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Opinión

25 de Octubre de 2015

Política Nacional Docente y Educación Parvularia: ¡Comencemos desde el principio!

Cuando se imparte con altos estándares de calidad, la educación parvularia tiene el potencial de erradicar brechas sociales, esta idea ha sido recogida solo en lo formal dentro de la reforma educacional. Uno de los quiebres claramente evidenciables con este propósito, en la postergación de la entrada de educadores de párvulo con desempeño en niveles de 0 a 3 años.

Danilo Olivares
Danilo Olivares
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Una política nacional docente que no responde a las particularidades de la Educación Parvularia es una política que desconoce la importancia de la niñez. Cuando se imparte con altos estándares de calidad, la educación parvularia tiene el potencial de erradicar brechas sociales, esta idea ha sido recogida solo en lo formal dentro de la reforma educacional. Uno de los quiebres claramente evidenciables con este propósito, en la postergación de la entrada de educadores de párvulo con desempeño en niveles de 0 a 3 años.

Para analizar el proyecto con foco en la primera infancia, Educación 2020 invitó a diversas organizaciones representantes del mundo gremial, académico, formativo y de la sociedad civil a una mesa de trabajo. Respondieron a ese llamado el Colegio de Educadores de Párvulos, Elige Educar, AproJUNJI y las carreras de pedagogía en educación parvularia de las universidades Diego Portales, de Chile y Metropolitana de Ciencias de la Educación. Así, se conformaron los “Diálogos para la Educación Parvularia, comencemos desde el principio”, que estableció aspectos mínimos a que la Política Nacional Docente debe considerar:

-Incluir de forma anticipada a las educadoras con desempeño de 0 a 3 años. En el proyecto actual, quienes ejercen en establecimientos de Fundación Integra y modalidad vía transferencia ingresan al sistema a contar del año 2020.

-Establecer un proceso de inducción que considere las particularidades de cada uno de los niveles de la educación parvularia, además de las distintas modalidades de atención.

-Construir procesos formativos de evaluación, que permitan a nuestras educadoras avanzar en los diversos tramos de desarrollo profesional.

-Establecer una estructura de remuneraciones equitativa, entendiendo que existen elementos como la Renta Básica Mínima Nacional y la asignación de experiencia y reconocimiento profesional, entre otros, que no responden a este nivel educativo y que generan diferencias salariales con docentes de enseñanza básica y media.

-Disminuir el número de niños y niñas por cada educadora y técnico en el nivel, modificando radicalmente los parámetros establecidos por el decreto 115.

-Establecer una proporción de horas lectivas y no lectivas equitativa con otros niveles educativos, ya que no existe una regulación legal al respecto.

Hoy, sí están las condiciones para conformar un sistema nacional de desarrollo profesional docente que atienda estos puntos y acoja a cada profesional de la educación. También existen los consensos necesarios entre sectores políticos, ciudadanía, educadores y docentes.

Pasemos del discurso a lo concreto. Que las prioridades declaradas se transformen en políticas públicas tangibles. Desde el comienzo de la discusión de este proyecto hemos afirmado la importancia y urgencia de renovar la profesión docente, tanto en su formación inicial, como condiciones de ejercicio y desarrollo profesional. Han sido casi seis meses de discusiones tormentosas, de miradas sesgadas, de omisiones al nivel parvulario, el eslabón más vital para construir un nuevo sistema educativo. Que no pasen otros seis meses sin enmendar este error.

*Danilo Olivares es investigador de Política Educativa de Educación 2020

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