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Entrevistas

16 de Marzo de 2024

Julio César Rodríguez: “Mi jugada no es caerle bien a todos, ojalá caerle bien al cincuenta más uno”

Fotos: Felipe Figueroa

Es uno de los conductores de televisión y radio con más horas de exposición en los medios cada semana. A lo que suma un proyecto en YouTube, publicidad y animaciones varias. Querido por muchos y odiado por otros tantos, lleva más de veinte años en pantalla y no piensa parar. De su nuevo rol en el programa "Podemos hablar" (CHV), de la pérdida del liderazgo en los programas de la mañana y de la industria televisiva habla en esta entrevista. "La tele no ha cambiado tanto y es conservadora. Y todavía sigue el esquema del auspiciador que domina el contenido", apunta. También hace una declaración de principios como rostro de TV: "Me planto cada mañana frente a los entrevistados, sin predicar, porque yo no soy ejemplo de nada. Yo he sido infiel, me he portado mal, me han echado de los trabajos, he sido un hijo de puta que se ha portado mal con sus parejas, no he sido buen hijo… por eso no vengo a predicar, porque mi vida ha sido así".

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Esta entrevista partió a las seis de la tarde de un día martes, en la radio Bío-Bío, en Providencia, luego de que Julio César Rodríguez terminara su programa Podría ser peor. Invita a subir a su auto, en dirección a los estudios de Chilevisión, bien cerca de Santiago Uno y la Ex Penitenciaría, porque a contar de las ocho de la noche debía grabar el segundo capítulo de la nueva temporada del programa de conversación Podemos hablar, que va al aire los viernes por la noche.

Esto de grabar un programa tras salir de la radio es habitual para él, ya que otros días hace lo mismo para su late show Síganme los buenos, que se transmite por el cable, y también para La junta, un programa de YouTube donde entrevista a artistas urbanos nacionales.

Acompañar a Julio César Rodríguez en un desplazamiento conlleva inevitablemente el detenerse de tanto en tanto por los saludos que el periodista recibe. Un par de chicas a la salida de la radio, una señora mayor a la entrada del estacionamiento, un par de trabajadores a bordo de una camioneta en un puente sobre el Mapocho, un vendedor de bebidas en la autopista y así, suma y sigue. Y a pesar de la prisa que lleva, este periodista nacido en Hualpén hace 54 años se da el tiempo de detenerse, bajar el vidrio o posar para una selfie, según sea el caso.

Una vez en Chilevisión, vuelven los saludos y los abrazos para Julio César Rodríguez, hasta llegar a su camarín. “No lo uso nunca”, confiesa. Ahí aprovechan de sacarle el maquillaje que tiene puesto desde la mañana, cuando condujo el matinal junto a Monserrat Álvarez, y luego pide algo para picar y unas bebidas.

-¿Por qué trabajas tanto?

-Siempre me ha gustado trabajar, pero pasa también que van pasando los años y los proyectos en que estoy no se acaban, entonces termino sumando y sumando proyectos. En la radio llevo quince años, en el late llevo catorce, el matinal van cinco, ahora tengo La junta y este año son doce capítulos de Podemos hablar. Y así se van sumando cosas.

-No estás, entonces, como otra gente de tu edad, pensando en irte a vivir a la playa o sacar un poco el pie del acelerador.

-(Se ríe) No, para nada. O por lo menos no por ahora.

-A propósito de Podemos hablar, que alguna vez hiciste un reemplazo en este, ahora es tu debut conduciendo este formato.

-Sí, y ahora el programa para esta temporada tiene algunos cambios que me dan más energía.

-Me imagino que es un formato que te acomoda.

-Me gusta. Me gusta conversar, me gusta entrevistar, me gusta incentivar el diálogo y todo eso lo puedo hacer en este formato. Además, me considero un buen bandejero, me gusta generar las condiciones para que la gente se pueda lucir en el programa.

-Tengo la impresión que todos los formatos en los que te toca trabajar te acomodan, pero supongo que habrá alguno que se te hace más duro.

-Creo que lo que más me va a costar, siempre, son esos programas de concursos. Porque eso es más una animación, que hay que hacer de un formato determinado, y eso es lo que más me cuesta. Pero la entretención y la conversación me cuestan menos.

El humor es un elemento que Julio César Rodríguez dice que logró incorporar en la conducción.

Julio César Rodríguez y su estilo de conducción

-¿Ha cambiado tu estilo de conducción con el paso de los años?

