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Opinión

12 de Octubre de 2018

Alex Anwandter, músico: “Desencantarse con la izquierda es un lujo que no nos podemos dar en este momento”

Previo al lanzamiento oficial del disco "Latinoamericana" en nuestro país, a realizarse el 18 de noviembre en el Teatro Universidad de Concepción y el 22 de noviembre en el Teatro Caupolicán, Alex Anwandter conversó con The Clinic sobre contingencia, música y el quehacer ciudadano. 

Catalina García
Catalina García
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Hoy llega a todas las plataformas de streaming “Latinoamericana”, el nuevo disco del músico chileno radicado en Estados Unidos. Con vocación poética y no política, el sucesor de “Amiga” deja descansar por un rato la indignación y se entrega a la pulsión compositiva. 

Previo al lanzamiento oficial en nuestro país, a realizarse el 18 de noviembre en el Teatro Universidad de Concepción y el 22 de noviembre en el Teatro Caupolicán, Alex Anwandter conversó con The Clinic sobre contingencia, música y el quehacer ciudadano.

A raíz de este disco, leía que “estás más confiado que nunca” con las canciones, con el material final. ¿Qué te da esa seguridad?

– Igual ya se me pasó. Es como una sensación que va y viene en verdad. Unos días uno se siente más seguro y otros días no, así que me tendrías que preguntar en otro momento.

¿No será porque estás a punto de estrenar el disco?

– Sí, puede ser. Yo creo que me refería a que el disco tiene mucha cohesión, cosa que no me había sucedido en otros discos, sobretodo en los últimos. Eso me dejó con una sensación de confianza, de estar haciendo algo más sólido.

“Amiga” fue un disco indudablemente político. Canciones como “Manifiesto” o “Mujer” lo reafirman. Latinoamericana sin duda no se queda atrás, ¿qué papel juega este disco dentro del activismo que llevas dentro del plano musical?

-Yo el disco nuevo no lo encuentro político honestamente. Creo que es mucho menos explícito que el Amiga, ese disco era mucho más concreto, como que casi enumeraba los temas que quería tocar. Latinoamericana es mucho más abstracto y más poético. Tiene un sentido más histórico. Quizás es más político porque la historia y los temas más personales son temas políticos al fin y al cabo, y es difícil desprenderse de esa manera de pensar o quizás incluso de leer mis canciones. Pero yo no lo enfrenté pensando en “con este disco voy a decir cuáles son mis ideas políticas y qué es lo que propongo”. Por un lado siento que ya está más que claro lo que conozco y por otro creo que ya lo hice ya.

Considerado entonces que tu lírica en Latinoamericana suena más abstracta. ¿Te interesó complejizar tus letras o solo cambió la forma de expresar tus ideas?

– No de complejizar, sí quizás de hacerlo más poético. Finalmente esto igual es arte, no son panfletos, esa es la idea. Hay todo un mundo de poesía y de lírica y de una tradición que tenemos en Chile y en Sudamérica que me interesaba explorar.  

Eres un artista político, que siempre expresa sus opiniones en torno a temas como la violencia, las discusiones de género, entre otros. ¿Sientes que los artistas deben tener un punto de vista sobre lo que ocurre en la sociedad?

– Sí, no necesariamente en su arte. Me parece una exigencia un poco absurda de pedirle a todo arte que incorpore una lectura política. Se me hace súper importante que  los artistas se definan y actúen, en la manera en que analizan y defienden su trabajo. Pretender que están aislados de la sociedad me parece no falso sino como medio dañino. Taylor Swift, por ejemplo, salió del clóset político. Habían sido diez años de especulaciones y era súper raro, porque es una persona que está en contacto con la gente y es un hilo de la sociedad. Que ese hilo que se haga el leso respecto a algo tan profundamente personal como es la política es una cosa muy extraña.

