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Opinión

21 de Junio de 2013

Jorge Arrate: “La Nueva Mayoría son los chilenos que se abstienen”

El ex ministro socialista no cree en la Nueva Mayoría de Bachelet y dice que no le gustó que el Partido Comunista, a quien representó en las presidenciales pasadas, se plegara tan rápido a la ex mandataria. “Me parece bastante aborrecible cómo se levanta este veto al PC”, comenta desde su casa de la comuna de Ñuñoa donde prepara sus memorias. Hoy, desde la distancia de un ex candidato presidencial, dice que cuando hace cuatro años hablaba de educación gratuita y de Asamblea Constituyente, lo miraban raro. Éste es su diagnóstico.

Pablo Basadre
Pablo Basadre
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Jorge Arrate revisa todos los días un informe de prensa que le envía un amigo vía correo electrónico. Luego de leer la sección política se pasa al deporte. Es un fiel seguidor de la Universidad de Chile y de la Selección Nacional. Durante el día entrena a su perro fox terrier chileno Tin Tan, a quien hizo famoso en la campaña presidencial pasada cuando era el flamante candidato del Partido Comunista y lo miraban raro porque hablaba de Asamblea Constituyente, cambios a la Constitución y la renacionalización del Cobre. Tras cuatro años de haberse convertido en un rockstar político, entre otras cosas, por la profundidad de sus ideas y el desparpajo con el que las mostró en los debates televisivos, ahora el ex ministro socialista trabaja en la tranquilidad de su casa en Ñuñoa en sus memorias. En la pantalla de su computador tiene una carpeta roja donde acumula material y cada tanto borra, escribe y revisa. “El lenguaje político pone la muñeca tiesa”, comenta mientras bebe un sorbo de agua mineral y apunta una idea por la polémica del caso exonerados: “La conciencia política y ética de la derecha y de sus candidatos es como un algodón de dulce. Almibarada pero llena de aire”.

-¿Sigue hablando de política con sus amigos?
-Tengo conversaciones políticas regulares, almorcé hace poco con Carlos Altamirano y hablo con amigos socialistas muy a menudo. Claro que me siento más liviano, son conversaciones más sociales.

-¿Cómo se ve la política desde fuera de la Concertación o la Nueva Mayoría como se llama ahora?
-Nada ha cambiado mucho, la Concertación sigue existiendo como tal. Si uno mira el foro de sus candidatos, uno ve que hay diversidad, pero son todas flores que tienen fecha de vencimiento. Esto se acaba en 10 días más. Quien va a ganar las primarias es Bachelet y lo interesante que ha pasado es que ella se ha ido reposicionando. Ella se da cuenta que las demandas sociales hoy van en otra dirección y no le cuesta adaptarse.

¿Quién es su candidato?
-Hoy no hay opciones que me satisfagan plenamente. Hay que poner la vista más allá de noviembre.

BACHELET

Hoy Jorge Arrate está dedicado a apoyar a los candidatos de la Izquierda Autónoma. En este tiempo ha acompañado al ex dirigente estudiantil Francisco Figueroa que postula a diputado por Ñuñoa, a Gabriel Boric en Punta Arenas y a Daniela López en Valparaíso. “Mis condiciones: que sean jóvenes y que estén involucrados en el movimiento social”, comenta.

Arrate no lo dice pero da la impresión que le aburren los nombres que conforman hoy la Nueva Mayoría. De Andrés Velasco valora su perfil tecnócrata, pero es una “barra de hielo, casi robótico”. De Claudio Orrego destaca su “sinceridad ecuménica”. Le atraen los planteamientos de José Antonio Gómez, pero… “para que ese discurso tenga valor había que hacerlo desde afuera”.

“Las ideas que presentó Marcel Claude y Roxana Miranda, son ideas que planteamos en el 2009 y eso debería ser la pauta del país. El 2009 me calificaron de idealista y resulta que hoy estamos discutiendo de educación pública gratuita y plebiscito, constituyente… lo que me conmueve ahora es que no escucho la palabra cobre, me quedo perplejo. No se pronuncia esa palabra. En la política hace mucho que no se pronuncia, sus letras no se juntan”, dice.

¿Y Bachelet?
-Creo que Bachelet tiene la voluntad y no lo pongo en duda. Mi duda es si con el mismo equipo que tiene podrá lograr los cambios que se propone.

-¿Qué echa de menos aparte de la mención al cobre?
-No se escucha ni una sola palabra de la crisis de los partidos. Tratan de apuntalarlos con las primarias, dicen que necesitan más financimiento público, pero seamos serios: los partidos de la Concertación, sin la necesidad de un solo voto de la derecha, podrían haber puesto en vigencia la ley de cuotas que mandó la presidenta Bachelet, así como también podrían haber haber puesto un límite a la reelección de los cargos en el Parlamento. No han hecho ninguna de esas cosas y para eso no se requieren los votos de la UDI ni de Renovación Nacional. Ahí no hay voluntad; hay un proceso de perpetuación de elites políticas que están mal acostumbradas.

