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Opinión

19 de Junio de 2016

Raúl Torrealba: “Vitacura es lo más aspiracional que hay”

Va a cumplir veinte años al mando de Vitacura, la comuna con la mejor calidad de vida pero que según él también tiene sus penurias y tristezas, sólo que puertas adentro. Hace unas semanas, Raúl Torrealba –ex rugbista, hincha de la UC, militante de RN, fanático de los caballos y las tradiciones chilenas– sorprendió con el anuncio de la creación de una farmacia popular en su comuna, bautizada primorosamente como Vita Botica, para los vecinos venidos a menos o “pobres con corbata”. Aquí, el edil que va por su sexta reelección defiende haber replicado la idea de un alcalde comunista y habla de su gusto por la cueca y la música clásica.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
Por
Raúl Torrealba

Lleva casi veinte años en Vitacura. Es como un alcalde vitalicio.
–Sí. Pero hay varios que llevan muchos años más y siempre me cargan el cuento a mí. Está el Johnny Carrasco, Pavez, Puyol… Pero no importa, me encanta lo que hago. Y tampoco es que me haya tomado esta alcaldía ni le haya hecho un portonazo, ja, ja, ja. La última vez saqué más del 81% de los votos.

¿No lo cambiaría por un sillón en el Congreso?
–Jamás. No creo en la carrera política. Tampoco me imagino en el Parlamento, sentado ahí, esperando que me toque hablar y no me dejen “porque a tu comité no le toca”. No estoy pa eso.

¿Se imagina una vida fuera de la alcaldía?
–No nací alcalde, ni voy a morir alcalde. He hecho muchas cosas en mi vida: en la empresa, en los gremios, en el deporte. Pero me gusta la alcaldía: es una empresa que tiene por objeto la calidad de vida de los vecinos.

¿Usted ve al municipio como una empresa?
–Sí. Hay una actitud proactiva de ayudar a los vecinos, propia de una empresa, que tiene que darles facilidades y no atenderlos con mala cara cuando van al municipio.

¿Le gusta mandar, ser el jefe de esta “empresa”?
–Asumo la responsabilidad del mando, pero soy un gran delegador. Creo en los equipos más que en las personas. En Vitacura hablamos de la mano y no del dedo. Un dedo es muy útil pa dar vuelta las páginas, pa marcar en el celular, pa rascarse la oreja, pero la mano es la realmente eficiente.

POBRES CON CORBATA

Vitacura era la comuna con mejor calidad de vida en Chile. Entiendo que ya no está en el primer lugar.
–Sigue siéndolo. En la medición del PNUD de calidad de vida somos la primera. En la que hace la Universidad Católica estamos segundos después de Las Condes, pero porque no tenemos metro ni malls. Y no los tenemos porque esto es más bien un barrio. Pero, en el fondo, esta cuestión no se trata competir con el de al lado para decirle güichipirichi o sacarle la lengua, sino de competir sanamente para darle más comodidades a la gente.

Vitacura es también la comuna más rica del país. De hecho, no tiene ni poblaciones.
–No las hay. Y es muy lamentable que existan. Tenemos que trabajar en Chile todos –el gobierno, la oposición, los gordos, los flacos– en ir eliminando las inequidades. En Vitacura igual tenemos muchos problemas, como todas las comunas, pero con distintas intensidades. Tenemos problemas de seguridad, salud, educación… como todos.

De ahí, entiendo, surge la idea de la farmacia popular en Vitacura. ¿Por qué le puso Vita Botica?
–Es que usamos el concepto de Vita para varias cosas: Vita Joven, Vita Niño, Vita Integración, Vita Emprende y ahora Vita Botica.

Esta idea surgió de un alcalde comunista. Muchos en su sector pelaron la iniciativa por populista.
–Así es. Bueno, cada maestrito con su librito. Yo, más allá de criticarla, veo cómo es aplicable en Vitacura.
Te voy a contar una cosa. Quién es el primer alcalde que puso las bicicletas públicas. ¡Este alcalde! Quién es el primero que puso los Puntos Limpios y el reciclaje. ¡Vitacura! Pero los alcaldes no tenemos que competir por eso. Si creamos algo que a la gente le gusta, hay que replicarlo. Y eso es lo que hice con la propuesta de Jadue.

Al final, muchos de la derecha que pelaban la iniciativa ahora tienen farmacias populares en sus comunas…
–La verdad es que no sé. Solo me interesa que en Vitacura hay gente que requiere de atención en materia de fármacos y estamos tratando de ir en auxilio de ellos. El resto es puro verso. Mira, cuando partió el tema de la farmacia popular de Recoleta, todo el mundo habló que aquí que allá, que pum pum pa, se volvió un tema de primer interés. Y evidentemente, aquí también me preguntaron: oiga, alcalde, ¿y nosotros? Y buscamos una forma de responderles a estos vecinos que querían una farmacia popular.