De alguna manera complejizaste el pop en términos compositivos. Pusiste temas en la mesa, puntos de vista cuando pasó lo de Tea Time, también te referiste al machismo en el mundo gay.  ¿Todos estos temas han sido fruto de tu propia indignación o lo has visto como parte de tu responsabilidad como artista?

– Es fruto de mi indignación. Alguien me preguntó el otro día cómo no se estaba hablando sobre un tema parecido y yo lo único que podía pensar era por ejemplo que el aborto en el caso mío no es un tema abstracto, son las vidas de mujeres que están cerca mío. He tenido amigas que han estado apunto de morirse por abortar clandestinamente en Chile y por supuesto que he tenido un montón de amigas que han tenido que abortar. Es una cosa súper fuerte en lo personal y no es como “uy qué heavy que el estado pretenda ser dueño de sus cuerpos”, cosa que sí se me hace fuerte como una idea abstracta. Lo que verdaderamente impacta es lo que le pasa a mis amigas y a la gente que te rodea. Estoy absolutamente seguro que no soy la única persona a la que le pasa eso.

¿Y qué te hizo a ti incorporar esa lectura política dentro de tus composiciones?

-Fue un proceso. No fue una cosa tipo “lo logré y ahora todo es político”. Pero sí, para mí claramente el “Rebeldes” fue como el inicio de lograr cristalizar la unión entre mis preocupaciones personales y los temas políticos del contexto mío, que es Chile obviamente. Y fue súper influido por una cosa súper concreta que fue ir a las marchas, a las tomas y estar súper metido y empatizando con todo e ir a cantar canciones que no tenían que ver con nada de lo que estaba pasando.

¿Cómo te nutre, tanto como ciudadano y artista, ir a las marchas e involucrarte en causas sociales?

-Como ciudadano es un apoyo no más. Es como que claro, estaba en un escenario, pero también fui a un montón de marchas a marchar no más po’h. Y como artista, para mí fue la necesidad de cerrar esa brecha o acabar con esa disociación entre nuestras convicciones y la manera en que vivimos. Y para mí, como soy artista y el arte es una cosa que debería ser auténtica, necesariamente se tuvo que incorporar toda esa esfera de mi vida y de mi pensamiento en mi trabajo.

¿Para ti la música y el cine son herramientas complementarias para transmitir mensajes o hay cosas que puedes expresar en una y en la otra no?

– Es una súper buena pregunta que en cierto grado es imposible de responder, y eso es algo bueno. Creo que el arte tiene un montón de cosas y todo su efecto es incuantificable, no se mide. Eso es lo mágico de lo que tiene y por eso seguimos volviendo una y otra vez al arte. No es suficiente una sola película sobre un tema. No nos basta una sola canción política. Vamos a seguir haciendo cosas así por bastante tiempo. El cine se me hace desde la escritura y la dirección un ejercicio más intelectual, mientras que la música es algo mucho más intuitivo en la parte de la composición. Entonces ahí puedo satisfacer los dos lados de mi cerebro con esos dos idiomas. Igual se entrecruzan, tampoco soy un robot cuando escribo un guión pero sí, creo que el cine es como una ingeniería de emociones y temáticas y la música puede ser mucho más irracional.

En entrevista con Indie Hoy, también dijiste que tenías un guión escrito para una nueva película. ¿Sobre qué va? ¿Cuáles son los temas que te interesa ir explorando?

– Es sobre….Ay, no sé si decirlo todavía jaja.

Un adelanto chico aunque sea.

-Es como un melodrama social, que es una onda que me gusta un poco. Se trata sobre cómo uno puede ser oprimido y opresor al mismo tiempo, una cosa que me interesa bastante como tema.

¿Cuáles son los temas que te interesaría explorar a futuro?

-No sé. Igual intento no hacer eso. No me aproximo a mi trabajo como una lista de temáticas que tengo que ir tachando, si no que veo que me está pasando emocionalmente y desde ahí intento hacer las conexiones, desde lo emocional a lo más concreto. Pero tiene que tener una raíz de emoción. Me cuesta mucho hacerlo en frío, y no le veo mucho el punto. Obviamente que hay mucha gente que ha escrito cosas mucho más bacanes y mucho más inteligentes que yo. Lo único que puede ofrecer un artista  es algo real, algo auténtico.