-A propósito de eso ¿qué piensa de la crisis que desató Camilo Escalona en el socialismo?
-He tenido grandes coincidencias y grandes diferencias con Camilo, pero creo que la clave de lo que ocurrió ahí es que él perdía las primarias legales y no legales. Pienso que él estaba políticamente desbordado y se transformó en un conservador que defiende la gobernabilidad más que cualquier personaje de derecha que dice que la Asamblea Constituyente es fumar opio. Sin embargo, todo lo miré con pena.El partido socialista es mi casa, yo no vivo en ella pero no me gusta cuando se cae a pedazos. Entonces, mi mirada de eso es una mirada dolida…El PS ha dejado de ser un instrumento útil para lo que se fundó: para representar los intereses y las demandas de la clase trabajadora y de las grandes mayorías de los desposeídos del país.

-¿Usted cree que en el partido socialista ya no son esos los temas?
-Hace meses que no se escucha a un socialista hablar de ideas políticas. Lo que hemos visto es discusiones de cupos, primarias, candidaturas, tácticas. El PS aprobó la Asamblea Constituyente en un congreso del partido, la recuperación del cobre también, pero las conclusiones de los congresos socialistas se meten en un cajón. Vivimos dos realidades: una que es la de la apariencia y otra que es la dura realidad de una elite que fue cooptada por un sistema que precisamente debiera haber desbancado.

-Cuando habla de la crisis de los partidos dice que hay responsabilidades de sus líderes y una de las principales es Michelle Bachelet. Sin embargo, ella los quiere lejos.
-Es parte de un mundo raro, como diría un bolerista mexicano. Es raro. Desde ya me parece raro que Bachelet haya estado dos años fuera de Chile y que  la única vez que tuvo una expresión política fue para felicitar a Camilo Escalona cuando ganó las elecciones del partido.

PELAR EL CHANCHO

A Jorge Arrate no le sorprende la discusión de una reforma a la Constitución. En el 2009 lo repitió tantas veces que luego el senador Eduardo Frei lo tomó como bandera de lucha. Pese a eso, no todo lo que tiene que ver con este tema le trae buenos recuerdos. “Con Lagos (Escobar) me invitaron a la ceremonia de La Moneda cuando se hizo el ‘cambió de la Constitución’, lo que me pareció aberrante. Recibí invitación pero no fui. Me pareció bien que reemplazara la firma de un dictador, pero llamarla una nueva Constitución me pareció un error”.

-¿Cree que los ofrecimientos de ahora para cambiar la Constitución conquistarán a esos grupos que usted ha llamado “huelguistas electorales” refiriéndose a los que no votan?
-Aquí hay un factor: Bachelet. Por algo todo el sistema político chileno está sostenido por Bachelet, porque ella es la imagen de honorabilidad y de sensibilidad que le permite a todo un segmento de la sociedad chilena abrigar una esperanza de cambio. Por otro lado le permite a la derecha seguir sosteniendo este edificio porque la derecha sabe que en la Nueva Mayoría que se ofrece también está representada.

-¿Para usted el cambio de la Constitución es requisito básico?
-Es fundamental tener una nueva Constitución porque cuando hablábamos de eso la derecha decía que eran cosas que a la gente no le importaban. Que lo que le importaba a la gente era tener su vivienda, tener una escuela donde los niños podían estudiar, tener con qué vestirse, etc… pero la gente comenzó a darse cuenta que La Polar, las Isapres, están bajo un manto que es la Constitución. Porque la Constitución está hecha para pelar mal el chancho. Y para faenar a cada uno a su tiempo, en su momento.

-¿Ha tenido la oportunidad de conversar con jóvenes?
-A veces converso en la calle con algunos cuando se acercan. Se acuerdan que me vieron cuando niños con mi perro en la televisión. Pero sí he hablado con bastante gente del mundo estudiantil. Estoy bien embarcado apoyando la campaña de Francisco Figueroa en Ñuñoa, de Gabriel Boric en Punta Arenas y de Marcela López de Valparaíso. Mis condiciones son que sean jóvenes y que estén involucrados en el movimiento social.

-¿Se siente cercano a ellos? Usted dejó los cargos de primera línea y se quedó fuera…
-Mientras el discurso concertacionista decía que el país progresaba, había otros que nos poníamos muy críticos, que habíamos leído el libro de Tomás Moulian Anatomía de un Mito y que quedamos impactados y que, de uno u otro modo, estábamos bregando en la Concertación por seguir otro camino. Muchos creíamos que había que dejar participar al PC dentro de la Concertación y antes lo que pasaba era que sólo contaban para ganar en segundas vueltas. Pero ahora lo que pasa es que ni siquiera se puede esperar a la segunda vuelta, sino que se necesitan los votos a la primera. Esa es la historia. A mi juicio ahí hay puro pragmatismo.

-¿De parte del PC también hay pragmatismo?
-Sí. Y ellos no lo ocultan. Y el pragmatismo lleva a la Concertación a sacar del subterráneo al Partido Comunista. Pero esto no es un cambio de perspectiva, sino que es una necesidad práctica para tener una nueva mayoría. Porque la Nueva Mayoría son los chilenos que se abstienen, esa es la primera mayoría.

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