-Sí, va cambiando. O sea, creo que uno va cambiando como persona, también. Por ejemplo, cuando hacía La tele o yo (TVN, 2006), me molestaba mucho no saber de lo que me estaba hablando un invitado y por eso, después, tenía conversaciones en la reunión de pauta y preguntaba por qué yo no estaba enterado de tal y tal cosa del invitado. Siempre quería saber, ir adelante en la conversación… ¡quería saber hasta las respuestas! Mi cabeza funcionaba así, pero con el tiempo he ido entregándome, abriéndome un poco más. Ahora me dejo sorprender por los invitados, me emociono más, también.

-También tienes más humor que cuando comenzaste.

-Sí, como que de repente pude meter un poquito más eso. Pero al principio yo tenía mucha desconfianza en cuanto a que mi personalidad y mi humor pudiesen enganchar en un programa como un matinal. Y después, como que la gente lo valoró y tuvo sintonía con mi humor.

-Yo te recuerdo bastante serio comentado espectáculos en el Buenos días a todos.
-Era más serio y no tenía la seguridad que tengo ahora. Y cuando uno está más grande, también te aceptan un poquito más.

-Llevas poco más de veinte años en televisión. ¿Cuando llegaste, pensaste que podías durar tanto o venías por un rato?

-Al principio, en el matinal, me pedían una opinión política más algo relacionado con música y espectáculos, que fue algo que siempre me gustó mucho. Así fui calzando y a tomar fuerza, pero siempre en paralelo al resto de las cosas que hacía. Siempre pensé que iría de paso por la televisión, a hacer un panel y nada más. Porque, en paralelo, pensaba que iba a seguir siendo editor de un diario que de tanto en tanto iría a la tele a comentar el Festival de Viña o a El termómetro (el desaparecido programa de CHV).

-Entonces, ¿cómo llegas a la tele de forma definitiva?

-Después de La Nación Domingo y de Plan B me tuve que ir a Argentina a trabajar por unos meses, pero me volví a Chile porque quería pasar el verano con mi familia. Y me acuerdo que llego al aeropuerto en Santiago y me tomo uno de esos buses azules que te llevaban hasta el Metro. Y pensaba: “qué chucha voy a hacer acá ahora”. Me acuerdo que la noche antes de venirme había dejado cargando mi celular chileno, uno de esos Nokia con botones grandes, y lo prendí cuando iba en el bus. Y empieza a sonar el teléfono. Contesto y era Hugo Soto (director de televisión), que me reclamaba que llevaba mucho tiempo tratando de contactarme, porque quería que me fuera a comentar el Festival de Viña a un programa de Julio Videla.

Habitación en el Hotel O’Higgins, toda la logística a cargo del Canal 13, Lola Melnick era la modelo del programa… y yo no tenía nada en ese momento, venía llegando. Obvio que acepté y a los pocos días ya estaba en Viña. Y me fue súper bien, incluso varias cosas que dije o hice en el programa salieron replicadas en los diarios. Fueron 10 o 12 días súper exitosos. Terminé eso y me llaman para ser jurado de Rojo, en Televisión Nacional, luego me puse a hace la edición periodística de un programa del Rafa Araneda y ya no me fui más de la tele.

-Tu carrera en televisión ha sido algo peculiar. Venías de la prensa escrita, entraste con más edad que el promedio, haciendo comentarios de espectáculos, pasaste por la farándula…

-Ha sido un camino particular que, yo creo, la gente me ha permitido hacer. Eso es algo que pasa poco en Chile, donde no te permiten ser multifacético. Afortunadamente conmigo pasa y la gente me da permiso para entrevistar en un bloque de un programa a “Luli” y luego a un ministro o al Presidente. Siento que antes era lo uno o lo otro, no te dejaban hacer de todo. Había desconfianza.

Mira, yo le hice durante años la muela (el sonopronter) a Pedro Carcuro en De pé a pá y sentía los prejuicios que había con él por ser periodista deportivo. Eran tiempos en que la gente no te daba permiso para hacer tantas cosas.

“Muchos amigos me dejaron de hablar”, dice Julio César Rodríguez sobre su llegada a la TV.

-Los matinales ponían a un periodista de prensa, durante la primera hora, para tocar los temas más noticiosos.

-Claro, pero como que la cosa se ha ido relajando un poco con todo, la gente a mí me permite más, no me castigan, incluso me permiten hacer un programa como La junta, donde entrevisto a puros artistas urbanos. Esa puerta me la abrió la gente.

-Pero hubo gente que tal vez no entendió este paso tuyo desde la prensa escrita, la cosa más seria, hacia la televisión.