Locura

 

Justo ayer se llevaron a cabo las elecciones en Brasil, y aunque hay segunda vuelta, Bolsonaro se impuso, pese a la misoginia, el racismo, la homofobia.  Su triunfo significaría, quizás, una validación de la derecha en la región. ¿Te asusta ese giro a la derecha que está dando el mundo?

Lo encuentro aterrador. Encuentro que me da la sensación de algo que está más en un inicio que en un peak. Y no sé, como que intenté no hacer un disco demasiado deprimente, pero siento que el disco está super informado por esa sensación de, no sé si apocalíptica, pero claramente va todo en una dirección súper mala.

¿Y cómo ves ese desencanto con la izquierda?

– He pensado más en el auge de este nuevo fascismo que en el desencanto de la izquierda. Pero claramente hay una cosa emocional que la izquierda no logra satisfacer creo. De cierta manera la idea de ser de izquierda es una idea abstracta.

¿Y tú estás desencantado?

-No lo pienso en esos términos honestamente. Quizás soy más pragmático en el sentido que siento que desencantarse con la izquierda es un lujo que uno puede permitirse en ciertos momentos, y este no lo es, porque si no pasan cosas como Bolsonaro, Piñera, Macri, Trump o todo tipo de cosas.

Hace poco el diputado Gabriel Boric publicó en su redes que se tomaría un descanso para tratar su TOC. ¿Crees que la salud mental en Chile todavía es tabú?

-Absolutamente. Es un prejuicio bastante antiguo eso, de la generación de nuestros padres. Probablemente para ellos ir al psiquiatra es de gente loca, y eso se mezcla con lo prohibitivo que es económicamente tratarse la salud mental y con la calidad de vida y la cantidad de horas que hay que trabajar en Chile para ganar la misma cantidad que se gana en otros países, que es obsceno.

¿Es “Locura”, tu canción, un guiño a esta problemática?

-Sí, totalmente. Si bien vivir de la música en Chile es un privilegio, por cierto, tampoco estamos tan aislados de la dificultad que significa vivir en una sociedad como la nuestra. Para mí, por decirte cualquier cosa, tener una casa es algo que ni siquiera pienso, porque no puedo no má. Y creo lo mismo con la previsión o los seguros médicos: todo eso uno como artista está súper como desamparado y nada, el arte sufre sus propios problemas y no es para echar una competencia pero claramente no es fácil para nadie.

 Ser músico no te garantiza entonces una “buena vida”.

-Por supuesto. Siempre lo menciono porque se me hace como impresionante. Yo creo que de mi edad -y que yo ya no soy tan joven-, deben haber como unas cinco personas en Chile que puedan vivir de la música, no creo que mucho más. Así diez, siendo muy, muy generoso. Eso es una cosa que se me hace impresionante. Digo de mi edad porque para abajo, más jóvenes, mucho menos van a haber. Se me hace increíble, creo que dice un montón sobre las situaciones en que estamos, y no lo digo juzgando. Yo entiendo que la gente no tenga plata para gastar en cultura y sobretodo con gobiernos que no la fomentan. Pero también el país la necesita (cultura) y los artistas la tienen muy difícil.

Cito una frase de Malinche: “Disfrazado de clase media, renegando de tu mansión”, ¿de dónde viene esta crítica?

-Igual yo sabía que me iban a preguntar algo cómo “ya, a quién le escribiste Malinche” (ríe), pero Malinche no está escrita para nadie en particular. Uno como compositor usa esos trucos de escribir una canción a alguien sólo para explorar temas. Y Malinche dispara en muchas direcciones al mismo tiempo, y eso esa es una frase que dispara en una dirección específica que no sé. Obviamente que tiene una inspiración en alguien en particular pero no me interesa…

¿Entrar en polémicas?

