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Opinión

20 de Marzo de 2016

Columna: Mujeres bajo sospecha

(*) El cuerpo de las mujeres y de su capacidad reproductiva sigue siendo en estos días un campo de disputa política marcado por la enorme creatividad de algunos de los parlamentarios para imponer más y más trabas para que las mujeres ejerzan derechos que no son permitidos en Chile y que ya han sido conquistados […]

Ximena Valdés
Ximena Valdés
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(*)

El cuerpo de las mujeres y de su capacidad reproductiva sigue siendo en estos días un campo de disputa política marcado por la enorme creatividad de algunos de los parlamentarios para imponer más y más trabas para que las mujeres ejerzan derechos que no son permitidos en Chile y que ya han sido conquistados en la mayoría de los países del mundo occidental.

Este 8 de marzo hubo una gran manifestación en la Alameda en que miles de jóvenes, mujeres adultas, personas de ambos sexos y distintas opciones sexuales portaban pancartas por el aborto por las tres causales y también por el aborto libre.

La calle mostraba aquel día que la sociedad chilena caminaba mucho más rápido que algunos miembros algo fósiles de su clase política.
Paradojalmente de esta enorme manifestación poco y nada salió en la TV y la prensa escrita. Poco importan, como vemos, las mujeres y sus reclamos en los medios de comunicación y menos aún, a juzgar por el debate parlamentario del 16 de marzo, para algunos miembros del Parlamento. Los derechos y las demandas de las mujeres son resueltas a sus espaldas, negadas, con resultados que no enorgullecen a nuestro país.

Al respecto, recordemos que los creativos argumentos esgrimidos en el Parlamento para frenar la interrupción del embarazo por las tres causales responde, en buena medida a uno de los últimos actos de la dictadura militar que eliminó la muy antigua normativa sanitaria del aborto terapéutico. Acá en Chile en este campo no avanzamos sino por el contrario, retrocedemos. Habitamos un país singular cargado de ideas que lo han hecho estar entre los primeros del mundo más retrógrados: hasta el 2004 estábamos en los primeros lugares del ranking de los países anti-divorcio mientras hasta ahora estamos en los primeros puestos del ranking de aquellos países cuyas leyes impiden que las mujeres tengan soberanía sobre sus propios cuerpos.

Para conservar dichos puestos en el ranking mundial de los países con mayor capacidad de hacer de las mujeres una categoría social sujeta al imperio de “la ley del falo”, el debate de los parlamentarios dio prueba de una enorme creatividad al refrendar y enfatizar diversas ideas y dispositivos en que para realizarse un aborto por alguna de las causales las mujeres deben cumplir una serie de “pruebas de la blancura” impuestas por estos parlamentarios entre quienes se encontraba uno realmente insultante que comparaba la ley en debate con el genocidio nazi contra los judíos. ¡Qué vergüenza gente tan falta de respeto con las víctimas del holocausto y tan ignorante! Otro gritaba que se iba a acabar la Teletón. ¡Increíble! Otro, más allá, apelaba a los derechos humanos aunque un parlamentario de su mismo partido -la DC- con no poca indignación le recordaba que hubo tiempos que de verdad había que reclamar por los derechos humanos y no quedarse callados.
Estas trabas que ponen en jaque el ejercicio de los derechos reproductivos de las mujeres está probablemente anclada en la percepción sobre el carácter no confiable de las mujeres –“mentirosas”, como dijo el ex Ministro de Salud de Piñera- y lo que es más grave, en la idea de que las mujeres no pueden, por el imperio de esta ley maldita, la del falo, hacerse cargo de sí mismas y sus decisiones.

(*) Ximena Valdés es Directora del Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM) y académica de la Escuela de Geografía de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Geógrafa y Licenciada en Geografía, Universidad de París VII Denis Diderot, Francia. Magíster en Letras-Geografía, Universidad de París VII Denis Diderot, Francia. Doctora en Estudios Americanos, m/Historia Económica y Social, Universidad de Santiago de Chile.

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