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Opinión

6 de Diciembre de 2016

Columna: Emigración y votos

Como ahora casi no quedan comunistas ni masones, el emigrante ocupa un lugar de antagonismo espurio que sirve al propósito de levantar falsos programas de materia hueca. A estas alturas, después del Brexit y de Trump, hasta parece ridícula la copia. Pero poco importa imitar si con ello se gana lo que estaba en el aire.

Modesto Gayo
Modesto Gayo
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Día internacional del migrante A1

La violencia que sufren los pueblos no refleja la bondad de las personas. Ser emigrante, igual que ser pobre o mujer, no es una categoría esencial a partir de la cual podamos derivar una gran comprensión del ser humano, y menos de lo que debería ser. Es más bien el uso que se hace de estas categorías lo que termina dotando a las personas de un contenido que a menudo no sienten como propio. Un típico uso espurio es el que se produce en las elecciones, en las cuales siempre se confiesa un tiempo después que se hicieron circular mentiras con el propósito de confundir al electorado para ganar votos a través del descrédito fundamentado en pseudo-verdades. ¡Para qué hablar de nuevo de “El Mercurio miente”!

¿Qué significa ser emigrante? Si lo pudiese reducir en una sola frase al llegar unas elecciones, consistiría en una oportunidad para fundar una campaña electoral cuando se tiene muy poco que ofrecer. Como ahora casi no quedan comunistas ni masones, el emigrante ocupa un lugar de antagonismo espurio que sirve al propósito de levantar falsos programas de materia hueca. A estas alturas, después del Brexit y de Trump, hasta parece ridícula la copia. Pero poco importa imitar si con ello se gana lo que estaba en el aire.

Queda por saber si este proto-discurso llegará a la parte final de la carrera presidencial que ya comenzó. Queda por determinar el futuro de lo que significa la emigración en Chile. Como un país acomplejado frente a Europa y sobre todo Estados Unidos, parece legítimo importar ideas, sin atender a cuál es su color político original o por qué llegaron a coagular de ese modo. El fotomatón ideológico, el aquí te pillo aquí te mato, el pillarlas volando, la “picardía del chileno”, la oquedad verbal, el vacío, la nada sin ser algo que merezca la pena denominar.

Al menos si hubiesen hecho bien los cálculos. Al final, la discusión se trenzó del siguiente modo. Alrededor de un 1,5% de los inmigrantes han sido condenados por algún delito. Existiría un similar porcentaje de chilenos en la misma situación. Sin duda, hay que ver bien los datos. Por un lado, no sabemos de qué tipo de delitos (¿o faltas?) hablamos. ¿Son igual de graves?, ¿tienen alguna naturaleza específica? Por otro lado, el número parece muy alto. Es como si entre 1 y 2 niños de cada tres cursos del colegio fuesen de algún modo delincuentes. Con que hubiese uno, a mí ya me parecería mucho. Pero siendo así, además, habría que estudiar la distribución etaria y de género de la población. Si los hombres jóvenes delinquen más, y si la distribución de emigrantes es más bien masculina y joven, el promedio de los inmigrantes debería ser bastante superior al de los chilenos para mostrar cifras similares. Si fuese así, descubriríamos que los recién llegados a Chile podrían incluso delinquir mucho menos. Esto daría para un programa de humor en el que se podría representar algo así como a un juez decidiendo quién debería irse en base al porcentaje de delincuentes en su comunidad.

Todavía no son muchos los emigrantes en este país y a algunos ya les parecen multitud. Este parece ser un buen momento para ver la película Cosas del otro mundo de Francesco Patierno, en la que los inmigrantes desaparecen un día sin previo aviso, cumpliéndose el deseo de un conductor de televisión xenófobo. Veamos ahora cómo sigue la carrera presidencial, que ya parece que se va a convertir en un culebrón o una teleserie donde la confusión, las medias verdades y el hablar al achunte configurarán la agenda y las conversaciones de los comités políticos. Quizás en su próxima película un alter ego de F. Patierno retrate como sería un mundo sin oligarquía.

*Modesto Gayo es académico de la Escuela de Sociología de la Universidad Diego Portales

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