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Cultura

20 de Octubre de 2010

Comentario de Radio: Alta suciedad

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Por José Antonio Rivera

Juntar a María Gracia Subercaseaux y Rodrigo Guendelman en un locutorio, es juntar a la aristocracia y burguesía nacional. Son, en esencia, la clase dominante chilena. Ella, con un apellido que parece título nobiliario; él, proveniente de una familia de inmigrantes dueños de los “medios de producción”, o de comercialización, más exactamente.

María Gracia es una fotógrafa cuyo target es lo que se ha denominado el “mercado de las subjetividades”, es decir, el relato minoritario y subalterno de transexuales, mujeres, etnias originarias, tercera y cuarta edad. Con sus gustos, habría sido una artista de avanzada en los años cincuenta, cuando se inician estos estudios en las academias inglesas, o en los ochenta, cuando en el país existía una fuerte censura a cualquier diferencia. Hoy, sin embargo, no es más que una moda, una moda a la que ella tampoco aporta demasiado.

Recuerdo con espanto algunas de las consignas de Subercaseaux en twitter: “Me emocionan la unión, la creatividad y el amor que tiene este país cuando se necesita”, decía durante la pasada Teletón, para luego llamar a consumir como locos en Ripley para que la multitienda diera una mejor donación. De antología.

Rodrigo, por su parte, es de esas personas que cree que saber de música es conocer bandas con nombres raros y pronunciar los títulos de sus canciones como si fuera nativo norteamericano. También intenta posar de opinante y crítico, aunque siempre lo haga con una mesura excesiva.

Los dos son parte de nuestra socialité, por lo que habitualmente nos refieren anécdotas de los más sofisticados lanzamientos, cócteles, ferias de alguna chuchería en CasaPiedra, etc. Una vez, con admiración, mencionaban un evento social realizado en el Hotel W, en el piso 21, al parecer con una vista inmejorable de Santiago. Ese medio día no se cansaban de decirnos lo preciosa que se ve la ciudad desde Isidora Goyenechea.

El programa que conducen trata básicamente de una entrevista y algunos datos y comentarios que ofrecen los conductores. Pero para describir mejor sus rutinas radiales, me valdré de un ejemplo.

Hace algún tiempo, cuando Pato Navia salió del closet y admitió haberse cambiado a la derecha y votar por Piñera, Álvaro Díaz escribió una encendida columna en este pasquín. Díaz espetaba: “Bienvenido a la derecha, Sr. Navia. Bienvenido a la falta absoluta de moral, de mínima decencia. Bienvenido al club de los que firman finiquitos, de los que nunca piden perdón, de los que manejan a más de 150 Kms por hora con la nana igual que un bulto en el asiento trasero rumbo a Cachagua…”. La pareja se tomó la columna como algo personal. ¿Qué tiene de malo viajar a Cachagua con la nana en el asiento de atrás?, se preguntaba azorada Subercaseaux, ¿acaso quieren que se vaya manejando?

A los dos les pareció que Díaz entregaba una opinión sesgada y clasista. Y es obvio: ellos nunca han entendido lo que es ser de izquierda. No saben que no es sólo decir que los homosexuales, los mapuches o las mujeres tienen derechos (cosa que a esta altura nadie decente discute), sino también impugnar a quienes se los han privado históricamente: una oligarquía desmedida, clasista y odiosa como pocas en el mundo; una aristocracia y burguesía de la que ellos forman parte; una “alta suciedad” –como diría Calamaro– de la que son dignísimos exponentes.

Divertimento. Zero 97.7 FM. Lunes a viernes 13:00 a 14:00 horas. Conducen María Gracia Subercaseaux y Rodrigo Guendelman

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