos los hombres trabajadores (y solo algunas veces para mujeres), mas allá de la forma en la que ellos se vistieran.

¿Y las mujeres en qué posición quedaban en todo este proceso? ¿Cuál era su relación con este mundo masculino?

–Las organizaciones de mujeres, especialmente anarco-feministas estaban en plena conciencia de que la marginalización de las mujeres de los deportes creaba un obstáculo para la participación en la política y los sindical. Sorprendentemente, fueron precisamente los directores del club “macho” quienes con más entusiasmo alentaron el fútbol femenino, claro que a partir de la década del 50. “Estadio”, por ejemplo, publicó caricaturas que se burlaban del conocimiento de las mujeres sobre fútbol. No de vez en cuando sino todas las semanas. En los 1920’s, “Los Sports” publicó una caricatura de una mujer moderna (una “flipper”). La broma está en que ella es golpeada en la cara con una pelota y su maquillaje sale pegado a la bola. Eso es común. La mujer que cruzara esas barreras se encontraría con la violencia. En otra viñeta de los años ’50, un hombre amarra a su esposa para impedirle hablar durante un partido. Sin embargo, no era que las mujeres tuvieran prohibido oficialmente asistir a los clubes sino que se trataba de una serie de prácticas sutiles. El humor, por ejemplo, fue una poderosa forma de avergonzar a las mujeres que estaban interesadas en participar.

¿Cuál es tu opinión sobre la importancia del tema de “mejorar la raza”, que parece estar muy presente en todas las iniciativas deportivas chilenas de la primera mitad del siglo XX?

–A finales del siglo XIX, los futbolistas comúnmente entendían la rivalidad entre Valparaíso y Santiago como una competencia entre los anglosajones y los mestizos. Así que desde el inicio la raza es un tema importante en la historia del fútbol. Profesionales de la clase media, incluyendo profesores de educación física, periodistas e “higienistas”, jugaron un importante papel en movimientos de reforma, que adherían a la idea de que la raza chilena estaba amenazada por el alcoholismo, pobres hábitos de la clase trabajadora y la industrialización. Pero hay algunas complicaciones difíciles de pasar por alto en la noción de que el fútbol ayudaría a “mejorar la raza”. Primero, cuando profesionales de la clase media afirmaban que el fútbol podría mejorar los cuerpos de los trabajadores, estaban más bien hablando de sí mismos. Los autores de la época se preocupaban de que el trabajo de oficina drenaba al hombre de su estamina, lo que no reflejaba en nada la situación de los obreros. En segundo lugar, el fútbol amenaza su visión de que los hábitos de la clase trabajadora llevaban a la degeneración racial, ya que más y más cracks venían de zonas empobrecidas. Esto contradecía la noción de que la clase trabajadora tiraba la raza para abajo. Algo similar pasó con el éxito de Brasil, que para los organizadores del fútbol era un país negro y primitivo, o cuando Jesse Owens triunfó en los Juegos Olímpicos de Berlín para disgusto de Adolf Hitler. En este sentido, los deportes han desafíado de las nociones de superioridad de raza, clase y genero.

REPLIEGUE A LOS POTREROS DE INVIERNO

Mucho de lo que cuentas, sobre todo lo relativo a la vida política de los clubes, parece haberse perdido completamente en las últimas décadas. ¿Qué pasó?

–Obviamente la dictadura persiguió a muchos de los dirigentes de barrio que organizaban estos clubes. El Informe Rettig y otras fuentes documentan varios casos de arrestos hechos en canchas y sedes. Qué decir de las atrocidades cometidas en el Estadio Nacional. En las semanas que siguieron al golpe de estado, la Junta Militar prohibió las elecciones en los sindicatos y asociaciones cívicas. Gradualmente, estos grupos se convirtieron en lugares de vigilancia. Además, muchos pobladores fueron reubicados y perdieron la conexión con sus barrios. También Un profundo sentimiento de desmoralización, con raíces que escapan al objetivo de mi investigación, ha desanimado el activismo. Los estudios demuestran que los chilenos sufren de depresión, desconfían de sus pares, y batallan para pagar deudas personales. Viejos lazos de solidaridad, como conciencia de clase, han sido rotos en los tiempos de la gratificación individual. Por cierto, eso no es endémico de Chile, sino parte de el gran impacto de a reformas neo-liberales. Al final de los ’80 y principios de los ’90 el “milagro” económico chileno deslegitimó la organizaron sindical y la Concertación ha cooptado una parte significativa de la retórica de la organización de base. Esto deja a los clubes de barrio sin sus aliados tradicionales: los sindicatos y los partidos de izquierda.
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Brenda Elsey está recolectando recuerdos e historia orales sobre el fútbol amateur. ([email protected])

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