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Nacional

11 de Octubre de 2015

Presidente de la Fundación Iguales Luis Larraín explica por qué “me demoré tanto en salir del clóset”

El ingeniero civil industrial detalló que "esa invisibilidad, ese secretismo y tabú me afectaron mucho. Me hicieron perder muchos años en búsquedas inútiles; pololas pantallas, divagaciones, terapias. Cuando descubrí que estaba bien ser gay, que no había ningún problema, me convencí que no tenía que esconderlo. Así empecé a tener un rol público. Descubrí que no los veía porque todo era escondido. Mis amigos trataban de que no se enteraran en sus trabajos o que no supieran sus compañeros de colegio, sus papás o abuelos. Yo siempre fui abierto".

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El presidente de la Fundación Iguales, Luis Larraín Stieb (34), abordó las cosas buenas y malas que implica ser un rostro de la diversidad sexual y de paso reveló por qué “me demoré tanto en salir del clóset”.

En entrevista con el diario LUN, el ingeniero civil industrial manifestó que “la principal ventaja es cuando vas caminando por la calle o estás en el supermercado y la gente se acerca a decirte “buena, sigue adelante”, “gracias por lo que estás haciendo” o te llegan mensajes de apoyo por redes sociales. Esa es la parte bonita. La parte más difícil es el tiempo, porque uno deja de tener vida privada y dedica mucho tiempo a responder solicitudes de las redes sociales, foros, entrevistas, la gente que te pide consejos, cafés. Es infinito”.

Pese a la gran cantidad de pega que tiene por este tema y que le ha impedido disfrutar plenamente de su vida privada, Larraín reconoció que “nunca” se ha arrepentido de esta labor, sólo “te obliga a organizarte, a ponerte reglas y límites. Por ejemplo, trato de no mirar el teléfono después de las 9 de la noche. Hay que aprender a derivar los casos y no tratar de responderlo todo”.

En otros pasajes de la conversación el profesional confesó que “para mí el proceso de asumir públicamente ser gay y tener un rol público fueron simultáneos. Me demoré tanto en salir del clóset, en parte, porque no tenía ningún contacto con gays o lesbianas. Uno de los grandes problemas para asumir tu identidad sexual es la falta de visibilidad de las personas de la diversidad sexual”.

“Es que esa invisibilidad, ese secretismo y tabú me afectaron mucho. Me hicieron perder muchos años en búsquedas inútiles; pololas pantallas, divagaciones, terapias. Cuando descubrí que estaba bien ser gay, que no había ningún problema, me convencí que no tenía que esconderlo. Así empecé a tener un rol público. Descubrí que no los veía porque todo era escondido. Mis amigos trataban de que no se enteraran en sus trabajos o que no supieran sus compañeros de colegio, sus papás o abuelos. Yo siempre fui abierto”, precisó el ingeniero civil industrial.

A la pasada agregó que “eso fue a los 22 o 23 años y dio pie a que empezara a ser conocido como el gay de ingeniería. En Ingeniería de la Universidad Católica nadie salía del clóset. Al principio fue un poco desagradable porque me apuntaban con el dedo”.

Larraín explicó que todo eso se debió a que lo que estudió “es una carrera súper machista. Pero así fui tomando un rol público y mucha gente me empezó a escribir, a mandar correos, contándome que estaban en una situación parecida, pidiendo consejos, ayuda. Me di cuenta de que había una tremenda cantidad de personas que estaban pasando por lo mismo que yo”.

En esa línea aseguró que todo esto “me sirvió para darme cuenta de que, claramente, había un problema de estereotipos. Muchos gays no querían salir del clóset porque no se sentían cómodos con lo que en esa época se entendía como un gay y que era cierta actitud, cierta vestimenta, tipo de trabajo o modos”.

Por otra parte aprovechó de aclarar que el hecho de ser gay y el amor no tienen que ser privados y que eso debe ser tratado de la misma forma como lo manejan los heterosexuales: Ellos “manifiestan su orientación sexual en público al hablar de su polola, o cuando confiesan que le gusta tal o cual persona. A los gay se nos exige que vivamos la relación de pareja en privado, cuando los heterosexuales nunca lo han hecho”.

“Mucha gente dice ‘me da lo mismo lo que hagas mientras estés en tu casa, pero no se den la mano o un beso porque eso es chocante”'”, criticó Larraín, argumentando que “eso es ‘no me gusta como eres, pero te aguanto’. Es un discurso tremendamente discriminatorio”.

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