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Cultura

1 de Mayo de 2010

Se seremizó

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• Polémica por Pamela Olavarría, Seremi de Cultura en la Región de los Ríos

POR YANKO GONZÁLEZ*
The Clinic insiste que escriba sobre el ruidoso nombramiento de la nueva Seremi de Cultura en la Región de los Ríos, con asiento en Valdivia. Un gran bostezo. Ya no la fiesta, la batucada, el festivalito y sus miriñaques, sino la ciudad entera seremizada. Para estas batallitas Marcelo Mellado tiene armamento pesado y lo hace mejor. Jorge Edwards, tiene un palo de algodón dulce y lo hace peor: a veces habla de políticas culturales con cara de polemista liberal y otras, de poesía con una bobera de niñato que le dice a la madre que quiere pis. Qué hastío. Mejor ir rápido. Aprecio las cenizas que van quedando de The Clinic. Sus inclementes redactores tropezaron con el hospitalario titular del Diario Austral de Valdivia aparecido el mismo día en que la empleada pública venida de la capital se bajó del bus: “TERREMOTO POR NUEVA SEREMI DE CULTURA”. La bienvenida, como el lobo, feroz. Al anochecer, imaginé a la funcionaria hecha un ovillo, sobre un jergón de hostal húmedo y oscuro, intentando hacer memoria del film “La vida me mata”. Ese donde Claudia Celedón con una mueca más compungida que triste, le espeta a un joven originario de esta aldea acuosa: “MMM, me CARGA Valdivia”. Pero Leopardi me dio tranquilidad: “Así como las cárceles y prisiones están llenas de individuos, según ellos, enteramente inocentes, así los cargos públicos y las dignidades de todo tipo no están sino en manos de personas nombradas y obligadas a ello a su pesar”. Resulta casi imposible –continúa el bardo italiano- “dar con alguien que confiese merecerse las penas que sufre o haber buscado o acariciado los honores de los que disfruta”.
El nuevo Intendente coronó a los seremis por goteras, lentas y distantes, por lo que la expectación, como la sandez y los hipos, crecían. No había que ser vidente para prever que la exangüe musculatura de los partidos intentaba sostener a duras penas una terna “cultural”. Basado en un fair play que data de 1958, el Presidente había nombrado a los gerentes; y a los Partidos, les dejaba los empleados. El representante de Piñera en la región –a la sazón, independiente, laico y liberal- creyó que la masa crítica de la derechona local, la de sede, piocha y bandera, le llenaría el cupo. Al parecer, se encontró con que los magísteres escaseaban: que había poca lectura y mucho himno. Huelga decir que más de algún ex o filo concertacionista “artístico” –o mejor, “técnico”, que en la lucha libre mexicana se opone al “rudo”- se empinaba para que lo vieran. Gentes y agentes culturales que creen que les toca decidir sólo a ellos qué es mejor y qué es peor en todo arte y todo oficio, pensando que su corneta de juguete es la trompeta de la fama. Y exigen la baqueta, la claqueta y la batuta. “Gobierne quien gobierne”, no se conforman con la calderilla del comité o la comisión, porque toda la ilusión de sus vidas es subirse alto para gritar. O medrar. Otro bostezo y otro en fin. Para no caer en la tentación de pronunciar con la lengua lo que se ha pensado con el oído, cito algunos reclamos al nombramiento que han salido publicados: “hemos sido ofendidos”; “la región se caracteriza por su alto nivel cultural”; “que llegue una persona de afuera a ejercer el cargo significa que nos están pasando a llevar”; y –ya que la mujer de marras tiene 27 años-, “es muy joven”. En este último reparo no hay un ápice de reflexividad: nos cuidamos del lenguaje sexista, xenófobo o clasista, pero sobre la naturalización en el habla de la exclusión etaria, ni nos enteramos, convirtiendo el dato biológico en atributo sociocultural: “pese a su corta edad”. Anticipándose a las críticas por nombrar a una “foránea”, el nuevo intendente respondió con una greguería: “Es una determinación que ayuda a descentralizar el país”. En materia política esto desató una enorme cantidad de líos. Y en el orden intelectual, un mayor número de pedanterías. Los líos pasan, las pedanterías quedan. Más tedio y otros hechos antes de finalizar con las petulancias propias: de manera consecuente, los Consejeros Regionales de Cultura renunciaron en pleno y dejaron a la recién llegada aún más sola. Algunas de las razones interesan menos que su efecto. Sobre todo aquellas que confunden fortalecimiento identitario, desconcentración y empoderamiento, con la majadería del “nacionalismo” valdiviano, ese que administra visas y pasaportes y exige hacer la fila eterna en su oficina mental de extranjería. Digo, ese regionalismo afiebrado que termina en incesto. Qué bostezo. Vamos al resultado: si bien estos consejeros son propuestos, en su mayoría, por organizaciones culturales de base, en la práctica, una parte la elige el Intendente, y la otra, el Consejo Nacional de la Cultura. Así, por obra y gracia de la propia institucionalidad cultural, el oficialismo creativo tendrá la oportunidad de instalarse en la región a plenitud. Será un privilegio ver en acción y en su pureza (no los veíamos desde la Secretaría Nacional de la Juventud y DINACO), los reservorios políticos y los cuadros técnicos de la derecha –ya central, ya provincial, ya patronal, qué importa- para crear e implementar políticas y programas culturales a nivel local. Partir por la obviedad de demostrar que tienen la capacidad -y probidad- para escindir las políticas de Estado de las acciones de Gobierno, no es un mal comienzo. Lo demás, supongo, ya lo tienen claro: el “agente” cultural, como los tiuques, grita, se reproduce y hasta yo creo que vota. Como dicen mis colegas: “te dejo esa inquietud”.

* Poeta y antropólogo, autor de Metales Pesados y Alto Volta.

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