Paseando por la comuna, cuesta imaginar que la gente sufra penurias económicas. ¿Por qué crear una farmacia popular?
–Te equivocas. En Vitacura tenemos los mismos problemas que en todos lados, solo que con intensidades distintas. Cuando voy a las sedes vecinales, no falta la persona que lo está pasando mal económicamente.

Usted dijo que en Vitacura hay muchos pobres con corbata.
–Sí. La pobreza de Vitacura es menos visible, es de la puerta para adentro. No es como la pobreza de un campamento.

¿Cómo es, entonces?
–Mucha gente, sobre todo de la tercera edad y a la que durante su vida activa les fue bien, ahora están venidos a menos. Trabajaron en empresas, fueron profesionales, funcionarios de aquí y allá, construyeron una familia. Pero cuando llegaron a la tercera edad pasaron a jubilación y, con lo malas que son las pensiones, reciben una porquería de dinero. Entonces ya no tienen para seguir manteniendo esa casa, pagar las contribuciones, pagar la luz y el gas, seguir llevando la misma vida. Los hijos están lejos… Ahí vienen los problemas. Así es la pobreza con corbata. Y es gente que no está acostumbrada a ir a los programas asistenciales, porque toda la vida se las ha valido por sí misma. Es que los viejos también tienen su dignidad. No quieren vivir de la ayuda, quieren ser autosuficientes. No porque sean viejos van a ser unos mendigos de la vida.

Y seguramente no quieren mostrar que están pasando por un mal momento. Prefieren seguir aparentando.
–Pero eso pasa en todos los niveles. Y aquí, claro, también hay pitucas sin lucas que tratan de vivir de las apariencias. Todos queremos parecer más de lo que realmente somos, o de repente nos da vergüenza transparentar la realidad. Antes había un libro que lo hacían leer en el colegio, se llamaba Veraneando en Zapallar y era sobre una familia que había sido muy poderosa, pero estaba muy venida a menos. Entonces, en el verano se encerraban en la casa y decían que se habían ido a Zapallar. De alguna u otra forma eso debe seguir pasando. Porque los chilenos somos todos, todos, pecho de pato. Queremos sacar pecho para todo.

Pero Vitacura no pareciera ser una comuna aspiracional. Los new rich prefieren Chicureo o Lo Barnechea.
–No, estás súper equivocada. Vitacura es lo más aspiracional que hay. La demanda por vivir aquí es feroz, sólo que no hay más lugar donde venirse. Y la cultura aspiracional no es algo que yo pueda modificar, es lo que hay en la sociedad. El país ha tenido unas cuantas décadas de gran crecimiento, de muchas bondades tecnológicamente hablando… Mire, los autos. Cuando yo era cabro chico, los autos eran una cosa rara. O los teléfonos. Y a mí encanta que la gente tenga más comodidades, pero ojalá sean solidarios y se den cuenta de que hay otra gente a la que le falta.

¿Quiénes van a tener acceso a la Vita Botica? ¿A los vecinos les pedirán ficha de protección social?
–Sí, esos están todos inscritos en el Cesfam. Hay casi veinte mil inscritos en la comuna. No se trata de ser excluyente, pero sí de fiscalizar que el asunto no sea una chacota. Por eso les vamos a dar remedios al costo solo si vienen con la receta, porque acá en Chile somos buenos pa tomarnos el codo.

CACEROLAZOS

La agenda antidelincuencia partió en su comuna, cuando le entraron a robar a la casa al ahora diputado Gonzalo Fuenzalida…
–Las cosas no son ni del diputado ni del alcalde. El tema de la delincuencia está en la pretensión de todo el mundo. Usted lo que más quiere es seguridad. Quiere ir al trabajo, al carrete, a pasear, con tranquilidad.

Pero en Vitacura aparecieron los cacerolazos antidelincuencia…
–Sí, eso sí, pero también pasó en todo el país.

Pero desde Vitacura surgió el llamado. ¿Qué tan grave es la delincuencia en la comuna como para que se organicen cacerolazos?
–Mientras haya un delito, es grave. Oiga, Maca, usted no sea pasionaria. Esa cuestión de los cacerolazos ya ni me acuerdo cuándo fue. Y el tema de la delincuencia, en Vitacura y en la quebrá del ají, es grave. Nadie quiere vivir en la inseguridad.

¿En su comuna tienen estos globos aerostáticos que sapean a la gente?
–No, solo tenemos globos para los cumpleaños, ja, ja, ja.

¿Por qué no?
–¿Y por qué sí? No estimamos que en Vitacura fueran de utilidad necesaria para cumplir con fines de seguridad. Por lo tanto, no tenemos globos en Vitacura.