-Sí, porque para algo está Facebook jaja.

Vamos a esperar las teorías de los fanáticos entonces….

-Igual a mí se me hace una buena frase porque acusa de un cierto fenómeno que es el abajismo.

¿Tú qué opinas de eso?

-Es bueno tocarlo, siento. El ejercicio de Malinche no es lanzarse contra una persona si no que es desmantelar estos fenómenos que se dan entre clase, y arte, y género y todo tipo de cosas y que sólo acusándolos siento que liberan y entra aire.

Osea que lo criticas.

-Yo no sé si lo critico. Yo lo acuso no más. Acuso en el sentido de indicar su existencia solamente.

Igual lo apuntas con el dedo.

-Sí, a eso me refiero. Pero quiere decir perfectamente podría aceptar que alguien me apuntara a mí con ese mismo dedo, y está bien. Por eso digo que el ejercicio es desmantelar y hablar de las cosas, más que como “tú eres el culpable de todos nuestros males” o yo soy culpable de esto y no se cuanto. Es más como de desenmascarar cosas que están medias arraigadas e implícitas en la sociedad, más que en una persona en particular que me caiga mal. Cosa que existe pero no lo voy a decir.

 

Ser latinoamericana

 

“Ya no aguanto esas imágenes de niños blancos y ojos azulinos” (Latinoamericana, 2018)

-Si hubiera que nombrar los temas de esa canción, cosa que no me encanta, creo que se trata mucho de descolonizar la mirada que uno tiene sobre las cosas. La mirada que todos tenemos. Eso de encontrar que los ojos azules son más bonitos o asumir que la música clásica es superior a la música folclórica. Es una mirada no más, es una mirada de evaluar el mundo que se nos impuso y no estamos conscientes de eso. Y la canción explora esa manera de mirar, que viene con muchas emociones también porque incluso nuestro deseo está colonizado. Nosotros podemos desear con nuestro cuerpo. Gente entre comillas bonita, y esa gente bonita no son simplemente rasgos europeos. A lo que voy es que no es nuestro cuerpo deseando, es un deseo que se nos enseñó. Eso se me hace una cosa súper fuerte e interesante. Nuevamente de desmantelar, si es que es posible incluso.

 

¿Por qué optaste por feminizar el título de Latinoamericana?

-Es un juego de palabras en verdad. Es una referencia a un concepto que los gringos ocupan: “americana”, que lo dicen como “a me ri ca nah” y lo usan para referirse a todas las cosas gringas, como no sé, decir el Malboro, un atardecer en el desierto o un vaquero. Para ellos todas esas cosas son americanas, y yo quise hacer un disco donde yo mostrara muchas cosas o inventara  un concepto de latinoamericana de las cosas latinoamericanas.

Dentro del disco tienes un par de covers en portugués, ¿te acomoda el idioma?

– Igual hablo portugués pero no tengo un acento perfecto ni nada. En ese sentido me sentía inseguro, pero creo que el propósito no era mostrar lo bien que hablo portugués, sino hacer un ejercicio de conexión de identidad latinoamericana que se perdió entre Brasil y el resto del continente y que existía antes de las dictaduras latinoamericanas. Y la manera que encontré, una vez más, para hacerlo más implícito y verbalizado como lo había hecho en el “Amiga” fue hacerlo cuerpo como para citarme a mí mismo.

¿Y de dónde salen estas canciones?

-Son canciones de mi infancia realmente, porque las crecí escuchando y son canciones de artistas que hacían todas estas cosas que menciono, como de abrazar sus raíces, hacer música propositiva, conectarse con su contexto y comunicarse con otras culturas de su mismo continente, no como si estuvieran separadas, sino como parte de una misma lucha. Y esos artistas que escogí cumplían con todos esos requisitos.

 

Escucha el disco completo a continuación:

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