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Opinión

22 de Marzo de 2012

Ena y el Cigoto

Foto: Alejandro Olivares La pobre Ena Von Baer, dijo: “no tiene derecho, desde mi punto de vista, una mujer que presta el cuerpo en el fondo, presta el hogar a esa vida que se va a desarrollar, a terminar con esa vida”. La redacción es rara, casi poética. El asunto es que medio mundo se […]

Patricio Fernández
Patricio Fernández
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Foto: Alejandro Olivares

La pobre Ena Von Baer, dijo: “no tiene derecho, desde mi punto de vista, una mujer que presta el cuerpo en el fondo, presta el hogar a esa vida que se va a desarrollar, a terminar con esa vida”. La redacción es rara, casi poética. El asunto es que medio mundo se permitió agarrarla para el tandeo, como si tal declaración hubiera sido una completa estupidez. De su discurso, quedó sólo lo central: que una mujer, desde el momento en que el óvulo fecunda, ya no es la única dueña de su esqueleto. Desde ese instante hay también otra criatura que la habita, y a la que una mujer le “presta su cuerpo”. Hasta los conservadores consideraron que exageraba. Eso de “prestar el cuerpo” suena demasiado duro en un mundo que, supuestamente, ha ido valorando de modo creciente los derechos individuales. Pero a la hora de la verdad, es exactamente la convicción de Ena la que sostiene toda la estructura filosófico jurídica de quienes se oponen al aborto en todos los casos.

Si el cuerpo de la mujer es enteramente suyo, lo que ella haga con él (sin consecuencias para terceras personas) no es asunto del Estado. La sra. Von Baer sencillamente ratificó su convencimiento de que un cigoto valía tanto como una madre. Yo, como hijo, lo encuentro una barbaridad. Aquí lo que falta es una buena ley de aborto. Esto de apresar a las mujeres que se lo realizan sin ninguna justificación médica, resulta espeluznante. Los ejércitos del embrión para los que la mujer es un envase, según nuestra legislación, están llamados a encarcelarla si osa agredir a la molécula. ¿Una mujer desesperada ante la idea de procrear, por la razón que sea, no tiene opción ninguna? ¿Tan cierto es que “presta el cuerpo”, que puede ser detenida por negarse a alojar a esas células recién acopladas? ¿O me van a decir que esa ley no hay que tomársela tan en serio? Cuesta entender que cuando algunos hablan de la “luz divina”, la vean resplandecer con más fuerza en sus úteros imaginarios que en los ojos de un ser humano angustiado.

En todo caso, aquellos a los que les sucede, tienen razón al negarse incluso a la “idea de legislar”. El tema es mucho más complejo que un principio, de modo que no podrían salir inmunes. El afán de control es un vicio de la derecha. No les gusta que la gente decida mucho por sí misma. Si un grupo sale a la calle, hay que disolverlo, ¿o acaso creen que se mandan solos? Un amigo me contó que a la marcha convocada por los estudiantes secundarios, el jueves pasado, en verdad habían llegado bastante pocos. Dos mil o tres mil; para hacerse una idea, apenas un colegio entero. El movimiento de carabineros para disuadirlos, en cambio, fue imponente, y lo que pudo ser una concentración fallida terminó convertido en un buen espectáculo de batalla campal. Iván Fuentes, desde Aysén, no se cansa de ofrecer instancias de diálogo a las que el gobierno responde con la Ley de Seguridad Interior del Estado.

Los inculpados por ella son en gran parte patagonas y patagones maduros, alejadísimos de cualquier clase de terrorismo. Enojados, eso sí, y ahora más que nunca. La palabra “dignidad” ha empezado a imponerse en sus conversaciones y declaraciones públicas. No es precisamente el tipo de comportamiento que algunos hubieran esperado de un gobierno en manos de la “derecha liberal”. ¿Existe acaso una derecha liberal en Chile? ¿Su principal valor es la defensa del orden público? ¿Creen tanto en la libre iniciativa individual que hay que impedir a la población manifestarse y a las mujeres considerarse las dueñas absolutas de su propio cuerpo? Porque si es así, ¿para qué queremos conservadores?

Temas relevantes

#aborto#ENA#La Ena

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