-Al principio me castigaron mucho, principalmente esa izquierda medio intelectual me castigó por irme a la tele. Muchos amigos me dejaron de hablar, dejaron de ser mis amigos. Me marcó ese desprecio de una cierta elite por haber abandonado el camino. Pero tenía la certeza de que iba a entrar a la tele, pero no iba a traicionar por eso los contenidos. Estuve en la tele en un momento en que la farándula la tenía tomada, pero donde puede meter buen contenido lo hice. Por ahí, en un programa de farándula, metía la punta con (Eduardo) Galeano, o hablábamos de un cortometraje. Y en el cable siempre tuve bandas chilenas, música en vivo, pasaron todos.

La crítica y el rating

-¿Cómo te tomas la crítica? ¿Te molesta?

-Uno no le puede gustar a todo el mundo. Y creo que es muy sano, siempre, tener un público que gusta de ti y otro que no. Eso me tiene tranquilo, porque si yo le gustara al noventa por ciento del público y solo un diez me odiara, seguramente algo estaría haciendo mal. Porque tengo mis puntos de vista sobre las cosas y siempre los hago ver, por eso no le gusto a todos. Y mi jugada no es caerle bien a todos: ojalá caerle bien al cincuenta más uno, esa es mi jugada.

-No te debe quedar mucho tiempo libre con tanto trabajo.

-Pero es que me hace bien. El día a día, viajo bastante y tengo contacto con la gente. Eso es emocionante. Durante la pandemia pasé un tiempo en que estuve muy encapsulado, sin salir, sin nada. Y eso no me hace bien. Siempre me ha gustado estar en la calle, en contacto con la gente.

Mira, para el 18 de octubre de 2019 tenía que animar un concierto de una orquesta de niños en Quilicura. Era un programa del gobierno de Piñera que iba a tener varios conciertos como ese, en distintas comunas de Santiago. Acepté ese trabajo, que económicamente era mucho menor que otras cosas que hago, porque me interesaba ir a todas esas comunas y también llevar a mi hijo. Al final alcanzamos a hacer como dos y el de ese día en Quilicura lo suspendieron, esa misma tarde, cuando ya íbamos en camino. Al final nos devolvimos y nos demoramos varias horas hasta llegar a la casa, porque estaba todo cortado.

Lo que te quiero decir es que me gusta hacer cosas que me mantengan conectado con la gente, porque cuando pierdes esa conexión como comunicador te vas a la cresta. Dejas de involucrarte y de emocionarte. Y porque dejas de pensar como piensan los demás. Vivimos un tiempo en que ser un acusador permanente es exitoso (se emociona). La televisión, muchas veces, no permite otras cosas, el espacio humano. Por eso me voy una semana a los campamentos (por los incendios de Viña del Mar), para sentirme conectado, porque mi trabajo es tener esa sensibilidad. Porque, aunque sea buena persona, aunque sea un buen animador, no puedes perder esa conexión.

Julio César Rodríguez en una grabación del programa “Podemos hablar”.

-¿Esa sería tu receta, tu forma de funcionar bien en televisión?

-No es una receta, es como lo siento. Así soy yo. Mira, yo he fracasado muchas veces, entonces no tengo miedo a equivocarme por tener esta conexión con el público, porque me he equivocado muchas veces. Y así me planto cada mañana frente a los entrevistados, sin predicar, porque yo no soy ejemplo de nada. Yo he sido infiel, me he portado mal, me han echado de los trabajos, he sido un hijo de puta que se ha portado mal con sus parejas, no he sido buen hijo… por eso no vengo a predicar, porque mi vida ha sido así. Soy sencillo, soy simple, no ando con la literatura que he leído en mi espalda.

-Llevabas varios años como número uno con el matinal, pero ya a fines del año pasado bajaron al segundo lugar e incluso al tercero. ¿Cómo se vive eso, después de tanto tiempo como líderes?

-Mira, creo que cada época tiene su afán y nosotros fuimos número uno durante cuatro años y ahora, el 2024, ha sido mucho más complejo. Fue un ciclo bonito que hay que atesorarlo y quererlo y este año vienen otros desafíos. La gente está más abierta a ver de todo y la verdad es que casi todos los días estamos saliendo casi iguales en sintonía con los otros matinales. Estamos súper empatados. Así que ahí estamos, trabajando para la gente, tratando de no perder nuestra identidad como equipo. Además, uno como profesional entiende perfectamente la tele, hay que disfrutar cuando se está primero y hay que trabajar mucho y darle la vuelta a mil veces a las cosas cuando no están saliendo bien.

Un nuevo formato

-Con La junta te ha ido muy bien.

