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16 de Mayo de 2013

Así se celebra un gol

Goles son amores, dicen, y la celebración del gol es el ritual que, con el paso de las décadas (y más en las últimas tres) parece corroborar más y más la manida frase.

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Vía Revista Don Juan

Francesco Totti se chupa el dedo, Cristiano Ronaldo le pide calma a los hinchas del Barcelona y MontelLa vuela como un avión; el fútbol tiene mil maneras de celebrar un gol. Maradona tuvo registros tan dementes como un beso en la boca con Claudio Paul, Caniggia hasta un grito que hizo que todo el mundo relaciona con su salida por doping del mundial de Estados Unidos. Este artículo es felicidad pura.

Goles son amores, dicen, y la celebración del gol es el ritual que, con el paso de las décadas (y más en las últimas tres) parece corroborar más y más la manida frase. Lo que antaño se había limitado a una repetitiva y hasta protocolaria ceremonia de felicitación de los compañeros del equipo al autor del gol, en los últimos tiempos se presta para toda clase de rituales, ceremonias, parodias y pantomimas.

Muy atrás en el tiempo parecen haber quedado las celebraciones clásicas de Pelé y Maradona, quienes saltaban y cuando estaban en el aire levantaban el puño en alto. De aquellos remotos tiempos quedan las épicas celebraciones de jugadores que se trepaban al alambrado que separa la tribuna del terreno de juego y el gesto de quitarse la camiseta y agitarla como una bandera, que en estos tiempos se castiga con una tarjeta amarilla.

También lucen arcaicos los carrerones con los brazos extendidos de Mario Alberto Kempes cuando marcaba para Argentina en el Mundial de 1978. Es probable que la primera manera de celebrar un gol que llamó la atención de los hinchas del fútbol fue la que inmortalizó el puntero derecho brasileño Jairzinho en el Mundial de México 70. El jugador corría y saltaba unos metros, llegaba a la línea lateral, se arrodillaba y se persignaba. En aquellos tiempos también comenzaron a hacerse familiares las montañas humanas de jugadores que saltaban uno sobre el otro hasta aplastar literalmente al autor del gol.

Para la historia fueron quedando algunos festejos que marcaron época, como el del italiano Marco Tardelli cuando anotó ante Alemania en la final del Mundial de España de 1982 y corrió con cara de desquiciado unos 40 metros. Los colombianos aún veneramos con fervor mariano el festejo de Freddy Rincón, cojeando, en el empate ante Alemania en el Mundial de Italia 90. O el grito salido de madre de Maradona al lente de una cámara tras marcarle un gol a Grecia en USA94.

El boom de celebraciones estrafalarias, que hoy son moneda corriente, se tomó por asalto al fútbol en los años noventa. En cualquier orden puede uno rememorar. La más famosa (y latosa) de las celebraciones ha sido, sin duda, el gol de Bebeto a Holanda en el Mundial de Estados Unidos de 1994, que volvió universal celebrar moviendo los brazos como si se estuviera arrullando a un bebé.

Este gesto, una manera de contarle al mundo que estaba a punto de ser padre, lo han copiado jugadores que no han tenido hijos ni piensan tenerlos, o que ni siquiera están en capacidad de procrear. Otros gestos relacionados con la paternidad responsable y la ginecoobstetricia son chuparse el dedo (lo han hecho Fernando “el Niño” Torres, Francesco Totti y muy recientemente Radamel Falcao García), besar el anillo de matrimonio o compromiso, como Raúl, meterse el balón debajo de la camiseta como representación de un embarazo, imitar con las dos manos la forma de un corazón, o destaparse la camiseta del equipo y dejar ver otra debajo con fotografías o el nombre de esposas o hijos.

En esa categoría es muy recordado el muy bonito festejo de Claudio “el Piojo” López, en Francia 98 ante Holanda, cuando anotó para Argentina y dejó ver debajo de la albiceleste otra camiseta que decía: “Feliz cumple, viejo”.

Los jugadores creyentes también suelen manifestar su devoción. No solo persignándose de rodillas, como el ya citado Jairzinho, o Burruchaga cuando marcó el gol que le dio el título a Argentina en el Mundial de México 86, sino también señalando al cielo con el dedo índice de las dos manos, o sencillamente dejando ver en la camiseta oculta alguna mención alegórica a la gloria infinita de algún dios o del mismísimo Jesucristo. En ese mismo orden de ideas están los que lucen en la consabida camiseta adicional un mensaje de alabanza que dejan ver para celebrar el tanto.

Otros le dicen a la fanaticada que aman a muerte el club donde juegan y besan el escudo durante la celebración de su gol. El baile también es un tema recurrente. Léider Calimenio Preciado se hacía notar con su “pasito tun tun” en una de las esquinas del campo de juego, aunque su celebración más famosa, cuando comenzaba a descollar, fue celebrar un gol que le hizo a Nacional con un sombrero chocoano. El camerunés Roger Milla sacaba a bailar al banderín del córner. En general, africanos y afrodescendientes son muy dados a festejar con bailes, tendencia que a veces intentan con resultado poco satisfactorio jugadores menos dotados para tal fin, como el longilíneo delantero inglés Peter Crouch.

A propósito de banderín del córner, este tiene muchos usos. Entre otros, base de micrófono para que el autor del gol simule que es Mick Jagger, e incluso de espada, que alguna vez utilizó algún jugador para nombrar caballero, en el mejor estilo medieval, al compañero que acababa de anotar.
En los años ochenta, el atacante mexicano Hugo Sánchez impuso la costumbre de los saltos mortales y las piruetas acrobáticas, que tuvo seguidores muy ilustres, entre ellos el colombiano Faustino Asprilla que hacía la media luna, y el irlandés Robby Keane, entre varios otros.

Algunos futbolistas han hecho del gol una alegoría a las armas. Por ejemplo, Batistuta celebraba sus goles hincando una pierna y apuntando al cielo como si tuviera un arco y una flecha. Luca Toni se señala la sien como si quisiera pegarse un tiro con un revólver.

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