Lo hemos visto en marchas apoyando la labor de Carabineros.
–Sí. Aquí estamos siempre dispuestos a sacarles la mugre a los carabineros y no reconocerles la tremenda, abnegada y durísima labor que hacen. Ahora, si los carabineros cometen excesos, tendrán que pagar por ello, y esas instancias de control existen: el alto mando, el ministerio del Interior, la subsecretaría de Prevención del Delito. Ellos están fiscalizados enormemente. Pero también dejemos que nos protejan a nosotros. Porque qué queremos: tranquilidad para hacer las cosas. El derecho a manifestarse, perfecto. Pero una cosa es manifestarse y otra es destruir. Mire lo que pasa de repente con las marchas, que no sé por qué tienen que ser todas por la Alameda. ¿Qué pasa con todos los comerciantes? Están fregados.

¿Autorizaría una marcha en Vitacura?
–Siempre que sea segura y ordenada. Pero el problema son los encapuchados que se infiltran. No creo que sean gente de la manifestación, son gallos que se esconden en la masa para hacer daños.

¿Qué le pareció que destruyeran un Cristo de la iglesia Gratitud Nacional?
-Atroz, nomás. Y hubiese ocurrido en una mezquita, en una sinagoga, en cualquier parte. Respeto el derecho a manifestarse, pero que lleve incluido el respeto por el prójimo. Y aquí yo creo que se nos fue el caballo al galope tendido.

PATRIOTA

Vitacura es una comuna más bien conservadora…
–Es una comuna donde viven muchas personas que pueden ser como quieran. Hoy pueden ser A y mañana B. Pero la tendencia actual es bastante conservadora.

¿Usted es igual de conservador?
–Soy una persona que vive en este país y tengo mi posición respecto a distintos temas, pero una cosa es lo que yo sea como persona y otra es lo que haga como alcalde. Pero soy un chileno normal: un tipo de posiciones de centro derecha, pero sin sentirse ni conservador ni liberal.

¿Está a favor de respetar las libertades individuales?
–Absolutamente.

¿Está a favor de que sea la mujer la que decida si aborta o no?
–No. Estoy en contra del aborto. Es muy lamentable. Aparentemente, el aborto trae más perjuicios que beneficios.

¿Qué piensa del matrimonio homosexual?
-La Unión Civil es un paso importante. Si hay una pareja de dos mujeres que quieren que esa relación produzca obligaciones y derechos, debe haber una institución que les garantice eso de manera estable. Y si se llama matrimonio o no, no debiera ser problema.

¿Qué le parece la idea de cultivar marihuana medicinal, como lo hizo el alcalde Carter?
–No me parece. Hace unas semanas tuve una charla con la gente del SENDA que me dijo que la marihuana no es positiva, y que es peligrosa. Ellos la desaconsejan. Y no tengo más antecedentes. Yo nunca he fumado, no sé ni fumar cigarros. Pero lo que veo es a jóvenes que de la marihuana pasan a otras drogas. Y la droga es atroz para las personas.

Usted es de los alcaldes con más espíritu patriota. Son una tradición sus celebraciones dieciocheras con caballos y huasos.
–Sí, soy muy patriota. Pero no confundamos el gusto por los caballos y las tradiciones de familia con lo patriota. Yo puedo haberme criado toda una vida en un departamento, no haber andado nunca en caballo y ser patriota. Pero sí, soy las dos cosas. Tengo un alto concepto, cariño, respeto y amor por nuestra patria. Y soy muy ahuasado. Me gustan los asados, la cueca, las tonadas, el caballo, el campo. A los huasos los considero gente tan sencilla, pero tan sabia. Son de un ladinismo sano.

Le gusta la chilenidad, pero en su comuna casi todos los locales tienen nombre afrancesados o gringos…
–No es tan así. Vitacura es bien chilensis. Hay panaderías con nombre francés, pero están las otras típicas: Los Castaños… De todo debe haber en la viña del Señor.

¿Le gustan Los Huasos Quincheros?
–Me gustan, como también la cueca pícara y Los Jaivas. Pero no soy un experto en la materia.

¿Víctor Jara?
-No conozco mucho a Víctor Jara. Está hablando con un gallo ignorante en estos temas. Por ejemplo, me encanta la música clásica, me produce satisfacción y tranquilidad, pero no sabría decirle si un tema es de Mozart o de Schubert.

¿Por qué le dicen Tronco?
–Por un partido de fútbol en el Saint George. Teníamos que ganarle a un equipo chico como sea, pero nos iban ganando porque tenían un centrodelantero muy grandote. Y el entrenador me dice: “oye, Torrealba, tú que te creís tan fuerte porque jugai rugby, marca a ese”. Tuve tanta suerte que en la primera jugada le pegué una trancada, toda lícita, a lo Gary Medel, y el gallo se pegó un conchazo. Y ahí me dijo un jugador: “¡Estai como un tronco de firme!”. Eso fue en el año 62. Desde ahí que para todo el mundo, hasta para mis nietos, soy el Tronco.

Yo pensé que le decían tronco por lo tieso…
-No, si yo no soy tieso, soy un crack. Tú no sabís lo que soy yo.

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