-Me gusta, porque también me conecto con historias. La junta es una excusa para contar historias, contamos historias de vida de gente que de no tener nada o de vivir en el menos 10, logra salir adelante y logra ganar dinero, posicionar su música y hacer su vida como les gusta. Y fíjate que siempre terminan comprándole una casa a la mamá, ese es el común denominador: la mamá.

-YouTube es el formato más nuevo en el que has incursionado y supongo que te sorprendió el vuelo que han agarrado.

-A todos nos ha sorprendido, porque de pronto nos transformamos en un hit y hasta en YouTube internacional nos ponían de ejemplo en sus presentaciones. Le hemos estado dando espacio a gente que en la tele abierta no aparece.

-O si aparece lo hace en la crónica roja, tal como pasaba con ciertos personajes de farándula también.

-Es que la música urbana sale en la televisión solo cuando algunos de ellos anda metido en alguna huevada. Pero de sus canciones y sus éxitos no se habla en televisión. Porque al final, la tele no ha cambiado tanto y es conservadora. Y todavía sigue el esquema del auspiciador que domina el contenido. Esa dinámica es la que rompe YouTube y las redes sociales: yo voy a hacer esto y no necesito a la tele, al sello ni la canela de la radio.

No necesito el lobby de la agencia de comunicaciones ni nada, porque voy a hacer mi canción en mi pieza, con mi micrófono y la voy a subir a internet. Y de pronto, le pegai el palo al gato. También hay un tema con la audiencia, porque La junta me permite llegar a otro público, de otra edad y con otros gustos, que no ve tele. Cuando voy al mall, me saco fotos y saludo a mucha gente, pero cada vez hay más jóvenes, eso es por La junta.

Con “La junta”, que se emite por YouTube, Julio César Rodríguez ha llegado a un público juvenil.

-A propósito de La junta y los invitados que llevas, leí que te criticaron porque en el tema de Peso Pluma dijiste que estabas de acuerdo con que no viniera al Festival de Viña, considerando que él es como del perfil de tus entrevistados en ese programa.

-No, lo que yo dije es que este caso nos podía dejar una enseñanza y que sería bueno darle una vuelta. Porque Peso Pluma llena el Movistar Arena, se gana un Grammy y no pasa nada, todo bien. El tipo funciona. Y si nosotros dos lo traemos para un recital en el Santa Laura tampoco pasa nada. Pero al tema que hay darle una vuelta es que cuando una municipalidad y un canal estatal están detrás de la contratación de un tipo que tiene ciertos vínculos en México con narcotraficantes, cuando el Estado acá tiene problemas con el narco. Creo que ahí hay que ser más aprensivo.

Política ficción y real

-Supongo que has escuchado eso que se comenta, de tanto en tanto, que quieres ser candidato presidencial. ¿Julio César Rodríguez, candidato?

-Jajaja, ¿has puesto mi nombre en Google? De lo primero que sale es “Julio César Rodríguez Presidente”.

-¿Alguien te lo ha propuesto?

-No, son bromas de los amigos. Además que uno tiene que aportar desde donde sabe y tampoco me gusta la dinámica de la política, porque la política lleva en Chile muchos años tratando un sector de someter al otro. Y eso lleva a energía cero y es muy nocivo para la gente.

-Pero tienes una posición política clara.

-Tengo una posición, desde muy joven, que es muy humanista y que me hace ver las cosas desde ese punto de vista. Y en Chile eso es más cercano a la izquierda que la derecha. Pero nunca he sido un huéon que ha estado metido en un lote o en un grupo político. Soy muy amigo de la libertad, me gusta la gente que sea libre pero no solo en lo económico, también en lo moral, en lo emocional. Pero siempre me ha gustado navegar solo, súper independiente, siempre he valorado mi independencia. Y más, después de mi paso por La Nación Domingo, porque a mí los únicos que me han echado de un medio han sido gente de izquierda.

-Ya que hablamos de política, ¿cómo ves al Presidente y al Frente Amplio?

-Creo que son un grupo de gente bien intencionada, pero que en la gestión tienen un problema. Cuando los he visto trabajar, se cansan rápido. No sé si es una cuestión generacional, pero se cansan rápido, son más delicados, se desploman emocionalmente. Y en estos momentos creo que el país necesita mucha gestión, en muchos lugares.

Me pasó cuando fui a Viña (por los incendios), se me acercaba la gente a contarme lo que necesitaba y de diez cosas, ocho se podrían arreglar fácilmente, solo con una buena gestión. Creo que hay que meterse ahí, porque falta. Y tienen un problema de comunicación. No hay que marcar diferencias de lo que hubo antes, lo que se necesita es que el gobierno gestione lo que vino a proponer. Eso es lo que el país necesita hoy.

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