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17 de Marzo de 2017

Anita Rico, una mujer chilena del otro lado de los espejos

A cuarenta y siete meses de haber odiado los espejos que reflejaron su imagen con 130 kilos de peso, la atleta chilena Anita Rico será el domingo en el challenge de marcha de Monterrey una prueba cardinal de la existencia de los milagros. “Días antes del nacimiento de mi hija Margarita la pesa marcó 130 […]

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A cuarenta y siete meses de haber odiado los espejos que reflejaron su imagen con 130 kilos de peso, la atleta chilena Anita Rico será el domingo en el challenge de marcha de Monterrey una prueba cardinal de la existencia de los milagros.

“Días antes del nacimiento de mi hija Margarita la pesa marcó 130 y sentí vergüenza al ver en qué se había convertido la deportista que fui hasta los 21 años”, cuenta a Efe Rico, originaria de Puerto Saavedra y residente en Angol, centro sur de Chile.

Rico era una niña de la escuela Secundaria cuando descubrió el atletismo; se entrenó en la prueba de caminata y alcanzó el cuarto lugar en los Juegos Sudamericanos, pero se casó y tres embarazos consecutivos en los que se alimentó pésimo dispararon su peso.

“Antes de la llegada de Facundo, mi primer hijo, subí de 60 a 90 kilos; a dos meses de su nacimiento me embaracé de Gaspar y pasé de 100. En el año 2013 llegó la niña y no me gustó lo que vi del otro lado de los espejos”, confiesa.

Aunque su esposo Luis Patricio le decía que estaba linda, Anita lamentó haber perdido la elasticidad y se sintió incapaz de juntar los brazos. Entonces comenzó a caminar 15 minutos al día porque intentar un ejercicio más fuerte era imposible.

Bajó a 100, empezó a trotar, se subió la bicicleta y dejó 20 kilos más en el camino. Entonces le pidió ayuda a su maestro de antes, sin embargo el técnico se negó aceptarla con el pretexto de que de joven Anita había sido poco constante.

“No me di por vencida, busqué a Guido Núñez, el entrenador de la selección nacional, y con él comencé a hacer distancias largas y mantuve una alimentación sana basada en frutas, jugos naturales, legumbres, vegetales, caldos de verdura y cosas sanas”, explica.

Había resuelto sus rencores con los espejos pero sufría el dolor de haber desperdiciado su talento y en enero pasado pidió licencia en el tribunal de Angol donde trabaja como técnico jurídico.

“Fue un permiso sin sueldo para entrenarme dos veces al día cómo las profesionales. No tenía para pagar las deudas, pero seguí a mi corazón y el dinero apareció”, revela.

Sus hermosos ojos negros volvieron a ser risueños cuando Rico llegó a 63 kilos, menos de la mitad de los que pesaba, y el pasado domingo hizo 1h 50:47 en el challenge mundial de Chihuahua en el que sintió una dicha infantil por pasar de sedentaria a rival de la subcampeona olímpica mexicana Guadalupe González.

“Me sentí rápida; cuando quedaban pocos kilómetros la altitud me afectó, pero igual mejoré por cuatro minutos mi mejor tiempo y sé que lo mejor está por venir; según mi maestro, estoy lejos del techo”, dice.

Este domingo en Monterrey será ignorada por las cámaras de la televisión y los fotógrafos no le harán caso, pero la chilena Anita Rico será una presencia milagrosa, aún cuando acabará como tres kilómetros detrás de la campeona.

“En algún momento se burlaron de mi, me dijeron vieja loca y gorda. Ahora quiero regresar a los Juegos Sudamericanos y llegar a los Olímpicos”, anuncia convencida de que es una meta tan difícil de lograr como haber bajado 67 kilos de peso en menos de cuatro años.

Por lo pronto celebrará su cumpleaños el próximo 17 de abril feliz del otro lado de los espejos, a los que agradece que le hayan dicho la verdad a la cara porque gracias a eso recuperó la salud.

“Me quedan ocho y los puedo bajar si erradico el pan y disminuyo las pastas y el arroz. Con 55 kilos de peso seré mucho más veloz”, asegura.

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